Etiqueta: navidad

pascua.

Daniel en el viejo coche

pascua, pascuas o Pascua. Del latín y el griego desde el hebreo pasca, paso, tránsito, por influencia del latín pascuum, lugar de pastos, por alusión a la terminación del ayuno que celebraba el pueblo hebreo en mitad de la luna de marzo en memoria del fin del cautiverio de Egipto. Pascuas hay dos, de invierno y de primavera, solsticio y equinoccio, de Na[ti]vidad y de Resurrección, solemnidades del nacimiento de Cristo a la Epifanía (reconocimiento y adoración de los Reyes Magos) y de la venida del Espíritu Santo, también llamada Pascua Florida o Pentecostés (domingo siguiente al plenilunio posterior al 20 de marzo). Locuciones: de Pascuas a Ramos, de tarde en tarde. estar como unas pascuas, estar alegre y regocijado. hacer la pascua, fastidiar, molestar, perjudicar. y santas pascuas, para dar a entender que es forzoso conformarse.

En la palabra pascua lucha el deseo de un tránsito a algo mejor, contra la realidad de que, pasadas las pascuas y por mucho que nos felicitemos, la vida sigue haciendo de las suyas, a unos felices y a otros desgraciados. O sea, como en la canción de Julio Iglesias, la vida sigue igual.

En lenguaje urbano, felices pascuas (1.970.000 googles) ha cedido terreno ante feliz navidad (75,4 millones) o felices fiestas (17,2). En todo caso, la felicidad es eso que, por intentarla, no perdemos nada. El cruce con dad y se os dará ha dado navidad y se os dará o felicidad y se os dará. Que así sea, que es como cierra la clerecía sus jubilosas oraciones.

DISCURSO DEL AÑO VIEJO
 
No he sido un año bueno.
He sido año de guerras
malas, todas lo son.
En mis meses ganaron
los de costumbre. He visto
vivir en una cárcel,
morir en el Estrecho.
He soportado reyes
y he soportado ricos
que no han sabido ser,
estúpidos, felices
y aún juegan con la crisis.
Os dejo un año más
las uvas y una boca
con más o menos dientes.
Contadlos. Suficientes.
Y adiós.



a vueltas con «el hashtag y la lotería».

A propósito del artículo El hashtag y la lotería, donde [eLTeNDeDeRo] anima a usar las redes sociales como arma de insumisión contra petardeos, modas o tendencias que aplastan al individuo (poniendo por caso jugar al gordo de navidad quien habitualmente detesta la lotería), sostiene Alan Gat Peguero (Omkara) esta interesante opinión que anima a no hacer nada:

«Yo no compro lotería porque no quiero que me toque, le dije a alguien que me quería vender la ilusión. Desde entonces, me mira con extrañeza creyendo que le engañé.

»Las personas al no pensar por sí mismas no pueden comprender que sus actos están motivados por circunstancias externas y exponen sus pensamientos y acciones al albur de lo que hagan los demás, por tanto, necesitan un ejemplo para justificar su propia acción de deseo.

»Crear una petición o plataforma del tipo que sea, forma parte de lo que los demás hacen. No crear nada es lo más original que puede un ser crear, porque no se basa la acción en ningún estado de inquietud.»

Lo cual que, como en la sobremesa de aquel sábado hubiera estado nuestro amigo Alan, la conversación hubiera derivado a lo que es “pensar por sí mismo”. Yo no creo en la construcción pensar por uno mismo: yo nunca he pensado por mí mismo; siempre he pensado con y por, con álguienes y por algún motivo y hacia algún fin: evitar la estulticia, la injusticia y mi propia soledad mortal y rosa.

Donde Alan dice que una acción en red contra la lotería “forma[ría] parte de lo que los demás hacen”, sugiero que me mande el enlace (web, hashtag, etiqueta o almohadilla) para yo añadirme a lo que ya estará hecho, y yo sin enterarme.

Pero lo que ya me despista (con agrado y entre copas de sobremesa, eso sí) es qué tiene que ver la creación (si es la creación artística o literaria) con lo que estamos hablando. La frase “no crear nada es lo más original que puede un ser crear” es propia, desde Hegel y Duchamp hasta aquí, de artistas que lo saben (el arte ha muerto) pero los muy pillines no paran de reivindicarse, hoy un disco, mañana un libro, al otro una exposición, y siempre que les bajen el iva, mientras la masa no cultural o no artística pase por taquilla y se dedique a otra cosa: fabricar ordenadores como este en el que escribo, poner ladrillos en casas como la mía, limpiar retretes como el mío, dirigir bancos como al que pedí la hipoteca o presidir gobiernos como el que nos gobierna y desde el que nos bombardean con la lotería del gordo de navidad, que era el “estado de inquietud” en que nos basábamos. Gracias: Alan Gat Peguero.

el hashtag y la lotería.

loteria_forges

En taquigrafía en red, se llama hashtag (del inglés hash, almohadilla #, y de tag, etiqueta) a una cadena de palabras que dan título a un acontecimiento o tema candente que el sistema y usuarios identifican de forma rápida de modo que se suman o dialogan o interactúan o intercambian sus datos u opiniones, o sea, donde hashtag, podríamos decir almohadilla (en la almohadilla #hashtagylotería) o simplemente etiqueta (en la etiqueta #hashtagylotería), que es lo que recomienda La Fundéu. Una vez lanzada la etiqueta, corren mensajes bien hacia el usuario central lanzador o bien entre la cadena de usuarios, lo que da lugar a una cadena o hilo de conversación (por una vez, la palabra hilo nos entra en el idioma sin pasar por el inglés).

