Etiqueta: Juan Ruiz

redundancias, repugnancias y rebuznancias.

2004.11.17.IcoEstiloUrbano.ElGrupo&ElProfe (1)

Redundancias hay dos, de norma y de estilo. Las de norma, hay que aguantarse con ellas (contigo < cum te cum) pero las de estilo están en nuestra opción. “Comparto contigo” es redundancia ajustada a norma. “Te comparto”, opción perfecta de estilo, y más breve. El hablante elige. Compartí mis galletas con mi prima puede decirse en transitivo Compartí mis galletas a mi prima (Academia dice). En redes, compartir es tecnicismo como retuitear o megustear : te comparto, pues.

Y no olviden que la lengua ha ido añadiendo y añadiendo redundancias con tal de salvar la comunicación entre (o ante) hablantes poco alfabetizados. El caso de contigo es similar a persona humana, subir arriba o eso que vi con mis propios ojos. También la palabra hómine iba a dar (o a confundirse con) on (uno) y hubo que recomponerla para que no se perdiera: hombre, con un -bre nada etimológico que se contagió hasta hembra, latín fémina.

Quédense con antes que antes de que hablantes muy pericultos prefirieran antes de que ¡sin dequeísmo! ¡Qué fácil disculpan Academia y Fundéu los errores de los suyos! Con ustedes, Juan Ruiz, Garcilaso y Góngora:

antes que muerte acuda (LBA, 1532, d)

coged de vuestra alegre primavera/ el dulce fruto, antes que el tiempo airado/ cubra de nieve la hermosa cumbre. (Garcilaso de la Vega, En tanto que de rosa y azucena)

antes que lo que fue en tu edad dorada (Góngora, Mientras por competir con tu cabello)

De ahí, al consagrado autor, de estilo ponderado por la crítica: Y *es al levantarse *que encabrita el sieso, antes que el más llano y exacto: Y al levantarse encabrita el sieso.

sieso es culo, y sieso a, la persona desagradable, antipática o desabrida. Muestren su simpatía con quien no sabe y parece que rebuzna, y practiquen la empatía con quien se lo merezca.

 

carta a feminista hablante en andaluz.

poetas andaluces

¿En qué se parecen el lenguaje coeducado (o de géneros o inclusivo o elegetebeí) y el español hablado en Andalucía (EHA o MLA, por modalidad lingüística andaluza)? [1]

En que los dos lenguajes se han tenido que buscar la vida y los dos han sacado los colores ideológicos a la Academia. El andaluz, por ser del sur –ya pasó con Nebrija, frente a la norma toledana– y, el coeducado, por ser la primera vez que un habla trasversal ha llamado a la puerta del diccionario y de la gramática con semejante impulso vindicativo –y no gremial ni económico, ni universitario ni científico con sus barbarismos, neologismos o tecnicismos– para que la Academia se manifestase tan a la defensiva y con un único y tenaz argumento: “el masculino incluye al femenino”, cuando mujeres y no mujeres con presencia en la política, en sindicatos, en enseñanza y universidades, te están diciendo que no, que no se sienten representadas. La Academia dejó de servir como servicio público para erigirse en Tribunal Supremo de la Palabra, y el coeducado empezó a dar palos de ciego igual que el andaluz que tomó senda por carrera, esto es: lo difícil por fácil y, claro está, se equivocó: le salió un churro o un  adefesio. [2]

Hoy, cuando un sector del feminismo hétero se declara en conflicto con el no-sexismo homosexual [3]; hoy, que el dichoso “todos y todas” parece muletilla imposible de erradicar de lo políticamente correcto; hoy, que la equis y la arroba usurpan su lugar escrito al paradigma a/o (incluso en ámbitos universitarios), lo suyo sería no hacer sangre del lenguaje caído y repartir responsabilidades (si por un lado hubo mucho atrevimiento; por el otro, altanería y dejación) y aconsejar o propiciar buenas prácticas que permitan cumplir a un mismo tiempo con las ideas y con la belleza del idioma.

