Etiqueta: educación

soneto gongorino.

Velázquez Retrato de Luis de Góngora (1622)

SONETO GONGORINO
A CULTOS Y ADIVINOS
del tiempo ya pasado, no el destino.

distancia más inmensa
de Dios a hombre, que de hombre a muerte.

De historia antigua, traspasado el pecho
-libro de texto, flexo, codos, sienes-,
dar tus neuronas ímpetu, en rehenes,
a viejas glorias, ese fue tu techo.

El precio fue callar que no hay derecho
que para licenciarte en algo tienes
que papagayear el bien de bienes,
antes que criticar lo mal que han hecho

todo. No más hazaña, escuelas mías,
del tiempo de estudiante clara ofensa,
que ser hoy profesor que de eso coma,

antes que averiguar qué será un día
la vida. Que hay distancia más inmensa
de aquí al futuro, que a la antigua Roma.

 


Daniel Lebrato, Lista de espera (2020)

Portada: Velázquez: Retrato de don Luis de Góngora (1622)

Los oficios del ¡Sí!

Policías en Túnez

Por mayo de 2015, y en la caseta de Ediciones En Huida, Plaza Nueva 1, me tocó presentar, actuando yo como Daniel Lebrato, Los oficios del no, epílogo a lo que había sido Tinta de Calamar, publicado en octubre por Ediciones En Huida, y que aquel mayo se alojaría en el programa de la Feria del Libro de Sevilla.

Los oficios del no era la reflexión que el escritor se hacía sintiéndose parte de la mendicidad, la venta callejera o la bohemia que en el centro de Sevilla pide su aquiescencia al paseante. Reflexión premonitoria, pues si firmé algún libro –Martín Lucía se acordará– no lo recuerdo.

Si rememoro los oficios del no es porque en este país de ¡Mucha, mucha, Policía [pulisía]! y Guardia Civil, mucha Jupol (Justicia Policial) y mucho sindicato profesional de fuerzas y cuerpos de seguridad (Cataluña muy presente, por la unidad de España, y Eta, ni con lejía, por las víctimas del terrorismo) el personal de tropa (no de academia ni de guardiamarinas) olvida que esos cuerpos se nutren de estudiantes de los de ¡fuera estudiao! que se creen que su orden público es fundamento de nuestra democracia y, encima, se quejan.

Cuando yo despachaba en tutoría con algún alumno, hombre o mujer, interesado en los cuerpos uniformados como salida profesional, siempre les dije:

–Si la ciudad es como un colegio, la labor de policía es de vigilante del recreo, a favor de la gente, hacedlo bien. Pero el ejército consiste en matar o en no hacer nada y, en todo caso, en obedecer órdenes que las más de las veces se vuelven contra la propia gente.

No podemos amar los cuerpos uniformados porque no podemos aislarlos del Estado o del Gobierno, del Rey o de la Constitución que dicen tener por encima. Demasiadas órdenes para estar siempre ¡A sus órdenes! Demasiada patria para quienes dicen darlo ¡Todo por la patria!

Son los oficios del sí. Peor aún: del ¡Sí, Señor!


 

mañana, la enseñanza única.

Publica-Privada

MAÑANA, LA ENSEÑANZA ÚNICA
fábula concertada a la manera de Axa, Fátima y Marién
con toques de Lope de Vega y Bertolt Brecht

Cuando llegaron al poder, los psoecialistas sabían de sobra que tres vías de enseñanza habrían de dar, por fuerza, tres velocidades de aprendizaje, tres discriminaciones presentes, y tres ciudadanías distintas. Recordemos: la clase alta, a la privada (voto al PP); la media, a la concertada (voto Psoe); y la baja, a la pública, pues era intención del Gobierno erradicar el analfabetismo y dar formación profesional a las clases hasta entonces obreras o proletarias y subir, de paso, la nota de España en los Informes Pisa y Ceoe.

La enseñanza privada era difícil de intervenir sin perjudicar la “libertad de enseñanza” como una más de las libertades.

Dijo el Psoe:

–Fomentaremos la igualdad mediante becas y ayudas.

Por su parte, la pública exigía su Red de Centros.

–Concertaremos con la Iglesia el uso de sus colegios y mañana construiremos (para lo mismo construir mañana).


Han pasado cuarenta años.

Cuántas veces la Red de Centros
laica: –Asómate ahora a la ventana.
–Mañana construiremos -respondía-
para lo mismo construir mañana.

Y vinieron leyes orgánicas como sopa de letras y hasta perder la cuenta en cuál estábamos (Lge, Loece, Lode, Logse, Lopeg, Loce, Loe, Lomce). La religión como asignatura continuaba y Selectividad era la única fecha de obligada convergencia entre los tres currículos estudiantiles o las tres vías: Axa, Fátima y Marién.

Hoy hay convocada huelga general con manifestaciones en la enseñanza pública y por la enseñanza pública. Como la convocatoria no decía nada sobre la enseñanza única, no iré a la huelga ni a la manifestación.

Sencillamente, no me moví.


 

única es única y no pública privada concertada.

