Etiqueta: Bécquer

La invención de las fiestas populares, esta es la historia.

Más distancia hay de aquí a la Edad Media,que de aquí al futuro. En materia de fiestas populares todo está preparado, desde el lenguaje, para que nadie se entienda. Las palabras fiesta[1], pueblo [2], ocio, negocio[3] disputan significados entre costumbres, tradición, cultura o patria, creencias … Continúa leyendo La invención de las fiestas populares, esta es la historia.

Tu voto:

yo hablo andaluz.

#yohabloandaluz

A estas altura de la película, la campaña #yohabloandaluz carece de sentido. ¿Os imagináis campañas #ispeakenglish, _scottish, _wells, _irish, _american, o #jeparlefrançais? ¿No os parecería nacionalismo lingüístico o, en todo caso, redundancia o arrogancia innecesaria, eso que se dice bajo el latinismo “excusatio non petita, acusatio manifiesta”? [1]

Otra cosa sería que, por falta de hablantes, mi andaluz estuviera en peligro y la campaña viniera a protegerla como se protegen espacios naturales o especies protegidas. [2]

Y otra tercera posibilidad, la que parece más cierta: el encaje de mi andaluz en el mapa de lenguas del Estado. Apuesto que por ahí van los tiros. Tiros no: tiritos: de un Pérez-Reverte (¿a qué hacerle caso?) a una María Jesús Montero (¿a qué votarla?).

Porque la mala conciencia del andaluz hablado no existe. [3] Dejó de existir desde que andaluces con relevancia en la escena nacional (Clavero Arévalo, Soledad Becerril, Felipe González, Alfonso Guerra, Ave Sevilla Madrid, Expo 92) pusieron el andaluz hablado en los atriles de la política, telediarios, tertulias, espectáculos; y, de ahí, a las aulas. Bilingüismo o diglosia: en una situación hablo castellano español estándar y, en otra, el andaluz que me sale del alma.

Esa normalización empezó con el ministro Clavero allá por 1976 y se pudo dar por culminada en 1992, cuando el andaluz hablado no solo no estuvo mal visto (mal oído, habría que decir) sino con prestigio o soberbia frente al castellano ¿fino? y ¿bien hablado? de Valladolid.


Quien, por edad y juventud, el año 76 o 92 le pille un poco lejos, piense en adelantamientos (o sorpasos) lingüísticos que sí han vivido:

En el dominio hispánico, el sobreaprecio del voseo del vos, traído a España por voseantes de alcance (Les Luthiers, Jorge Drexler, Héctor Alterio o Ricardo Darín) que no tardaron en verse imitados por peninsulares endeblillos culturalmente pero subidos al carro de la fama, pura imitación que, como toda, es ridícula y afectada.

En el ámbito de lenguas universales, todavía estamos (y lo que nos queda) en pleitesía con el inglés, sobre todo en ramas de comunicación o de servicios de no mucho fuste. Donde ya estábamos hechos a ir de camping, por acampada, o al parking, por aparcamiento, vinieron bullying, clearing, coaching, consulting, contouring, copyediting, coworking y la madre que las parió:

crowdfunding, ecomarketing, editing, factoring, fracking, leasing, mailing, merchandising, mobbing, planning, rafting, roaming, streaking, training, vending, windsurfing o zapping. Se acabó la España de la fiambrera: ¡todo el mundo al táper!

El mismo *podcast (de cast, ‘emitir’ + iPod: aparato que cuesta reconocer como de uso de masas) se ha quedado entre nosotros habiendo audio o vídeo o en diferido, frente a en directo; o, como mal menor, optar por post, postcast, con un cast ya familiar en el sentido de ‘reparto’ como en the cast de los créditos finales de las películas.


¿Qué se demuestra? Que hay gente que sigue haciendo de su lengua o su habla un factor de distinción o un rasgo de prestigio y eso conduce al desprestigio del otro o de su otra lengua. Déjenlo ya. Hablen sin reparo ni rubor la lengua que aprendieron, la lengua que les corre por las venas y que por la teta les fue de madres y abuelas, pero tampoco presuman de idioma. De mérito sería hablar andaluz un nacido en el Polo Norte, pero ¿en Andalucía?

En #yohabloandaluz mi diagnóstico es (frente a Jesús Jurado, flamante politólogo [4]) que Andalucía, otra vez, ni come ni deja comer. Donde hay regiones de bilingüismo en lucha a base de enfrentamientos con el centralismo lingüístico del franquismo y de la democracia de Madrid…, donde aún luchan #jo parlo català # Euskaraz hitz egiten dut, # yo falo galego…, ahora resulta que ¡yo hablo andaluz!

El andalucismo se demuestra militando y el andalucismo militante no se ve por ninguna parte. Dígalo, si no, el desaparecido Partido Andalucista (1976-2015). Ahí os quiero ver, yohablantes andaluces: dando impulso a vuestra identidad y apoyando identidades propias y ajenas, por sí y por la humanidad.

Otro día vemos ventajas e inconvenientes del andaluz como lengua hablada y escrita. Terminamos con Bécquer, rima 60:

Mi vida es un erial:
flor que toco se deshoja;
que en mi camino fatal
alguien va sembrando el mal
para que yo lo recoja.

Se aceptan versiones poniendo:

lengua donde mi vida

se descojona donde se deshoja

y andaluz tan fatal.

[1] Para el #yohabloandaluz, podría entenderse del revés: Quien se afirma y toma fuerza como andaluz parlante es porque su conciencia hablante necesita afirmarse o parecer fuerte cuando no lo es.

[2] Según InfoIdiomas, podrían apuntarse ustedes a las siguientes campañas (si no es demasiado tarde): #yohablo taushiro o pinche (al Norte de Perú), #yohablo kaixana (Brasil, río Japurá), #yohablo tanema (Islas Salomón), #yohablo lemerig (Isla Lava, Océano Pacífico) #yohablo chemehuevi (EEUU), #yohablo njerep (Nigeria), liki (Indonesia), el ongota, el dumi o el chamicuro.

[3] [eLTeNDeDeRo] 24/04

[4] ¿No hablábamos de oficios hinchados, artificiales? ¿No da que reír una tarjeta de presentación que diga Fulano de Tal, politólogo? ¡Lo que no inventen! Veremos cuánto politólogo sale con vida del coronavirus.

contra la vanidad: html.