Reto, por cierto, algo coincidente con la actualidad del andaluz, que ya no consiste en cómo se habla (yo hablo andaluz, qué si no). La próxima parada será –ha sido ya– el andaluz escrito, cómo se escribe, y sin que haya que poner comillas, la Noche del Alumbrao o la Cena del Pescaíto [4]. En fin, si vamos a seguir dando camballás unos contra otros a costa del lenguaje.

Enlaces:

El español hablado en Andalucía

andalucismos reconocidos o no

El andalucismo del Arcipreste de Hita

[1] A día de hoy, estas son las frecuencias en Google: coeducado : 5.350 gugles, de género : 897.000, inclusivo : 1.250M (teniendo en cuenta que inclusivo lo mismo es que sí –según la Academia– que no), lgtbi : 276. E.H.A. : 30.900, M.L.A. : 117.000.

[2] LBA, estrofa 116: «tomó senda por carrera como [faz el] andaluz» Sobre el posible añadido de “faz el”, ver el interesantísimo artículo Cruz cruzada panadera y el andalucismo del Arcipreste de Hita, por Carmen Juan Lovera (del Archivo Municipal de Alcalá la Real, Jaén) y María Teresa Murcia Cano (Cronista Oficial de Frailes, Jaén), publicado por el Centro Virtual Cervantes.

[3] El asunto “vientres de alquiler”, al fondo.

[4] El grupo EHA, tal vez debiera reconsiderar su hache.


imagen portada: Nueva Revolución.es


dafo: cenizas o polvos enamorados.

Analisis_FODA

Se llama dafo a un organigrama a favor y en contra, ventajas e inconvenientes, de una empresa, institución, proyecto o persona. La gráfica del dafo adopta la forma de una margarita que hubiera que deshojar para adivinar el porvenir. Hoy, más que nunca, mi amiga Dafo está hecha un lío y llena de contradicciones. A favor, tiene la f de fortaleza y la o de oportunidades y, en contra, la d de debilidades y la a de amenazas. Mi amiga Dafo ha sido y es también Foda y Dofa (en inglés, Swot: strengths, weaknesses, opportunities y threats). Sin entrar en más detalles de su nombre, hoy, miércoles 14, Dafo puede elegir entre el Día de los Enamorados o el Miércoles de Ceniza. Si elige el Día de los Enamorados, mi amiga aún pudo escoger entre este 14 de febrero o el día 3 que ya pasó. La clave está en las cigüeñas, a las que se asocia el renacer de la vida y el amor y la natalidad cuando la sangre alteran los días más largos: a Inglaterra tardan más las cigüeñas en regresar. Atiendan, si no, al “por San Blas, las cigüeñas verás”, refrán de experiencia que sitúa entre nosotros todos los 3 de febrero como nuestro auténtico San Valentín. Miércoles de Ceniza, pues, decide Dafo, frente al día de ayer, Martes de Carnaval que encima fue martes y 13 tenido por de mala suerte. La ceniza significa el recuerda, hombre, que te has de morir, que polvo eres. ¿Polvo enamorado? ¡No!, replica airada doña Cuaresma: 40 días de aquí al Domingo de Resurrección sin más polvos que los de Valdés Leal en sus pinturas del Hospital de la Caridad. ¡Veremos!, responde por lo bajini don Carnal el del Libro de Buen Amor (1330‑43). Vencerá doña Primavera y vencerá don Amor pero ¿qué comerá Dafo todos estos días? La Cuaresma de Juan Ruiz admitía pescados en la dieta (ahora llamada mediterránea) pero el pujante vegetarianismo ha extremado sus posturas hasta llegar al ser vegano que excluye cualquier animal de la mesa, de la ropa y de objetos personales: no cuero, no pieles, nada que haya respirado o tenido ojos. La última pregunta se la hace Dafo leyendo a Margarita Yourcenar. Margarita tenía que ser. ¿Acaso, cuando las arrancan, no sufren las lechugas? En lo que queda del siglo 21 la coincidencia entre Enamorados y Ceniza volverá a darse en 2024 y 2029, o sea, piensa Dafo, todavía me puede felicitar lo que él quiera el abuelito y mi novio y yo tendremos los polvos que nos pida el cuerpo. Si es que el idiota y yo seguimos juntos. Les dejamos con Quevedo en Amor constante más allá de la muerte:

Cerrar podrá mis ojos la postrera
sombra que me llevare el blanco día,
y podrá desatar esta alma mía
hora a su afán ansioso lisonjera:
mas no, de esotra parte, en la ribera,
dejará la memoria, en donde ardía:
nadar sabe mi llama la agua fría,
y perder el respeto a ley severa.
Alma a quien todo un dios prisión ha sido,
venas que humor a tanto fuego han dado,
medulas que han gloriosamente ardido,
su cuerpo dejará, no su cuidado;
serán ceniza, mas tendrá sentido;
polvo serán, mas polvo enamorado.
polvo serán, mas polvo enamorado.


/ a Javiero /

reivindicación del Libro de Buen Amor.

Juan Ruiz

Por distintas razones (algunas de ellas, más políticas que literarias) la crítica literaria y la historia de la literatura española niegan al Libro de Buen Amor, de Juan Ruiz, Arcipreste de Hita, su condición y méritos como primera novela en lengua romance castellana. Si en el sentido actual de la palabra (no de entonces), novela es “voluntad de estilo (biográfica, autobiográfica o pseudobiográfica) por narrar una vida o fragmento de vida (verdadera o falsa) de alguien que no sea ni héroe ni santo” (a quienes la épica daba voz y narrador), el yo narrador de Juan Ruiz es el primero y, por su tamaño, el más grande de toda la literatura española en lengua romance. Mayor afán de novelar no se verá hasta La Celestina y El Lazarillo y hasta la segunda parte del Quijote.


poesía y canción (en las nubes o en la nube).

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Poesía y canción eran lo mismo (las coplas de Manrique fueron coplas) hasta que el verso libre o poema en prosa abrió un cisma entre una y otra, juglares y trovadores y pueblo llano, que los tres cantaban. El poeta (culto) del siglo 20 pudo tener un pésimo oído y ningún sentido del ritmo ni del compás. Su poema lo imaginaba en libro, impreso en páginas de imprenta: la poesía había dejado de cantar. Y el poeta, como un genio instalado en su torre de marfil, vivía en las nubes. Que todo como un aura se venga para mí, pidió Manuel Machado.

Llegaron los cantautores (de repertorio mixto) que rastrearon en la poesía clásica y contemporánea. Y los versos de Manrique, y hasta del Arcipreste de Hita, se volvieron a cantar (mayormente a la guitarra). La cumbre de ese reencuentro entre la poesía culta y la canción (pura fusión) yo la sitúo en la ópera Omega, de Morente y Lagartija Nick, el año 1996. El verso libre de Poeta en Nueva York, de García Lorca, por fin, a compás.

Sobre ese panorama nacional, y europeo, el rap que venía de América siempre fue entonación, aquí diríamos canción protesta. Su inconveniente: un tono entre la predicación y el mitin político que puede parecer pedante egolatría de barrio y redención personal, que también es algo religiosa.

Ahora que los libros de imprenta desaparecen o tienen que imaginarse en la nube, en digital, el universo pop (popular) de la canción todavía nos ayuda a enamorar, a socializar o a sobrevivir. Y el universo culto de la poesía nos hace seguir perteneciendo a (o llamar a las puertas de) un elenco formal, académico y restringido: eso que llaman (y habrá quien crea en ella) la cultura.

las armas y las letras | apuntes sobre el tiempo y la literatura.

En 1969 Paco Ibáñez sabía que su público, antifranquista y en París, percibiría Las propiedades que el dinero ha y Poderoso caballero es don dinero como canciones poco menos que revolucionarias. Lo que no sabemos es si sabía que estaba sacando de contexto y de intención al Arcipreste y a Quevedo, quienes, tras la sátira, defendían valores feudales contra la economía de nuevo cuño, la que acuñaba moneda. Estamos manejando tres épocas: España, de 1330[1] a 1648[2]; Francia y Europa, desde 1789 en adelante, y otra vez España en años de cantautores y cantantes como Paco Ibáñez.

