Etiqueta: Zafarrancho Vilima

de un profesor de provincias que se vino a vivir en un podcast (Blanca Andreu).

Zafarrancho Vilima. El futuro era mejor antes. (Álvaro Martín, Don Vilima) Cuando Álvaro Martín, don Vilima, me convocó a la radio en octubre de 2014 (lo recuerdo muy bien porque lo tengo grabado en un podcast) fui a Sevilla Web Radio · SWR, que transmitía desde … Continúa leyendo de un profesor de provincias que se vino a vivir en un podcast (Blanca Andreu).

Tu voto:

colecho.

«Del colecho, a pillarte en pleno mambo: las confesiones de una madre desesperada.» Mar Muñiz publica Mientras vivas en esta casa, reflexiones sobre la maternidad. ZEN. 20/01/21. Cuando leí lo del mambo di por seguro que se referiría por eufemismo y lenguaje figurado al acto … Continúa leyendo colecho.

Tu voto:

coplas de Juan Tanamera.

guantanamera

Mientras fui profe en activo, me apunté a redes sociales por didáctica. Si mi alumnado, de secundaria de adultos, estaba en redes, yo también estaría, y mis publicaciones podrían ser un comunicado de apuntes (podcast, odiosa palabra) para la recuperación de mis clases por estudiantes que, entre el trabajo y el instituto, muchas veces me faltaban a clase por causa justificada. Desde que dejé el horario lectivo, mis varios tendederos siguieron de utilidad para yo ejercer como emérito en una especie de consultorio de lengua que siempre es más que lengua: Álvaro Martín y Zafarrancho Vilima.

Paralela a mi vena docente (que un profesor nunca pierde del todo) corrían por mis venas libros publicados y nuevos que publicaría, ya no en imprenta: en internet, la gran nube para quien ya no estaba en las nubes del cotarro literario, del publico y presento, del convoco a mis coros y danzas. Mi conclusión era que por mucho ruido que yo hiciera en red, por mis vanidades y exhibicionismos personales, más ruido seguía haciendo la moribunda república del libro de farsa y licencia de la imprenta castiza.

En ese lapso de veinte años no es nada (cuarenta, desde mi primer mural) he ido sumando tropa de varios colores, principalmente gente de la enseñanza, alumnos o profesores, y de la política, de la cultura, la literatura o el libro. También, claro está, antiguos o viejos conocidos que, a través de Facebook, y cuando ya la juventud descuidaba sus muros (otra odiosa palabra), iba topando conmigo o yo con ellos.

Hoy, lo crean o no, lo que me lleva a esta página que escribo es la empedernida batalla contra el tiempo que pasa y que me llevará por delante en un descuido. Soy como Juan Tanamera (guajira, guantanamera), que antes de morirme quiero echar mis versos del alma. O como aquel Quevedo de, pues amarga la verdad, quiero echarla de la boca. Soy (somos) como León Felipe y me sé (sabemos) todos los cuentos. Quizá mi obstinación y lo que puede diferenciarme de otros es que siento la obligación, ahora por Joaquín Sabina, de negarlo todo. Me quedan cuatro días para desdecir lo que he dicho, para desmontar el tinglado del que, Pablo Neruda, confieso que he vivido.

El personaje que yo era se ha ido desprendiendo, Pedro Salinas, de todo lo que encima me echaron desde antes de nacer y más: desde antes de ejercer, desde antes del primer concurso de poesía. Hoy, de aquel afán en que milité un día, no queda casi nada, casi nadie. Mis antiguos amigos de letras, remeros todavía en la nave del libro en librerías, se me han ido perdiendo por uno u otro lado, principalmente uno: la fe en el Estado del Bienestar, triangulada entre la cultura y la izquierda.

Parte de ese triángulo enseñó su patita cuando el referundismo en Cataluña y ahora se empeña, todavía, entre monarquía o república. Nada tengo que ver con eso. Mi obligación es decir a quien quiera oírme que todo es república (república ‘por defecto’). ¿Jefatura de estado? No, gracias. Ninguna. Si hay democracia, que sea parlamentaria y no presidencialista.

ocaso.