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CÁLCULO DEL NIÑO DIOS
(arte y artistas)

¿A quién pertenece el arte, la creación? Porque mientras la obra no artística solo aspira a un valor de uso y un valor de cambio, la obra artística aspira a un valor inmaterial universal. Desde el “ande de mano en mano a quienquier lo pidiere”, del Arcipreste a su auditorio, al Manuel Machado de “las coplas que no son coplas hasta que las canta el pueblo y ya nadie sabe el autor”, todo arte aspira (como azucarillo) a su disolución.

Y desde que concebimos el Patrimonio del Estado con sus museos y bibliotecas nacionales, conjuntos históricos, parques nacionales, bienes inmateriales, etc., y desde que las naciones disputan qué patrimonio o cultura es mayor (si la francesa con la Chanson de Roland o la española con el Cantar de Mío Cid; si España, con Cervantes, o Inglaterra, con Shakespeare), el copyright de obras gigantes en manos de descendientes o editoriales particulares debería preocuparnos. Por hacer una autopista, se expropia y se indemniza y ¿no se va a expropiar el Corominas, el Casares o el María Moliner? ¿Para qué el Estado, entonces?

Otra forma de verlo. El poeta escribe gracias a los oficios que fabricaron su casa, su cuarto de estudio, su lámpara o su ordenador. ¿No será su poema, cuando lo termine (y si es que acertó a escribir algo de mérito, que se publica mucho churrete) también un poco propiedad de esos oficios? ¿Hubiera escrito el poeta sin albañiles, sin fontaneros, sin electricistas? O, más aún: ¿devolvería el autor el dinero ingresado si su cliente lector no queda satisfecho?

Queden ustedes con una interpretación del niño dios Juan Ramón Jiménez, con algo de Bécquer.

CÁLCULO DEL NIÑO DIOS

Yo tengo escondida en mi casa,
por su gusto y el mío, a la Poesía.

Se empieza en mientras haya algún misterio
para el hombre, no para la mujer
que posa por hermosa o fastuosa
de tesoros. No es un misterio a voces
el campo, la vendimia y los jornales,
el largo ajuar que bordan las muchachas.
Se sigue con que siempre habrá poesía
–incluso sin poetas dios existe–,
su altar será la sociedad de autores.
Y acaba uno encerrándose en la casa
que fueron levantando por su gusto
y el suyo antepasados y albañiles,
con muy pocas visitas, las precisas,
y viendo, apasionado, cosas raras.

Daniel Lebrato, Historias de la literatura

Mañana [eLTeNDeDeRo] les pasa más originales a disposición en lenguaje html (no pdf) en la revista libro [eLSoBReHiLaDo]. Antonio Delgado Cabeza y José Luis Macías Rico aportarán luz en tiempos oscuros.

las ciencias y las letras ante internet.

Daniel Lebrato sentado en Monte Algaida

Otro día hablábamos de las armas y las letras, cuando las armas eran parte de la ciencia, la ciencia de matar. Siendo yo profesor y hombre de letras, he aconsejado siempre a mi gente ir a las letras como a las ciencias y, a las ciencias, como a las letras. Hoy, el balance de las letras (las humanidades, el arte en general) es que son egoístas o egocéntricas, mientras que la ciencia es, aunque también se adultere y se ofrezca al servicio del mal (como cuando se vende a la industria armamentística), la ciencia es, por cuanto demuestra al servicio del género humano todo y aunque mucho científico, como Edison, quiera vivir de su patente igual, igual, al copyright donde se atrinchera el artista, la ciencia es, o ha de ser, generosa, universal y expansiva; quizá porque, con Antonio Machado, nuestras horas son siglos cuando sabemos lo que se puede aprender, y eso hace a la comunidad científica humilde, y no engreída.

La prevalencia ética de la ciencia y tecnología frente a la literatura y las letras, se ve en la respuesta de unas y otras al mundo digital que se nos ha venido encima: las letras, a la contra, a la defensiva: ¡Atrás, Satanás!, dice el instituto que prohíbe el dispositivo móvil a su alumnado y dice el defensor del libro de papel de la Galaxia Gutenberg. Que toda la cultura no es tan rémora, lo vemos en la música, que se acomoda a lo que pase por taquilla o por Spotify: no hay tabarra con el disco como soporte físico. Y ¡Adelante, adelanto, siempre adelante!, dirá la investigación que haga al humano más bueno, más sano y más libre, también de sus cadenas y de la cadena del trabajo de la explotación del hombre por el hombre. Internet es la Internacional. Lo que hay que hacer es conquistar la red como antes se conquistaron la Bastilla o el Palacio de Invierno. Vayan y lean El plan del inventor de la web para devolver la libertad a internet.

el arte y el artista

Más de dos millones de personas han megusteado (verbo que me acabo de inventar) Muertos de hambre, vídeo de 6:04, de Karel Sánchez, quien sale en defensa de la creación artística dentro de los sistemas educativos. Suena bonito y quién podría decir que no. Sucede que si el arte, como la escolarización por la ESO (con O de obligatoria), se vulgariza, el artista desaparecería como han desaparecido escribas, letrados, bachilleres o escolares con derecho al alfabeto en un mundo analfabeto. Es lo que tiene el humanismo desprendido y, por eso, no pasa de moda el individualismo, que, predique lo que predique (la bondad del arte, por ejemplo), barre siempre para dentro.

La polémica no es nueva. En 1870 (siglo del genio y del artista en su torre de marfil) ya estaba escrito por Bécquer: podrá no haber poetas pero siempre habrá poesía. Ocurre que el poeta se resiste. Él quiere ser artista para que otro sea albañil o repartidor de bombonas. Y ahí demuestra el artista lo artista que es. El arte, como el sexo (ahora que nos la quieren pegar con el trabajo sexual) sucede en el fragmento de ocio y, por tanto, todo el mundo debería tener acceso al arte en su tiempo libre y abolir de una vez el artista como oficio en exclusiva, como curas y monjas que, para que Dios exista, quieren convencernos de que exista una Iglesia que les dé de comer. El artista rinde culto al Arte, algo que, en una sociedad que se precia de igualitaria y democrática, nadie sabe lo que es ni lo sabrá por mucho que incluyan la asignatura creación artística en las escuelas. ¿Sin cambiar las bases del arte? ¡Escuela de niñaterío!

el informático y la informática

No sabemos cuántos megusta habrá recibido esta otra noticia que titula El plan del inventor de la web para devolver la libertad a internet, con este explícito: Tim Berners-Lee presenta una plataforma que quiere devolver la privacidad a internet, contra la concentración de poder en unas pocas plataformas como Facebook, Google o Twitter, las cuales controlan qué ideas y opiniones se visibilizan y son compartidas. Tim Berners-Lee no lo dice, pero las revoluciones clásicas (francesa o rusa), que asaltaron edificios, serán en el futuro millones de millones de megusta a la conquista de la red, es decir de la información y comunicación, y nadie hará mucho caso del Muertos de hambre de Karel Sánchez, sin duda buena persona y con capacidad de amar, de pensar y, sobre todo, de crear, Karel, de crear.


