Cataluña —siete fugas para evitar la nieve— No puedo exigir a los demás mi amor por la experiencia catalana; ya sería mucho si compartieran mi divorcio del Reino de España. En reciente conversación yo había dicho que, por derecho a decidir, la población de Gibraltar … Continúa leyendo ¿Para cuándo las relaciones diplomáticas?
Portada: Kazimir Malévich, Blanco sobre blanco, 1918. Sigue: Duchamp, Rueda de bicicleta, 1917, y Ramón María del Valle-Inclán. Valle-Inclán distinguía tres miradas o modos de dramaturgia: tragedia, drama y esperpento, miradas por abajo, de frente o por arriba. [1] Entre arte y artista, y siguiendo … Continúa leyendo Vivir del arte o vivir del cuento. Un ensayo de 3 por 3: El arte ¿hay que pagarlo?
Por ciclos económicos, que en Marx son modos de producción, la teoría de la economía se puede reducir a tres: esclavismo, feudalismo y capitalismo. [1] En su teoría del teatro, Valle-Inclán distinguía tres miradas o puntos de vista: por abajo, de frente o por arriba … Continúa leyendo vigencia del número tres.
Este artículo, que cricula por las venas del esperpento, y que, con las mismas, podría haberse titulado Farsa y licencia del mester de librería, o El libro ibérico, o La imprenta de los milagros, nace herido sin cursilería (o sea, no letraherido) en La batalla … Continúa leyendo farsa y licencia de la imprenta castiza.
Albur de espadas, última novela de Juan Manuel Borrero, ha vuelto a abrir nuestro apetito por Valle-Inclán, de quien se dijo: «El que más vale, no vale tanto como vale Valle», frase o lema que (me entero ahora) no se acuñó para este Valle, sino … Continúa leyendo Valle-Inclán de bolsillo.
“El reinado isabelino fue un albur de espadas;espadas de sargento y espadas de generales,bazas fulleras de sotas y ases.”(Valle-Inclán, La Corte de los Milagros) En esta España del Borbón en fuga no soplan vientos de esperpento. Valle-Inclán sucumbe bajo Unamuno -su energúmeno español-, como se … Continúa leyendo ALBUR DE ESPADAS.
Cuando se hundieron las formas puras bajo el cri cri de las margaritas, comprendí que me habían asesinado. Recorrieron los cafés y los cementerios y las iglesias, abrieron los toneles y los armarios, destrozaron tres esqueletos para arrancar sus dientes de oro. Ya no me encontraron. ¿No me encontraron? No. No me encontraron. Pero se supo que la sexta luna huyó torrente arriba, y que el mar recordó ¡de pronto! los nombres de todos sus ahogados.
□ enlaces:
Fábula y rueda de tres amigos (Enrique, Emilio, Lorenzo)
Del vario glosario que nos deja internet, el más duro y desviado a mis oídos me ha parecido siempre muro de Facebook (en lugar de mural o tablón), y el más acertado y próximo, hilo, hilo de Twitter, con su amplio campo semántico, seguir el hilo, perder el hilo, hilvanar (una conversación) o (armonizar discursos o palabras) deshilachadas. En sentido amplio, hilo puede ser también la secuencia o el hipertexto que como en salto de rana nos lleva de un texto a otro, de un vínculo a otro vínculo.
Cuento esto, tan obvio para quien anda en redes, por contarles la historia de un hilo que empieza en Julio Anguita y va saltando de clic en clic hasta acabar en si García Lorca –como el aviador de Justo Navarro– alcanzó a prever su propia muerte en Fábula y rueda de tres amigos, Poeta en Nueva York, 1929. En el hilo intervienen Luis Pizarro (Luispiz), Pive Amador, Félix Molina y David Fernández-Viagas, contactos de @daniellebrato o de eLTeNDeDeRo. El artículo se llama Luces de pandemia y en él se hilvana un hilo donde desfilan Benito Moreno, Pura de Ucelay, Valle-Inclán, Alberto Garzón, Juventud y madurez del 98, Antonio Machado, Alejandro Amenábar, Unamuno, los Premios Goya, la película Campeones, los programas El Ministerio del tiempo y Cuéntame cómo pasó, de TVE, Federico García Lorca, José Monje Cruz Camarón, PCE, Izquierda Unida, Podemos, y, como secundarios de lujo, Goethe, Picasso, Fellini, Beethoven, Kundera, Vila-Matas, Giles Deleuze, Gil de Biedma, Carlos Blanco Aguinaga, Guillermo González Arenas y Pedro Pubill Calaf Peret.
