—Lorca en Salobreña— Que un perro muerda a un hombre no es noticia; la noticia sería que un hombre muerda a un perro. De ese principio, se seguía el rigor conceptual para dar o presentar las noticias acudiendo a un redactado en pirámide invertida, de … Continúa leyendo Dueño de la tienda, eres curioso.
El gatillazo de Ovidio ¿Acaso no era guapa la muchacha? ¿No era acaso refinada? Ella, por cierto, colgó de mi cuello sus brazos de marfil, más blancos que la nieve de Sitonia, y con lengua lujuriosa se enzarzó conmigo a besos. Mas mi miembro como … Continúa leyendo sub luce maligna.
Fascismos, hay muchos. fascismo viene del italiano fascio (fasces del lictor, que fueron símbolo del partido fascista por Benito Mussolini). fascismo, ser o parecer fascista, coloquial facha (no confundir con carca ni pijo) es un síndrome de tres síntomas visibles en la vida civil o … Continúa leyendo fascismos.
truco, de trucar, es maña o habilidad en el ejercicio de un arte, oficio o profesión; y, por eso, también ardid o trampa. trampa es voz onomatopéyica, por tramp o trap, ruido de la caída, de donde artificio de caza, puerta en el suelo, tablero … Continúa leyendo trama, trampa y truco.
Vamos a analizar el uso de la palabra hombre durante esta oración: «La pandemia ha revelado que al trabajo del hombre se le sigue dando prioridad: cuando los dos miembros de la pareja teletrabajan, los lugares silenciosos, como despachos o habitaciones, se reservan para ellos, … Continúa leyendo vindicación de varón como pareja y parejo.
«Del colecho, a pillarte en pleno mambo: las confesiones de una madre desesperada.» Mar Muñiz publica Mientras vivas en esta casa, reflexiones sobre la maternidad. ZEN. 20/01/21. Cuando leí lo del mambo di por seguro que se referiría por eufemismo y lenguaje figurado al acto … Continúa leyendo colecho.
del cartel de Gambito de dama, al Libro del ajedrez, de Alfonso X el Sabio. Juego de tablero en representación de un campo de batalla, la palabra ajedrez viene del árabe hispano as satrang, as shitrang, sánscrito shatur anga, ‘cuatro fuerzas’ (en origen, entre cuatro … Continúa leyendo lecturas de gambito de dama.
Hablar en hifi (con hache) es hablar en alta fidelidad (high fidelity) y, antes que una institución financiera internacional, las letras -ifi- (-ificar) son infijo o sufijo de valor verbal factitivo o de complemento directo del sustantivo al que se añade: es lo que va … Continúa leyendo hablando en ifi.
Diálogos de la lengua. Recoge un diario colombiano, 23/09: #RAEconsultas: «suánfonson. Neologismo reciente, al parecer, de origen onomatopéyico, utilizado en la jerga juvenil colombiana y solo documentado en redes sociales. Se usa como adverbio con el sentido de ‘muy rápidamente’ o como sustantivo con el … Continúa leyendo suanfonsonismos.
Ley de la lengua: “lo bueno, si breve, dos veces bueno”, Baltasar Gracián (1601-58). Esa ley nos hace odiar el pienso de que por amor al pienso que. También nos deja un respeto por el andaluz hablado y hablas que se comen las sílabas: na, … Continúa leyendo todos y todas y ustedes.
profesor, del latín professor, -oris: Persona que ejerce o enseña una ciencia o arte. Viene de profesar, de profeso: Tener o mostrar un sentimiento o una actitud hacia alguien o algo. Defender o seguir una idea o una doctrina. Le profesan cariño, admiración. El oficio … Continúa leyendo profesor en red.