 

artistas, deportes y partes del tiempo.

In the year 2525

Por motivos personales, me he visto muchas veces rodeado de artistas. Yo, aunque escritor, primero me he presentado como funcionario (la enseñanza pública es lo que me da de comer) y he visto siempre en el artisteo un privilegio que yo rechazaba, supongo, como el comunista rechaza a la patronal: no es nada personal, entonces, ni mis motivos ni los de mis artistas, que hacen muy bien, y ojalá yo hubiera podido, en vivir del arte o de la cultura. Si algo envidié de la vida de artista (envidias hay dos, como el colesterol, la buena y la mala), mi envidia sería de la buena, como el rechazo a la patronal no niega mi admiración o mi amor por una empresa que pueda parecerme hermosa. Sigue sin ser nada personal. Pero el final del arte es un hecho y, el ir de artista, una manera como otra de ir por la vida; hoy anacrónica, mañana un arcaísmo. Hay quien va de político, de predicador, de máster chef o de influéncer, dice el idiota. Mi resumen es, para quien quiera entenderme, a la manera de Bécquer durante la plenitud del genio: podrá no haber artistas, pero siempre habrá arte. Claro. Obras del ocio frutos de la imaginación que habrán de sorprender a lo que quede del mundo. Lo que yo discuto es que in the year 2525 siga habiendo artistas como grupo, como clase, como casta o como sociedad de autores. Si no, ¿qué hubiera ganado la humanidad llegando tan lejos?, ¿para que siga habiendo un Papa?, ¿para que siga un Trump, un rifle o una pistola, un problema de fronteras en México, en el Mediterráneo o en Cataluña? Tampoco me salen oenegés ni Eurovisiones, ni cofradías ni toreros. A mí, en mi bolita de cristal, mirando al 2525, no me aparecen esos papeles y personajes que hoy acaparan el telediario que las grandes cadenas suelen cerrar (para alivio del luto de la actualidad y de los sucesos, como secciones fijas) con artistas, deportes y partes del tiempo.

Daniel Lebrato

/ a Fernando Murillo /


(disfruten la canción de Zanger & Evans, que mañana hablaremos del albatros)

In the year 2525

Flamenco confusión.

Flamenco

/ Machado, Bécquer y Benito Moreno /

El flamenco es eso que, cuando suena auténtico, no puedo verlo y, cuando puedo verlo, deja de ser auténtico. Y es que payo y gitano son mundos en gran medida irreconciliables, siendo lo gitano el término marcado (discriminación positiva) y el resto, payos por contraste o por defecto; oposición que, primero, se pone al servicio del purismo y, después, se vende en bandeja de interculturalidad o de fusión más allá de la fusión madre original, que fue siempre el flamenco: fusión de lo gitano andaluz.

Para que se hagan una idea, el flamenco fusión, en uso desde los años 60, arroja ocho millones 140 mil resultados en Google, frente al flamenco puro, que solo aparece 118 mil veces (aunque es verdad, pensarán ustedes, que la pureza empieza por no volcarse tanto en Internet). En Google Libros, el flamenco fusión alcanza 7.220 resultados, con muchos títulos en inglés. El flamenco fusión rock (o rock andaluz) aparece 13,3 millones de veces. El flamenco pop: 8,75. El fusión jazz: 6,11. El flamenco punk: 3,35. El fusión rap: 2,57. El flamenco soul: 1,79. El fusión salsa: 1,16. El flamenco chill out: 387 mil. El fusión árabe: 363 mil. El flamenco samba: 211 mil. El flamenco sinfónico: 305 mil. Y con música clásica: 197 mil.

O sea, desde García Lorca y el primer Concurso de Cante Jondo (Granada, 1922), lo hondo, frente a la fusión, casi está desaparecido (lo hondo, en cante: 373 mil googles; en baile: 156 mil y en toque: 1.800). El flamenco no muere, es cierto, pero da la impresión de que, como el cristianismo de ¡Cristo vive!, el truco consiste en servir a muchos señores, o señoritos, mediante respiración asistida y a conveniencia de un mercado y de unos intereses que poco o nada tienen que ver con el flamenco primitivo. Dicho en Antonio Machado: No puedo cantar ni quiero a ese flamenco teatrero sino al que anduvo en el mar. O en el bar.


Gustavo Adolfo Bécquer, el de La venta de los gatos (1862), se nos viene a la cabeza cuando intentamos pasar desapercibidos en sitios populares que no son nuestros. Bécquer se extrañaba de sí mismo -el poeta y dibujante, el residente entonces en Madrid- en aquella venta entre Sevilla y San Jerónimo, antes y después del cementerio de San Fernando (1853): «Imaginaos este paisaje animado por una multitud de figuras que canta entornando los ojos y acompañándose con una guitarrilla, mientras otros llevan el compás con las palmas o golpeando las mesas con los vasos, que tocan la pandereta y chillan y ríen, y los mozos que van y vienen con bateas de manzanilla y platos de aceitunas, y el aceite que hierve y salta en la sartén donde fríen el pescado; ruido de cantares, de castañuelas, de risas, de voces, de silbidos y de guitarras, que forman una alegre algarabía imposible de describir. Figuraos todo esto una tarde templada y serena que fui a visitar aquel célebre ventorrillo. Yo estaba allí como fuera de mi centro natural: todo en mi persona disonaba en aquel cuadro. Pareciome que las gentes volvían la cara a mirarme con el desagrado que se mira a un importuno.» Cerrando cada uno de sus dos tiempos en prosa, engarza Bécquer dos coplas o cantares que él, como narrador, dice haber recogido en boca y guitarra del hijo del ventero enamorado de Amparo, quien “más bonita era que la Virgen de Consolación de Utrera”; amores que acabaron a juego con el cementerio: «En el carro de los muertos, ha pasado por aquí. Llevaba una mano fuera. Por ella, la conocí.» Admiración y extrañeza, la de Bécquer en la venta, que debió ser igual a la del folclorista Demófilo, nacido en Santiago de Compostela, pateando tabernas y cafés cantantes de la Alameda detrás de su colección de Cantes flamencos, publicada en 1881. Ahí brilla con luz propia esta seguidilla gitana, llamada así por el madrileño y amigo de Bécquer, Augusto Ferrán, quien, como a una huerfanita, la recogió en La soledad, de 1861: «Yo no sé por dónde, al espejito donde me miraba se le fue el azogue.» Como ustedes saben, en flamenco, soledad es soleá o solear y, su plural, arrancarse por soleares.