Todo era por comentar los pasos del tiempo (físico, ideológico, histórico) desde la juventud hasta la madurez, la vejez y la muerte, y si conviene a la edad asentarse en ideas conservadoras o si, por el contrario, se debe aprovechar la edad que dicen la tercera para dar salida y palabras a lo que, cuando éramos más jóvenes, no pudimos o no supimos expresar; percepción que [eLTeNDeDeRo] pilló prestada en Envejecer con lucidez, Calle del Orco, de Kim Nguyen Baraldi (nacido en Bruselas, 1985).
Mis conclusiones provisionales son:
Que Anguita el político es un ejemplo de edad perdida.
Que prever la propia muerte es tópico literario y nada más. Todos nos moriremos en París con aguacero. Eso valía también para Lorca el año 29.
Que la inteligencia española representada en TVE o en los Premios Goya, contando con la complicidad de las Academias de Cine y de Televisión y de los guionistas, lleva años maquillando la Historia contra la memoria histórica y a mayor gloria de la Constitución del 78 y de la monarquía.
Que, aparte de renovar vínculos y amistades, los blocs o páginas digitales sirven para, entre otras cosas, recuperar la memoria de la Fábula y rueda de tres amigos de Poeta en Nueva York a donde fue llevada.
FÁBULA Y RUEDA DE TRES AMIGOS
Cuando se hundieron las formas puras bajo el cri cri de las margaritas, comprendí que me habían asesinado. Recorrieron los cafés y los cementerios y las iglesias, abrieron los toneles y los armarios, destrozaron tres esqueletos para arrancar sus dientes de oro. Ya no me encontraron. ¿No me encontraron? No. No me encontraron. Pero se supo que la sexta luna huyó torrente arriba, y que el mar recordó ¡de pronto! los nombres de todos sus ahogados.
Fábula y rueda de tres amigos (Enrique, Emilio, Lorenzo)
Camarón, por Benito Moreno, Lorca, Pura de Ucelay y Valle-Inclán (la foto en Madrid, 1934, preestreno de Yerma)
Julio Anguita fue conductor del viaje a ninguna parte que va desde el PCE de 1975, al actual ministro Garzón, en el Gobierno, cero a la izquierda de la izquierda. La reflexión no va sobre política sino sobre las formas de envejecer las ideas o las personas. Estaremos de acuerdo: la realidad no envejece. [1]
Estudiante yo en la facultad y opositor después a profesor de lengua y literatura, recuerdo un tema: «Juventud y madurez del 98».[2] El enfoque era perverso por cuanto daba por sentado que los del 98 maduraron y porque la madurez parecía que tenía que ir siempre hacia una renuncia a los primeros radicalismos de juventud, a sentar la cabeza, o sea[3]. Excepciones fueron Antonio Machado y Valle-Inclán, cada uno a su deriva.
Ahora que la película de AmenábarMientras dure la guerra ha vuelto al Unamuno de madurez, ya me dirán qué madurez demostró el rector de Salamanca aquellos días terribles que se le vinieron encima. Solo una cultura política pordiosera de aquella que refleja, pudo ver en don Miguel ejemplo de algo y altura de miras y, sin embargo, ahí lo tienen: 17 nominaciones, 5 goyas y ¡mejor película! Se ve que España 2020 premia la ambigüedad, el titubeo, la agonía; y se disculpa el golpismo en nombre de un hombre bueno con fe en la extrema unción. La España de los Goya se retrata en los Goya, como en Campeones, un año antes, se retrató la España Down y Provida y sin preservativo ni anticonceptivos.
Lo cual, que no nos vengan con la película de los últimos días de Julio Anguita. Ya ven lo que nos quiere decir El Ministerio del tiempo, según TVE:
–España, ¡no pasó nada! Nosotros le juntamos a Federico García Lorca (que no estaba muerto, que no) con José Monje Cruz Camarón (que estaba tomando vinos). [4]
Antonio Machado y Valle-Inclán supieron defender sus Termópilas. Unamuno, un poseído de sí (un energúmeno), no supo qué defender. Y Anguita no alcanzó a ver que el viejo PCE envejecería mejor, como un buen vino, que echándole seven-up al rebujito de Izquierda Unida, como Anguita le echó, y no digamos su yayoflauta y pagafantas admiración por la gaseosa que fue Podemos.
Que ustedes se rodeen de luces de madurez y que ustedes lo envejezcan bien.
[1] El motivo para este artículo viene de la lectura de Envejecer con lucidez, por donde desfilan, con sus casos, Goethe, Picasso, Fellini, Beethoven, Kundera, Vila-Matas, Giles Deleuze; y cada quien que aporte lo que sabe del envejecer, morir, como único argumento, Gil de Biedma.
[2]Carlos Blanco Aguinaga, Juventud del 98 (1970).
[3] Quizás la madurez del 98 se nos proponía como modelo a estudiantes en edad de dar problemas. ¡Y cuántas personas no maduran jamás!