La anécdota que me trajo aquí fue una charla de sobremesa de sábado con tres amigos, donde salió el tema del Gordo de Navidad. Partiendo de que los cuatro jugamos y guardamos, quien más quien menos, nuestro numerito en casa (por si nos toca), de los cuatro, uno reconoció que compraba lotería por coacción, “por coacción nacional”, dijo, porque todo el mundo juega: en el trabajo, en el bar, en el taller, en la ampa del cole o en el bloque de vecinos. Entre la coacción (que es presión por la fuerza), la incitación (que es provocación a la que cuesta negarse), la imitación o la emulación (que es copiar o actuar por rivalidad), infinitos son los actos, las posturas o decisiones que adoptamos, no por nuestro gusto, sino por presión social: la lotería, las comuniones, los tatuajes, hasta tener hijos, cosas muy serias en nuestra vida las hacemos porque las hace la gente. Siguiendo con la conversación, uno de los cuatro planteó su extrañeza porque, en tiempos de tanto Change.Org, de tanta almohadilla o de tanto hashtag, habiendo tanta cadena, cómo es que nadie creaba una petición o una plataforma del tipo #yonojuego o #yonojuegoalalotería, a ver si cundía. ¡La de maravillas que podríamos hacer y no las hacemos!

El siglo 20 nos dejó dos hermosas convocatorias mundiales por el bien de la humanidad toda y fueron la Conferencia de la Onu por la Paz y el Desarme y la Conferencia Internacional sobre el Cambio Climático. A día de hoy, la del cambio climático sigue pero a la paz y el desarme le dieron el cambiazo por la paz y no violencia para meternos la bacalá al pacifismo y a mayor gloria de quienes cocinan el negocio de las patrias y naciones armadas, naturalmente todo en nombre de la no violencia y de misiones de paz del glorioso ejército y de ministerios sistemáticamente llamados de Defensa. #por_aquí_que_te_vi.

–enlace a QUE TE DEN LA BACALÁ

–vídeo LA BACALÁ (3:30)


A propósito del artículo El hashtag y la lotería, donde [eLTeNDeDeRo] anima a usar las redes sociales como arma de insumisión contra petardeos, modas o tendencias que aplastan al individuo (poniendo por caso jugar al gordo de navidad quien habitualmente detesta la lotería), sostiene Alan Gat Peguero (Omkara) esta interesante opinión que anima a no hacer nada:

«Yo no compro lotería porque no quiero que me toque, le dije a alguien que me quería vender la ilusión. Desde entonces, me mira con extrañeza creyendo que le engañé.

»Las personas al no pensar por sí mismas no pueden comprender que sus actos están motivados por circunstancias externas y exponen sus pensamientos y acciones al albur de lo que hagan los demás, por tanto, necesitan un ejemplo para justificar su propia acción de deseo.

»Crear una petición o plataforma del tipo que sea, forma parte de lo que los demás hacen. No crear nada es lo más original que puede un ser crear, porque no se basa la acción en ningún estado de inquietud.»

Lo cual que, como en la sobremesa de aquel sábado hubiera estado nuestro amigo Alan, la conversación hubiera derivado a lo que es “pensar por sí mismo”. Yo no creo en la construcción pensar por uno mismo: yo nunca he pensado por mí mismo; siempre he pensado con y por, con álguienes y por algún motivo y hacia algún fin: evitar la estulticia, la injusticia y mi propia soledad mortal y rosa.

Donde Alan dice que una acción en red contra la lotería “forma[ría] parte de lo que los demás hacen”, sugiero que me mande el enlace (web, hashtag, etiqueta o almohadilla) para yo añadirme a lo que ya estará hecho, y yo sin enterarme.

Pero lo que ya me despista (con agrado y entre copas de sobremesa, eso sí) es qué tiene que ver la creación (si es la creación artística o literaria) con lo que estamos hablando. La frase “no crear nada es lo más original que puede un ser crear” es propia, desde Hegel y Duchamp hasta aquí, de artistas que lo saben (el arte ha muerto) pero los muy pillines no paran de reivindicarse, hoy un disco, mañana un libro, al otro una exposición, y siempre que les bajen el iva, mientras la masa no cultural o no artística pase por taquilla y se dedique a otra cosa: fabricar ordenadores como este en el que escribo, poner ladrillos en casas como la mía, limpiar retretes como el mío, dirigir bancos como al que pedí la hipoteca o presidir gobiernos como el que nos gobierna y desde el que nos bombardean con la lotería del gordo de navidad, que era el “estado de inquietud” en que nos basábamos. Gracias: Alan Gat Peguero.

La razón de la sinrazón.

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Mierdas iluminadas por Navidad.

La razón de ser de lo que es poderoso provoca la sinrazón de que se hable de ello. Es parte del juego y del poder.  Vean, si no, la cantidad de gente que fustiga el nacionalismo sin darse cuenta (o dándose, qué más da) de que (aunque se disfracen de izquierda contra derecha) todo ese argumentario en contra es en el fondo básica y radicalmente nacionalista, es decir, de la misma índole que aquello que critican. Pasa también con la monarquía, con la religión o, últimamente, con el feminismo de velito islámico o a lo occidental de tacón y de uñas pintadas para un máster chef. Cuando nos damos cuenta, estamos hablando de semejantes disparates, absurdos o tonterías. Es lo que pasa además con las con las fiestas que nos vienen impuestas, particularmente la omnipotente y omnipresente, hasta el hartazgo, Navidad.

Rellene la encuesta ¿Cómo acabar con la Navidad? para el extra de Navidad de la revista satírica TeVeo de Rafa Iglesias. Tenemos de plazo hasta el 20 de noviembre o 20‑N que será el día de otra sinrazón a propósito del enterramiento que no entierre lo que debería estar enterrado de toda la vida.

la revolución del ocio y tiempo libre como una de las bellas artes.

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Mierdas iluminadas por Navidad.

Desde la revolución industrial, mitad del siglo 18, hasta antes de ayer, y todavía en alguna vieja guardia que no se entera de nada, la teoría de la emancipación se ha basado en el reparto del trabajo y la riqueza. Así lo expresó el Manifiesto comunista de Marx y Engels, en 1848, que contaba con un objeto y un sujeto y un método; un qué y un quién y un cómo. Qué: el modo de producción capitalista. Quién: el proletariado. Cómo: mediante la conquista del Estado. La revolución traería nacionalizaciones y socializaciones que regirían por el principio “a cada cual según su aportación”, hasta el “a cada cual según sus necesidades”, que regiría la fase superior o comunismo.