Ría de Huelva ocaso foto Manolo Vara

Desde 1440 en el idioma (Corominas), la palabra ocaso, del latín tal, emparentada con caer, occidente y ocasión, marca la hora del día más fotogénica del largo y cálido verano.

Quizá por relación con la casa de seguros conocida como ‘los muertos’, la gente prefiere hablar de puesta de sol [con 21.5 millones de usos frente a ocaso: 11.5], francés coucher du soleil, inglés sunset, italiano tramonto.

En astronomía de precisión, orto y ocaso [25.700 usos] forman pareja por decir salida y puesta del Sol (o de la Luna) y, como rapidísima imagen, de todo lo que en esta vida nace y muere, empieza y acaba, sube y baja, se ve y no se ve.

Yo conocí la palabra ocaso por los recibos al cobro como seguro de entierros y defunciones [351.000 usos, cuando lo lógico sería el orden inverso, primero el cadáver y luego el ataúd: defunciones y entierros, 284.000].

La palabra contraria, orto (latín ortus, lo mismo, en astronomía: Salida o aparición del Sol o de otro astro por el horizonte) la aprendí unida a Orto y ocaso de Sevilla, libro de don Antonio Domínguez Ortiz (1991), historia de Sevilla, del esplendor, a la decadencia.

Ría de Huelva ocaso foto Manolo Vara

El ocaso que hoy nos relaja la vista fue tomado ayer, día 25 de julio sobre las 21:40 en el muelle de Huelva según se mira a la derecha. La foto es de Manolo Vara y, los textos, fondo de armario de eLTeNDeDeRo:

PUESTA DE SOL
Abelardo Rodríguez:
“No es que el sol se ponga,
es que sale en otra parte…”
…y el resto es patrimonio
de los husos horarios
con hache y sin hache.
Lo llamaremos noche,
por decir algo.

La segunda estampa nos lleva a las playas de Bajo de Guía, Sanlúcar de Barrameda, donde con marea baja se dejan ver posturitas y postureos que nos negamos a fotografiar:

LA FOTO
La cosa prometía. Aquella forma
de ella abrazarse a él como si gente
no hubiera por la playa pero como
si todos estuviésemos pendientes.
Esa puesta de sol, esa hora púrpura,
y en esto pasa un barco entre las barcas,
de paspartú teníamos el Coto;
ella, su nuca, y él, todas las marcas
de su bikini. El joven mete cuello,
se pierde ella -hacia atrás por su melena
de cine o champú Sunsilk- y, hecho un pulpo
de amor, la mueve, esparce y desordena.
Sobre el beso en su punto, una gaviota.
Cualquiera hace la foto y el idiota.

Daniel Lebrato, Agosto


Ría de Huelva noche foto Manolo Vara

fotos de ocaso y noche: Manolo Vara

esquela.

Juana de Sanlúcar

El género esquela es el género en que terminamos todo. Ahí van a dar las obras escogidas, completas y exquisistas. Hasta mis 66 no me había sentido nunca grupo de riesgo. Y esta vez sí. Parece que alguien hubiera hecho avioncitos de papel con esquelas de periódicos y me las hubiera tirado volando. El caso es que mis bajas personales ninguna ha sido por covid19, sino por edad o por otras enfermedades.