Perennemente se oye pedir desde plataformas laicistas: “fuera la religión de la enseñanza pública”, cuando habría que acostumbrar los oídos al “fuera la religión de la vida pública”. La supuesta progresía del “fuera la religión de la enseñanza” recuerda la de pedir referéndum monarquía o república como si fuese una gran cosa. [1]

Con la Iglesia hemos dado y con el Islam, dos poderosas construcciones que la actual política en España no parece dispuesta a inquietar.

Y todo, en nombre de supuestas libertades individuales consagradas por la Constitución (¿libertad de enseñanza?) y por el “silesgusta” dueño y señor del pensamiento al uso. El Concordato (desde 1976) es la clave, y no se denuncia porque no se quiere. [2]

Si a la Iglesia (y resto de confesiones religiosas) le volviera la desamortización (empezando por la concertada; la privada religiosa hallaría otra más larga justificación), el país alcanzaría no solo unas aulas más laicas, sino unas calles y plazas más respirables.

Es la pregunta: si hay voluntad política.

[1] Cuando lo suyo sería: ¿para qué una Jefatura de Estado? ¿Un Macron? ¿Un renovado Manuel Azaña? Un Estado unicéfalo (56 en Naciones Unidas) y de parlamento único, unicameral (110 en todo el mundo), nos ahorrarían Jefatura del Estado (Casa Real incluida) y Senado.

[2] La falta de centros públicos como justificación para el concierto con la privada (la concertada), tendría valor, si lo tuvo, en 1982; desde entonces no se ha completado la red pública porque no se ha querido.

el ambigú de las palabras más bonitas y más feas (para uso escolar).

Caca maraca

Identificamos la clase (social, política o ideológica) de una persona por su lenguaje. Dentro del lenguaje, hay una antigua diatriba entre el bien hablar y el mal hablar, entre el eufemismo y el vulgarismo, entre la ponderación o la degradación. Y todo se fragua en la tierna edad de la infancia. Es muy importante que los niños y niñas que queramos bien educar escapen de ese maniqueísmo que en el fondo no es más que una distribución de clases: tú hablarás por aquí, tú hablarás por allá.

Como las palabras no son ni buenas ni malas, que todo depende de intención y situación, proponemos, por si les sirve, un ejercicio didáctico para ejercer con un grupo de menores (de entre 5 y 10 años) sin que padres ni madres tengan derecho a intervenir. [eLTeNDeDeRo] lo llama EL AMBIGÚ DE LAS PALABRAS, pero cada quien que lo llame como mejor le parezca. La técnica es la del cuenta cuentos. Se monta en una clase o en donde se tenga un espacio adecuado; el ambigú dirigiendo y el grupo alrededor. Se desarrolla en tres tiempos: la casa, el cole y el parque. Puede durar según se anime el grupo a intervenir y según vaya midiendo el ambigú.


EL AMBIGÚ DE LAS PALABRAS
a las criaturas con las palabras más bonitas y más feas

EL AMBIGÚ: ¿Todas las palabras son igual de bonitas o de feas? A ver, vamos a ver, ¿cuáles son para vosotros las palabras más bonitas desde por la mañana? (Que cada uno piense una, dos, tres palabras, las más bonitas que le parezcan. El ambigú hace un sondeo y se las ingenia para que las más bonitas sean las palabras de proximidad, de contacto y de familia.) Ninguna más bonita que mamá, papá, pero también necesitáis las palabras pipí y caca, ¿verdad que sí?

(Pausa y cambio de escenario: en el colegio.) Luego, en el colegio, las palabras más bonitas son, ¿cuáles son las palabras más bonitas en el cole? No vale decir recreo ni desayuno. (Aunque también podría incluirlas. Vuelve a preguntarle al grupo.) ¿La palabra seño?, ¿la palabra compa de mesa o de pupitre? Aquí vemos ese niño o esa niña que en el colegio se ve que se llama, oh magia y maravilla, igual, igual que yo, igual que tú. (Pregunta al grupo por nombres repetidos.) Ya hemos descubierto los nombres compuestos, los apellidos para qué sirven: para ser cada uno, para ser solos y para ser juntos.

(Pausa y cambio de escenario: por la tarde, en el parque.) A ver, palabras bonitas que se aprenden en el parque por la tarde o en la calle o en las fiestas de cumpleaños o cuando os llevan al cine. (Vuelve a preguntar al grupo. Se las ingeniará para que triunfen palabras de más edad y de amistad, que triunfen los nombres de las cosas y la palabra amiga, amigo. Cambio de escenario, puede ser otra vez el colegio.) A veces los mayores os riñen: habla bien, que eso no se dice. Y debéis hacerles caso pero hoy no, para esta clase de bien hablar tenéis permiso. (Que digan ahora las palabras más feas, las palabras prohibidas con permiso del ambigú, quien les irá diciendo ‑si puede‑ cómo mejor se dicen.)

Bueno, ya habéis visto que las palabras feas no eran tan feas y ya veréis también que no siempre las palabras bonitas os las dicen porque sean bonitas. Que te digan guapa no porque seas guapa, sino una fresca. O que te digan chulo porque eres un fresco y un abusón. En fin, coged las palabras que más os gusten como un pantalón o como una falda, como una camisa o como un pijama. Coged las palabras que mejor os vistan. Las palabras, dijo un señor que se llamaba Antonio Machado, son como las monedas del alma (fuerza la pregunta). ¿Monedas del alma? ¿Alguien tiene una hucha? ¿Unos euritos? Pues el alma es como una hucha o un monedero o algo que se guarda en el bolsillo para gastárnoslo en lo que más nos guste:

Moneda que está en la mano
quizá se deba guardar.
La monedita del alma
se pierde si no se da.

