
LECTURA DEL BURKINI
visto desde Occidente
Decía Patronio al Conde Lucanor: si desde el principio no muestras quién eres, nunca podrás después, cuando quisieres. Digamos que, al no haberse abordado a tiempo y adecuadamente, el tapadismo (sexista o de género o de obediencia islámica), el tema se desdibuja en escenarios inadecuados: opiniones personales, comparaciones, tergiversación de la historia y fragmentación de un tema único e indivisible que debió hacerse cuestión de Estado.
–opiniones personales. El tapadismo no procede de sociedades libres ni es una opción, entre otras, que las mujeres puedan tomar. No hay nada individual ni democrático en el pasado remoto o reciente que lo trajo aquí.
–falsas comparaciones. Al otro lado del velo, no son iguales ni comparables las monjas y las tapadas, aunque en un punto se parecen: dan señales religiosas, lo que descarta la moda como motivación. Tampoco son comparables los conceptos mujer objeto, feminismo ni emancipación o liberación.
–tergiversación de la historia. El siglo 20 caminaba hacia el laicismo. Curas y monjas se vestían de seglares. Mientras a Occidente le interesó, por esa senda hacia el laicismo y el destapado discurría la mujer en países no tan islámicos. No preguntarse cuándo y por qué se cambió esa tendencia es negar lo evidente[1].
–fragmentación de un tema único. Siendo indudable la relación entre tapadismo, islamismo bueno e islamismo malo, yihadismo y extremismo suicidista, dividir o descuartizar el tema es un divide y vencerá no la moda ni la libertad: la religión. El asunto es islamismo y los matices entre sectas y seguidores no anulan esa pertenencia, del mismo modo que cristianismo es protestantismo y catolicismo y no distinguimos ‑ni es asunto nuestro distinguir‑ entre el cura bueno y el malo o pederasta o entre la imagen del Cristo o de la Virgen y creyentes que van a misa o asisten a la procesión. Desde el papa de Roma a quien hace el Camino de Santiago sin connotaciones de devoción, visto desde fuera, el tapado ‑en cualquiera de sus prendas, hasta el burkini más sexi, picantón y seductor‑ es de obediencia (de escritura) religiosa y exige, por simetría, una interpretación ‑no de una prenda‑ de una religión y, al final, de todas las religiones. El tema ha pasado a ser: la presencia de la religión en nuestras vidas.
Es tarde para opinar, para votar a favor o en contra, para que nos pongan un micro por delante y a ver usted qué piensa. No pensamos nada. Sabemos que desde 1979 en Irán, con los ayatolas, y desde las Torres Gemelas el 11 de septiembre de 2001, con Al Qaeda, junto a las religiones viajan, como troyanos, integrismo (visible y notorio también en la Iglesia de Roma), terrorismo y suicidismo yihadista.
Solución. No se trata de acabar con el derecho a la fe. Se trata de acabar con la presencia pública de iglesias y sectas. Se trata de ir a Estados, más que laicos (como el francés, que finalmente, tolerando el burkini, está demostrando no serlo), de religión cero cero, para que sea cierto que la fe, lo sagrado, es algo personal e intransferible de lo que no hay ni que hablar. Ese día eLTeNDeDeRo callará para siempre.
Si no lo conoce, no se pierda el cuento que suele mencionarse como el de La mujer brava, 35 (xxxv) de los 51 que forman El conde Lucanor.
Enlaces: Ilya Topper, El Mundo, por el pan y por las rosas que ofrece el pdf Persépolis, de Marjane Satrapi, los cuatro libros completos y en español.
[1] ¿Cuándo? Años 70. ¿Por qué? Cambiar raciocinio por religión y utilizar la religión contra la Unión Soviética. Desde el interior, esta tendencia es narrada por mujeres como la persa Marjane Satrapi o varones como el turco Orhan Pamuk.
.
Me gusta esto:
Me gusta Cargando...