Se olvida casi siempre: la poesía
fue antes de las madres, los abuelos
o los conquistadores torvos, dicho en Neruda,
que son del hombre desde el nacer del hombre,
mientras, en obra, el alma
solo es de Dios o eso parece.
Cuántos como este -pregunté un día-
para que, al menos, uno preguntase:
¿En qué manos estamos, cuántas trampas
tendrá que urdir la vida para seguir viviendo?
Tendrá que urdir la vida, vida mía.

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Caballero Bonald
TERROR PREVENTIVO
de Manual de infractores (2005)

Ventana borrascosa abierta al borde
de las ruinas,
ven y asómate, hermano,
¿no ves en esa trama
preconcebida de la iniquidad
como un tajo feroz mutilando el futuro?
Y allí mismo, detrás de la estrategia
irrevocable del terror, ¿no escuchas
el sanguinario paso de la secta,
la marca repulsiva
del investido de poderes,
sus rapiñas, sus mañas, sus patrañas?
Atroz historia venidera,
¿en qué manos estamos, cuántas trampas
tendrá que urdir la vida para seguir viviendo?

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Daniel Lebrato
CÁLCULO DEL NIÑO DIOS

Yo tengo escondida en mi casa, por su gusto y el mío, a la Poesía
J.R.J.

Se empieza en mientras haya algún misterio
para el hombre, no para la mujer,
que posa en el poema como hermosa
que vino fastuosa de tesoros,
y no por la vendimia y los jornales
o el largo ajuar que lavan las criadas.
Se sigue con que siempre habrá poesía,
o música o pintura, bellas artes,
su altar será la sociedad de autores.
Y acaba uno encerrándose en la casa
que irían levantando por su gusto
y el suyo antepasados y albañiles,
con muy pocas visitas, las precisas,
y viendo, apasionado, cosas raras.

de Historias de la literatura (2013)

ilustración: Caballitos por Sanlúcar, Teresa Trinidad, 2019

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—El último naufragio, por Juan José Téllez Rubio

—Luis Antonio de Villena, envío a Vida y obra de Caballero Bonald, de Julio Neira

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