Recuperando mi antiguo espacio en Zafarrancho Vilima, doy a ustedes lo que he averiguado de la palabra esquela. Se lo dedico póstumamente a mis muertos y muertas familiares, la última Juana, hoy en su esquela, ayer tan guapa en su foto.

esquela (inglés obituary o death notice, francés part de décès o nécrologie). Desde 1732 [3.57M de gugles] El DLE (antes DRAE) da etimología discutida. 1. Aviso de la muerte de una persona que se publica en los periódicos con recuadro de luto o se fija en distintos lugares públicos indicando la fecha y el lugar del entierro, funeral, etc. esquela mortuoria 2. Carta breve que antes solía cerrarse en forma triangular. 3. Papel en que se dan citas, se hacen invitaciones o se comunican ciertas noticias a varias personas, y que por lo común va impreso o litografiado. esquela de convite. La palabra se usa en ficción (un 67,35%), ciencias sociales (15,02), política, economía, comercio y finanzas (14%), vida cotidiana (un 5,8 de casos). Por geografías, España se lleva un 65,44% de usos y Argentina un 8,9. Corominas data la palabra en 1732 y la da como “carta breve, papel impreso en que se hacen invitaciones o se comunican ciertas noticias” y propone un origen en una pronunciación vulgar del latín scheda [skeda], hoja de papel o papiro. El Etimológico de Chile remite scheda al griego skida, ‘astilla’, formado a partir del verbo skizein, rajar, separar, indoeuropeo skei, ‘cortar’, de donde el latín scire, ‘saber’, y las palabras ciencia, necio y plebiscito. Del diminutivo de scheda, schedula, viene cédula. Palabras relacionadas con esquela son billete (carta, breve por lo común), columbario, cementerio, crematorio, epitafio, libro de condolencias, nicho, obituario, pésame, pompas fúnebres, requiéscat in pace, RIP (descanse en paz, DEP), tanatorio, velatorio o velorio. Antes era normal hacer una fotografía post mortem del cadáver y modernamente se ve usar fórmulas de despedida como que la tierra te sea leve [92.900 gugles], procedente del sit tibi terra levis [77.300 gugles], inscripción funeraria normal en la antigua Roma. Por orden alfabético, detrás de esquela viene esqueleto, palabra que no comparte origen, pero ya me dirán. Preferible quedar con la rima escuela, la Escuela de calor, de Radio Futura (aquí en Spotify). Queden ustedes, además, con la penúltima despedida que hizo en vida Daniel Lebrato:

*
«Si en esquelas
terminan las tarjetas de visita,
qué menos que ser buenos,
rebeldes y algo cínicos.

*

elecciones generales
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Daniel Lebrato
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el último de la clase.

Profesor Lebrato con Manolo Vilima en BN

Que me perdonen las señoritas en edad de crecer o de estudiar. El último de la fila o El último de la clase ha sido siempre él, género macho macho, o Machu Picchu, sin coeducación ni inclusión de sexos posible.

Se es el último de la fila o el último de la clase cuando, varón varón, eres el más bajito o el peor clasificado. O cuando, al inicio de curso y al llegar al aula, y antes de que te pasaran lista y te sentaran por orden alfabético (a mí me tocaba siempre un León que ponía espanto al poca cosa Lebrato que yo era), en ese momento, digo, de marcar distancias frente al profesor y a la tarima (a donde solo se acercaba la despreciable y pelota escala de alumnos de salivilla, esa que quería ser primera en tomar apuntes, en levantar el dedo cuando algo sabía o en promocionarse saliendo a la pizarra) sentías el orgullo crack de creerte el último borrón de la enseñanza franquista.

La diferencia entre el último de la fila y el último de la clase es más bien sutil, aunque Google lo tiene claro: 437.000 a 4.390.000, diez veces más gugles a favor de el último de la clase.

El último de la fila podía ser el escaqueador, ese que no quería –por un día que venía a clase– ni que lo vieran o, peor, el señalado por algún defecto físico: ser un watusi o gigante que tapaba las vistas a los demás pupitres.

El último de la clase, en cambio, era un voluntariado anti sistema, una Liga de los Sin Bata (El Perich), una especie de ultrasures que añadían a la bancada del fondo una mística traída de las salas de cine, donde atrás se fumaba y se ligaba mucho más, y era el sitio de los rebeldes sin causa y de los cinema paradiso. Si además seguías la lección y hasta sacabas nota, era como una justicia poética de los últimos serán los primeros del Sermón de la Montaña.