(El grupo a coro o por voces puede repetir la copla hasta aprendérsela.) Ya sabéis por qué, si vais juntando palabras y palabras, tendréis un tesoro. Las palabras bonitas, para repetirlas y regalarlas y, las palabras feas, para no tenerles miedo y para no callaros nunca ante la injusticia. ¡Ya somos ricos sin hacernos ricos!


 

crítica a la crítica de costumbres.

Titánic
la juventud, a bordo del Titánic

Una rara idea de esta vida me impide criticar a quienes me vienen detrás, después de tanto tiempo que he tenido yo, el profesor (y mi generación de profesores y maestros, de periodistas y políticos, y filósofos y científicos, y escritores y lectores, y revolucionarios y progresistas, y artistas y gente culta, dicho sea en masculino y femenino), para educar o conformar, en el sentido de dar forma, y ni hemos educado ni hemos conformado nada.

A mi generación, pues, esa es mi cuenta y mi reproche, que es la que sigue haciendo el ridículo. Ridícula, la exaltación de la generación de Ortega y Gasset o Manuel Chaves Nogales. Ridícula, la exaltación del exilio español, gente bien que dijo a la República ahí te quedas y hoy pasa por patriota. Ridícula, la exaltación de la República incapaz de abolir el ejército que se levantaría contra ella y, ridícula, esta España que aún no ha enterrado a Franco ni desenterrado a gente buena que sigue por las cunetas. Ridículos y amañados, los libros de texto que inculcamos a nuestra chavalería en clase, sombras plagadas de mentiras disfrazadas de cultura.

Ridícula, la Transición del 78 en España, del 89 en el mundo, y quienes saludaron la caída del Muro de Berlín y ahora en su muro de Facebook lamentan la deriva de la historia reciente. Todo, todo, menos nombrar al Imperio por su nombre. Qué fácil decir sociedad, mundo en que vivimos, jóvenes, juventud, costumbres, como si quienes hoy pasamos de los sesenta no fuésemos, al fin, padres y madres, cristales o espejos donde una generación se hizo y se deshizo.

Ahora que no hay grandes partidos comunistas (¡qué larga la sombra del anticomunismo!), yo sigo nombrando al capitalismo por su nombre y me sigo cagando en sus muertos y en sus vivos. (“¡Son sus valores, estúpido!”) Aunque capitalista sea mi cuenta en Santander y mi Visa Máster Card.

La joven tripulación, con capitanes profesorado como nosotres (incapaces ni de poner las vocales a la altura de los tiempos), la juventud, o sea, milagro no nos salga terrorista ni haya prendido fuego al mundo que le hemos dejado en herencia. Milagroso, quien, de uno en uno, se salve del naufragio.


de infancia y confesiones y libertad de expresión.

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Charlie Chaplin, The Kid (El Niño) (1921)

Grabando yo mi corto La entrevista (3:33), se me acercó un chiquillo en bicicleta, que resultó ser, por el nombre y por el parecido, hijo de un amigo que trabaja en los bares. Inmediatamente pasé yo a ser el entrevistador y, el niño, el entrevistado. Lo cuento porque grabar con menores y divulgarlo es asunto delicado por los derechos de imagen. Esta fue la carta que, otorgado el permiso y lanzado el estreno, envié yo a su padre, con el cartel de la peli: El cuarto de estudio del niño tendrá muy pocas cosas del gremio del papel y por eso yo quiero que él guarde, como el póster de su ídolo o como la camiseta de su equipo, ese recuerdo de la película que hicimos juntos. No es que nos vayan a dar el Óscar de Hollywood, pero hice y mandé imprimir el cartel antes que el papel se extinga como se está extinguiendo el plástico. Consideradlo una foto de los bisabuelos o la tarjeta recuerdo de la primera comunión. Fin de la carta.

Sobre los móviles o celulares, y aunque todavía los colegios anden prohibiendo el dispositivo móvil del alumnado, en las futuras mochilas escolares no habrá libros de texto (que pesan un taco y arrasan los árboles) y habrá, en cambio, una pantalla digital donde harán sus deberes y consultarán sus dudas y seguirán sus clases. En colegios de países muy avanzados ya no imparten tanto la caligrafía (cuyo sitio es el papel), sino dactilografía (mecanografía moderna) y dictadografía, dictado por voz. Por eso, además de su español natural, hay que enseñarles a pronunciar el español estándar o internacional (el que se decía se hablaba por la gente muy fina).

Sobre imágenes de menores, yo añadiría: Publicad solo lo imprescindible pero tampoco os preocupéis en demasía. Un desaprensivo puede estar ahora copiando y pegando cualquier foto de nuestro perfil y foto tratarnos como protagonistas de un porno o miembros de una célula yihadista. Lo mejor es no alucinar demasiado y, al final, si es la Infanta de España, bien que nos la ponen en primera en todos los telediarios sin tirita ni pixelado en los ojos.