[4] Recreo la canción El muerto vivo, del colombiano Guillermo González Arenas, 1965. En España fue repertorio de Peret, por rumba catalana.
Valle-Inclán llamó a su sentido del humor ‘esperpento’, palabra en el Diccionario desde 1726, revisada en 2014, de origen incierto: persona, cosa o situación grotescas o estrafalarias. La invención de Valle fue designar su estética en su teatro, pero no solo: hay esperpento en La pipa de kif (poesía, 1919), Tirano Banderas o El ruedo ibérico (novelas de 1926 y 27). Don Ramón mismo tenía algo de esperpéntico.
Tiramos de Wikipedia. El esperpento hace su aparición en 1920 con Luces de Bohemia. Esperpento. En la madrileña calle de Álvarez Gato (el callejón del Gato) había un espejo cóncavo y otro convexo que deformaban la figura. Max Estrella, a Don Latino, en la escena 12 de Luces de Bohemia: «Los héroes clásicos reflejados en los espejos cóncavos dan el Esperpento. El sentido trágico de la vida española sólo puede darse con una estética sistemáticamente deformada. La deformación deja de serlo cuando está sujeta a una matemática perfecta. Mi estética actual es transformar con matemática de espejo cóncavo las normas clásicas». Más que un estilo o técnica teatral, el esperpento es una poética. Valle-Inclán, a Gregorio Martínez Sierra, ABC, 7 del 12 del 28: Hay tres modos de representar el mundo: desde abajo, de frente o desde arriba[1]. Desde abajo se ve a los personajes como héroes de condición superior. De frente, como si fuesen nosotros mismos (como en el teatro de Shakespeare). Y desde arriba, como seres inferiores, los dioses se convierten en personajes de sainete; sus precedentes serían Quevedo y Goya.
Otra manera trifásica de ver el humor nos la da la pareja reírse con / reírse de. En reírse con, dos se ríen y de la misma cosa. En reírse de, la parte cómica o humorista se ríe de lo que a la parte humorada no le hace ninguna gracia, sea Agamenón (objeto de la sátira) o su porquero (podría ser de mal gusto). Es el desencuentro que estuvo en la base (nunca en la justificación) de la fobia yihadista contra Salman Rushdie (Versos satánicos, 1988) o Charlie Hebdo[2]. La condena al extremismo asesino no libra al humor de una incoherencia previa: métete con los tuyos o ríete de los tuyos: no de lo mío o con lo mío, porque no le veo la gracia o porque mi cultura o mi religión demandan otro código de conducta, otro sentido del humor. Es también, salvando las distancias, el juicio que nos merecen las bromadas andaluzas sobre catalanes o Cataluña. No van sobre, van contra. Noam Chomsky incluye este uso del humor como mecanismo del poder para desviar la atención y distraer conciencias. Juan Carlos Ortega, en claras palabras, da una visión de lo mismo fácil y directa. Queden con ella y con la segunda parte de La Corte del Rey Bobo, donde me aplico al cuento. Se admiten ideas.
[1] En teoría clásica: 1. tragedia y épica, 2. drama y 3. comedia.
[2] Charlie Hebdo. Semanario satírico francés de izquierdas desde 1992. Tomó su nombre de una publicación satírica anterior: Hara-kiri y Hara-kiri hebdo. Su labor fue motivo de juicios, debates por la libertad de expresión, acusaciones de provocaciones a facciones religiosas y atentados; uno de ellos con cócteles Molotov en 2011. El más grave ocurrió el 7 de enero de 2015 en su sede parisina, cuando dos encapuchados asesinaron a doce personas además de herir de gravedad a otras cuatro.
Siguiendo el debate electoral duré hasta el tema de la vivienda. Ahí, Pablo Iglesias exigió que se cumpla la Constitución (esa es su perla; él, que quiso un día romper el candado del régimen del 78) donde dice: “todos los españoles tienen derecho a disfrutar de una vivienda digna y adecuada”. Yo, que, por mi edad y mi militancia, soy agua de un río que va a desembocar a Podemos, pensé: ¡qué vergüenza!, ¿ni una palabra sobre la distribución y tenencia de la propiedad de la tierra o del suelo? ¿Solo se va a entrar desde la ‘izquierda’ en el debate entre vivienda de alquiler o en propiedad? ¿No hay ocupas? ¿Nadie sin techo? ¿No hay latifundios de suelo urbano como los del campo de la marquesa? Apagué la tele y me fui a lo Quevedo: ¿No ha de haber una izquierda más valiente?