Benito Moreno (muerto en Sevilla el 8 de mayo de este año) en su disco Me han quitado lo bailado, que el pintor y cantautor grabó en 1999, incluye una canción, Flamenco confusión, que en tres minutos nos despacha su punto de vista sobre la fusión: «Flamenco fusión. Flamenco confusión. Flamenco infusión, desilusión. Flamenco oración de Montesión. Flamenco saetero de barrio de salero que vive y que se mueve en medio el Jueves. Luego la primavera la sangre hortera, flamenco clavellina de carne de gallina. Flamenco caduco, de repeluco. Flamenco calentito de señorito de cuernos y ojana hasta la mañana. Carmen de Mérimée, flamenco en francés, de élite, muy caro, chunguísimo, claro, y, del cuplé, no sé, no sé. Hay mucha faraona y mucha tetona y, de tanto jipío, yo paso, tío. Guitarra de alegría, Paco de Lucía, de guerra y de paz y mucho compás. De una mina de La Unión, el Camarón, garganta de fragua de acero y agua; me gusta lo largo que canta, y lo amargo. ¿Filarmónica de Londres? ¡Venga ya, hombre! En la Universidad lo matan de verdad. El jazz flamenco es el más penco. Con saxo y violín se llama a un flamenquín, flamenco que se pasa, colega, y hay guasa. Cuántas voces gitanas echaron de Triana, que dejaron el río que temblaba de frío, a las Tres Mil: flamenco de candil. El flamenco es arte y vive aparte: flamenco oscuro sin tabaco y sin un duro.»

Diferente piensan las concejalías de fiestas mayores y de cultura que, a los pies de la ciudad turística, necesitan del flamenco como necesitan de los toros, de la Feria o de la Semana Santa, eventos y más eventos pomposamente llamados tradicionales. Y diferente piensa el artisteo flamenco, necesitado de tratos y contratos. Por lo demás, no se preocupen. Casi todo el papel de la Bienal está ya vendido a turoperadores y, gente y público de Sevilla, quedaremos como figurantes de un espectáculo rentable. Fuerzas del orden velarán por que no le arranque “un tironero un brazo a un extranjero” camino de la Bienal. Las comillas son de Benito Moreno para otro espacio mítico, adonde iremos un día de estos mejor que al cementerio: El Rinconcillo.

Daniel Lebrato [eLTeNDeDeRo] para TeVeo, 2018.


 

los lirios en la aldea global.

«soy pobre y me arrepiento de cultivar los lirios y al lado de los lirios me someto a la pena de lo global la globa mírame lización de todo lo divino y de todo lo humano»

Palabras de un poeta que me traen a la cabeza estas otras, de Bécquer: «En mi camino fatal alguien va sembrando el mal para que yo lo recoja». Eso podría decir la Aldea Global, tal cual la concibió McLuhan en los años 60: alguien va sembrando el mal para que la globalización lo recoja. Está lejos ese Estado Universal ‑que vimos desde Tomás Moro hasta en los géneros de anticipación‑, ¿y ya estamos quejándonos de él?

En el rechazo a la globalidad o globalización se mezcla aquel veneno inoculado contra el comunismo (donde se amenazaba con que hasta el rosario de mi madre iba a pasar a manos del Estado) junto al individualismo que defendemos como conquista ‑que lo es‑ y no como sumisión, que también lo es.

Economía, enseñanza y filosofía (del “tienes que ser tú mismo”) no han creado individuos originales, sino cromos de un mismo álbum. La moda, la ética, la democracia no hacen más que reproducir borregos que eligen su pastor: Zara o Mango, mar o sierra, PP o Psoe.

En la aldea global sobrarán pastores o virreyes o Estados intermedios; sobrarán marcas de nación o país: de ahí, la estupidez soberanista (de Cataluña, pero también de España como Estado). En el ámbito imaginado de una sola humanidad y de una única nación, ¿qué peligro corren los lirios que yo cultive?

Excusatio non petita, accusatio manifesta.


“masculino incluye femenino”, verdades y mentiras.

El tercer género por David Uzquiza
el tercer género, por David Uzquiza

En relación al artículo Cinco aportaciones al español de la e, comenta un amable lector: «Vaya basura de artículo. Estos son idiotas. En español el plural masculino engloba ambos géneros. Basta ya de idioteces.»

Leído lo cual, en singular o en plural, sobra decir que ni la Academia ni la gramática responden con viveza a las necesidades de la sociedad. Por algo dan normas retroactivas que en el habla se saltan continuamente, empezando por las concordancias, y de ahí la larga lista de amonestaciones que recibimos si no lo hacemos bien: laísmo, leísmo, solecismo, anacoluto, vulgarismo o, simplemente, error, y debe usted corregirlo. Yendo al género, tan cierto es que “masculino incluye femenino” en la palabra mosquito, como que “femenino incluye masculino” en la palabra mosca. Entre varones y hembras, la clave está en quién llegó primero, cuál de los géneros, macho o hembra, ocupó antes un oficio. Hasta ayer casi, sobraba que jueces incluyera juezas, porque mujeres magistradas no había. Y, al revés: criadas, matronas, secretarias o amas de casa nunca han incluido varones; ahora se dice matrón sin dificultad, aunque secretario y amo de casa no son exactamente lo mismo. El sistema tenía a su alcance una solución que se impuso a las mujeres, que es tomar el masculino soldado, juez, médico, abogado, mecánico, y decir la soldado, la juez, la médico y la abogado, regla que no han seguido los varones (¿por no parecer mariquitas?) y no se oye el secretaria, el niñera, el matrona, el criada, el fregona o el plañidera. Como ejemplos, bastan. Luego viene el conglomerado elegetebé (colectivo de lesbianas, gais, bisexuales y transexuales) y resulta que un tipo quiere ser el reina. ¿Quién le dirá que no? El español de la e es una idea para un lenguaje más inclusivo, algo que nos ayuda a ganar presencia, mercado y amistades. Y ¿por qué no amigues, en vez de amistades de ambos sexos (tan horrible como el todos y todas)?