Y en cuanto a peligros que asedian la educación de la infancia, tanto como lo que ven o enseñan por pantalla en móviles o celulares, maleduca la programación de la tele, el fútbol, los toros o las fiestas populares, o la música zumba o reguetona que ilustra los tímpanos de padres y madres en gimnasios y sitios de alterne.

Dejo a ustedes con Carta a una guardería, estado de la cuestión a fecha febrero de 2016. Lo que ahí pasó y se dice, puede seguir pasando y diciéndose. Hay mucha hipocresía entre familia, mucho por despejar y combatir el miedo que nos quieren meter en el cuerpo en la España de Valtònic y Willy Toledo, antes fueron las del Coño Insumiso o la revista TeVeo, Títeres desde abajo o Alfredo Krahe. La lista de Víctimas de la libertad de expresión en el país de los demócratas, la España constitucional, es de risa si no fuese de pena.

Infancia y confesiones, de Jaime Gil de Biedma, por Isidre Martínez Marzo

–Enlace a La entrevista (3:33)

de intrusos e intrusismos | el profesorado y las tic.

*Intrusismos 1(vídeo 3:36)

Con la polémica de los másteres y doctorados, todo el mundo sabe, desde el telediario, que internet sirve de policía y juez para combatir el copia y pega y más destaca la obsolescencia del profesorado en tecnologías que son bastante viejas.

Aunque en colegios e institutos se fueron implantando aulas informatizadas y pizarras electrónicas bajo control profesor, al alumnado se le prohibió usar su tecnología personal, pc portátil o teléfono inteligente. Caso real, curso 2005. El día que el profesor Lebrato llegó al instituto de bachillerato Talicual, aquel Departamento de Lengua prohibía a su alumnado ¡presentar trabajos a máquina!, cuando ya las Olivetti habían desaparecido de las casas y no había más máquina de escribir que pc de sobremesa más impresora; más internet también, de donde el profesorado (que empezaba a preparar sus clases con ayuda de Wikipedia) temía que su alumnado copiara o copiase sus trabajos.

Para que se hagan una idea, El Rincón del Vago, estaba desde 1998. En 2007 empezó a extenderse el uso del teléfono inteligente o smartphone. Y al curso en curso, 2018, estudiantes que ingresan en secundaria (con 12 años) no han conocido más inteligencia artificial que la del móvil y quienes acceden al bachiller llevan desde primaria (con 6 años), bajo el dominio y la querencia de su ordenador de bolsillo.

El Profesor Lebrato les propone, como clase piloto, una que llama Intrusismos 1, que une lo que estamos hablando con lo que tendríamos que hablar. Es intrusismo esa palabra que más allá del neologismo y del tecnicismo, sumando barbarismo, se ha colado de polizón en la lengua de don Quijote, que ve pajaritos. Y Sancho Panza, en plan castizo, corrige a su señor. Empezamos por las palabras *blog, *muro (de Facebook), *post y *podcast.

blog debería ser bloc (bloc de notas, bloc del cole).

muro (de Facebook) debería ser mural o tablón.

post debería ser nota, apunte, comentario o artículo (entrada, en todo caso).

podcast debería desaparecer para que siguieran audio y vídeo (en diferido o a la demanda) o, aprovechando que *post quedaría libre, llamar al *podcast post, de ‘puesto’ y de ‘después’ (hasta poscast, sería preferible).

Si quieren, Intrusismos 1, la clase, está grabada como para un curso de bachillerato a distancia de apenas 3 minutos y medio y se puede simplemente escuchar mientras se hace otra cosa. Si están de acuerdo, pásenlo por ahí. A ver si, aunque tarde, hacemos algo.

□ enlace a vídeo intrusismos 1 (3:36)

□enlace a etiqueta ‘tecnología’ en [eLTeNDeDeRo]Neologismos y tecnicismos por un tuboNeologismos y nuevas tecnologías

análisis de la Universidad.

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pervivencia de un mundo medieval

Desde el Plan Bolonia, en lo que llamamos Universidad se cruzan dos mundos que no tienen nada que ver. Un mundo de empresa privada, condenado a estar a la última, competitivo y en vanguardia, y un mundo funcionario de raíz medieval que reproduce categorías vitalicias de posesión, propiedad, ocupación y territorio: el aspirante toma posesión de una cátedra (silla o sillón) que pasa a ser de su propiedad; esa plaza la administra mediante profesores agregados y desde allí ejerce el control de departamento y planes de estudio, ese es su territorio. Antes, las universidades se repartían por especialidad, órdenes religiosas o rivalidad en cortes entre municipios. Modernamente, ha cundido el ninguna provincia sin universidad, hasta haber más universidades que provincias: 82 (50 públicas; 32 privadas). Como ustedes comprenderán, cantidad no es calidad, y se ha perdido el prestigio de ser licenciado por Salamanca, por Valladolid, por Barcelona, Valencia o Santiago de Compostela, Sevilla o Granada. Claro que las nuevas universidades, públicas o privadas, podrían venir con otras bases no medievalizantes, pero la verdad es que no. La Rey Juan Carlos (fundada en 1996) es pública y ya ven nomenclatura, organigrama y comportamiento: catedrático, asociado, titular, interino, colaborador, contratado o visitante (masculino o femenino) siguen siendo marcas de departamento o línea docente. Si eso no es territorialidad, que venga Fray Luis de León y lo vea.

entre lo público y lo privado

La segunda confusión sería la intencionada mezcla entre lo público y lo privado. Lo público, porque el Estado insiste en seguir siendo Estado del Bienestar donde impera (como un derecho en el Estado de Derecho) el derecho a la “igualdad de oportunidades”, caca maraca que cuenta con la complicidad de estudiantes y familias de estudiantes que, mediante becas y subvenciones, consiguen grado o título para montársela por la privada en despachos, bufetes o consultas particulares. Paradójicamente, y aunque acusada de ser fruto podrido de la privatización, la universidad privada (siete de ellas, confesionales católicas) tiene que parecernos mejor por cuanto no nos cuesta el dinero a través de los Presupuestos del Estado.

investigación, ¿para qué o para quién?