Marx ni Engels ni Lenin ni Trotsky, tampoco Bakunin ni el anarcosindicalismo, pudieron prever las resistencias del capitalismo; unas, por las armas, el bloqueo y la confrontación contra todo lo que se movía en colonias y zonas preindustriales (confrontación, desde Rusia en el 17) y, otras, por hegemonías inyectadas al proletariado del primer mundo que actuarían como un virus o como un troyano: ese fue el Estado del Bienestar, que hizo, del proletariado, clase obrera; después, trabajadora y, por último, clase media involucrada en Estados sistemáticamente tenidos por democráticos donde mediante las urnas sería posible no solo la resolución de conflictos (se acabó la lucha de clases) sino la máxima expresión de la libertad del individuo (el comunismo, como totalitarismo; la democracia y el capitalismo, con sus inconvenientes, como lo menos malo que se conoce), de manera que si la explotación del hombre por el hombre y el capitalismo seguían dándose, se daban por mayorías nacidas de las propias clases dominadas, porque de todo se puede hablar en las urnas de los países libres. Se acabó la revolución gracias al voto a partidos socialdemócratas o democristianos y a la dormición de los viejos sindicatos y de las viejas consignas (aunque perduren en el lenguaje de una vergonzosa izquierda).

Dos revoluciones vinieron tras la industrial: la revolución científico técnica y digital (formulada a finales de los años 70) y la revolución de la información que está empujando ahora. La clase obrera no volverá ni será sustituida por olas migratorias ni por minorías en lucha; tampoco por colectivos o por grupos de sexo (ese feminismo que saca pecho). Todos esos movimientos, con oenegés y solidaridades, no moverán los cimientos de este mundo; tampoco, el islamismo como alternativa a la decrepitud de Occidente. La revolución basada en el reparto del trabajo se quedó sin vehículo y sin piloto. Lo que nos queda es el reparto del individualismo y del tiempo libre y del ocio como revolución pendiente. Otro día hablamos de Internet como Palacio de Invierno o Bastilla que habrá que conquistar.

En esa revolución ocupa un primer lugar la conquista del calendario laboral, vinculado al trabajo, y, cómo no, ahora que se aproximan las navidades, las fiestas y celebraciones que nos vienen impuestas en nombre de tradiciones y artes y costumbres populares.


aguinaldo.

Aguinaldo.png
aguinaldo en Etimologías de Chile, mejor página etimológica del español mundial

http://etimologias.dechile.net/

Discutidísima cuestión, la etimología de aguinaldo. El DAE ve la palabra así: aguinaldo. de aguilando, regalo navideño, quizá del latín hoc in anno, en este año. El Diccionario Etimológico de Chile (que no se deja copiapegar, ahí ven la captura de pantalla), comparte esa procedencia (relacionada con hogaño, este año, hoy, hoc die, pero, per hoc) y añade -y esto es lo interesante- el voto particular del académico Víctor Daniel Fraile, quien plantea que aguilando podría venir del francés a gui l’an neuf [aguilán], que quiere decir “al muérdago, el año nuevo”, fórmula de los druidas celtas en petición de una buena cosecha para el año nuevo todos los solsticios el 21 de diciembre, con vistas a primavera, de donde, aguinaldo: petición-regalo de uno, que coincide con una petición de todos, o sea, los Reyes Magos de ahora.

En literatura, el aguinaldo más famoso del que tengamos noticia es el que pidió Jimena Gómez, la del Cid, cuando todavía eran novios, al reinante Alfonso VI, dentro de los romances épicos emparentados con los cantares de gesta. Como es sabido, el Cantar de Mío Cid (siglo 12) presenta al Cid ya casado con Jimena, pero la curiosidad popular haría con el héroe lo que los Evangelios apócrifos hicieron con Jesús y se hace en todas partes: vestirlo hasta los pies, inventarle una infancia y juventud, lo que en Castilla originó el posterior ciclo de Las mocedades del Cid. Según esa leyenda, el joven Rodrigo se habría visto obligado a batirse en duelo con el altivo y poderoso conde Lozano, padre de Jimena, su prometida, por haber ofendido a su viejo padre, Diego Laínez de Vivar, de un mal bofetón. Total, que en el duelo el joven Rodrigo mató a su suegro, con lo que echaba a perder su enlace con Jimena. (Hasta aquí la parte trágica, ahora empieza la cómica.) Jimena, astuta ella, encontró manera de salirse con la suya, con la honra y con la boda, y fue pedirse a Rodrigo como regalo de Reyes, como aguinaldo que el rey estaba obligado a dar por vínculo de vasallaje. Conectamos con el Romancero Viejo[1]. Las moralejas a favor y en contra, se sacan solas. Felices Reyes y que todos los reyes sean como los Reyes Magos.


