Etiqueta: Caballero Bonald

la palabra más tuya.

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El pasado 20 de marzo, Día Mundial de la Poesía, Álvaro Valverde y Abelardo Linares revisaron en El Cultural (El Mundo) el actual estado de la poesía.

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El poeta y crítico Álvaro Valverde (Plasencia, 1959) no dice especialmente nada. Su artículo, Una minoría inconmensurable, parece reflexión de un podemos o de un sesentón que se quita años: «La lírica patria goza de buena salud. Óptima, si tenemos en cuenta, además de la cantidad, la calidad. No proceden de las colecciones que han impulsado parapoesía o poesía pop tardoadolescente. Si nos refiriéramos a ese fenómeno juvenil, las cifras nos nublarían el entendimiento [Las apariciones en Google de parapoesía (3.280) + poesía pop tardoadolescente (301), no dan para tanto: 3.581 resultados]. Que en este país se lee cada vez más y mejor lo reflejan las encuestas. La poesía resiste. Su necesidad soporta la prueba de los siglos. Un adolescente toma ahora un papel y escribe. La verdadera poesía exige del lector paciencia, lentitud, concentración, silencio y alguna cosa más que casa mal con esta época de la prisa y la insustancialidad y de las redes sociales e internet; esto es, del postureo. Los libros que llegan, estilizados y portátiles, hermosos y muy cuidados casi siempre, proceden de editoriales veteranas, dignas de elogio, y de otras nuevas y hasta incipientes, que merecen la atención y el respeto debidos. Baso mi optimismo en la excelencia, que no cesa, y en otros detalles. Por ejemplo, la presencia incuestionable de la mujer en el proceso, tanto de la escritura como de la lectura y aun de la edición y la crítica, no sólo en bibliotecas, también en librerías.»

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Mucha más enjundia aporta Abelardo Linares (Sevilla, 1952), poeta, librero y editor de Renacimiento, en su artículo El éxito hoy tiene un éxito excesivo.

«Cuando, hacia 1978, empecé a editar Calle del Aire con mi amigo Fernando Ortiz, el primer libro de un poeta joven no vendía menos de 300 ejemplares y a menudo más de 500. Gracias a eso pude seguir editando casi exclusivamente poesía durante mucho tiempo. Hoy mismo es complicado el que un buen libro de un poeta con cierta obra y reconocimiento llegue a los 200, incluso a los 100 ejemplares. 56, exactamente, han sido las ventas, en los dos últimos años, tras descontar devoluciones, de un libro de un poeta relativamente conocido que además recibió una decena de críticas muy favorables.

»El sistema literario ha ido mutando en el último medio siglo y ahora nos encontramos con tres circuitos que, aunque a veces se relacionan, resultan bastante autosuficientes: el estrictamente literario, el comercial, al servicio de Random House y de Planeta, y el aún nebuloso de las redes. En este contexto, hablar de prestigio, nuevos lectores, renacido interés o nuevo esplendor en relación con la poesía, me parece un supuesto en el que hay demasiado que suponer y no siempre para bien. Me atreveré a opinar que mientras que en cuestiones de cocina todos sabemos que si nos comemos una hamburguesa en un carrito no estamos en un restaurante con estrellas michelín, muchos de los lectores del poeta xxx se sienten convencidos de estar leyendo gran literatura.

»Ahora, que la adolescencia bien puede durar hasta pasados los cuarenta, hay docenas de miles de adolescentes que escriben y leen poesía más o menos sentimental, pero no porque sean o vayan a ser un Rimbaud o un Neruda, sino porque son adolescentes; de la misma manera que todos los niños de cinco años pintan en colores, no porque vayan a ser un Picasso o un Van Gogh, sino porque son niños. Como, además, el prospecto que acompaña la dormidina o el redoxon me parece mucho más poético y entretenido que la inmensa mayor parte de los versos de juglares, tuiteros, blogueros y cantautores de todos los sexos que pueblan las redes, mi credulidad en la bondad e interés literarios de la nueva poesía que llena internet y los teatros es muy limitada. Habrá muchísima gente que la siga, pero, en mi opinión, el éxito hoy en día tiene un éxito excesivo.»


la opinión de eLTeNDeDeRo:

En términos estamentales (de sociedad organizada sobre la división en oratores, bellatores y laboratores), la poesía (y la literatura como parte de la cultura y del arte en general) es privilegio de oratores que consienten que haya bellatores y laboratores. La antítesis entre oratores y laboratores, ahí está, en flagrante contradicción como escandaloso estupro que a la poesía debiera ruborizar.

