Siguiendo el debate electoral duré hasta el tema de la vivienda. Ahí, Pablo Iglesias exigió que se cumpla la Constitución (esa es su perla; él, que quiso un día romper el candado del régimen del 78) donde dice: “todos los españoles tienen derecho a disfrutar de una vivienda digna y adecuada”. Yo, que, por mi edad y mi militancia, soy agua de un río que va a desembocar a Podemos, pensé: ¡qué vergüenza!, ¿ni una palabra sobre la distribución y tenencia de la propiedad de la tierra o del suelo? ¿Solo se va a entrar desde la ‘izquierda’ en el debate entre vivienda de alquiler o en propiedad? ¿No hay ocupas? ¿Nadie sin techo? ¿No hay latifundios de suelo urbano como los del campo de la marquesa? Apagué la tele y me fui a lo Quevedo: ¿No ha de haber una izquierda más valiente?
Dos ilustres, que admiro y quiero, evolucionaron, con la edad, hacia la rebeldía: Valle-Inclán y Antonio Machado. Cada uno se alejó y tomó partido lejos del conservadurismo que impregnó al final a su generación del 98. No es mi caso. Caso inverso. Yo, a mi feliz edad, no me he radicalizado en mis ideas: me he quedado más solo que la una. Fue el Pce quien se pasó a la monarquía (Pactos de la Moncloa, 1977) y fue Izquierda Unida (1986) quien abandonó el análisis marxista hasta diluirse en ese azucarillo propagandista de la Constitución que ha acabado siendo una Izquierda Unida Podemos gendarme del Estado del Bienestar (“lo que realmente importa a la gente”), enganchada al carro de la unidad de España y consintiendo un juicio al Procés que en otro tiempo no tan lejano, y por muy de derechas que sea lo del Procés, hubiera movilizado a toda la España roja o progresista.
Se entiende que no votaré y que mi fracaso sea que ninguna sigla reconocible, ninguna petición vía redes sociales rentabilice la abstención crítica: algo frente a tanta estulticia. Nada, nada, al otro lado del río.
Termino por Bécquer: ¡Dios mío, qué solos se quedan los nuestros!
Lo de la izquierda más valiente me parece que se va a quedar para otro siglo, Daniel. Por desgracia. Mira, yo soy más práctico (o más iluso…) y lo que encuentro sorprendente es que, a estas alturas de la historia (o Historia), nadie se plantee que no puede haber más gobierno o administración que el de un partido de esos que llamamos de izquierda. Dejen a los capitalistas, tan salvados siempre de todo, que campen a sus anchas con sus abogados, sus medios materiales y sus plantillas bien o mal pagadas para dominar este y unos cuantos mundos más. Pero es de cajón que quien administra lo precario, la supervivencia que es cada día la vida en este planeta debe ser alguien que piensa y sienta desde la izquierda. Lo contrario es entrar en el desbordamiento, porque la ambición no tiene fin, lea un poquito cualquier político a los clásicos (y menos clásicos) y tendrá una ligera idea… Perdón por el desahogo.
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