En 1605 en su célebre discurso sobre las armas y las letras, don Quijote, primero, llama letras al derecho[3] (y no a la literatura, como ya se hace en Europa desde 1528 por lo menos, fecha de El cortesano de Baltasar Castiglione[4]) y, luego, las pone por debajo o inferiores a las armas, que “tienen por objeto y fin la paz”[5], dice. Cuando desde 1516, fecha de publicación de Utopía de Tomás Moro, el humanismo europeo concibe el pacifismo y las ideas anti bélicas. Y no digamos en 2017, después de la bomba atómica (1945) y habiendo en el mundo movimientos por la paz y el desarme (desde 1949) y países no alineados (desde 1961). Mantener hoy ministerios de guerra disfrazados de defensa y seguir contado que el ejército es la garantía de la paz no deja de ser una opción ideológica de la que Cándido en la asamblea, de J.J. Díaz Trillo, es la penúltima degustación.

Ya puestos, nos quedamos con los Borges y Vargas Llosa, solemnes reaccionarios que en su literatura no han hecho proselitismo perceptible; también con Juan Ruiz y con don Francisco de Quevedo: ellos, ante el capitalismo que veían venir y, nosotros, de vuelta de él. Sincronía y diacronía, entre utopía y propaganda, hay que elegir.

[1] Libro de buen amor, de Juan Ruiz Arcipreste de Hita.

[2] El parnaso español, de Francisco de Quevedo.

[3] Don Quijote habla de letras y letrados cuyo fin es “poner en su punto la justicia distributiva” y “hacer que las buenas leyes se guarden”.

[4] Nerea Campos Godoy, Las armas y las letras como tópico literario.

[5] Discurso sobre las armas y las letras, Quijote 1:37.


Contra el 23 de Cervantes y del Día del libro

GIF tomado de cookedere

HOY DÍA 22 DE ABRIL
–Contra el 23 de Cervantes y del Día del libro–

La utilización del Quijote es nauseabunda, de náusea que abunda. La penúltima ha sido la toma del Congreso por el club de la comedia de la cultura con irreverencias consentidas contra el grupo que lo mantiene y le da de comer: reclamaciones sobre el iva y los problemas de mecenazgo, sostenimiento y liquidez, con puyas a los partidos que con dos manos por escaño lo hacen peor que Cervantes hizo su novela con una sola. ¿Nos reímos?


Léanse La construcción social de la cultura: el Quijote como icono cultural, de María de los Ángeles Chaparro Domínguez y lean a José Antonio López Calle, Las interpretaciones sociales del Quijote (nº1 y nº2). En eLTeNDeDeRo tienen Cervantes y el tópico: creador de la novela moderna y Juan Ruiz, novelista, a costa del cual, Cervantes usurpa ‑no él, la crítica parda‑ un trono que no le corresponde.


Tampoco Cervantes se anticipó ‑como algunos militantes quisieran‑ al humanismo marxista. El tan cacareado discurso de la edad de oro ‑discurso, en verdad, emocionante‑ no es más que una vuelta a la obsesión de Cervantes por la honestidad de las mujeres, ese concepto medio monjil que exasperó en novelas como El celoso extremeño, La gitanilla o La española inglesa, que se nos caen de las manos por mucho que académicas y políticas instituciones nos digan: hay que leer y hay que leer a Cervantes. Menos libros y menos lecturas si todo va a ser para perpetuar la farsa. Bien está que Cervantes cumpla cuatrocientos años, pero ¿cuántos cumplen Austrias y Borbones a estas alturas? En algún sitio, mi señor don Quijote, debe estar la trampa.