En base a eso, y previo a todo debate sobre el actual estado de la poesía, eLTeNDeDeRo propone, antes que nada, la restitución -siquiera conceptual- de la poesía (que es ocio o tiempo libre) a quienes les fue robada: laboratores que, desposeídos de tiempo libre y condenados al ocio como descanso para volver a trabajar, todo su tiempo viven (ocio y negocio) como tiempo laboral, y que carecen, además, de la atenuante ‘vocación artística’ para hacer más llevadera su propia, y hasta voluntaria y asumida, explotación.

A partir de ahí, conceptos como poeta, autor, derecho de autor o sociedad de autores o librerías (copyright, isbn, pay per view) serían reformulados. No podríamos discutir el pedestal o torre de marfil a donde fueron a dar poetas del libro de texto, pero sí podríamos dejar a generaciones futuras un hermoso legado, ya sin poetas con ánimo de lucro: poesía para todos, poesía innecesaria pero qué rica la poesía, qué buena la poesía, ya sin el gremio pedante y mercantilista que hoy la usurpa y quiere vivir de ella.

La palabra más tuya es un título de un poema de José Manuel Caballero Bonald, música Luis Eduardo Aute, que cantaron Aute y Rosa León.

Fotos: El Cultural


 

¿en qué manos estamos?

Caballero_Bonald

 

José Manuel Caballero Bonald:
Terror preventivo

 

véalo mejor y con más arte en
Trianarts poesía, mayo 2018,
de donde fue tomado,

 

José Manuel Caballero Bonald:
Terror preventivo

«Y los que ahora mismo tratan de sustraer
de incurias y saqueos
tantas magnificencias devastadas,
¿saben que sólo unos vestigios les sobrevivirán?…»
JMCB

Terror preventivo

Ventana borrascosa abierta al borde
de las ruinas,
ven y asómate, hermano,
¿no ves en esa trama
preconcebida de la iniquidad
como un tajo feroz mutilando el futuro?

Y allí mismo, detrás de la estrategia
irrevocable del terror ¿no escuchas
el sanguinario paso de la secta,
la marca repulsiva
del investido de poderes,
sus rapiñas, sus mañas, sus patrañas?

Atroz historia venidera,
¿en qué manos estamos, cuántas trampas
tendrá que urdir la vida para seguir viviendo?


 

José Manuel Caballero Bonald
Manual de infractores (2005)
Recogido en la Antología En legítima defensa – Poetas en tiempos de crisis
Bartleby Editores 2014 © ISBN: 978-84-92799-71-8

José Manuel Caballero Bonald
Nació en Jerez de la Frontera, Cádiz, el 11 de noviembre de 1926.
De padre cubano y madre de ascendencia aristocrática francesa, estudió Filosofía y Letras en Sevilla, entre 1949 y 1952, y Náutica y Astronomía en la Universidad de Cádiz.
En estos mismos años comenzó a relacionarse con los cordobeses de la revista Cántico.
Fue profesor universitario en Bogotá y colaboró con Camilo José Cela en el proyecto del Instituto de Lexicografía de la Real Academia Española.

José Manuel Caballero Bonald: Terror preventivo

gracias a la vida.

Cementerio_daniel y familia

Hoy en mis bandejas de entrada se cruzan los correos y mensajes con motivo de mi 64 cumpleaños, con los que ha originado, dos días después, la noticia de la muerte de mi madre. Nada grave ni nada extraordinario. Ya se sabe que Envejecer, morir, es el único argumento de la obra, Gil de Biedma, y Somos el tiempo que nos queda, Caballero Bonald.


La propiedad de las madres longevas es que a sus hijos nos hacen todavía jóvenes. Muerta la madre, se acabó el artificio: la próxima nos toca. Según mis cálculos y mis genes, ahora lo sé, moriré en 2044 y de un cataclismo instantáneo. Espero que de aquí a entonces me sea leve, no la tierra: el espejo, el afeitado, el corte de uñas, el qué me pongo y el control de esfínteres.