El 23 de julio de 2019, @manolovilima, Manolo Velardo, publicó una foto a dos con Daniel Lebrato de pareja en la pasada Feria de Abril (pasada y última, de momento, pues de la Feria 2020 no tenemos noticia). A pie de foto decía:

–Con mi amigo el profesor Lebrato.

Y yo contesté:

–Con mi amigo Manolo Velardo.

La amistad puede ser un photoshop, si la foto es guapa, y aquel hombre, que en Zafarrancho Vilima hacía el papel de brutamonte frente a zafarranches más sutiles; aquel que casi presumía de, a fuerza de coscorrones, haberse hecho a sí mismo (self made man, antes que selfi); aquel que aprendió los números romanos por el XXIII de la barriada Juan 23; aquel que había sido portero de discoteca antes que fraile, y que no tenía reparo en contarte las veces que había bordeado el lado oscuro; aquel a quien nunca di clases me honraba con su amistad.

Manolo Velardo, ¡presente!, era, sin duda, el último de la fila, el último de la clase.

Profesor Lebrato con Manolo Vilima

confesiones de un profesor.

ZV la noche del alumbrao Feria 2019 (2)

Corre por ahí un vídeo de Antonio Muñoz Molina en exaltación de la enseñanza: maestros, profesores, libros.

Vaya por delante que, como dijo aquel[1], por sus frutos los conoceréis, y si el mundo, tal como está, le gusta a alguien, no seré yo quien presuma de mis frutos. Algo he tenido que hacer muy mal.

La enseñanza es aparato transmisor y reproductor de roles, conductas y saberes que obedecen siempre a un estado de cosas, a una ideología. Maestros y profesores, maestras y profesoras, lo mismo hemos transmitido verdades como puños que mentiras catedralicias.

Quien lo dude y quiera insistir en la copla de la importancia del libro, a ver si no es libro el corán que tanto daño ha hecho, por no citar biblias que puedan herir sensibilidades más próximas. Todo es conforme y según, Manuel Machado.

Vivimos un tiempo de creyentes que, por grupos de intereses, ligan un dios al que adoran a lo que es su oficio y en el cual medran, para que los demás al mismo dios igual lo adoren.

¿Qué va a decir Muñoz Molina de los libros, si él forma parte del libro? ¿Qué dirá el gremio de la enseñanza de su ejercicio? ¿No es la sanidad y ahí anda, contra el virus, por las nubes? ¿Dirá lo mismo el albañil de los ladrillos que coloca? ¿El fontanero, del grifo? ¿El repartidor, de su bombona? ¡Seguro que no! Y, sin embargo, para que Muñoz Molina esté en los altares de El País y BBVA, alguien le hizo la casa, la estantería, la cámara en que se está grabando.

Este pensamiento (que alguien dirá demagogia) me ha acompañado siempre y siempre he procurado motivar con él a mi querido público:

–Estudiad, para salir del hoyo.

Porque el hoyo está, lo diga el profesor o no lo diga. En esa conciencia, tal vez marxista, ha consistido mi lucha pero lejos de toda afectación y todo culto a la personalidad.

Es tarde. La clase va terminando. Uno se hizo profesor por evitar el andamio, por escapar del trabajo más duro. Para eso, uno ha tenido que nacer en un ambiente propicio; que no te hayan puesto a trabajar de chico en el campo, como a mi abuelo, o con pantalón corto ponerte a trabajar, como le pasó a mi padre.

Una vez profesor, puedes, una de dos: hacerte cómplice de la gran mentira o revelar quién eres y rebelarte en contra. Y que tu gente aprenda a administrar el bien que tiene en el estudio. Porque quien ingresa al aula es también un ser tocado por la varita mágica de la vida, es también un ser privilegiado.