La tercera gran zona de sombra la pone la I+D o la I+D+i, o como lo quieran llamar. Nada evita que investigación financiada o alcanzada en o por la universidad pública vaya a parar a Bayer o BMW. Las becas y ayudas o subvenciones no firman contrato de fidelidad (lo que sí, un futbolista con su equipo) y mi compromiso con el Estado, como estudiante y como profesional, dura hasta que una empresa me aumente el sueldo o compre mi patente. Dicho en cubano, sería como estudiar medicina gratis en la Universidad Pública de la Habana y forrarte después abriendo consulta de lujo en Miami. En España, se da idéntico gusaneo.

Los males de la universidad española, escándalo más o menos, son los males del fragmento social que de ella se beneficia, no digamos toda la sociedad (obreros de Bellavista, pescadores de Sanlúcar, aparadoras de Valverde). La generación Podemos, muy universitaria, no ataca a la universidad porque es parte de ella. Le trae más cuenta separar las manzanas podridas: Cifuentes, Casado, Montón y lo que venga, que vendrá. ¿No se dan cuenta que cuando un objeto multiplica su valor o se exige para el triunfo social, está servido el fraude, el tráfico ilegal? ¿Por qué creen que se roba dinero? Pues ahora pasa con los másters o trabajos de postgrado, con las tesis o con lo que absurda o exageradamente se pida a las criaturas para entrar a un trabajo o a un puesto de relieve. Cifuentes, Casado o Montón, las tres personas de la Rey Juan Carlos, ¿de verdad esperaban ustedes que fuesen mágister en algo? ¿Esperaban que esos currículos hinchados por la competitividad a la moda de la empresa privada generaran una tesis, una opinión, un hallazgo, una luz para la humanidad? No se lo cree nadie. Lo que habría que cuestionar es Bolonia y la Universidad como institución, el Estado de cosas y las cosas del Estado. No lo harán Pablo Echenique ni Pablo Iglesias, ni Errejón ni Monedero; no lo hará Izquierda Unida. No pondrán en duda la Universidad. Pero la Universidad, como Cartago, ha que ser destruida para que otra cosa (ya no medieval ni vendida al capitalismo) nazca o renazca de sus cenizas.

–enlace a cuadro de grados y posgrados

cuadro de grados y postgrados en la universidad española.

estructura-universitaria

En la España del Plan Bolonia aprobado el 29 de octubre de 2007 (etapa Psoe con Rodríguez Zapatero), una vez terminada la carrera se pueden adquirir tres titulaciones más: curso postgrado, máster y doctorado. Por cada modalidad se entiende curso, grado y título y, al doctorado, tesis.

El grado o licenciatura se adquiere tras cursar una carrera de 3 o 4 años lectivos (de 180 a 240 créditos europeos). Por encima, y con posgrado máster incluido, están odontología y veterinaria (300 créditos); arquitectura y farmacia (343), medicina (360, 6 años lectivos). El posgrado: curso postgrado, mínimo 150 horas lectivas. máster o magíster o maestría, del latín magister, dura de 60 a 120 créditos, de 1 a 2 años lectivos. hacer un máster. ser un máster o un magíster o ser una máster o una magíster. doctorado es el grado académico máximo concedido por la universidad o escuelas técnicas superiores y se alcanza tras cursar y un conjunto de asignaturas que una vez aprobadas dan acceso a la investigación que va a dar a una tesis defendida ante un tribunal, la tesis doctoral. Hasta aquí, las titulaciones. Luego vienen las salidas profesionales a las que se accede por contrato, en la empresa privada, o por oposición para acceso a la empresa pública, cuerpos u organismos del Estado.


 

la bola de cristal y los dispositivos móviles dentro de la escuela y para estudiar.

retrete como bola de cristal

maneras de ver el mundo hay dos, hacia atrás y hacia alante. esto ha sido siempre así. hacia atrás es la mirada de la cultura, de lo cultivado y que se cultiva. la cultura es siempre conservadora (aun la que se considere a sí misma como muy rompedora, revolucionaria o desobediente) porque, por la cultura, optan personas que al presente (en un presente determinado) viven de un cuento y quieren seguir viviendo de él.

la mirada de futuro, en cambio, incluso la que proceda de la persona más reaccionaria, es siempre revolucionaria o de cambio porque por muy facha o conservadora que sea esa persona, su mirada es, cuando menos, un aviso o un anticipo de lo que nos vamos a encontrar. yo la llamo la bola de cristal (por esa como pecera iluminada donde la pitonisa de barraca o de tugurio leía el porvenir). hace tiempo soy no culto (inculto no lo puedo ser) y, sin ser pitonisa, eso no, consulto la bola de cristal continuamente.