Se lo tendré dicho el día 22 a mis cursillistas dentro de La muerte y la literatura, posgrado de cuidados paliativos y para una muerte digna: El ejecutor de una empresa atroz debe imaginar que ya la ha cumplido, debe imponerse un porvenir que sea irrevocable como el pasado (Jorge Luis Borges). No me atrevo a pedir que la doctrina Borges valga a todo el mundo, pero dejo constancia. Imagínese usted que ya es cadáver, lo que incluye triunfar, no del morir, sino del malmorir; ni es tampoco no envejecer, sino no perder la dignidad y las facultades que en los demás seguirán vivas: Y yo me iré y se quedarán los pájaros cantando, Juan Ramón, lo cual: conviene cumplir con los pájaros y pajaritos de nuestra biografía y no dejar deudas ni rencores y para que luego no tengamos que hablar de muchas cosas, compañero del alma, compañero (Miguel Hernández, a Ramón Sijé). Dura lo que dura el partido y no habrá tiempo añadido.


Las conversaciones tenidas, las paces hechas, la cuenta echada y la misión cumplida, Daniel Lebrato ha muerto y cada día que pase es un día de gracia. De gracias a la vida.


 

Descrédito del héroe.

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HÉROES

Descrédito del héroe. Caballero Bonald

Son primeros en la literatura culta. Y se dividen en tres, que son también tres miradas.

Hay héroes que están por debajo de nosotros, tipo soldado desconocido de una guerra mundial. Su género teatral sería el esperpento. Porque su ejemplo va contra la objeción de conciencia y anima a otros a enrolarse en guerras que no son suyas. Visto así, el héroe es un pringao.

Hay héroes que están al mismo nivel que nosotros, tipo el sacrificado bombero que dio su vida por los demás. Su género es el drama porque a nosotros podría pasarnos y mal asunto tener que elegir morir héroes o vivir cobardes. Que la vida no nos ponga en semejante trance.

Y hay héroes que están por encima de nosotros, los de la épica (el Cid, Ulises) o los del martirologio, verdaderos o literarios. Mediante ellos, se nos propone un modelo, un prototipo. Su género sería la tragedia, inalcanzable nivel que los confunde con dioses o semidioses que no seremos nunca[1]. A este tipo pertenecen los héroes contemporáneos fabricados por grupos de presión o de interés. Su prototipo es Gandhi, favorecido por Inglaterra por su doctrina de resistencia pasiva frente a la resistencia activa de inspiración marxista. Setenta años después de Gandhi, miren cómo está la India. Luther King o Mandela son héroes parecidos. Ninguno animó a la insurrección de sus pueblos y fueron engullidos por el establecimiento, llegaron a formar ‑como Gandhi‑ parte del sistema, piezas de culto.

Añadámosles Teresa de Calcuta, pionera del buenismo solidario que ahora se lleva. Quien se lo crea, que le rece y quien pueda imitarla, que la imite. Pero Teresa de Calcuta, el Papa Francisco y usted y yo, los cuatro, sabemos que un alma verdaderamente hermosa no alcanzaría la gloria porque no la desearía (Marguerite Yourcenar). O dicho en Mateo (6:3): que una mano no sepa lo que hace la otra.

[1] Los mártires hoy habitan en el suicidismo yihadista, no en coliseos donde el cristianismo se vea perseguido.

Descrédito del héroe (1977) es un libro de poemas de Caballero Bonald. Leánselo, si no lo han leído.

San Mateo

ACUDID, HÉROES, A LA DERROTA

ACUDID, HÉROES, A LA DERROTA
poesía y política

Acudid, héroes, a la derrota fue el título de un poemario de Carmelo Guillén Acosta (Sevilla, 1955) que yo tuve entre mis manos y que ahora, con tanta mudanza, no sé dónde está. Veo que Carmelo no lo incluye en sus obras completas ni hay mayor mención del libro (si fue libro o plaqueta, que tampoco lo recuerdo) que una reseña de José María Barrera, en ABC literario (1997), que lo cita de pasada. Desde Descrédito del héroe (1977), de José Manuel Caballero Bonald, hasta Héroe de su herida (1988), de J.J. Díaz Trillo, pasando por La caja de plata, de Luis Alberto de Cuenca (“he venido a matarte o a morir en tus manos”), yo aprendí a dar las batallas por perdidas. A la derrota dedicó Daniel Lebrato De quien mata a un gigante (1987).