A esta hora contemplativa de balance y resumir qué he sido, no se me ocurre más que dejarles a ustedes, mujeres y hombres, madres y padres, algunas ideas que pueden ser, además, mi agradecida herencia:

1.
Antonio Machado: «A mis maestros guardo vivo afecto y profunda gratitud.» Lo mismo digo, sin decir nombres. Saberse hilo conductor. ¡Cuidado con lo que transmitimos!

2.
Borges: «Que otros se jacten de las páginas que han escrito; a mí me enorgullecen las que he leído.» Cambiando libros por alumnos: “Que otros presuman de las clases que han impartido; a mí me enorgullecen las que he recibido y mi alumnado”.

3.
Juan Ramón Jiménez: «Los dioses no tuvieron más sustancia que la que tengo yo.» Soy don Quijote y Sancho. El Libro de Buen Amor lo escribí yo. Don Juan Manuel era un señorito.

4.
«No hay peor mentira que la que dicta un catedrático, porque esa viene con autoridad de fuentes y bibliografía.» [2]

5.
Juan de Mairena, a sus alumnos: «De mí sólo aprenderéis lo que tal vez os convenga ignorar toda la vida: a desconfiar de vosotros mismos.»

6.
«Un alma verdaderamente hermosa no alcanzaría la gloria, porque no la desearía.» La frase es de Yourcenar, y perdón por tanta cita: es como si uno necesitara la anti frase contra tanta majadería (quise decir muñozmolinería).

/ os querré siempre /

[1] Mateo 7.16

[2] Esta cita sé que no me la he inventado: la he leído en alguna parte antes del servicio de citas y frases célebres por internet. Al buscar yo ahora su autoría, Google no me responde; así que puede que sí: me la habré inventado. La arrastro hace cuarenta años.

Mahoma y la Feria.

 

Si todo fuera normal, hoy sábado sería último día de Feria de Sevilla. Tanto que la ciudad presume de lo universal de sus fiestas, manda faroles que mañana domingo el real se desmonte y que ir a la caseta nos esté ya prohibido. [1]

La prevalencia del sábado en días de Feria (de un sábado de Alumbrao y de Pescaíto, hasta un sábado de cierre y fuegos artificiales) no responde a lógica ninguna, ni laboral ni festiva ni festera, y solo se explica por voluntad mandona y autoritaria de un Ayuntamiento que bajo el anuncio de una ampliación a dos fines de semana (¿?) más un día laboral festivo entre semana, sedujo a una ciudadanía bien dispuesta a todo (consulta ciudadana, septiembre 2016).

A este descosido cronológico hay que sumarle el general despropósito que supone mantener la localización de la Feria en un solo sitio (el real de la Feria) cuando ni la ciudad ni sus motivos y condiciones son los mismos que cuando empezó la feria de ganado allá por 1846.

Como pueden ver en la página Moovit transporte público de Sevilla o en el primer Google Maps, el tiempo medio o la media de tiempo que tarda una persona, una familia o un grupo en llegar a la Feria es la ostia. Ubicada en un extremo de la ciudad, la Feria pilla lejos, lejísimos (tiempo en ida y vuelta) para el acceso desde Sevilla Este, Parque Alcosa o Pino Montano, por citar barrios de demografía en alza y cuerpos en forma para pasárselo en grande.

La primera Feria tenía un sustento de clase, una base social que ya no son las mismas clases. Antes, el señorito iba a la Feria en carruaje (coche propio o de punto). Si había que ir hasta el campo de Tablada, en las afueras: a más recorrido, más lucimiento. Y cuando al Prado de San Sebastián, final de la calle San Fernando, era ideal andarla a pie marcando pareja del brazo con fondo de sevillanas de El Pali.

La Feria en Los Remedios empezó a desdibujarse y a perder sentido. Para que se hagan una idea del efecto llamada: la lista de espera (en casetas, no en personas) superaba este año las 1.199 solicitudes pendientes: 728 para familiares, 417 para entidades, y 54 de titularidad perdida. Con tanta presión ‘casetológica’, puede parecer normal que el Ayuntamiento se plantee una nueva ubicación, que habrá de ser, a la fuerza, más contaminante, más estresante, más amplia y más lejos.