Dos ilustres, que admiro y quiero, evolucionaron, con la edad, hacia la rebeldía: Valle-Inclán y Antonio Machado. Cada uno se alejó y tomó partido lejos del conservadurismo que impregnó al final a su generación del 98. No es mi caso. Caso inverso. Yo, a mi feliz edad, no me he radicalizado en mis ideas: me he quedado más solo que la una. Fue el Pce quien se pasó a la monarquía (Pactos de la Moncloa, 1977) y fue Izquierda Unida (1986) quien abandonó el análisis marxista hasta diluirse en ese azucarillo propagandista de la Constitución que ha acabado siendo una Izquierda Unida Podemos gendarme del Estado del Bienestar (“lo que realmente importa a la gente”), enganchada al carro de la unidad de España y consintiendo un juicio al Procés que en otro tiempo no tan lejano, y por muy de derechas que sea lo del Procés, hubiera movilizado a toda la España roja o progresista.
Se entiende que no votaré y que mi fracaso sea que ninguna sigla reconocible, ninguna petición vía redes sociales rentabilice la abstención crítica: algo frente a tanta estulticia. Nada, nada, al otro lado del río.
Termino por Bécquer: ¡Dios mío, qué solos se quedan los nuestros!
Daniel Lebrato como álamo talado en la Alameda de Hércules de Sevilla. Foto Irina Soriano.
Todo el mundo sabe, menos el yihadista o el mártir, que la muerte es conversación de los vivos, no de los muertos (ni con permiso de halloween). Volver a Valle‑Inclán, junto a Rubén y a Bradomín en la escena catorce de Luces de bohemia, es, quizá, recuperar la lucidez en esta España triste que ni acierta en lo que hay que enterrar ni en dar vida a las nuevas ideas. Y tan patética es la noticia del artista que la emprende a palomas de la paz sobre la tumba de Franco, como la puesta en escena de una niña de trece años que el establecimiento quiere hoy infanta y mañana reina, y justo el mismo día o víspera de lo que nadie sabe cómo llamar: si jálogüin o jalogüín, si todos los santos, los santos o los fieles difuntos.
El caso es que nos vamos como se fueron antes quienes quisimos. Y el caso es (como Moisés o el profeta Daniel, que no conocieron la tierra prometida ni el final del cautiverio) que siempre nos quedamos a las puertas de algo o pudiendo haber hecho otra cosa o pendientes de alguna conversación, compañero del alma, compañero.
Entonces, Zacarías el borracho viene y la clava, cierra y acierta: no queda más que el espectáculo y, mientras haya una luz, soñaremos que hay también alguna salida contra la estulticia programada, Infanta o Franco o su pintor. A esa luz entre Max Estrella y Rubén, entre Rubén y Bradomín, diremos con Zacarías: ¡Cráneo privilegiado!
Teatro La Paz, Valverde del Camino, 28 de mayo 1986.
Valle-Inclán, ciego y bululú, entra en escena
de la mano de Florisel (paje Javier Lebrato)
[eLTeNDeDeRo] deja a ustedes con el último corto del ciclo de chiringuitos a pie de playa: El corazón del Pirata (en playa Montijo, entre Chipiona y Sanlúcar). Y el primer corto nacido del frío: Halloween. Sospecha uno que los calendarios los carga el trabajo, esa maldición, y que las fiestas son solo una trampa, un disimule. No hemos salido del esperpento; si acaso, nos escapamos también con Luces de bohemia.
Ramón María del Valle‑Inclán. Luces de bohemia (1920 y 24) escena 14 y penúltima. Diálogo de Rubén Darío y el Marqués de Bradomín. La escena en un patio en el cementerio del Este. La tarde fría. El viento adusto. La luz de la tarde, sobre los muros de lápidas, tiene una aridez agresiva.
RUBÉN: ¡Es pavorosamente significativo que al cabo de tantos años nos hayamos encontrado en un cementerio!
EL MARQUÉS: En el Campo Santo. Bajo ese nombre adquiere una significación distinta nuestro encuentro, querido Rubén.
RUBÉN: Es verdad. Ni cementerio ni necrópolis. Son nombres de una frialdad triste y horrible, como estudiar Gramática. Marqués, ¿qué emoción tiene para usted necrópolis?
EL MARQUÉS: La de una pedantería académica.
RUBÉN: Necrópolis, para mí es como el fin de todo, dice lo irreparable y lo horrible, el perecer sin esperanza en el cuarto de un hotel. ¿Y Campo Santo? Campo Santo tiene una lámpara.
EL MARQUÉS: Tiene una cúpula dorada. Bajo ella resuena religiosamente el terrible clarín extraordinario, querido Rubén.
RUBÉN: Marqués, la muerte muchas veces sería amable si no existiese el terror de lo incierto. ¡Yo hubiera sido feliz hace tres mil años en Atenas!
EL MARQUÉS: Yo no cambio mi bautismo de cristiano por la sonrisa de un cínico griego. Yo espero ser eterno por mis pecados.