Mañana hablaremos de cómo en literatura hombre no ha incluido mujer hasta muy recientemente. Y ahí está Gustavo Adolfo Bécquer (1836-70) con su “mientras haya una mujer hermosa habrá poesía” y ahí está la canción de Jarcha que fue himno oficioso de la Transición española, Libertad sin ira (1976), que con la buena gente se refiere a quienes desean “su pan, su hembra y la fiesta en paz”. ¡Vaya inclusión! Y es que la lengua de géneros empezó por un afán de visibilidad y que cada quien hace visible de su persona o de su grupo lo que quiere y, de su auditorio, lo que cree que no se ve. Siempre la Academia fue compañera de la lengua, más que del habla, y siempre la lengua fue compañera del imperio, decía Nebrija, y el imperio ha sido siempre masculino varón.


¡Ya hemos pasao!

¡Ya hemos pasao! fue la canción de Celia Gámez cuando el ejército de Franco entró en Madrid.[1] ¡Ya hemos pasao 2016! El espectáculo ha sido un reto financiado, artificial y bochornoso. Financiado, porque a toda costa de policías y gastos de seguridad (que alguien paga o pagamos con nuestros impuestos) Occidente tenía que demostrar que el yihadismo no iba a amargarnos las fiestas. Artificial, porque nuestros belenes y nuestras uvas no podían interpretarse como espontáneas manifestaciones de fe y de alegría (con el niño Jesús secuestrado en varios belenes públicos y con las plazas de la toma de uvas en estado de máxima alerta). Bochornoso, porque la escenificación de la navidad y del año nuevo (con sus villancicos, uvas, confetis y fuegos artificiales) no podía ser, sin pecado, un adorno: estábamos y estamos tocando fondo.

Ni el 16 fue para dar gracias ni para tirar cohetes ni el 17 será feliz más que para quien pueda costearse y blindarse la felicidad (único egoísmo bien visto). ¡Ya hemos pasao! Los ministerios de defensa y de interior se frotan las manos y dan el parte a la nación: –¡Sin novedad en nochevieja! A base de vallas y bolardos, restricción de camiones, escáneres, cámaras ocultas y cacheos, así cualquiera.

Pasado mañana quien trabaje volverá a su trabajo. En el desayuno -y a la vuelta de Reyes- volverán las oscuras concertinas de empresa y de colegios: ¿cómo lo pasasteis?, ¿dónde estuvisteis? Y a esperar que llegue primavera, que matarán al Dios que les acaba de nacer. Paternidad responsable, se llama eso. Pero antes, a devolver los regalos fracasados y a ver qué cae este año por las rebajas. Y cada día diremos ¡Ya hemos pasao! con tal de que nunca pase nada. Lucidez y buena suerte y que no nos pase nada.

*

[1] Martes 28 de marzo de 1939. ¡Ya hemos pasao! (música Hans Eisler, letra José Herrera Petere) fue respuesta provocación al ¡No pasarán! de Pasionaria y del bando republicano. El 1 de abril Franco dio por terminada la guerra.

plagio o devoción

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DONDE HABITE EL OLVIDO

Se llama paráfrasis, intertexto, puede ser glosa o cita. Se trata de tomar un texto (A) y sobre él y a partir de él construir otro (B), tenga la relación que tenga con el primero: recreación, variación, parodia. En la poesía española del siglo 20 dos poetas cogieron texto ajeno y lo usaron de título para libros o poemas propios. Uno fue Luis Cernuda: Donde habite el olvido, poema y libro (1931), lo sacó de Bécquer. Otro fue Pedro Salinas, que tomó el título La voz a ti debida (1933) de Garcilaso[1]. Donde habite el olvido todavía tendría descendencia en Joaquín Sabina en una canción de sus 500 días y 19 noches (1999). Todo está en el artículo Donde habite el olvido: de Bécquer a Sabina pasando por Cernuda, firmado por CaArte en la web Acabando con la Cultura, que eLTeNDeDeRo recomienda.

Leído lo cual, si les sobra tiempo o no les importa perderlo, vean lo que opina sobre el plagio Hernán Darío Carro, autoproclamado poeta. TRANSCRIPCIÓN de los comentarios.

Comentario 1. Anónimo, 30 de abril de 2011, 0:35: Sabina para inspirarse ha bebido de los clásicos, y también de unas cuantas botellas de whisky, y sin soda, qué voy a hacerle yo.

Comentario 2. Rita, 21 de marzo de 2014, 13:32: Cada uno bebe de lo que quiere. Sabina es un gran poeta.

Comentario 3. Hernán Darío Carro, 17 de marzo de 2016, 4:31: Sabina es un ladrón de versos, toda su obra es un plagio y como buen ladrón glorifica a los ladrones. No quiero malgastar mi tiempo aquí escribiendo sobre un poeta tan pobre y tan vanamente glorificado. 4:37: Yo soy poeta y yo escribo sin robar nada a nadie y si cien años después de mi muerte alguien roba mis versos y después dice que es en mi homenaje sin duda que volveré del otro mundo a tirarle de las orejas. He aquí uno de mis mejores versos, publicado en Argentina y en España:

SOMOS
caricias que en la piel se bordan
cuando junto a las sombras
tus deseos me nombran
y nos conocemos con premura
durante la penumbra que siembra la luna que nos alumbra
hasta el amanecer
Navego en las entrañas de tu ser
para volver a nacer
entre tus piernas, mujer.

Hernán Darío Carro

Comentario 4. Respuesta de Anónimo, 30 de mayo de 2016, 13:17: La asunción de yo soy poeta habla mucho (y mal) del que lo dice. La poesía (y, en general, la literatura, el arte) se ha construido siempre sobre las bases de otros. Nadie saca lo suyo de la nada. ¿También tirarías de las orejas al gran Cernuda por coger el verso de Bécquer?

Comentario 5. Hernán Darío Carro, 6 de junio de 2016, 15:10: Yo soy poeta y en verdad me hubiese gustado ser el poema (Gil de Biedma). Para ser un verdadero poeta es necesario adentrarse en el yo y encontrar la propia voz, la esencia del ser. Aquellos que siguen ligados al nosotros, jamás van a ser poetas, solamente escriben y hacen cultura vulgar para las masas. El gran Cernuda es intocable, porque sus poemas así lo demuestran, su pluma es única y original. En verdad [lo que encuentre] en mi poema me tiene sin cuidado. Hace mucho tiempo que no dependo del juicio de los hombres y eso sucede desde que soy inmortal.