Entresacado del final del discurso de la edad de oro (Quijote, 11)

[En los siglos dorados] las doncellas y la honestidad andaban sin temor y su perdición nacía de su gusto y propia voluntad. Y agora, en estos nuestros detestables siglos, no está segura ninguna, porque con el celo de la maldita solicitud se les entra la amorosa pestilencia y les hace dar con todo su recogimiento al traste. Para cuya seguridad, se instituyó la orden de los caballeros andantes, para defender las doncellas, amparar las viudas y socorrer a los huérfanos y a los menesterosos.

Quijote, capítulo XI literal

Las doncellas y la honestidad andaban, como tengo dicho, por dondequiera, sola y señera, sin temor que la ajena desenvoltura y lascivo intento le menoscabasen, y su perdición nacía de su gusto y propria voluntad. Y agora, en estos nuestros detestables siglos, no está segura ninguna, aunque la oculte y cierre otro nuevo laberinto como el de Creta; porque allí, por los resquicios o por el aire, con el celo de la maldita solicitud, se les entra la amorosa pestilencia y les hace dar con todo su recogimiento al traste. Para cuya seguridad, andando más los tiempos y creciendo más la malicia, se instituyó la orden de los caballeros andantes, para defender las doncellas, amparar las viudas y socorrer a los huérfanos y a los menesterosos. Desta orden soy yo, hermanos cabreros, a quien agradezco el gasaje y buen acogimiento que hacéis a mí y a mi escudero. Que aunque por ley natural están todos los que viven obligados a favorecer a los caballeros andantes, todavía, por saber que sin saber vosotros esta obligación me acogistes y regalastes, es razón que, con la voluntad a mí posible, os agradezca la vuestra.


Bibliografía:

– María de los Ángeles Chaparro Domínguez: La construcción social de la cultura: el Quijote como icono cultural.

–José Antonio López Calle, Las interpretaciones sociales del Quijote (nº1 y nº2).

–eLTeNDeDeRo: Cervantes y el tópico: creador de la novela moderna y Juan Ruiz, novelista.


DON CARNAL

Don Carnal y Doña Cuaresma

EL CARNAVAL DE DON CARNAL

Empieza el baile de las fiestas móviles o movibles. Y todo, para que en la madrugada del viernes santo (la madrugá, según Sevilla) esté la luna llena para cumplir con el evangelio de San Mateo, que aseguraba el hombre que el crimen fue en plenilunio o parasceve, primera luna de primavera. Las fechas de Semana Santa (del Domingo de Ramos) oscilan entre el 15 de marzo, la más temprana, y el 18 de abril, la más tardía: 33 días que anda el calendario para arriba y para abajo por no llevar la contraria al cronista. En total, las fiestas movibles mueven al año 107 días: 40 de Cuaresma (desde el Miércoles de Ceniza) +7 de Semana Santa +50 hasta Pentecostés (lunes del Rocío) +10 hasta el Corpus: 107 días, casi el treinta por ciento del año, en el tiovivo de los trimestres docentes y universitarios y en las vacaciones y puentes de quien pueda disfrutarlos, lo que afecta a la hostelería, agencias de viaje, operaciones salida y regreso e interfiere con fiestas fijas, como San José, Día de Andalucía o Primero de Mayo, y arrastra las fechas como las ferias de primavera (Feria de Abril) o el Carnaval. Y en Carnaval estamos. Desde ayer jueves (jueves lardero, de lardo, graso) y hasta el martes, la Iglesia nos manda divertirnos y aprovechar el carpe diem de don Carnal, que luego viene doña Cuaresma con la rebaja del ubi sunt porque el tempus fugit. De Carnaval nos quedan tres modelos: el apolíneo, tipo Venecia, que no pierde nunca la compostura; el dionisíaco, tipo Río; y el de agrupaciones o comparsas, tipo Cádiz. De las reinas de Tenerife, ni hablamos. Esas mujeres hechas carroza parecen mentira en estos tiempos que corren. Y a partir del miércoles, a comer verdurita. Lo dijo el Arcipreste. El primero de todos que firió a don Carnal fue el puerro cuello albo e feriólo muy mal.