ROMANCE DE JIMENA GÓMEZ

Día era de los Reyes,
día era señalado,
cuando dueñas y doncellas
al rey piden aguinaldo,
sino es Jimena Gómez,
hija del conde Lozano,
que puesta delante el rey
de esta manera ha hablado:
-Con mancilla vivo, rey,
con ella vive mi madre;
cada día que amanece
veo quien mató a mi padre,
caballero en un caballo
y en su mano un gaviláne:
otras veces con un halcón
que trae para cazar:
por hacerme más enojo,
cébalo en mi palomar,
con sangre de mis palomas
ensangrentó mi brial.
Enviéselo a decir,
envióme a amenazar
que me cortará mis haldas
por vergonzoso lugar,
me forzará mis doncellas,
casadas y por casar,
matarame un pajecico
so haldas de mi brial.
Rey que no hace justicia
no debía de reinar,
ni cabalgar en caballo,
ni espuela de oro calzar,
ni comer pan en manteles,
ni con la reina holgar,
ni oír misa en sagrado,
porque no merece más.
El rey, de que esto oyera,
comenzara de hablar:
-¡Oh, válame Dios del cielo!
¡Quiérame Dios consejar!
Si yo prendo o mato al Cid
mis cortes se volverán,
y si no hago justicia
mi alma lo pagará.
-Ten tú las tus cortes, rey,
no te las revuelva nadie;
al Cid que mató a mi padre
dámelo tú por igual,
que quien tanto mal me hizo
sé que algún bien me hará.
Entonces dijera el rey,
bien oiréis lo que dirá:
-Siempre lo oí decir,
y agora veo que es verdad,
que el seso de las mujeres
que no era natural:
hasta aquí pidió justicia,
ya quiere con él casar.
Yo lo haré de buen grado,
de muy buena voluntad.

*

–enlace a Lenguarelio.com Canta Joaquín Díaz y letra para seguir la canción.

–enlace a aguinaldo en Etimologías de Chile

[1] Romances anónimos previos a la imprenta, siglos 14 y 15.


 

¡Ya hemos pasao!

¡Ya hemos pasao! fue la canción de Celia Gámez cuando el ejército de Franco entró en Madrid.[1] ¡Ya hemos pasao 2016! El espectáculo ha sido un reto financiado, artificial y bochornoso. Financiado, porque a toda costa de policías y gastos de seguridad (que alguien paga o pagamos con nuestros impuestos) Occidente tenía que demostrar que el yihadismo no iba a amargarnos las fiestas. Artificial, porque nuestros belenes y nuestras uvas no podían interpretarse como espontáneas manifestaciones de fe y de alegría (con el niño Jesús secuestrado en varios belenes públicos y con las plazas de la toma de uvas en estado de máxima alerta). Bochornoso, porque la escenificación de la navidad y del año nuevo (con sus villancicos, uvas, confetis y fuegos artificiales) no podía ser, sin pecado, un adorno: estábamos y estamos tocando fondo.

Ni el 16 fue para dar gracias ni para tirar cohetes ni el 17 será feliz más que para quien pueda costearse y blindarse la felicidad (único egoísmo bien visto). ¡Ya hemos pasao! Los ministerios de defensa y de interior se frotan las manos y dan el parte a la nación: –¡Sin novedad en nochevieja! A base de vallas y bolardos, restricción de camiones, escáneres, cámaras ocultas y cacheos, así cualquiera.

Pasado mañana quien trabaje volverá a su trabajo. En el desayuno -y a la vuelta de Reyes- volverán las oscuras concertinas de empresa y de colegios: ¿cómo lo pasasteis?, ¿dónde estuvisteis? Y a esperar que llegue primavera, que matarán al Dios que les acaba de nacer. Paternidad responsable, se llama eso. Pero antes, a devolver los regalos fracasados y a ver qué cae este año por las rebajas. Y cada día diremos ¡Ya hemos pasao! con tal de que nunca pase nada. Lucidez y buena suerte y que no nos pase nada.

*

[1] Martes 28 de marzo de 1939. ¡Ya hemos pasao! (música Hans Eisler, letra José Herrera Petere) fue respuesta provocación al ¡No pasarán! de Pasionaria y del bando republicano. El 1 de abril Franco dio por terminada la guerra.

judaico y jurásico (el portal de Belén de Rafa Iglesias)

judaico-y-jurasico
el monstruo judaico le disputa el huevo al monstruo jurásico

¡Ea, ea, ea, Netanyahu se mosquea!

Y mucho, tras la aprobación de la resolución de Naciones Unidas que condena los asentamientos israelíes y solicita su cese inmediato y completo. Israel pone muy poco de su parte para la solución a su histórico desacuerdo, eso ya lo sabemos desde tiempo inmemorial. Esta gente no se corta un pelín ni por estas fechas, cuando debería primar, o al menos tenerse un poco en cuenta, eso de Paz a los hombres y mujeres de buena voluntad. El eterno conflicto. ¿Qué fue antes? ¿El huevo quién lo puso? ¿Israel o Palestina? Aludiendo al tema, os adjunto el Portal de Belén que hicimos mi sobrina María y yo. Judaico y jurásico, por lo primigenio, monstruoso y pesado. [Rafa Iglesias]

*


la tristeza de las fiestas laborables.

1º    Se exige y pondera, y se busca, el trabajo pero lo que todos quieren es una renta o un trabajo para no trabajar.

2º    El sector servicios, de ocio o tiempo libre, obtiene sus máximos beneficios en días de fiesta y con cuanta más población ociosa (turistas, rentistas, creyentes, etc.), mejor que mejor .

3º    ¡Felices fiestas!, pues, porque quien está de fiesta y la disfruta no está en paro ni de guardia ni echando horas extra. ¡Felices fiestas!, porque la patronal del sector se frota las manos y se pone las botas. ¡Felices fiestas!, porque el máximo tiempo libre es la máxima humanidad que la humanidad puede permitirse.

Otro día hablamos de cómo las fiestas deberían ser todas laicas y de libre disposición según credos, situaciones y emergencias personales. De cómo el Estado no tendría derecho a imponer ninguna fecha de obligada celebración. Y de la injusta alegría de quienes se felicitan las fiestas mientras hay quien, en días de fiesta, experimenta, Gallardoski, la tristeza de las fiestas laborables.

*


deseo.

a ver si se matan unos a otros
chiíes y suníes,
talibanes y ramadanes,
tapadas y tapadores,
integristas y xenófobos,
rifles y pistolas,
explosivos y artefactos,
drones y cazas,
submarinos y fragatas,

 y a ver si quienes levantan
muros y alambradas
pisan una mina antipersona
y van sus almas al buen dios
que los estará esperando.

¡buen viaje!

*

corto relacionado:

siente un refugiado a su mesa por navidad.

no hagáis el bien.