esa mirada al futuro me ha dicho cosas que ustedes pueden saber. no habrá corridas de toros porque no se consentirá el maltrato animal. habrá derecho a decidir por pueblos o comunidades porque en la aldea global lo que no habrá serán fronteras ni onus ni estados como hay ahora. tampoco habrá oenegés, hijas de un tiempo que cambió la cáritas por caridades semejantes.

hoy, al preguntarle a mi bolita de cristal, que es la de ustedes, me sale un futuro escolar sin libros de texto y sin mochilas donde todo se hará por lo que hoy llamamos terminales o dispositivos móviles. francia y macron prohibiendo los móviles en la enseñanza son el pasado, están muertos de muerte natural.

un profesorado al frente de lo que usan y está en los hábitos de su alumnado, sería un profesorado punta y de vanguardia y, en todo caso, corrigiendo fallos y riesgos que indudablemente trae consigo todo lo novedoso.

ya les pasó a los clérigos que vieron la invención de la imprenta como un invento del demonio. ¿para qué estamos el mester de clerecía?, se preguntaban los muy espabilados frailes guardianes de la cultura.


 

por una enseñanza única.

la escuela única

El sistema educativo, dependiente del sistema económico, lo mismo es causa que consecuencia, lo mismo sirve al individuo para salir del hoyo que para caer en él. Este doble efecto de la educación caracteriza todo lo que llamamos cultura o arte, áreas reservadas a las clases privilegiadas que con educación más cultura y arte han justificado y dado bibliografía a sus privilegios y dominios. Además todo sistema educativo se concibe como un sistema de formación profesional, siendo el mercado (la oferta y demanda de puestos de trabajo) quien dicta programas y currículos que no están diseñados para subvertir el orden de las clases sociales sino para prolongarlo bajo la especie de que la democracia y el Estado del Bienestar funcionan: ley que dirige a unas personas a los trabajos más duros y peor pagados y a otras las pone al frente de la política, de la magistratura, del ocio o de las bellas artes.

Sobre esa realidad, una corriente docente ha querido hacer de la enseñanza un arma de transmisión colectiva de conciencia, de enseñar a quien no sabe: dar formación profesional y enseñar a la vez los entresijos del sistema, darle al alumnado una conciencia de clase. Han sido las misiones pedagógicas. Frente al bien común de las misiones pedagógicas, se nos sigue vendiendo como heroico el caso de quienes estudiando llegan a buen puerto, algo que, desde el Lazarillo, siempre ha sido de alabar, más cuando el estudiante empieza desde abajo y sin recursos: es la versión optimizada de la enseñanza: la excelencia docente. Mientras en misiones pedagógicas lo importante es que la mayoría de un curso vaya para adelante, en excelencia lo que importa es la máxima nota de los mínimos estudiantes, lo que en la enseñanza pública se consigue imitando o usurpando vicios y virtudes de la enseñanza privada.

La equidad, que últimamente ha dado la vuelta al mundo educativo, es otra cosa. La equidad ni cuestiona el sistema de excelencia ni cuestiona la igualdad de oportunidades. Ha dicho el joven Tomás y Valiente que “no solo son excelentes quienes obtienen óptimos resultados sino quienes consiguen progresar desde circunstancias menos ventajosas, en ocasiones, con problemas familiares, aprietos económicos o dificultadas de aprendizaje”. El joven mezcla en su discurso discapacidades y circunstancias del alumnado emisor que no cuestionan el sistema receptor.

Oído lo cual, la enseñanza tiene que ser, ni misión ni excelencia ni equidad: única y la misma para toda la población en edad de estudiar. Enseñanza única que es incompatible con las tres vías educativas, la pública, la privada y la concertada: Algo de lo que casi nadie quiere hablar ni aun en los foros docentes más progresistas. Se nos olvidaba que, entre tanto lema majadero, el más de lo más es el que fija y establece como un derecho el llamado derecho a la libertad de enseñanza.


arbitrismo educativo.

Las armas y las letras en Educación y sociedad.org

A diario recibo en mi correo propuestas y más propuestas para arreglar el sistema educativo. La enseñanza se ha convertido en territorio de arbitristas. Arbitrista era quien en la decadencia de la monarquía hispana elevaba al rey un memorial aconsejando cómo remediar los males estructurales de la patria: mejorando los caminos reales, haciendo canales y ríos navegables, fomentando tal o cual área económica, etecé, etecé. En la moderna enseñanza, y a partir de los Informes Pisa (pisa morena, pisa con garbo), una generación de docentes, sin duda bien intencionada, se empeña en mejorar el sistema educativo, y lo hace con la actitud del arbitrista o con el rigor del aficionado al fútbol que cree tener en su cabeza el once ideal con que España ganaría el mundial.