Juan Ruiz, novelista

Juan Ruiz

Cervantes y el tópico: creador de la novela moderna (2)
JUAN RUIZ, NOVELISTA

Además de un público lector, la novela necesitaba un personaje (ver el cuadro de actantes) y ese personaje, en la España cristiana, se tuvo que abrir paso contra tres enemigos poderosos, con derecho a sitio en el libro de texto antes que él: el héroe (Mío Cid), el santo (Milagros de Berceo) y el didáctico (Libro de Patronio). Ese personaje tenía, primero, que existir, que parecer real en una sociedad y en una época (final de la Edad Media) y, después y más importante, necesitaba un narrador pues, no siendo héroe ni santo, no siendo un personaje ejemplar, ¿qué autor o narrador iba a fijarse en él? Lo adivinaron. Tendría que ser el propio personaje, el único interesado en contar su historia. Ya tenemos la conquista del yo, el autobiografismo. Y tenemos unos géneros para nada ejemplares, fundamentalmente dos, la picaresca y el erotismo, bien entendido que hablamos de géneros en prosa y que coplas cazurras, cantos soeces y canciones subidas de tono allá que serían del dominio popular en la lírica. Y bien entendido además que esa lírica, expresada siempre en lengua romance, no tuvo que vencer los remilgos de la prosa culta, se dice pronto, doce mil años despreciando el román paladino, la lengua, llamada vulgar, de la gente corriente. Contra ese rival (que fue el latín, la didáctica, la Reconquista y la santidad de la Iglesia), venga vuesa merced (se diría entonces) a contar, ¿qué?, ¿cómo robar unos nabos, Ribaldo?, ¿cómo acostarse con la serrana o cómo procurarse una tercera o trotaconventos para amores más altos? Aquello era muy fuerte en el siglo 14 y aún en el siglo 20, de la filología franquista y triunfal. Al más espabilado de los clérigos, Berceo, un fraile con visión comercial inventor del enoturismo religioso, le dieron cátedra y a sus Milagros (h. 1260): un hombre de Iglesia por fin hablaba como hablaban sus vecinos. Mismos méritos, por la prosa civil, para Alfonso el Sabio (1252‑84). La pre picaresca apareció hacia 1300 dentro del Libro del caballero Zifar, de la mano del escudero Ribaldo, antecedente de Lázaro de Tormes y, por supuesto, de Sancho Panza. Y el erotismo, en el Libro de buen amor (1330), anterior al Decamerón (1351) y a Los cuentos de Canterbury (fin del 14). ¿Por qué la crítica española renunciaba a la perla de esa primacía de la literatura española sobre otras literaturas europeas? ¿Qué papel juega ahí Cervantes, creador de la novela moderna? Al poner a Cervantes por encima del Lazarillo de Tormes y del Guzmán, y con el ninguneo del Libro de buen amor, la crítica oficial pasaba de puntillas por dos géneros incómodos y premiaba con mucho al casto y patriota, al vencedor de los turcos, al que pondría las armas por encima de las letras, Cervantes, con el que, de paso, se negaban sus méritos a las mujeres como público lector y como autoras de novelas. Al fondo, sonríe el Infante don Juan Manuel. La operación era, fue, perfecta. Y al Libro de buen amor lo mandaron al baúl de obras fallidas poniéndole el subtítulo de miscelánea, cuando en realidad marcó la irrupción del yo, la conquista del personaje entre tanto altar prefabricado para Cervantes. La primera autobiografía literaria (fuera verdad o mentira) es la de Juan Ruiz Arcipreste de Hita, cuya última verdad nos la dice su heterónimo don Melón de la Huerta, otro yo del arcipreste que, mediante ese subterfugio, lograba lo que un hombre de Iglesia como él no podía hacer para resultar creíble: casarse con la dama protagonista. Otro día hablamos de lo que sabe y calla doña Endrina.