RUBÉN: ¡Admirable!
EL MARQUÉS: En Grecia quizá fuese la vida más serena que la vida nuestra…
RUBÉN: ¡Solamente aquellos hombres han sabido divinizarla!
EL MARQUÉS: Nosotros divinizamos la muerte. No es más que un instante la vida, la única verdad es la muerte… Y de las muertes, yo prefiero la muerte cristiana.
RUBÉN: ¡Admirable filosofía de hidalgo español! ¡Admirable! ¡Marqués, no hablemos más de Ella!
Callan y caminan en silencio. LOS SEPULTUREROS, acabada de apisonar la tierra, uno tras otro beben a chorro de un mismo botijo. Sobre el muro de lápidas blancas, las dos figuras acentúan su contorno negro. RUBÉN DARÍO y EL MARQUÉS DE BRADOMÍN se detienen ante la mancha oscura de la tierra removida.
RUBÉN: Marqués, ¿cómo ha llegado usted a ser amigo de Máximo Estrella?
EL MARQUÉS: Max era hijo de un capitán carlista que murió a mi lado en la guerra. ¿Él contaba otra cosa?
RUBÉN: Contaba que ustedes se habían batido juntos en una revolución, allá en Méjico.
EL MARQUÉS: ¡Qué fantasía! Max nació treinta años después de mi viaje a Méjico. ¿Sabe usted la edad que yo tengo? Me falta muy poco para llevar un siglo a cuestas. Pronto acabaré, querido poeta.
RUBÉN: ¡Usted es eterno, Marqués!
EL MARQUÉS: ¡Eso me temo, pero paciencia!
Las sombras negras de LOS SEPULTUREROS -al hombro las azadas lucientes- se acercan por la calle de tumbas. Se acercan.
EL MARQUÉS: ¿Serán filósofos, como los de Ofelia?
RUBÉN: ¿Ha conocido usted alguna Ofelia, Marqués?
EL MARQUÉS: En la edad del pavo todas las niñas son Ofelias. Era muy pava aquella criatura, querido Rubén. ¡Y el príncipe, como todos los príncipes, un babieca!
RUBÉN: ¿No ama usted al divino William?
EL MARQUÉS: En el tiempo de mis veleidades literarias, lo elegí por maestro. ¡Es admirable! Con un filósofo tímido y una niña boba en fuerza de inocencia, ha realizado el prodigio de crear la más bella tragedia. Querido Rubén, Hamlet y Ofelia, en nuestra dramática española, serían dos tipos regocijados. ¡Un tímido y una niña boba! ¡Lo que hubieran hecho los gloriosos hermanos Quintero!
RUBÉN: Todos tenemos algo de Hamletos.
EL MARQUÉS: Usted, que aún galantea. Yo, con mi carga de años, estoy más próximo a ser la calavera de Yorik.
UN SEPULTURERO: Caballeros, si ustedes buscan la salida, vengan con nosotros. Se va a cerrar.
EL MARQUÉS: Rubén, ¿qué le parece a usted quedarnos dentro?
RUBÉN: ¡Horrible!
EL MARQUÉS: Pues entonces sigamos a estos dos.
RUBÉN: Marqués, ¿quiere usted que mañana volvamos para poner una cruz sobre la sepultura de nuestro amigo?
EL MARQUÉS: ¡Mañana! Mañana habremos los dos olvidado ese cristiano propósito.
RUBÉN: ¡Acaso!
En silencio y retardándose, siguen por el camino de LOS SEPULTUREROS, que, al revolver los ángulos de las calles de tumbas, se detienen a esperarlos.
EL MARQUÉS: Los años no me permiten caminar más de prisa.
UN SEPULTURERO: No se excuse usted, caballero.
EL MARQUÉS: Pocos me faltan para el siglo.
OTRO SEPULTURERO: ¡Ya habrá usted visto entierros!
EL MARQUÉS: Si no sois muy antiguos en el oficio, probablemente más que vosotros. ¿Y se muere mucha gente esta temporada?
UN SEPULTURERO: No falta faena. Niños y viejos.
OTRO SEPULTURERO: La caída de la hoja siempre trae lo suyo.
EL MARQUÉS: ¿A vosotros os pagan por entierro?
UN SEPULTURERO: Nos pagan un jornal de tres pesetas, caiga lo que caiga. Hoy, a como está la vida, ni para mal comer. Alguna otra cosa se saca. Total, miseria.
OTRO SEPULTURERO: En todo va la suerte. Eso lo primero.
UN SEPULTURERO: Hay familias que al perder un miembro, por cuidarle de la sepultura, pagan uno o dos o medio. Hay quien ofrece y no paga. Las más de las familias pagan los primeros meses. Y lo que es el año, de ciento, una. ¡Dura poco la pena!