Cualquier propuesta de reforma que no empiece por exigir la enseñanza única, queda parcial e injusta con quienes hoy estudian en la pública, por cuanto la privada (y, en parte, la concertada) es vía de escape de familias que pueden permitirse salirse o saltarse el programa del Estado. (El único día que las tres vías coinciden es la prueba de acceso a la universidad; a partir de ahí, nuevamente los senderos se bifurcan.) Cualquier reforma que no fidelice las becas, hoy a fondo perdido, y la relación laboral Estado / estudiantado, sigue permitiendo la fuga de cerebros que significa estudiar con dineros públicos y ejercer para ganancias privadas. (La beca me hará médico, a mí el pobre, y luego abriré mi consulta para enfermos ricos y también me haré rico.) Toda enseñanza, en sentido amplio, es formación profesional y cualquier propuesta que base el sistema educativo en vocaciones personales, en vez de en las aburridísimas necesidades del Estado, va de cráneo y es fuente de frustraciones. (Oferta sin demanda: yo, el licenciado, me veo en paro mientras la empresa no encuentra la mano de obra que necesitaba.) Cualquier intento del Estado por competir con el mercado formando al personal que la empresa necesita, no solo es también fuga de cerebros y dineros, sino algo anticipadamente obsoleto, pues el mercado de trabajo irá siempre por delante en tecnología y en sabiduría para la formación de sus propios recursos humanos. Cualquier propuesta de reforma que no cambie de raíz el actual estatus universitario y lo que son las universidades y que no impugne el Concordato con la Santa Sede (1979) y el poder de la Iglesia a través de la enseñanza, no habrá cambiado nada de lo que habría que cambiar: la falsa igualdad de oportunidades del muy falso Estado del Bienestar.


Daniel Lebrato Martínez, arbitrista educativo.

análisis del sistema educativo.

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Lo mismo que en arte y en historia del arte cristiano se habla de un programa iconográfico más allá del qué bonito o qué espectacular de tal o cual fachada, vidriera o altar de catedral (programa donde, desde la preiconografía, se dilucida lo sensorial, lo racional y lo simbólico o alegórico que a primera vista no se ve), así podríamos hacer el programa iconológico o didáctico (o comentario del texto) del sistema educativo, más allá de educación para todos o libertad de enseñanza, tópicos así.

Veríamos que el sistema educativo viene de una universidad como institución administradora de la cultura y del saber (básicamente en poder de la Iglesia) y de unos gremios transmisores de los oficios manuales, oficios que la universidad ignoraba o despreciaba (excepción hecha de artes manuales relacionadas con la palabra de Dios, como los libros, o la misa, como la vinicultura). Sobre esa biparticipación se levanta la división entre trabajo intelectual (en realidad, no‑trabajo) y trabajo físico, división que en casi nada se ha movido de donde estaba en la sociedad medieval, aquella que distinguía entre oratores, laboratores y bellatores.

La historia de la enseñanza reglada (pública en el sentido de estatal y obligatoria, aunque se curse por vía privada o religiosa) es la historia de una formación profesional (en sentido amplio, todo es efepé) ligada a las necesidades de puestos de mando y dirección y técnicos cualificados junto a mano de obra cualificada para el manejo de complejas máquinas que el obrero no podía manejar sin preparación, ni estropear. En la revolución industrial empieza el programa a dejarse ver.

Primero, un profesor formado en y para la universidad como profesional liberal que, de pronto, al masificarse su número (oferta) y ser llamado al servicio del bachillerato y formación profesional (demanda), se ve expulsado de la universidad y al otro lado del río del sistema de cátedras donde fue educado. Primer gran cambio.

El segundo gran cambio fue que una minoría de estudiantes lograra subir, gracias a sus estudios, en la escala social y acceder a un no‑trabajo; excepción que confirma la regla porque la mayoría seguirá destinada a un trabajo manual. En lenguaje 15‑M, podría decirse que si no había pan para tanto chorizo, tampoco hay conservatorio para tanto artista. Se ha agrandado la brecha, el divorcio, entre vocaciones personales (todos quieren vivir bien) y mercado de trabajo (alguien tiene que bajar a la mina o subir al andamio).

El bálsamo aparente es igualdad de oportunidades en el marco de libertad de enseñanza, dos lemas propios del Estado del Bienestar que no se tienen en pie: la igualdad no es real y la libertad solo está al alcance de quien la puede pagar (comprar, habría que decir), y vienen ahí la mano de obra de inmigración (para los trabajos peor pagados) y las enseñanzas privada y religiosa, vías por donde las familias que quieren/pueden escapan a la educación común al resto del Estado. Para quienes mejor viven, o sea. La desigualdad se hace endémica (o sistémica).

Ahora, ponga usted a una asamblea de docentes ante un congreso educativo o en una mesa redonda donde cada docente exprese su voluntad. No habrá forma de entenderse. Las secuelas de una formación universitaria son todavía muy notorias a nivel personal y la jerarquía en cátedras y agregadurías se reproduce entre institutos de bachillerato y de efepé y entre institutos y colegios, por no hablar de diferencias entre la pública, la privada y la concertada. Por su parte, el Estado liberal, a favor de la iniciativa privada en lo económico, es incapaz: (1º) de fidelizar al estudiantado (que las becas fueran prepagos al futuro funcionariado); (2º) de planificar la demanda efectiva de puestos de trabajo que la sociedad va a necesitar y (3º) de renunciar a la farsa de la investigación y de la efepé y encomendárselas a las empresas para que cada empresa forme (¿quién lo haría mejor?) los cerebritos y la mano de obra cualificada que necesitan, o sea, en cierta forma: volver a los gremios del aprendiz, del maestro y del oficial.