Redundancias hay dos, de norma y de estilo. Las de norma, hay que aguantarse con ellas (contigo < cum te cum) pero las de estilo están en nuestra opción. “Comparto contigo” es redundancia ajustada a norma. “Te comparto”, opción perfecta de estilo, y más breve. El hablante elige. Compartí mis galletas con mi prima puede decirse en transitivo Compartí mis galletas a mi prima (Academia dice). En redes, compartir es tecnicismo como retuitear o megustear : te comparto, pues.
Y no olviden que la lengua ha ido añadiendo y añadiendo redundancias con tal de salvar la comunicación entre (o ante) hablantes poco alfabetizados. El caso de contigo es similar a persona humana, subir arriba o eso que vi con mis propios ojos. También la palabra hómine iba a dar (o a confundirse con) on (uno) y hubo que recomponerla para que no se perdiera: hombre, con un -bre nada etimológico que se contagió hasta hembra, latín fémina.
Quédense con antes que antes de que hablantes muy pericultos prefirieran antes de que ¡sin dequeísmo! ¡Qué fácil disculpan Academia y Fundéu los errores de los suyos! Con ustedes, Juan Ruiz, Garcilaso y Góngora:
antes que muerte acuda (LBA, 1532, d)
coged de vuestra alegre primavera/ el dulce fruto, antes que el tiempo airado/ cubra de nieve la hermosa cumbre. (Garcilaso de la Vega, En tanto que de rosa y azucena)
antes que lo que fue en tu edad dorada (Góngora, Mientras por competir con tu cabello)
De ahí, al consagrado autor, de estilo ponderado por la crítica: Y *es al levantarse *que encabrita el sieso, antes que el más llano y exacto: Y al levantarse encabrita el sieso.
sieso es culo, y sieso a, la persona desagradable, antipática o desabrida. Muestren su simpatía con quien no sabe y parece que rebuzna, y practiquen la empatía con quien se lo merezca.
foto bloc [eLTeNDeDeRo]Desde una lengua romance, anglicismos hay dos: palabras procedentes del anglo o del sajón o de lenguas germánicas, y palabras procedentes del latín a través del francés de los francos vecinos. A este grupo de palabras raramente podemos llamarlas anglicismos, puesto que siguen siendo de raíz romance o metabolizadas por lenguas romances. Y es la evolución particular de cada raíz y término la que decide. Es el caso de bloc, del francés ‘bloc’, bloc de notas o de apuntes. En castellano blog debe parecernos inaceptable.
No coincide el diccionario en si por bloc de notas (del francés bloc, taco de hojas de papel) se entiende un taco de hojas sujetas de modo que NO puedan desprenderse con facilidad, o, al revés, si están pensadas las hojas para volanderas que se dejen arrancar con facilidad, próximas entonces a lo que sería pósit o postit, también en el Dile: de Post-it®, marca registrada, hoja pequeña de papel empleada para notas, con una leve franja autoadhesiva en el reverso.
Lo que está claro: el inglés blog (anglicismo aceptado) no pinta nada aquí, teniendo, como tenemos, bloc, bloque, bloqueo, bloquear, blocar o blocaje, de uso en grupos o en jerga deportiva. Fue el inglés quien tomó de lengua romance la raíz blok (neerlandés, ‘tronco cortado’), que el castellano español ya tenía incorporada a través del francés, un siglo antes de sitios red o webs.
blog o bloc. El hablante se retrata. Quien use blog querrá dárselas de tecnicismo y puesta al día, pero al final ignora que es víctima de un defecto búmeran (o bumerán), esto es: de anglicismo de ida y vuelta que ha sido antes vocabulario nuestro.
Ir por lana y salir trasquilado.
Yo -que me eduqué en el Otan, no, Bases, fuera- no he podido nunca con las invasiones inglis (por Gibraltar, Morón y Rota) y no entiendo que gente de amarilla y roja condición se baje los calzones del idioma ante tanta invasión, aprovechando que las tic o las nuevas profesiones pasaban por allí.