EL MARQUÉS: ¿No habéis conocido ninguna viuda inconsolable?
UN SEPULTURERO: ¡Ninguna! Pero pudiera haberla.
EL MARQUÉS: ¿Ni siquiera habéis oído hablar de Artemisa y Mausoleo?
UN SEPULTURERO: Por mi parte, ni la menor cosa.
OTRO SEPULTURERO: Vienen a ser tantas las parentelas que concurren a estos lugares, que no es fácil conocerlas a todas.
Caminan muy despacio. RUBÉN, meditabundo, escribe alguna palabra en el sobre de una carta. Llegan a la puerta, rechina la verja negra. EL MARQUÉS, benevolente, saca de la capa su mano de marfil y reparte entre los enterradores algún dinero.
EL MARQUÉS: No sabéis mitología, pero sois dos filósofos estoicos. Que sigáis viendo muchos entierros.
UN SEPULTURERO: Lo que usted ordene. ¡Muy agradecido!
OTRO SEPULTURERO: Igualmente. Para servir a usted, caballero.
Quitándose las gorras, saludan y se alejan. EL MARQUÉS DE BRADOMÍN, con una sonrisa, se arrebuja en la capa. RUBÉN DARÍO conserva siempre en la mano el sobre de la carta donde ha escrito escasos renglones. Y dejando el socaire de unas bardas, se acerca a la puerta del cementerio el coche del viejo MARQUÉS.
EL MARQUÉS: ¿Son versos, Rubén? ¿Quiere usted leérmelos?
RUBÉN: Cuando los haya depurado. Todavía son un monstruo.
EL MARQUÉS: Querido Rubén, los versos debieran publicarse con todo su proceso, desde lo que usted llama monstruo hasta la manera definitiva. Tendrían entonces un valor como las pruebas de aguafuerte. ¿Pero usted no quiere leérmelos?
RUBÉN: Mañana, Marqués.
EL MARQUÉS: Ante mis años y a la puerta de un cementerio, no se debe pronunciar la palabra mañana. En fin, montemos en el coche, que aún hemos de visitar a un bandolero. Quiero que usted me ayude a venderle a un editor el manuscrito de mis Memorias. Necesito dinero. Estoy completamente arruinado desde que tuve la mala idea de recogerme a mi Pazo de Bradomín. ¡No me han arruinado las mujeres, con haberlas amado tanto, y me arruina la agricultura!
RUBÉN: ¡Admirable!
EL MARQUÉS: Mis Memorias se publicarán después de mi muerte. Voy a venderlas como si vendiese el esqueleto. Ayudémonos.
No es la hora de Pedro Sánchez. Es la hora de reformar la Constitución. Es la hora de España.
La luz de los partidos a veces ciega. Es lo que tiene la cuestión catalana, que habría que enfocar en primer plano, y no enredar con “los problemas que verdaderamente preocupan a la gente: el paro, la vivienda, las pensiones”, esa amalgama de bienestar perdido que las mareas y la moción de censura llevan en su programa. Con o sin bienestar, la cuestión palpitante se llamaba y se sigue llamando Cataluña y es inútil, y cada vez más peligroso, mirar para otro lado o echar una guerra de prioridades. Por eso sería, mejor que un recambio PP / Psoe, reformar la Constitución y decretar la amnistía para todos los delitos políticos legalmente amparados por la Constitución de 1978, empezando por el artículo 155, y corregir lo que desde la izquierda se ha abordado tarde y mal, de forma parcial y demagógica.
tarde porque la fecha de PP y Tribunal Constitucional contra el referundismo no es reciente: se remonta al 31 de julio de 2006, día del recurso del PP contra el Estatuto de Cataluña de 18 de junio de ese mismo año. Psoe o Izquierda Unida han reaccionado con once años de retraso.
parcial porque el referundismo podría darse y abrirse en otras regiones o autonomías (algo que no ha sucedido), porque la deuda de Cataluña con otras regiones podría sustanciarse al margen de que Cataluña fuera autonomía o república, y porque, en el argumentario contra el referundismo, se han mezclado factores comunes a un lado y otro de la frontera Cataluña España: corrupciones como el caso Palau o el caso Pujol, clientelismo, agravios, xenofobia, tópicos inter regionales.
y demagógica porque la historia enseña que las naciones son lo que quieren ser, al margen de cómo titulen sus procesos, de independencia o de autodeterminación, y al margen de lo que digan libros de texto, Naciones Unidas o Constituciones. Demagogia (o populismo, como se usa decir ahora) es afirmar que Cataluña somos todos (astures, aragoneses o andaluces) y demagogia el supuesto daño que se auto infringía Cataluña (fraccionada en un Estado más pequeño, salida o fuera de Europa, fuga de empresas y capitales) junto a argumentos marcadamente interesados como el de la deuda de Cataluña con regiones más atrasadas, especialmente con Extremadura y Andalucía, viveros de voto al Psoe: al final, y según sus detractores, lo mismo Cataluña salía ganando que salía perdiendo.