Lo que queda es absurdo. Absurda, la pervivencia de la actual Universidad y, absurdo, decirle a cada joven en edad de estudiar: tú estudia lo que te guste estudiar, al margen de tu futuro laboral y de las necesidades de contratación real. Lo más normal es que, entre millones de vocaciones, solo una pocas triunfen y se salgan con la suya y, aun estas carreras, casi siempre, para ser ejercidas en consultas y despachos particulares de beneficio privado. Este es el conflicto secreto que profesores y profesoras y sindicatos profesionales callan. Se postula entonces, como falso programa iconológico, la excelencia docente y que la educación (en buenos modales, en bellas artes y en cultura) cambiará el mundo (¡qué más quisiéramos!), cuando es el mundo lo que habría que cambiar para que cambie la educación.

pecar con diez añitos.

Como sería imposible que padremadre y sociedad se pongan de acuerdo sobre lo que está bien y lo que está mal, hablen los límites y limitaciones de la minoría de edad, según la cual el niño o la niña no puede votar, ni trabajar, ni ser persona jurídica ni ingresar en sociedades que no sean específicamente infantiles, y no lo son ni el ejército ni la religión. Pasa que el Estado, casado con la milicia y con la Iglesia, mira para otro lado y la familia actúa entonces por imitación, algo particularmente escandaloso en cuanto llega el día del desfile o en cuanto llega mayo y, con mayo, las comuniones, padres y madres que promovéis o consentís la entrada del pecado en la conciencia de vuestros hijos. ¿Qué piensan del pecado en tutorías, pedagogía, psicología, ciencias sociales o en recursos humanos? Ya dijo aquel que, mientras se prohíbe taxativamente o está mal visto todo lo que pueda cambiar el mundo, se permite y se promueve todo aquello que deje el mundo tal y como está. En eso, y no otra cosa, consiste el ser conservador. Y el ser liberal, en el dejar hacer, que, si es peligroso en materia de economía, no digamos en ética y moral tocante a nuestras vidas y a quienes, indefensos, dependen de nuestro «liberalismo» entre comillas. Padres y madres: asumid vuestra responsabilidad.

–enlace a stop comuniones.


 

primera (¿y última?) comunión.

primera-comunion, página Ella Hoy
de la página Ella Hoy.

No es la hija quien ha hecho la comunión. Han sido padre y madre por motivos ‑ni religiosos‑ de emulación social en un contexto educativo predeterminado. ¿Y habláis de “proteger la imagen” de los menores? ¿Que es más, una foto o una exposición a una religión que el menor no puede decidir? ¿No tiene edad de votar y ya sabe cuál es el dios verdadero? Si bautizos y comuniones no son un abuso de menores, que venga Dios y lo vea. O la Fiscalía de Menores, que en esto debería actuar y quitaros a vosotros ‑padre y madre‑ la gestión de unas personillas que no pueden defenderse.



de la necesidad de ideas sostenibles y de un centro de interpretación de nosotros mismos.

Daniel Lebrato en Ave clase preferente Madrid Sevilla 31 05 17

En viaje por España se me han juntado tres conversaciones o llantos: llanto por pueblos y aldeas que se vacían, llanto por pequeñas tiendas y oficios que van desapareciendo y llanto por la fuga de cerebros o titulaciones que se subemplean o emigran porque no encuentran trabajo en lo suyo.

Como no podemos vivir del tópico ni quejarnos de lo que no tiene remedio, y hoy que tanto se lleva lo sostenible y hay un centro de interpretación (turística) para cualquier cosa, aconsejo una interpretación de nuestras vidas y de la vida en general bajo principios sostenibles. Así no nos contamos películas ni caemos en romanticismos. Un principio básico es la economía: las ideas son gratis pero no la política entendida como la llevada a la práctica de las ideas. Y otro principio es asumir la responsabilidad personal de manera que cada quien defienda las ideas y la vida que se pueda costear. Seguro que entonces ya no tendríamos opiniones patrióticas nacionalistas y embotelladas y fáciles de echar al mar de las conversaciones en sobremesa.

Aunque se puedan reinventar con nuevos motivos ‑por ejemplo, el turismo o la ecología‑, pueblos y aldeas y oficios se cierran por motivos económicos irreversibles. Llámenle progreso. Y la universidad española peca de engañosa ambigüedad desde el comienzo: con dinero público se quiere formar un personal que luego, si puede, se forra por la privada: en la Habana, médico y, en Miami, millonario, vida mía. Ese juego no nos podía emocionar y, ahora en España, si tienes que irte al extranjero, te vas, mi vida. Distinto caso sería la fidelización o funcionarización de las titulaciones universitarias, algo que ya sucede con las academias militares, donde ingresar significa egresar para el ejército español. Ese automatismo podría darse en medicina o ingeniería cuando ingresar signifique, primero, que esa plaza de trabajo la necesita España y, después, que usted va a ejercerla si no toda su vida como funcionario público, al menos el tiempo suficiente para devolverle a España el dinero que España invirtió en su formación.

Al final, hablábamos de nosotros mismos y del pie por donde cojeamos. Pero eso en dialéctica da para poco. Saramago en su novela pudo echar a pelear al alfarero contra Porcelanosa. En la vida real, no.