No solo los ricos son cada vez más ricos y los pobres más pobres. También las distancias entre la buena y la mala vida son cada vez más notorias y escandalosas. De muestra, la ola máster chez vista con ojos del hambre y del comedor social. Los gestos solidarios (ningún niño sin navidad, sin juguetes, sin lo que sea y solo porque es infancia y es navidad) adquieren de pronto el valor de impuesto social o limosna paliativa de la mala conciencia. Estas navidades, háganse caso: no practiquen el bien, no prolonguen la agonía de un mundo que merece ‑él sí‑ pasar a mejor vida.

*



 

¿Arde este mundo?

Una ciudad es un mundo cuando amamos a uno de sus habitantes. La cita es de Lawrence Durrell en El cuarteto de Alejandría, (1957‑1960). Como todo es espacio y tiempo, el subordinante cuando introduce una condicional (igual a si). Construcciones de este tipo, también con mientras o en tanto que, lo mismo sirven para casos personales, como el del Cuarteto, que para situaciones humanamente universales. Conectamos con Tinta de calamar, 262:

«¿Arde París? (Paris, brûle-t-il?), novela de Dominique LaPierre y Larry Collins (1964), recrea una escena que, si no fue verdad, es muy hermosa. Sucede al teléfono entre un ayudante de Hitler, en Rastenburg, y un mando del ejército alemán de ocupación en París. La mañana del viernes 25 de agosto de 1944 el Führer quiere saber si ya están dentro de París las tropas aliadas y si se habían cumplido sus órdenes de incendiar la ciudad antes de entregarla. ¿Arde París? Por toda respuesta el alemán asomó el auricular a la ventana abierta por donde entraban La Marsellesa y el repique de todas las iglesias de París. Mireille Mathieu cantó para la película su canción Paris en colère y nosotros nos quedamos con su estribillo. Dios nos libre si no es libre París. A imagen de ese estribillo (no hay A sin B), no hay mundo libre si un país no es libre y no es libre una persona si otra persona no lo es.»

Ahora que A y B mutuamente se felicitan como si no hubiera C, y pues solo podemos ser felices en felicidad condicional (no en el telediario de los horrores ni en la plaza pública de la mendicidad) eLTeNDeDeRo opta por la película: ¿Arde este mundo? Felices ideas y prósperas opiniones.

*


belenes vivientes.

Infancia. Ayer en Siria y desde ya en los belenes vivientes. No debiera el Estado permitir el uso de menores con fines propagandísticos de ningún signo. Tampoco su imagen pro campañas de tal o cual oenegé o causa humanitaria ni como reclamo turístico municipal con permiso del señor párroco. ¿Duda un adulto de lo que duda y sabe un niño que existe lo que existe? Dejad en paz a la infancia.

*


PREJUICIOS

Justicia o Caridad

PREJUICIOS

A propósito del artículo Compro, no compro (28‑11‑2015) escribe mi amigo: Que condenaras que menores de edad pidieran en la puerta de un híper para el Banco de Alimentos sin permiso de los padres, cuando nunca habías condenado que, también sin conocimiento de los padres, las menores pudieran abortar, me pareció una contradicción dictada por un prejuicio ideológico. Sobre el mismo tema no contestaste a mi comentario sobre la vuelta a la tortilla que las grandes superficies (y los propios bancos de alimento también) habían dado a la idea primitiva de aprovechar excedentes o productos con presentación defectuosa, convirtiendo la idea en que, no las tiendas, sino los clientes, entregaran los alimentos a los bancos, haciendo más negocio para las grandes superficies. [Nota de eLTeNDeDeRo. La respuesta se intentó en Justicia o caridad, artículo publicado dos días después.]

Leído lo cual, si por prejuicio entiendo juicio previo, y no opinión previa desfavorable acerca de algo que se conoce mal, qué sería de nosotros sin juicios que se anticipen a lo que la vida nos va poniendo por delante. Estaríamos continuamente naciendo a los conceptos, tomando lo viejo por nuevo y lo conocido, por desconocido. Como nuestro juicio intuitivo puede inducirnos a error, a tomar senda por carrera, como diría el Arcipreste, lo mejor es no mezclar en el debate elementos de segundo o de tercer orden (casos humanos de colegiales o maternidades no deseadas) y que batallen, no los peones, sino los reyes del tablero o de la baraja, pues ¿quién, en su sano juicio, defiende abortar por gusto, maltratar a un niño o enajenarse de las tragedias que salpican el mundo? Que hablen los reyes. Un rey es el capitalismo y dos prejuicios creer o no en él. Otro rey es el cambio social y dos prejuicios justicia o caridad, remedio o enfermedad, reforma o revolución. Solidaridad, infancia, aborto son conceptos de una sociedad y no la hemos inventado ni mi amigo ni yo.


san José, el último de la fila.

San José y el Niño. Pintura cuzqueña (de aciprensa.com)
Pintura cuzqueña Foto arciprensa.com

José de Helí, de Jacob o de Nazaret, más conocido como San José, en hebreo Iosef, el que Dios ayuda o quiera multiplicar, novio y esposo de María la Virgen, padre putativo o adoptivo de Cristo Jesús, patrono de la familia, del trabajo y de los obreros y patrono además de América, de China y de medio mundo, ahí donde lo ven, tan 19 de marzo, tardó muchísimo en subir al santoral del almanaque cristiano. Da cuenta de ese retraso Gómez Manrique, tito de Jorge el de las Coplas, autor de una Representación del nacimiento de Nuestro Señor para un convento de monjas por encargo de una hermana suya que era la priora. Estamos en 1476. Casi mil quinientos años llevaba el cristianismo de religión triunfante y escuchen, escuchen:

¡O viejo desventurado!
Negra dicha fue la mía
en casarme con María
por quien fuese deshonrado.
Yo la veo bien preñada:
no sé de quién nin de cuánto.
Dizen que d’Espíritu Santo,
mas yo d’esto non sé nada.