No es la hora de Pedro Sánchez, quien jura y perjura que va a seguir con la vaina de la unidad de España. Es la hora de elecciones constituyentes para reformar la Constitución y que la Constitución deje de ser un problema. Es la hora de España para que quepamos todos, también la República Catalana que ojalá pronto se pueda entender con la República de Andalucía.
Según Bernard Shaw, un verdadero artista “debe matar de hambre a su mujer y a sus cinco hijos y hacer que su anciana madre de setenta años trabaje para él, todo antes que claudicar”. Gómez de la Serna utiliza esta cita hacia el final de su biografía de Valle-Inclán para afirmar que el escritor se mantuvo fiel a su vocación hasta la indignidad.
La clave está en la preposición. Reírse con o reírse de. Más que un género, que lo es, el humor es un tono, una actitud y hasta un estado de ánimo. Y aunque la clase humorista y humoristas ocasionales como el concejal de Podemos o Cassandra Vera crean que el humor, la broma, es capa que todo lo tapa, no parece que eso sea justo ni con los demás géneros ni con las demás libertades de expresión.
Valga para el humor y para todas las artes figurativas o narrativas, la fórmula de Valle‑Inclán para su teoría del teatro[1]. Creación y Público. Dioses y héroes vistos desde abajo dan la tragedia. Personajes iguales o al mismo nivel dan el drama o la comedia. Personajes altos vistos desde aún más alto dan el esperpento, los muñecos del Bululú. En nuestros días, el humor va
–de abajo arriba, de súbditos o ciudadanos hacia sus poderosos: caso de la viñeta política, del editorialismo gráfico o de revistas satíricas como TeVeo;
–de arriba abajo: hinchas de fútbol que echan monedas a indigentes rumanas;
–o entre iguales: un andaluz y un catalán que intercambian sus chistes contra el tópico ser del otro, uno holgazán y otro pesetero. La escala es válida para carnavales o días de fiesta o normales donde, tras el humor, asoman o pueden asomar el acoso, el maltrato o el mal gusto.
Lo que sabemos desde antes de Charlie Hebdo (2016) ‑y de los Versos satánicos de Salman Rushdie (1988)‑ es que la religión es materia bipolar pues si tenemos todo el derecho a ridiculizar a Dios, Alá, Yahvé o Jehová, hay creyentes, hombres y mujeres, colectivos muy por debajo de nuestro nivel, a quienes ‑queriendo o sin querer‑ podemos herir o provocar. Obra maestra de ingeniería humorística y religiosa, y a salvo de censuras y de fiscalías, fue La vida de Brian de Monty Python en 1980, que ríe la historia de un judío nacido el mismo día que Jesucristo y a quien confunden con él. Vidas paralelas, o sea. En casos así, el autor siempre podrá decir: que este no es (el personaje) y que yo no he sido. Cassandra Vera lo que no tuvo es malicia, sin la cual el humor es fácil presa de inquisidores y pepenatas. Y nunca será lo mismo reírse con alguien que reírse de alguien.
[1] Contraversión de los tres estilos de Virgilio: sublime, mediano y humilde.
En español se llama el chocolate del loro a lo que menos cuenta en la economía de una casa y de lo cual se prescinde cuando llega la hora de reducir gastos. En sentido amplio, el chocolate del loro significa lo que menos importa. Viene esto a cuento de La Xirgu, película que el 21 de noviembre se estrenó en la televisión catalana y el 21 de diciembre se estrenará en la andaluza. No se la pierdan. Margarita Melgar, guionista, novela y juega en La Xirgu con dos incógnitas que ella y Sílvia Quer, directora, acaban haciendo creíbles: la voz de Federico García Lorca (todavía en sebusca en los archivos sonoros) y qué relación tuvo, entre la admiración mutua o los celos, Valle‑Inclán con Lorca o Lorca con Valle‑Inclán, de quien Melgar hace el gran personaje argumento sorpresa. Un leve fallo tiene la película. La pajarita de Lorca (Fran Perea) deja ver el hueco del botón del cuello de la camisa, algo que Federico jamás se hubiera permitido, esa pajarita descolgada, y ahí están (a falta de saber a qué sonaba su voz) las muchas fotos que se conservan de él. El chocolate del loro, o sea, el botón de la pajarita. Que todos los dineros de las televisiones públicas se inviertan en proyectos tan hermosos como este. Grande como la Xirgu, Laia Marull.