[1] Salinas cita la fuente de Garcilaso y Cernuda no, de Bécquer. En Sevilla en los años 30 el mundillo literario sabía que donde habite el olvido era de una rima de Bécquer.

la internet

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la nube, la red, la web y la internet

Una de las ventajas de la lengua inglesa sobre la española: las cosas no tienen género, mientras el español se empeña en la ventana y el balcón como si tuvieran sexo. ¿Qué ocurre cuando el español adopta y hace suya una palabra inglesa, qué género le damos? Lo normal sería el de su traducción: net es red, la red y, por tanto, debería triunfar la internet, con o sin mayúscula inicial[1]. Sin embargo, en ese gran observatorio del lenguaje que es Google, el internet casi multiplica por diez los resultados de la internet[2]. Si vamos a otros repartos del español en series parecidas, es notable la tendencia de nuestro idioma a reservar el femenino a lo que abarca a un conjunto o a una actividad; y el masculino, a la unidad: la navegación y la fontanería para un barco y un fontanero. Es verdad que existen las barcas, el ciclismo y una bicicleta, pero fíjense en los repartos de el y la dentro del universo de los medios: la tele y el tele, la prensa y el periódico, la publicidad y el anuncio, y las personas mayores sabiamente han distinguido el radio, aparato, de la radio, emisora, la Radio Nacional[3]. A internet, lo mejor es no ponerle artículo o reducirla a red, con mayúscula si se quiere distinguir de otras redes. Red, la Red, la red, la Internet, la internet o internet debieran nombrar el medio y reservar el internet para una conexión concreta, en frases del tipo el internet de esta casa va lentísimo. La adopción de red por toda internet (estar en red, salir en red, redes sociales) aligera de anglicismos nuestro invadido idioma y deja hueco para adoptar uno que merece tratamiento de palabra de acogida: web, red, malla. Ya era extranjera la uve doble, y vino web y la multiplicó por tres: www (wide world web) red mundial, nube también, donde ojalá nos conozcamos todos. No iremos hasta el final de uno en uno sino de dos en dos, escribió Paul Éluard (1895‑1952) pensando en Gala, el pibón de su mujer[4], que lo dejó plantado por Salvador Dalí. pibón (de pibe) o guayabo (fruto de la guayaba) son, más que masculinos, masculinismos de muy machos que pierden los ojos detrás de una mujer hermosa y que contradicen la norma de dar a las féminas palabras femeninas. De un pibón trata The sting, breve relato de Antonio Delgado Cabeza que hoy publica El Sobre Hilado. Léanlo con el aviso de Mario Benedetti (1920‑2009) en este poema naturalmente titulado La red:

LA RED

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Igual que la de Bécquer
el arpa de la araña
en un ángulo oscuro
espera o desespera
el aire de la siesta
mueve sin destruirla
la seda de cordaje
hay una breve escala
de silencios
por fin
una mosca inocente
o quizá alucinada
sucumbe ante el hechizo
y paga con su vida
el haber profanado
el hermetismo
de la sencillez.

*
benedetti_mario_2

enlace a género en inglés, a pibón

[1] La Internet suena a La Internacional, de rojas connotaciones.

[2] 11.300.000 a 1.220.000.

[3] En español coloquial el femenino adquiere un valor aumentativo. maricona es más marica que maricón y el mar dicen veraneantes de playa; la mar, quien se juega la vida en ella. Para no discutir, El mar. La mar, de Rafael Alberti.

[4] Estos genitivos de adjetivo absoluto son muy divertidas en español: no es que la mujer tenga un pibón: la mujer es el pibón. Y así nos pasa que en el burro de tu hermano no sabemos si tu hermano tiene un burro o si él es el burro.

mujeres

La Historia era una historia de modos de producción (esclavismo, feudalismo, capitalismo) todos ellos patriarcales sobre un matriarcado original al que un día, y con ayuda del marxismo feminismo, regresaríamos como al paraíso, ya sin primacía de ningún modelo sino como superación de los dos.

En el principio fue el matriarcado. La paternidad, o era incógnita en régimen de promiscuidad, o no importaba no habiendo nada que heredar ni que dejar en herencia. La ascensión del varón tuvo que ver con la prevalencia física del músculo[1] para la doma, la forja o la guerra, bases de la nueva economía. La prole, la casa, la granja, la pacífica agricultura seguían en mujeres[2]. Y estaba cantado que el varón al volver de la guerra, con el botín de la guerra y antes de marcharse otra vez a la dichosa guerra, iba a imponer sus pruebas de paternidad: la familia, la primogenitura, el apellido, la herencia: el patriarcado[3]. Sobre ese cuadro, el feminismo histórico[4], de mujeres de los siglos 19 y 20, hizo una proyección a su imagen y semejanza sobre un pasado en el que las mujeres nunca tuvieron el mando: en las Cruzadas, en los descubrimientos, en las rutas de la trata de razas y materias primas. No hay que preguntarse cómo serían Juana de Arco o Isabel la Católica. Nos lo dicen Indira Gandhi, Golda Meir, Margaret Thatcher o Angela Merkel: mujeres varones.

Mi generación ha visto pasar de un feminismo civil, militante y vindicativo, a una ascensión de lo femenino. El culto al cuerpo, el movimiento hombres embarazados, la nueva educación, todo es poderío femenino, para entendernos. Pero en ese cambio (climático) ha faltado la superación o negación de los viejos roles. Sirvan de muestra el orgullo gay, básicamente imitación de una imaginería feminoide, y la mujer islámica, tan feminista ella como tapada. Ambos absurdos bailan y se dan la mano en el orgullo burkini hasta vaciar del todo un feminismo cambiado en femineidad o feminidad, que de los dos modos se puede decir; docilidad, también, de quienes han renunciado a cambiar el mundo. Luchar cansa y es más fácil someterse, dar por bueno y proseguir.

Quienes cantan las gracias o virtudes de las mujeres (y los niños, primero, como en el Titánic), que prueben a prescindir del grupo varones y a ver qué les sale, mundo mejor o peor. El elogio a la mujer recuerda al Bécquer de mientras haya una mujer hermosa, manera de decir que la poesía era cosa de hombres. Mismo caso de Compañeras, presunto poema del madrileño Aluche Marwan Abu-Tahoun, Marwan, de su libro Todos los futuros son contigo (2015), ampliamente seguido en versión youtube: yo tuve algo que decir y no dije nada. Hablar de las mujeres es sacarlas del grupo humanidad.

Ahora, cuando la prevalencia física queda para las olimpiadas, cuando la revolución digital científico técnica desposee al macho de toda ventaja muscular, cuando la gestión de recursos y la economía punta son plurisexuales, ahora ‑justo ahora‑ es más aberrante la reducción de la mujer como heroína en casa y más sangrante la dejación del femenino singular y plural cuando más falta nos hacía para combatir el supuesto feminismo que se nos venía encima de mujeres disfrazadas de cultura, con el rearme de la religión que han traído, y como soportes vitales de un suicidismo terrorista que nos matará un día de estos. Mujeres son todas las mujeres, no las que un pavo elige en su cabeza.