¡Dudando de la Virgen a esas alturas! Normal, en la España que distinguía entre honor y honra, que ya es distinguir; en la España de cristianos viejos que estaban a punto de imponer su limpieza de sangre a moros, judíos y egiptanos; en la España del Cardenal Cisneros, inquisidor y regente; en la España que alumbraría la negra honra del Lazarillo; en la España de clérigos amancebados la Iglesia no debía saber cómo encajar la figura de José, quien si no es por presión popular no alcanzó el título de santo hasta 1621, se dice pronto, y eso que estuvo el hombre allí en el misterio desde primera hora, precursor que fue de los varones que asisten al parto. Y es que, de las tres personas del ciclo de Navidad, a José le tocó quedarse fuera del segundo y más importante, el ciclo de Pasión. Sin Semana Santa, o sea. Su protagonismo solo se vio compensado por los evangelios apócrifos que, al dar a Jesús la infancia que le negaban los canónicos, dieron cancha al padre de carne y hueso más que al dichoso Espíritu. Y gracias a la devoción popular. Hay que imaginarse a los varones siglo quince en la taberna, se hubiera o no inventado la palabra parienta, diciéndole al carpintero cuando ya se iba a casa sin tomarse la última: ¿Qué pasa, que te controla la parienta? Debió ser duro para él, unas veces manso y, otras, cornudo. En la elevación de José y en su condición de padre a los altares quizá se encierra la última palabra de un pueblo de machos y de honor que, contra tanta bravata tabernaria, finalmente se reconcilia con la tolerancia, con el hogar y con el ser bueno. Más vale tarde que el 016. Después de eso, el segundo empujón al santo, el de El Corte Inglés con su Día del Padre en los años 70, ya no tuvo ningún mérito. Tampoco, las fallas ni su proximidad al 21 lo hacen santo de traca y primavera. Este hombre es más tranquilo que de la sangre altera. Le encantaría volver a posar, con lo bien que lo hizo en el portal, y se muere de ganas por que lo saquen en un paso o le den silla en la carrera oficial por Semana Santa. Y a verlas pasar.


De la fiesta según Sevilla, a la fiesta según el Vaticano y la Conferencia Episcopal

Semana Santa 2015 Plaza Virgen de los Reyes Jueves de Pasión (5)

DE LA FIESTA SEGÚN SEVILLA,
A LA FIESTA SEGÚN EL VATICANO Y LA CONFERENCIA EPISCOPAL

Una de las conversaciones más difíciles en Sevilla es hablar sobre Sevilla. Desde el momento en que hay una Sevilla (conservadora) que se arroga ser la que administra las esencias y desde el momento en que hay una Sevilla (supuestamente progresista) que imita y cultiva esa esencias, al final acaban justificando lo mismo: una ciudad eterna en lo superficial que guarda bajo su piel un alma profunda que estaría por descubrir, tesis, entre otras, de Eva Díaz Pérez en Sevilla, un retrato literario (2011). Conservadores y progresistas, capillitas y antropólogos de la cultura, coinciden en ensalzar la ciudad (orgullo patrio que se despacha en todas partes del mundo, por feas o inhóspitas que nos resulten), sin plantear la cuestión crítica vital, que es la hegemonía: qué grupo o clase social impone a la ciudad su sello de identidad y sale ganando. La hegemonía en Sevilla tiene dos caras: un componente laico ejemplificado en el señorito vividor y calavera (tipo Don Juan o el primer Miguel Mañara) y un componente religioso basado en la personificación y en la externalización, barrocas: nazarenos, costaleros, romeros, pero también los Judas, los belenes vivientes, el culto a las estatuas, a los exvotos, a los muertos, a las estampitas y a los símbolos externos, todo muy rentable para el Pib y para el turismo religioso. Es esa religión, superficial como ella sola, la que el Vaticano y Conferencia Episcopal han querido reconducir por la senda de la ortodoxia en confluencia con la Iglesia del Norte y protestante, mucho más interior y cerebral, y la que igualmente han querido combatir partidarios del cristianismo de base (o franciscanos como el arzobispo Amigo). Ocurrió que en España, el rearme de la ortodoxia personificada en Juan Pablo II, papa tan popular como autoritario y dogmático, se vio contrarrestado por la explosión laica de la Transición y porque las fechas de Juan Pablo y del primer Psoe, el de Felipe González y Alfonso Guerra, eran las mismas: 1982. De manera que, al tiempo que Occidente financiaba el integrismo (Lech Walesa, en Polonia; el Ayatola Jomeini, en Teherán), la sociedad española, después de tanto franquismo y de tanta Ucedé, se daba a la movida irreverente con el primer Almodóvar, con Alaska, con Siniestro Total, con Toreros Muertos, con el roquero Silvio o con el flamenco fusión. La asunción de la religión católica por parte del Psoe se tradujo en Andalucía y en Sevilla, en particular, en los mejores años de la fiesta. Presidente y vicepresidente del Gobierno, de Sevilla, habían puesto de moda las sevillanas, la Feria, la Semana Santa y el Rocío, y el Ave Madrid Sevilla fue el puente de plata para folclóricas, toreros fashion y flamenquitos, artistas todos, con aristócratas, eventos y bodas de la prensa rosa, Casa Real y grandes de España, que tuvieron en Sevilla el colmo de la vida social. Pasado aquel esplendor al rebufo de la Expo 92, cumbre y valle, las aguas volvieron a su cauce: ni el Rocío reunía el millón de personas que se decía que reunía, ni las hermandades crecían al ritmo, más bien perdían nazarenos. Hoy, y con la crisis encima, la religión que le puede quedar a Sevilla es más propia del tópico de Zamora o de Valladolid que de la Sevilla de los 90. Claro que, cuanto más integristas se muestren, más fácil será que el Estado les diga a capillitas y beatas, curas y monjas, lo que Julio Anguita, al obispo de Córdoba: yo soy su Estado pero usted no es mi religión. Y la ciudad (desde la Cabalgata hasta el Corpus), óiganlo bien, tampoco es suya.