Aprovechando el parón sabático, ¿no sería la hora de ir a una Feria por barrios, de interpretar laica y libremente cruces de mayo tipo Lebrija o patios de Córdoba, con un calendario festero real y completo entre dos fines de semana?

Mahoma y la montaña: si la gente no puede ir a la Feria que la Feria vaya a la gente.

ZV la noche del alumbrao Feria 2019 (2)
Ejemplo de gente que vive lejos del real de la Feria: Zafarranches Vilimas y el profesor Lebrato.

[1] En el universo mundo de semana inglesa, el fin de semana empieza viernes por la noche (jueves, para juventud universitaria) y termina a partir de la comida del domingo a mediodía, para languidecer, ya en vísperas de lunes, la depresiva tarde de domingo por la tarde.

Filo de la Fuente y Daniel Lebrato, Feria 2003

ojalá.

daniel-lebrato-con-zafarrancho-vilima

/ para @vilimadas /

Archivo musical. Mientras se va leyendo, eLTeNDeDeRo recomienda oír (pinchando aquí) Las cuatro estaciones de Vivaldi, que riman con Álvaro Martín y Zafarrancho Vilima @vilimadas, con Diccionario Sopena y con todos los diccionarios sin los cuales no somos nada. Estos son los créditos de cierre:

1
DILE (Diccionario De La Lengua Española)
antes DRAE

*HTML blando:
se deja copiar y pegar.


2
ETIMOLÓGICO DE COROMINAS
(pinche y aproveche a descargárselo
para uso no comercial)
*PDF sin buscador:
no admite bloquear ni copiar.


3
ETIMOLÓGICO DE CHILE
*HTML duro:
no admite bloquear ni copiar.


4
DICCIONARIO INVERSO DIRAE
(en lugar de hallar definiciones de palabras,
halla palabras buscando en su definición.)
*HTML blando:
se deja copiar y pegar.


5
300 HISTORIAS DE PALABRAS
(cómo nacen y llegan hasta nosotros)

(pinche y aproveche a descargárselo
para uso no comercial)
*HTML blando:
se deja copiar y pegar.


6
Aquí el MARÍA MOLINER, el CASARES
y otros diccionarios
de los de a ver
¿cuándo en HTML?


7
Wikipedia y buscadores en línea que tanto han hecho
para encontrar y compartir
lo que buscábamos
*


Queden ustedes bien con la palabra ojalá.

bien, latín bene. bien es bien y con el bien se basta. Ya es redundancia decir buenamente, cuanto más muletillas del tipo bien, gracias a Dios. Pudieran atentar contra el laicismo en el lenguaje.

mañana, latín vulgar *maneana ‘a hora temprana’, parte del día entre el amanecer y el mediodía, o la hora de comer o almorzar. Son muletillas ociosas, que se deben evitar, locuciones como hasta mañana si Dios quiere. Sinónimo de Si Dios quiere es ojalá, árabe inchalá (si Alá quiere). Antónimo: ¿Y por qué no iba a querer? El andalucismo ajolá disfruta de 10.600 seguidores en Google.

OJALÁ, palabra de vísperas, de impotencias y de apuradas travesías en esta vida, es quizá –a juicio y oídos del Profesor Lebrato– la palabra más humana y más bonita del idioma. Cuando no puedan más, díganse siempre: ¡Ojalá!


foto portada: Solo para hombres (Plaza del Salvador, Sevilla, navidad 2016)


□ foto ojalá y enlace Ojalá, de Silvio Rodríguez (página elijahand.blogspot.com)

El Profesor Lebrato dándole a Flor de Utrera en Zafarrancho Vilima
Profesor Lebrato en Radio Sevilla Cadena Ser, dándole al Flor de Utrera


ojalá