Y, hablando de pasar, queden ustedes con un bloc que iba de paso:
BLOC DE NOTAS a la puesta de sol
La puesta de sol motiva. Cuatro motivaciones de ayer que pueden ser pósit o pie de foto de la foto que usted tenga en la cabeza:
nota 1. pareja en racha
Código del abstinente. A la contemplación de un muchacho que cortejaba a una muchacha con aire de ofrecerse a ella para lo que ella mandara o mandase:
–¡Anda que no te queda nada por follar…!
nota 2. pareja en foto
Ella le pidió la foto en vertical. Pues vertical era el recorte de su figura contra la puesta de sol. Tal vez desconocía que horizontal viene de horizonte, como el horizonte aquel donde el noviete intentaba inmortalizarla para Instagram.
nota 3. bañista negro bajo toalla blanca
Los angelitos negros de Machín eran negros, no de color y, mucho menos, afroamericanos de origen o, en su caso, afrocubanos.
Estatua a Antonio Machín, Sevilla, frente a Hermandad de Los Negritos.
nota 4. para salir de apuros
El caballero, viendo el de caballeros ocupado, entró al servicio mixto de señoras y minusválidos. Al salir, una señora se lo reprocha con mirada asesina. Él comprende y, apoyándose en su bastón de caña y de paseo, dramatiza una cojera de patizambo que a la señora le explica todo.
Desde 1440 en el idioma (Corominas), la palabra ocaso, del latín tal, emparentada con caer, occidente y ocasión, marca la hora del día más fotogénica del largo y cálido verano.
Quizá por relación con la casa de seguros conocida como ‘los muertos’, la gente prefiere hablar de puesta de sol [con 21.5 millones de usos frente a ocaso: 11.5], francés coucher du soleil, inglés sunset, italiano tramonto.
En astronomía de precisión, orto y ocaso [25.700 usos] forman pareja por decir salida y puesta del Sol (o de la Luna) y, como rapidísima imagen, de todo lo que en esta vida nace y muere, empieza y acaba, sube y baja, se ve y no se ve.
Yo conocí la palabra ocaso por los recibos al cobro como seguro de entierros y defunciones [351.000 usos, cuando lo lógico sería el orden inverso, primero el cadáver y luego el ataúd: defunciones y entierros, 284.000].
La palabra contraria, orto (latín ortus, lo mismo, en astronomía: Salida o aparición del Sol o de otro astro por el horizonte) la aprendí unida a Orto y ocaso de Sevilla, libro de don Antonio Domínguez Ortiz (1991), historia de Sevilla, del esplendor, a la decadencia.
El ocaso que hoy nos relaja la vista fue tomado ayer, día 25 de julio sobre las 21:40 en el muelle de Huelva según se mira a la derecha. La foto es de Manolo Vara y, los textos, fondo de armario de eLTeNDeDeRo:
PUESTA DE SOL Abelardo Rodríguez: “No es que el sol se ponga, es que sale en otra parte…” …y el resto es patrimonio de los husos horarios con hache y sin hache. Lo llamaremos noche, por decir algo.
La segunda estampa nos lleva a las playas de Bajo de Guía, Sanlúcar de Barrameda, donde con marea baja se dejan ver posturitas y postureos que nos negamos a fotografiar:
LA FOTO La cosa prometía. Aquella forma de ella abrazarse a él como si gente no hubiera por la playa pero como si todos estuviésemos pendientes. Esa puesta de sol, esa hora púrpura, y en esto pasa un barco entre las barcas, de paspartú teníamos el Coto; ella, su nuca, y él, todas las marcas de su bikini. El joven mete cuello, se pierde ella -hacia atrás por su melena de cine o champú Sunsilk- y, hecho un pulpo de amor, la mueve, esparce y desordena. Sobre el beso en su punto, una gaviota. Cualquiera hace la foto y el idiota.
Yo llamaba flaca a mi novia pero cedí el epíteto a un hijo mío que se religó (de religare, religión) a otra flaca más flaca que la mía. Para mi generación la flaca por derecho fue Lauren Bacall («Si me necesitas, silba», en la foto), a ojos de Hollywood y de Humphrey Bogart desde Tener y no tener(To have and have not, 1944), de Howard Hawks, Faulkner y Hemingway.