La fiesta según Sevilla y Sevilla, geografía e historia.

REYES, REINAS O REINONAS

Reinas Magas republicanas en Valencia

REYES, REINAS O REINONAS
MAGAS O REPUBLICANAS

La putada es la injerencia de la religión en nuestras vidas. Hasta en los juguetes y en los regalos que hacemos y pagamos de nuestro bolsillo. Quien paga manda y tiene derecho a hacer la representación que le dé la gana, belenística o carnavalesca. Todo es que ni un euro público vaya a financiar puestas en escena privadas, y la religión ‑sépanlo bien‑ es privada. Dicho lo cual, los reyes, en tanto personajes públicos, están sujetos a toda burla, escarnio o reinterpretación según quien pague y quiera hacerla: yo, usted, el ateneo, el ayuntamiento, la delegación de fiestas o la asociación vecinal, siempre que gastos / ingresos corran por cuenta de las personas interesadas, y quede claro que no es prioridad ciudadana. Separada la Iglesia del Estado y separados los dineros públicos de los privados, ¿cuál sería el problema? Sus Majestades no son monopolio de nadie y allá quien las encarne con actores masculinos, femeninos, travestidos, travestones, performánticos, robóticos, carnales, virtuales o digitales. Salvo que vayamos por la vida de Pontífices laicos: no es nuestro asunto. Si no metieran la religión en nuestras vidas, no nos meteríamos nosotros con las religiones ni con esa que dice que son tres y que llamarse Melchor, Gaspar y Baltasar. Porque lo diga el Papa, vamos. Se puede creer en un Libro, pero la vida no está escrita. Como se barren los caramelos después del paso de la Cabalgata, a ver si barren también la basura que dejan en la vida civil las religiones.

el crepúsculo de La fiesta según Sevilla

Semana Santa

EL CREPÚSCULO DE LA FIESTA SEGÚN SEVILLA

5 de enero. –Once de la mañana. Oído en caja de una tienda del centro: Yo, este año, ya le doy el dinero, y que él se compre lo que quiera. –Hora de la cerveza. Bar Rodríguez. Leído en el almanaque inverso: Quedan 81 días para el Miércoles Santo. –7 y media de la tarde. Plaza del Duque. Pasa la Cabalgata. Freddie Bartholomew se equivocaba más que la paloma de Alberti. La gente no se agacha a coger los caramelos. Como es día de lluvia, algunos rapiñan con sus paraguas abiertos del revés, en forma de antena parabólica. Otros llevan los zapatos envueltos en bolsas de plástico para no estropear en casa el parquet con caramelos machacados. La mayoría, pasa de caramelos y de agacharse a recogerlos. A esa misma hora, los muñequitos de Cortilandia (por decir algo) cantan muy bajito. Y nada de madroños al Niño no le demos más. Se ve que el Niño acabó hasta el moño. –10 de la noche. Telediario. La Cabalgata de caramelo es una más de las cabalgatas que se hacen en España. Hay otros modelos. Y a la vista están. Alcalde (de Sevilla), ¿qué miras? Tu puesto está en la fila.

Llamamos Sevilla eterna o Sevilla del ABC a la que se arroga las esencias de la ciudad: capillita, rociera, con caseta en la Feria, esta Sevilla es más inmovilista que el Antiguo Egipto de Sinuhé el egipcio. Característica de esta Sevilla es que la tomas o la dejas, eres de ella o no, pero lo que no se puede es dialogar. Se impone, entonces, lo que llamamos el secreto a voces, una realidad evidente por encima de las discusiones o de los temas a debate. Secreto a voces número uno. La Cabalgata de caramelo está agotada. Lo dice la frialdad del espectáculo, la parsimonia de cabalgantes y público. Hay otra Sevilla que tiene muy buen teatro de calle y pasacalles que ofrecer, formas de participación en una fiesta que no consista en una procesión más. De aquí a tres meses, la ciudad apolínea ‑saltándose el Carnaval, que es dionisíaco y no cuaja en la Sevilla eterna‑ estará en su Semana Santa. Ya lo decía la letra del villancico de Raya Real: Pero estoy viendo en la frente de mi Dios una corona de espinas. La Cabalgata así entendida, según el Ateneo o según Sevilla, no ha sido más que el primer desfile procesional de los que espera la ciudad de aquí hasta el Corpus. Esta forma de divertirse, consistente en procesionar, es tan cortita de alicientes que, pasado el primer impulso evangelizador o proselitista, el cansancio se hace evidente. Menos villancicos en las calles y no solo en los autómatas muñequitos de El Corte Inglés. Menos madroños al niño. Menos Raya Real. También las noches de la Inmaculada son más desangeladas. Y en Semana Santa hace años que las cofradías sacan menos nazarenos, secreto a voces que no disimulan ni las mujeres incorporadas a los cortejos procesionales. Ante el agotamiento de un modelo de diversión, la Sevilla eterna o del ABC, votante siempre del PP justificante de la crisis, opone ahora, qué curioso, la crisis, la crisis tiene la culpa de todo: menos gente, menos compras, menos alegría, menos nazarenos o menos villancicos. Pero la crisis es de 2007 y el agotamiento viene de antes y de antes de la muerte en 2005 del gran papa reconquistador de la fe que fue Juan Pablo II. Y es que uno de los combustibles de la ciudad mariana fue la racha de autenticidad y de dar testimonio que el papa polaco, de acuerdo en esto con los Servicios de Inteligencia occidentales, venía imponiendo a la Iglesia desde el final de los 80. Es probable que el agotamiento de las fiestas según Sevilla sea también el agotamiento de esa Iglesia que iba a ser una entre las tres de la Alianza de culturas y civilizaciones. Desde el yihadismo galopante, asoman dos conclusiones provisionales. Una, que el creyente occidental iba a rearmarse (a dar testimonio de su fe) solo hasta cierto punto, pero nunca hasta poder competir con el lado islámico. Y, otra, que fue un error expulsar a los laicos (como del Rocío: ese tío no es rociero). Sin el escepticismo de los laicos, sin su sentido de la distancia y del humor, la religión que le queda a la Roma andaluza (romana por lo pagana) es pura mojigatería formulada en este discurso del presidente del Ateneo intercambiable y ambivalente para todas las fiestas: en una ciudad de fuertes convicciones religiosas, el sentido unívoco del mensaje evangélico de la Cabalgata le confiere a ésta su inalterabilidad, lo que se traduce en una inmutable iconología. O sea, que el año que viene más muermo de Cabalgata, más de lo mismo.

