Vivir del arte o vivir del cuento. Un ensayo de 3 por 3: El arte ¿hay que pagarlo?

Portada: Kazimir Malévich, Blanco sobre blanco, 1918. Sigue: Duchamp, Rueda de bicicleta, 1917, y Ramón María del Valle-Inclán.

Valle-Inclán distinguía tres miradas o modos de dramaturgia: tragedia, drama y esperpento, miradas por abajo, de frente o por arriba. [1] Entre arte y artista, y siguiendo a Hegel, resulta un orden igualmente triangular: el arte del constructor del templo del Dios monoteísta; el artista de la escultura de los dioses en la Grecia clásica; y el arte desbordado por el artista como un genio: pintura, música y poesía, del romanticismo hasta aquí. En política, también hemos atravesado tres fases: el súbdito de un rey, el ciudadano o camarada del Estado de la Razón de Estado, y la persona sujeto de derechos humanos del Estado del Bienestar.

Marx o el marxismo nos hizo creer en tres cosas: en el trabajo como fuente de la riqueza, en la Historia como progreso lineal ininterrumpido, y en la apetencia de los hombres hacia una felicidad compartida, que sería la utopía de la sociedad sin clases. Las fases de la economía también serían tres: esclavismo, feudalismo y capitalismo, y éste, a su vez, en tres etapas: comercial, industrial y financiero. Detrás de Marx, habría que añadir tres sociedades: la del capitalismo avanzado, que cierra el ciclo del proletariado (Marcuse), la revolución científico técnica y la sociedad de la revolución digital. (aldea global o globalización o neoliberalismo, no tendrían nada que hacer aquí.)

Lo que no admite discusión es la continuidad del trabajo como explotación del hombre por el hombre. [2] A ese eje, que hoy sería capital / trabajo, podríamos plantearle, por calidad de vida, el eje ocio / negocio. En sentido amplio, del ocio viven o quieren vivir artistas y oficios cultos o culturales que no producen nada útil aprehensible como mercancías o bienes de uso material. [3] El arte murió con Hegel (1831) o murió con Marx (1883) o con Duchamp (1913). El que está vivo es el artista, cuyas primeras y bellas artes consisten en esconder su fecha de caducidad.

* * *

A quienes creen que hay que pagar por el arte y la cultura y las ediciones originales ‑poniéndose en esto de parte de la sociedad de autores de copyright‑ podríamos preguntar, en clave consumidores, ¿qué creen que están pagando o a qué consumo llaman arte o cultura?

El arte, pensaba Hegel, es la manifestación sensible de la idea absoluta a través de un medio material, proceso en tres fases o modelos: simbólico, clásico y romántico. Al equilibrio forma fondo del arte clásico se refiere Hegel cuando habla del carácter pasado del arte. Vuelto el desequilibrio por la teoría del genio del arte romántico (pintura, música y poesía), la forma no es capaz de representar el espíritu, trayecto que se detiene cuando la única y definitiva verdad, la filosófica, se encarna y materializa en su contingencia histórica. La muerte del arte se da en el momento que surge la verdadera filosofía en la realidad temporal e histórica, es decir, el sistema idealista en el que se hace realidad el espíritu absoluto. [4]

En resumen: Hegel mató al arte por la filosofía. Marx mató a la filosofía por la dialéctica y Duchamp mató al artista (que no se había leído a Hegel ni a Marx) por el arte como objeto encontrado, marco sin lienzo sobre la pared o lienzo en blanco. La cronología de 1909 a 1918, en solo diez años, mató veinte siglos de historia del arte: 1909: Marinetti, Manifiesto futurista: un coche de carreras es más hermoso que la Victoria de Samotracia. 1913: Duchamp, Rueda de bicicleta. 1917: La fuente (en realidad un urinario). 1918: Malévich, Blanco sobre blanco.

Quien no quiso ver la muerte del arte no vio tampoco el arcaísmo que representaba la Gran Guerra o Primera Guerra Mundial, contra la Internacional, que moría en ese mismo momento, ni vio la Revolución Rusa, que ejemplificaba, bien o mal, lo que sería el socialismo en un solo país.

Cuando hoy en día alguien dice que el arte hay que pagarlo, olvida que el arte ya está pagado. Lo pagamos el día que consentimos biografías de ocio y renta libre. Lo pagamos todos el día que el artista dio la espalda a la historia del arte.

Es de Borges una idea sobre la genialidad que puede servir: lo difícil (o el mérito) no es que alguien escriba el Quijote; lo imposible sería que nadie lo hubiera escrito. Lo que quiere decir: entre tanto máster de carrera y conservatorio, qué menos que un brillo de vez en cuando. Lo que está por ver (o está muy visto) es si a la humanidad merece la pena mantener a su alto precio de coste a la clase culta que mira a las musas, y si esa clase se redime por solo algún talento que dé una obra única.

Otro día hablamos de otros supuestos oficios del ocio: amas de casa y putas o prostitutas tenidas a sí mismas como trabajadoras: trabajadoras de su casa o sus labores o trabajadoras sexuales. El trabajo marxista vuelve finalmente para distinguirnos al homo fáber, productor de bienes con su valor de uso y su valor de cambio, del homo ludens, que se lo pasa en grande. De la cigarra y la hormiga. De la división estamental que creíamos superada entre laboratores, bellatores y oratores, que también son tres en uno.


[1] La teoría del esperpento, expuesta por Valle en Los cuernos de don Friolera y Luces de Bohemia y en entrevista al diario ABC de 1928: Tres formas de enfrentarse a la materia teatral: desde abajo, como héroes sobrehumanos como en la tragedia griega; de frente, como en Shakespeare y la novela del 19; desde arriba, como el titiritero a sus muñecos, mirada de Cervantes sobre Don Quijote, de Quevedo sobre el Buscón y de Goya en sus Disparates.

[2] Para Marx, el trabajo bajo el capitalismo es parte de la explotación del hombre por el hombre. En derechos humanos incluye o previene contra la servidumbre, contra los trabajos forzados y contra la misma usura.

[3] No confundir ser del ocio con estar en tiempo libre. El ocio es el estado durable o permanente del rentista, y el tiempo libre es el tiempo laboral no computable, dedicado al descanso y reposición para volver al trabajo.

[4] Arte simbólico: arquitectura de los templos de culto: no se muestra lo divino sino su exterior, su lugar de residencia. Arte clásico: la escultura griega: equilibrio absoluto: las representaciones del dios son el dios. A esto se refiere Hegel cuando habla del carácter pasado del arte. Arte romántico: pintura, música y poesía. El contenido rebasa la forma, trayecto que se detiene cuando la única y definitiva verdad, la filosófica, se encarna y materializa en su contingencia histórica. Enrique Castaños Alés, Diario Sur, Málaga, 10 septiembre 1988.

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