De dónde viene
EL TANGO, LAMENTO DE CABRONES Si las lágrimas te dejan ver el teclado
◊
En 1977 escribe Javier Figuero[1] en la revista Exprés Español: «La literatura [erótica] española es lamento de cabrones como el tango porteño.»[2]
En 1988, sostiene Horacio Vázquez Rial, hispanoargentino[3]: «El varón del tango es el engañado sin remedio, en todas sus variantes: herido en el orgullo o en la dignidad, vencido por la traición, el olvido o el desprecio de ella, siempre, o casi siempre, canta una queja. De vengador de su honra. De ahí sacó Valle- Inclán su idea de que el tango es la canción del cabrón.» No consta dónde Valle escribió o dijo eso.
En 1994, leemos en el ecuatoriano Francisco Tobar García[4]: «El tango es un lamento de cabrones. No es mía la definición, pertenece al ogro, al maldito Mario Blanco.»[5]
TRES CONCLUSIONES y un divertimento:
1º) Si el invento (como canción) fue de Valle‑Inclán, su secuela (como lamento) cumple un siglo. Valle pasó un año en México, como periodista, en 1892[6], y en 1910, siguiendo a su mujer la actriz Josefina Blanco, estuvo de gira seis meses por Argentina, Chile, Paraguay, Uruguay y Bolivia, países donde dio alguna conferencia.
2º) Nada tiene que ver la Marquesa del Tango de Luces de bohemia(1920‑24), donde ella, la portadora del décimo de lotería, llama a su par, el Rey de Portugal, cabrito viudo.
3º) En Luces lo cabrón o cabrona es la Academia. Clama Max Estrella: Yo soy el verdadero inmortal y no esos cabrones del cotarro académico. Don Latino llora a su amigo muerto con estas palabras: ¡Que caiga esa vergüenza sobre los cabrones de la Academia! ¡En España es un delito el talento! Y poco después: ¡Ni una cabrona representación de la Docta Casa!
4º) Habla Mayloba, que debe ser Malena, en un chat a propósito: «Malena es nombre de tango. Yo no sabo ónde leí una de finición de tango: ¡lamento de cabrones! u cornudos. Mismamente. Lesse [Lis] m’acaba de comunicar lo contrariá que ha resibío un mensaje de mi hermana. Pa jartarse de llorar. En cuantito ahora mismo me lo mande, te lo reenvío. Si las lágrimas me dejan ver el teclado.»
Pues eso, que las lágrimas no les impidan ver el teclado ni, si pueden, echarse un tango a la salud del mundo. Total, varones míos, de cabrones, a engañados o a consentidos ‑que en algo consentiremos‑, es poca la diferencia.
[5] Queda pendiente saber algo más de este Mario Blanco.
[6] Volvió en 1921 invitado por el presidente de la República, Álvaro Obregón, por mediación del escritor Alfonso Reyes, con motivo de la celebración del Centenario de la Independencia (1821‑1921).
en funciones. 1. En ejercicio propio de su cargo. 2. En sustitución de quien ejerce en propiedad el cargo. El diccionario nos dice que nada cambia en el ejercicio de un cargo porque el cargo se ocupe en sustitución o en propiedad. O sea, lo que ya sabíamos: que el en funciones es un artificio añadido o qué más quisiéramos que seguir de vacaciones en funciones o comprar en el súper con dinerito en funciones, y a ver qué pasa. Esto pensaba un hombre en clave esperpento de Valle Inclán o cuento fantástico de Borges el martes 6 de septiembre 2016. El hombre zapea por costumbre los telediarios matinales. 24 horas de TV española abría en portada con la cansina en funcionalidad del Gobierno. En Euro News, la gobernabilidad de España no es noticia hasta el minuto 16 (irá en portada cuando haya nuevo o el mismo presidente, que es lo que a Europa le interesa). Otros canales (el ruso, el chino, BBC, NBC) ni hablan del tema. Que España está haciendo el ridículo ‑como dice Rajoy‑ es cierto pero es un ridículo inducido y doméstico, de circulación nacional. La interinidad, la provisionalidad son estados que afectan al relevo, al recambio, algo que en todas partes se sabe hacer para evitar vacíos de poder, procedimiento electoral o constitucional que sería muy fácil cambiar en lo que hubiera que cambiar y aplicar (ahora que el telediario avanza por los deportes) el reglamento del fútbol, donde un campeón es campeón hasta que otro equipo se corona y donde una eliminatoria no se decide hasta agotar los tiempos necesarios, desde los 90 minutos hasta el gol de oro de quien marca gana. La democracia es vil. Si te eligen, porque has tenido la soberbia de presentarte. Y si eliges, porque delegas. La política es vil pero, al menos, que discurra por vías indoloras y prácticas. Ya que se ha hecho profesional, que sea experta y competitiva, con certificado de calidad. Y no esta chapuza. Democracia mía.