¡Y UN JAMÓN!

Trigueros San Antonio Abad

¡Y UN JAMÓN!
¿En qué se parecen la Cabalgata de Reyes Magos de Sevilla,
la Generación del 27
y el San Antonio Abad de Trigueros?

En diciembre de 1927, cuando la reunión que dio nombre a la Generación del 27, las sesiones no se pudieron celebrar en la sede del Ateneo en calle Sierpes porque estaba tomada por los preparativos de la inminente Cabalgata de Reyes Magos, que el Ateneo y Sociedad de Excursiones de Sevilla (fundado en 1887) organizaba desde 1918. Aquel año 1927 era fecha del tercer centenario de la muerte de Góngora y, con ese motivo, los días 16 y 17 de diciembre se congregaría en Sevilla la vanguardia poética española, así que las reuniones tuvieron que trasladarse hasta la Sociedad Económica de Amigos del País, en calle Rioja. En la foto, inmortalizada por Serrano (otros hubiéramos creído por Pepín Bello, el fotógrafo del 27), aparecen por primera vez reunidos Rafael Alberti, Federico García Lorca, Jorge Guillén, José Bergamín, Dámaso Alonso y Gerardo Diego, con Juan Chabás y Mauricio Bacarisse. No salen, pero asisten, Pepín Bello, Luis Cernuda, Pedro Salinas y el torero Sánchez Mejías, que fue al final el que pagaba las copas, más un largo etcétera del cotarro poético local que pueden ver en la página que el Ateneo dedica a la reunión. Hoy, día 5 de enero, es buena ocasión para establecer la paradoja entre dos extremos: la vanguardia ateneísta, que alentó el homenaje a Góngora, comparada con la rancia Cabalgata de Reyes, que esta noche dejará la ciudad perdida de caramelos y algún que otro ojo con desprendimiento de retina. Alberto Máximo Pérez Calero, actual presidente, deja colgada en la página del Ateneo la siguiente perla o discurso diocesano [Dios es sano]: La Cabalgata, de marcado carácter social, forma parte de la intrahistoria de una ciudad de fuertes convicciones religiosas, a las que gusta exteriorizar mediante manifestaciones artísticas populares. El sentido unívoco del mensaje evangélico con la Cabalgata le confiere a ésta su inalterabilidad, lo que se traduce en una inmutable iconología, pese a la natural evolución. Leído lo cual, Freddie Bartholomew, embutido en su macferlán pero sin la lupa de Sherlock Holmes, comprende lo que leyó en Tinta de calamar sobre la dichosa Cabalgata: es tan marcadamente sexista y clasista, que se entiende que desde las carrozas no hagan más que tirar y tirar caramelos: es la mejor forma de humillar al público y que el público, mientras se agacha a coger caramelos, no vea lo horrorosa que es. Los kilos de caramelos recogidos darán para la reventa o para matar el gusanillo las noches de fogata que vendrán a la intemperie. Y si preguntas a los pobres qué han visto de la Cabalgata te dirán que el suelo y los zapatos de la gente. A todo esto, el Ayuntamiento, ahora socialista, poniéndole dineros, policías y servicios de limpieza para desencostrar las calles del melote pegajoso y machacado. Por algo, en otras Cabalgatas los caramelos no los tiran: se dan en mano. Tome nota también el noble pueblo de Trigueros (Huelva), que sigue presumiendo de tirar comida desde los balcones de las casas bien, a los pobres que abajo esperan que les caiga algo de provecho. De donde vendrá el dicho de la España del hambre: ¡Y un jamón!

CONCIERTO DE AÑO NUEVO

Concierto de Año Nuevo

CONCIERTO DE AÑO NUEVO

Más de un guionista se ha figurado el pánico al colapso del mundo en lo que dura el cambio de año. En un mundo sincronizado al máximo, la exactitud de los relojes abre paso al ictu oculi o milésima de pestañeo durante el cual el malo podría dar un golpe electrónico (al vacío) contra el sistema financiero, claves y contraseñas bancarias o el top secret de los misiles. Ese temor, que fue antes el milenarismo (lo mismo la vuelta de Cristo que el temido Fin del Mundo), aumenta cada año con la amenaza de atentados yihadistas. Esta Nochevieja, comparable a la de Sanjuán, por cuanto las dos son retos hasta la madrugada, ha vuelto el miedo a salir de noche y quienes salían iban conscientes de tener que pasar controles de policía o incluso de ir la gente preparada con pañales disimulados porque el acceso a los urinarios iba a ser una dificultad añadida. Igual que hay ángeles de la guarda, la noche se pasó a base de agentes de la guarda, casi a razón de uno por persona, para que la persona tirara su cohetito, consumiera su picnic de doce campanadas y diera un beso precocinado a su pareja entre aleluyas consabidas. En eso ha quedado el homo occidentalis. En mirar para el lado que interesa de la noticia, en votar a partidos y representantes que imparten seguridad, y en dejar, eso sí, alguna aportación para una causa solidaria, oenegé o Fundación, que nos ayude a tragar las uvas sin engolliparnos. Y les dejo, que a las 11:15, hora española, dan por la tele el Concierto de Año Nuevo, y he de vestirme para ocasión tan señalada.