Cervantes y el tópico: creador de la novela moderna

Paco Martínez Cuadrado

Francisco Martínez Cuadrado

editor de una Antología del Quijote

Antología del Quijote

CERVANTES Y EL TÓPICO: CREADOR DE LA NOVELA MODERNA

“Cervantes, creador de la novela moderna” arroja 179 mil resultados en Google y en menos que canta un segundo. O sea, que el tópico está peligrosamente extendido y académicamente documentado. Pero evitar la sociología es inútil. De Cervantes descubriendo la novela, podría decirse lo que de los noruegos descubriendo América: que vale, que pudo ser, pero que les faltó la base social, el fundamento económico, el colonialismo; en el caso de Cervantes: un público lector por él creado. Ese público Cervantes se lo encontró hecho y a él se dirige como lector: era el mismo de los libros de caballerías, público en demanda de una literatura ociosa y no moral, ya no acaparada por el héroe militar (Mío Cid) o religioso (Milagros de Berceo) o de inspiración didáctica (Libro de Patronio). A ese lector acostumbrado a las novelas cortas (tipo ejemplares) y a las historias intercaladas (tipo Libro de buen amor), Cervantes entrega su Don Quijote de 1605, obra que nos desconcierta o se nos cae de las manos con tanta historia que no tiene nada que ver, práctica literaria, ésta de la digresión, que condenó a Juan Ruiz a ser autor de una obra ‘miscelánea’. Podar el Quijote de misceláneas, de digresiones, será la tarea que haya abordado Paco Martínez Cuadrado, editor de una antología del Quijote. Distinta es una selección de lo mejor del Quijote, de una traslación al español moderno como la de Andrés Trapiello (Coplas por la muerte del Quijote). El lector de la antología de Martínez Cuadrado lee a Cervantes, mientras que el lector del Quijote de Trapiello lee a Trapiello. La honradez intelectual de una y otra empresas no tienen nada que ver. Dicho lo cual, tanto la antología como la traslación demuestran algo que ya sabían bachilleres y estudiantes de secundaria: que el Quijote literal completo y sin recortes se nos cae de las manos, libro lejos de los hábitos del gusto y, por qué no, de nuestra inteligencia lectora. Tres son los pies de la novela: la novela‑público, la novela‑autor y la novela‑género. La novela es el gran género femenino (el otro es la poesía) y su momento hay que buscarlo en la base social de mujeres que primero acceden a la cultura (saben leer) y después se dan cuenta de que, por una vez, su marginación como mujeres, les viene estupendamente para consumir literatura y para escribirla. Ese público creció por el ascenso de la burguesía y en dos géneros narrativos que, si lo pensamos, tampoco tienen nada que ver: la novela corta (o relato) y la novela (larga) propiamente dicha. La novela corta nació para el consumo de las cortes europeas al final de la Edad Media, con el auge del comercio y del dinero, con el capitalismo mercantil. Y la novela (larga) creció en la lucha entre el Viejo y el Nuevo régimen, con el capitalismo industrial. Eso pasó en Inglaterra en el siglo 18, cuando la novela vino a satisfacer la oferta y la demanda de mujeres cultas que no tenían nada que hacer en todo el día y que, desde su punto de vista, enjuician o fantasean sobre el mundo de los varones y, en particular, sobre las relaciones amorosas, familiares y de pareja, mundo que caracteriza el Romanticismo, vale decir el novelicismo o el amoricismo. Unas mujeres escriben (Jane Austen, las Brontë), otras mujeres protagonizan (Moll Flanders, Pamela) y las que pueden y saben leer, leen. Pero la primera oleada de mujeres, el primer público no moral que conoció la literatura fue el del Decamerón (1351), Los cuentos de Canterbury (finales del 14) o el Libro de buen amor (1330). Mañana hablamos de Juan Ruiz y de por qué su Libro de buen amor perdió protagonismo ante Cervantes y el Infante don Juan Manuel.