Después del cine, vinieron las canciones. [Por un beso de] La Flaca, de Jarabe de Palo, 1996, 2 millones de copias vendidas, y poco después Flaca [no me claves tus puñales], de Andrés Calamaro, 140 millones de ventas.
Igual que ocurre con otros adjetivos, como zorro/zorra, no es lo mismo ser o estar flaco que flaca. En andaluz, se prefiere canijo/canija, resueltos en el más breve y multiuso cani (de barrio), antónimo de pijos de Nervión, Los Remedios y Centro de Sevilla.
Desde el siglo 13 en nuestro idioma, flaco viene del latín flaccus, ‘flojo’, ‘flácido’, y se ha incrustado en frases hechas o casi como “a perro flaco, todo son pulgas”, flaco favor, flaco servicio, vacas flacas, flaca naturaleza humana. Un refrán ya en desuso decía La flaca baila en la boda, que no la gorda [por la delgadez asociada a la agilidad de movimientos]. En los repartos del español, donde más se usa flaco,a es en España (33,78%), México (12,78) y Argentina (12,55); y más en ficción (71,46) y sociedad (23,27) que en salud (2,28) o ciencia (1,14), lo cual es buena señal.
En varón, el flaco más famoso fue el poeta romano Horacio, Quinto Horacio Flaco (años -65 / +8). Ya es curiosidad que un verso del Horacio español, Fray Luis de León (1527-91), en su Oda a la vida retirada, estrofa 13, el verso que dice “los que de un falso leño se confían”, aparece en WordReference: “los que de un flaco leño se confían”.
En literatura, tenemos flaca desde Garcilaso (h.1500-36), flaca parte, flaca tristeza, Teresa de Jesús (quien se veía a sí misma “flaca y pobre de obras”), Quevedo(Canción a una mujer flaca), Góngora o Baltasar de Alcázar. En Lope de Vega (1562-1635): “Cuatro efes que tendrás: fría, fea y flaca serás”. Y el mismo en La Dorotea: “Ante el sepulcro de una dama muy alta y muy flaca dixo el maestro Burguillos: Doña Madame Roanza tan alta y flaca vivía, que mandó su señoría enterrarse en una lanza”. Un endecasílabo de autor menor dice: “Dama y ansiosa, fea, flaca y fría”. Y en el 19 hubo una revista satírica que se llamó La Flaca (entre 1869 y 76).
Ahora que ha muerto Pau Donés y hay quien enflaquece su obra y su figura por no haber cantado en catalán, no está de más recordar que un idioma es más grande cuanto más grandes son sus rivales o alternativas. El mérito de Pau Donés es haber sonado andaluz de Jerez de la Frontera y dado a la flaca un valor añadido.
Otro día hablamos de la expresión jarabe de palo, que para nosotros es una didáctica del tipo quien bien te quiere te hará llorar o la letra con sangre entra, es decir, algo que nos avisa o corrige por nuestro bien, y no una simple amenaza.
«Hay voces críticas que censuran el hecho de que haya una institución encargada de recomendar usos, registrar palabras o prescribir normas ortográficas. El ejemplo más evidente lo vemos en la lengua inglesa: no hay una institución oficial que regule el idioma, pero sí obras descriptivas como el Oxford English Dictionary (OED) o el The Merriam-Webster Dictionary, este último para el inglés americano. No hay academias ni académicos, sino diferentes instituciones –editoriales, universidades– que publican obras de carácter descriptivo. Un caso semejante, aunque con academia, es el alemán; diversas instituciones, como la Academia Alemana para la Lengua y Poesía (Deutsche Akademie für Sprache und Dichtung) o el Consejo para la ortografía del alemán (Rat für deutsche Rechtschreibung), se encargan de regular el estándar lingüístico de la lengua alemana: su diccionario de referencia es el Duden, publicado por primera vez por Konrad Duden el año 1880.» (Rubén Conde Rubio, 14/08/17)
En el caso de la RAE habría que plantearse 1º) la necesidad de una autoridad lingüística que mande en nuestra lengua, visto (y 2º) el trato desigual que la Academia da a unos usos y a otros. Casos evidentes: el vulgarismo como etiqueta de clase alta contra la baja y la masculina reacción académica contra el lenguaje coeducado (dicho también de géneros o inclusivo).