[1] músculo > másculo > masclo> macho.

[2] El triángulo mujer casa agricultura lo percibíamos de chicos en la casa del pueblo de los abuelos, donde la abuela ejercía con una seguridad que nuestra madre en la ciudad no tenía.

[3] Decir familia patriarcal es redundancia. No hay más familia que la que impuso el páter familiae.

[4] Feminismos hay cuatro. Feminismo militante, o de tomar partido. Feminismo histórico, o de búsqueda de mujeres pioneras. Feminismo conductual, de lucha por la paridad en modos de vida y tareas domésticas. Y feminismo civil, por la igualdad de derechos políticos y sindicales desde las primeras sufragistas.

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La fotografía y las fotos

daniel lebrato fotógrafo

LA FOTO Y LAS FOTOS
–a los 177 años del nacimiento de la fotografía–

En 1839 el gremio del cuadro formado por pintores y retratistas se dividió en dos: quienes vieron en la fotografía un intruso sin mérito comparado con ellos, los artistas a mano, y quienes se apuntarían al nuevo invento bien como fotógrafos profesionales o, mal, como aprovechados que utilizaron fotos como plantilla o base de calco para lo que seguían siendo sus cuadros. La batalla que ganó la foto y luego el cine fue el realismo. La cámara captaba la instantánea social, la imagen periodística, mejor que el plumilla con su boceto a lápiz, y captaba una puesta de sol, la belleza, mejor que el pintor a pie del acantilado. Tanto realismo trajo, a la larga, la derrota del realismo y el surgimiento del arte abstracto y de las vanguardias, lenguajes no figurativos imposibles para la máquina. En literatura, la divulgación de la imagen trajo el fin de las largas y detallistas descripciones. De la novela naturalista (tipo Pereda o Pardo Bazán), se pasó a la novela impresionista (tipo Baroja) y desde la Generación del 98 las páginas descriptivas, fotográficas, nos las saltamos porque ya nos las sabemos hartos, como estamos, de recibir imágenes, tantas que ‑cantidad y calidad‑ ese es ahora el debate.[1]

Apocalípticos dicen que la toma de fotos no nos deja ver el paisaje que fotografiamos y que la continua vuelta a las imágenes, su visualización en nuestros dispositivos, merma nuestra sociabilidad y privacidad y nos vuelve autistas, además del copia y pega y de la manipulación digital que permite que la cara o el cuerpo de cualquiera de nosotros pueda estar impunemente sobrepuesta en la foto o en el vídeo más infames. Todo es cierto pero es inútil ir contra un invento. Con tantos ojos electrónicos que nos ven, cámaras ocultas, circuitos cerrados, lo mejor es salir guapos y poner la tecnología al servicio del humanismo crítico y ético; también para la supervivencia o el orden cuando lo necesitemos.[2]

LAS FOTOS
–becquerianas–

 

Cerraron sus ojos
al flas y hay que hacerlo
diciendo patata,
los ojos abiertos,
sacando la lengua,
el pirsin bien puesto,
con cara de enfado,
poniendo los cuernos.
Después, en las redes
sociales saldremos
marcando figura,
y todos contentos.
¡Dios mío, qué fotos,
las fotos! ¿Nos vemos?

Despertaba el día
como el perro al dueño,
con sus mil megusta
despertaba el féisbu.
La luz en los vasos.
Vacíos o llenos,
encienden y apagan
la fiesta y los ecos.
Ante aquel contraste
de modas y pelos,
pinturas, tatuajes,
yo pensé un momento:
¡Dios mío, qué solas
las caras, los cuerpos!

Con Nikon o Canon
profesional, serio,
llorando entre dientes,
perdióse el empleo:
¡Dios mío, qué cámara,
con tanto teléfono!
Si no es por las bodas,
bautizos y eventos,
fotógrafo, nadie
ya paga por esto.
¿Va la foto al álbum?
¿Vuelve el blanco y negro?
¿Todo es photoshop,
whatsapp más o menos?

No sé, pero hay algo
que explicar no puedo,
algo que repugna
‑aunque yo, el primero‑
en subir ‑y subo‑
las fotos que hacemos
y en dejar tan solas
las fotos, los nuestros.

 

[1] La falta de imágenes visuales fomentaba las imágenes verbales, y las descripciones de lo remoto desconocido formaron parte del gusto lector o espectador, no solo en novela. En El burlador de Sevilla, atribuido a Tirso de Molina, obra de 1630, la larguísima descripción de Lisboa (ciudad entonces maravillosa para el común público de comedias) viene precedida y avisada por esta petición del personaje, el Rey: –¡Dadme silla! (que sé ‑y sepáis, público que escucháis‑ que esto va para largo: 188 versos). Corografía, artículo de Vincent Parello.

[2] Encuadren sus tomas en vertical o en horizontal según las vayan luego a ver. Si lo que estoy grabando o fotografiando voy a mandarlo a youtube, a un programa de televisión o con destino a mi pc, esos formatos de lectura siguen siendo horizontales y, por tanto, la imagen que les vaya destinada deberíamos tomarla en horizontal, aunque sea la foto de un solo varón larguirucho con paspartú de nada por detrás. El efecto whatsapp sobre nuestras vidas.

2015.08.13. Daniel Lebrato por Ricardo López

¡Mariquita el último! No a las figuras retóricas (2)

Alimaña 5. Mariquita
Buly: Mariquita (1999)

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NO A LAS FIGURAS RETÓRICAS (2)

Sobre los penúltimos apuntes de retórica, contra las figuras y contra el hipérbaton, escribe mi amigo: Mira que te gustan las cuestiones bizantinas y atacar (supongo que por lucimiento de tu indudable ingenio) lo que otro día defenderías. Alegar que nadie utiliza el hipérbaton en el lenguaje coloquial es como acusar a la ópera de que nadie habla cantando.

Leído lo cual, ópera ‑guste o no guste‑ no hay más que una, burguesa o de tres centavos, pero poesía (o que pase por poesía) hay dos: la que utiliza o reivindica un lenguaje poético y la que no, y simplemente toma de poesía el ritmo o compás o la apariencia tipográfica a la vista (pues entre el verso libre y el poema en prosa, nadie que lo escuche y no lo vea, percibirá la diferencia). Un tiempo se dijo que lo específico de la poesía era la metáfora, aunque la metáfora está en el lenguaje común. Metáfora, subjetividad, sensibilidad, ruptura y originalidad son pautas para todos los géneros literarios, no solo para la poesía ni para la lírica. Me vino a la cabeza caído se le ha un clavel hoy a la aurora del seno, qué contento que está el heno porque ha caído sobre él, de Luis de Góngora al nacimiento de Jesús. Ese verso me chirrió tanto que, hace años, me burlé de él:

[Mariquita]

El agujero negro
lo presagiaba: nada es
creación ni dios, belleza.
«Caído se le ha…» puso
el peor de los Góngoras,
como ese huevo o caca
que acaso es cara abajo
un burdo calambur:
muy mari quita y pone,
lunar, a sus lunares.