El fantasma de la glorieta

Félix Morales

FÉLIX, EL FANTASMA DE LA GLORIETA

Lo mejor de eLTeNDeDeRo son sus lectores. Apostilla Félix Morales: ¿Por qué te empeñas, Daniel, en pontificar y en meterte con los demás? Cada uno pone en Facebook lo que le sale de la pirula. Y si te molesta, lo bloqueas y al carajo. Tú mismo no dejas de poner links a tu blog. Que el epatar ya no se lleva, Daniel. Que no se lleva. Y si quieres establecer lo que es literatura, haz una tesis y nos tienes al tanto. Ja. Abrazo.

Leído lo cual, no me consta haberme metido con nadie y menos aún con alguien de mi mismo tamaño o más chico. En crítica literaria vale la regla de las peleas de pandilla: nunca te metas con alguien más pequeño que tú. Soy profesor, tengo ese defecto, y para extinguirme como clase (como horizonte utópico: también el médico se extinguirá cuando se extinga la enfermedad), debo dar todo lo que sé, ahora, que puedo, y es mi obligación no callarme nada. Cuando se trata de obras o autores clásicos, la lucha va contra el canon literario que dicta quién es quién en el libro de texto. Bachiller era, y me preguntaba por qué El conde Lucanor se ponderaba tanto y tan por encima del Libro de buen amor, obra menor a la que se reservaba el adjetivo de miscelánea, cuando la verdad es que la prosa de don Juan Manuel deja mucho que desear mientras que Juan Ruiz sigue un plan de una astucia literaria increíble. El Conde parece la pesadez del románico y el Buen amor vuela por el gótico. Otro caso fue Quevedo, cuyo Poderoso caballero, sin duda porque lo había cantado Paco Ibáñez, nos pintaron como un manifiesto anticapitalista, cuando en realidad era, justo lo contrario: una defensa del mundo de valores feudales y reaccionarios en un tiempo en que la burguesía y el dinero ponían en peligro la sociedad estamental y abrían paso a la nueva y entonces progresista sociedad de clases. ¿Y qué decir de las vías místicas sistemáticamente enseñadas en el instituto como pautas sin las cuales no tenía sentido la poesía de San Juan de la Cruz? ¿Qué digo de la sobrevaloración del arte mayor sobre el menor? Está mal citarse a uno mismo, pero Félix Morales, siempre retón, lo que yo le agradezco, me lleva a recomendar a ustedes que echen una ojeada a Historias de la literatura (2013), libro donde saldo mis cuentas con el canon literario y, la vanidad me perdone, donde se dicen cosas que pocos se atreven a decir.

En cuanto a los contemporáneos, con la farsa literaria, sí que me he metido. Con Carlos Germán Belli, un consagrado que no entiendo el lugar que se le ha dado; con Bolaños, el narrador, endeble poeta; con Goytisolo, con Cernuda, con Andrés Trapiello. (Escritores 3.0)

Se dice que hay buena y mala literatura. Pero eso es no decir nada. Más fiable y operativa resulta la teoría marxista del arte y la literatura: es literatura lo que circula como tal. No soporto a Zoé Valdés, pero si sus señorías la crítica, las editoriales y lectores pagan por sus productos, tengo que reconocer que Zoé Valdés es o está en la literatura. Y, al revés, el inédito maravilloso que un autor nuevo guarda en su cajón o en su ordenador, ¿quién dirá que es literatura?

Los autores vivos se dividen en dos: profesionales (hombres y mujeres que viven de publicar cada equis años y de cobrar sus derechos) y el resto, a los que sería injusto llamar aficionados. El daño que hace la profesión literaria, el oficio de escritor, es tremendo. Autores que debieron callarse, porque la creatividad se agota, no se callan nunca. El último libro de Caballero Bonald no aporta nada, es mero afán recaudatorio. García Márquez llegó a publicar un libro de brindis (los alzo‑mi‑copa‑por que él había dado en la vida). Y, encima, lo tituló Yo no he venido a hacer un discurso. No ni na. Pueden verlo en Literatura, valor y precio. Del entorno onubense de Félix, no faltan casos de hinchazón literaria, pero eso lo dejo para el próximo reto suyo. Por último, recomiendo a ustedes El fantasma de la glorieta, la página de Félix Morales. Ahí verán cómo el delicioso fantasma es él.

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