Cuando leí lo del mambo di por seguro que se referiría por eufemismo y lenguaje figurado al acto sexual. A lo sexual van a parar las metáforas abandonadas. Lo del colecho (no en DLE) me había dejado en blanco absoluto.
En mi largo viaje con las palabras, por muchas que yo haya enseñado, más he aprendido. Desde los tiempos de finde o guay, desde yutúber hasta podcast, desde wow por guau en los carteles de los grandes almacenes.
Vi, a cambio, perderse combinaciones geniales, como quien por los que / las que, o vale por okey, o tampoco, por también no.
No me quejo, sin embargo, de haber sido aprendiz. Pongo el caso de colecho: colecho: práctica donde bebés o criaturas pequeñas duermen con uno o los dos progenitores. Puede practicarse en la misma cama, en camas continuas o en cama y cuna, como parte de la ‘crianza con apego’.
La vida, antes que por el Diccionario, pasa por rastreadores de Google: 8.670.000 resultados. colecho se despacha además como adjetivo en tecnicismos de campo bien organizado, tales como cojín colecho o moisés colecho. El significado crea el significante lo mismo que la función, el órgano correspondiente. Esa es, supongo, la primera lección que aprende un profesor de lengua.
Foto portada: COLECH en Amazon.es
Una palabra con la que no contaba, como tantas otras
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