Alimañas se publicó a finales de 1999, pero quien sabe leer o interpretar solo tiene que ir a De quien mata a un gigante, libro empezado en mayo del 85. Daniel Lebrato lleva toda su vida riéndose de las figuras y de los figuras, sus cursos de bachillerato como testigos. Esta vez, recalé en Quevedo tras de su soneto ¿Buscas a Roma en Roma?, a propósito de un reciente viaje a Italia. Al caer en la cuenta del obtuso verso tres ‑que no recordaba‑, puse mi máquina de divagar a funcionar. Que escribo a diario lo sufren los míos, que publico en mi TeNDeDeRo lo que interesa y lo que no, y que me guía ‑como a todos‑ la vanidad de ser leído para lucimiento de mi posible ingenio; todo está en el programa de quien escribe y publica, todos a la manera de Lázaro, en su prólogo: confesando yo no ser más santo que mis vecinos, no me pesará que hayan parte y se huelguen los que algún gusto hallaren, lo que incluye a jóvenes profesoras y profesores de lengua y literatura que se encuentran indefensos ante el abominable libro de texto y que corren el riesgo de contagiar el mal, la pamplina o la falsía al raro público que les escucha en clase. En cuanto a las sandeces que alguna vez yo defendería, más motivo para arrepentirme a tiempo y desdecirme y aconsejarles a los míos que hagan lo que bien digo y no lo que mal hice, máxima de Sempronio a su señor Calixto. Como afirma mi amigo, nadie utiliza el hipérbaton en lenguaje coloquial (sí, la inversión o anástrofe y la sintaxis expresiva), así que el hipérbaton es seña ‑como pocas‑ de un lenguaje poético que yo fustigo y pongo en duda y al que acuso de las peores atrocidades. ¿Hay algo en mi postura de bizantino? ¿Hay otro tema en crítica literaria más interesante? No lo creo. Desde estudiante padecí profesores que enfocaban el comentario de texto como quien busca errores o diferencias en un dibujo de pasatiempo: A ver, niños -y nos llevaban a pescar‑, ¿qué figuras hay en este texto? Contra esa manía, alzo mi voz; otros, la suya, no menos bizantinos, supongo. Siempre he combatido las rancias figuras retóricas lo mismo que la acrítica aceptación de los clásicos, Shakespeare, Cervantes, Góngora o Quevedo. Para terminar, digamos que el hipérbaton que obedece a justificación métrica todavía tiene un pase. Bécquer no podía escribir En el ángulo oscuro del salón porque el decasílabo se le salía de madre. Pero cadáver son las que ostentó murallas, en vez de es un cadáver que ostentó murallas son ganas de joder o de parecer propietario de un idioma profesional, minoritario y exclusivo, algo que va muy bien con la jactancia de quien se tiene a sí mismo por poeta. El Góngora que escribe caído se le ha un clavel en vez de se le ha caído un clavel pretende decirnos: ¿Ven ustedes lo poeta que soy? Prefiero el Góngora que se hartaba de caracoles. Otra poesía es posible. No al cáncer de estilo.

Daniel Lebrato, efecto secundario del Viaje a Italia, 24/06/2016

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No al hipérbaton

figuras-retóricas en letralibre.es
figuras retóricas, en letralibre.es

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NO AL HIPÉRBATON

Es la reina de las figuras y la más culpable de todas, la que más huele a sotana. Llegó a afectar a la prosa y por su contagio nos parece normal del salón en el ángulo oscuro, en vez de en el ángulo oscuro del salón. Quien disfrute del verso cadáver son las que ostentó murallas, con desprecio de lo fácil, es un cadáver que ostentó murallas, aúna su gusto incondicional por Quevedo con el libro de texto. No es mi caso. Me quedo con Valdés el del Diálogo de la lengua, cuyo lema “escribo como hablo” recomiendo. Y estoy de acuerdo ‑ahora sí‑ con Bécquer con que “podrá no haber poetas pero siempre habrá poesía”. Ni Valdés ni este Bécquer llevado a sus últimas consecuencias interesan al coro de los grillos que cantan a la luna. La palabra hipérbaton no hace más que legitimar para un grupo lo que se prohibiría o haría reír en hablantes normales. Imagínense un profesor, a su clase: “de texto, sacad el libro”, “por del ordenador un cable idme” o “persianas las por elevad favor”, endecasílabos perfectos. Qué voy a decir, si faltas de sintaxis o concordancia resultan en Santa Teresa ¡meritorias figuras de anacoluto! ¿Hiperbólico estoy? Simplemente, exagerado.

Parodia en Tinta de Calamar :(2014)

Volviendo un día en su palanquín de una agotadora jornada de mercado, Luna Yen encontrose la pose de un joven de afeitada cabeza cuya visión pareciole el acabose o sea. Primero, por su extraordinaria belleza; después, porque así más de cerca, evidente era que llorando aquel joven estaba. Y oído a la enclisis o énclisis con anástrofes fuerza 3 a 4 rolando a fuerza 5 con hipérbaton. Vamos entrando, literonautas, en la voluntad de estilo. Literonautas es una pieza de teatro (un teatro, como diría mi Vanessa) de Fernando Mansilla (Barcelona, 1956), con la que había ganado el Premio Antonio Machado de Teatro, vestuario de Lola Cordero. Fernando Mansilla y Rafael Vallecillo, ese par de gansos, viajaban por el espacio propulsados por un combustible de anástrofes, hipérboles, apócopes, hipérbatos y anacolutos de potencia variable según una escala retórica del diez al cero pelotero. Literonautas se estrenó en el Álvarez Quintero de Sevilla el 17 de febrero de 1987. Anacoluto, anadiplosis, anáfora, apóstrofe, calambur, epanadiplosis, lítote, quiasmo, metátesis, oxímoron, paragoge, pleonasmo, polisíndeton, retruécano, sinécdoque y zeugma. Total que Luna Yen ordenó a los esclavos frenadores detener el palanquín. Stop, alto, iíh.

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