La Academia flojea desde el principio (año 1713) por parcial ante los dialectos del sur (o modalidades meridionales) y por galicista en general como obediente a la lengua francesa que trajeron y pusieron de moda las casas reales de origen francés: Borbón, Borbón-Dos Sicilias, Montpensier.
Es por eso que la Academia no censura el Es por eso que que acabo de utilizar, calco del C’est pour ça que, en lugar de Por eso, que tan bien nos vendría para ganar la batalla de la economía del lenguaje, ahora que el conteo de caracteres tiene que ver con lo bueno, si breve, tres veces bueno en competición digital entre lenguas sintéticas y cuanto más efectivas. Y cuando oigan o lean a ti te quiero no duden que a ti está sobrando. Por mucho que la Academia calle y otorgue.
Otro gremio que hizo mucho daño al idioma fue el de los malos poetas o el de la mala poesía. Pueden leerlo (son 10 minutos) en el suplemento Cáncer de estilo donde se demuestra con citas reales lo que una literatura francamente mejorable hizo y deshizo con tal de cuadrar las sílabas métricas que se le pusieran cuesta arriba.
El género esquela es el género en que terminamos todo. Ahí van a dar las obras escogidas, completas y exquisistas. Hasta mis 66 no me había sentido nunca grupo de riesgo. Y esta vez sí. Parece que alguien hubiera hecho avioncitos de papel con esquelas de periódicos y me las hubiera tirado volando. El caso es que mis bajas personales ninguna ha sido por covid19, sino por edad o por otras enfermedades.
Recuperando mi antiguo espacio en Zafarrancho Vilima, doy a ustedes lo que he averiguado de la palabra esquela. Se lo dedico póstumamente a mis muertos y muertas familiares, la última Juana, hoy en su esquela, ayer tan guapa en su foto.
esquela (inglés obituary o death notice, francés part de décès o nécrologie). Desde 1732 [3.57M de gugles] El DLE (antes DRAE) da etimología discutida. 1. Aviso de la muerte de una persona que se publica en los periódicos con recuadro de luto o se fija en distintos lugares públicos indicando la fecha y el lugar del entierro, funeral, etc. esquela mortuoria 2. Carta breve que antes solía cerrarse en forma triangular. 3. Papel en que se dan citas, se hacen invitaciones o se comunican ciertas noticias a varias personas, y que por lo común va impreso o litografiado. esquela de convite. La palabra se usa en ficción (un 67,35%), ciencias sociales (15,02), política, economía, comercio y finanzas (14%), vida cotidiana (un 5,8 de casos). Por geografías, España se lleva un 65,44% de usos y Argentina un 8,9. Corominas data la palabra en 1732 y la da como “carta breve, papel impreso en que se hacen invitaciones o se comunican ciertas noticias” y propone un origen en una pronunciación vulgar del latín scheda [skeda], hoja de papel o papiro. El Etimológico de Chile remite scheda al griego skida, ‘astilla’, formado a partir del verbo skizein, rajar, separar, indoeuropeo skei, ‘cortar’, de donde el latín scire, ‘saber’, y las palabras ciencia, necio y plebiscito. Del diminutivo de scheda, schedula, viene cédula. Palabras relacionadas con esquela son billete (carta, breve por lo común), columbario, cementerio, crematorio, epitafio, libro de condolencias, nicho, obituario, pésame, pompas fúnebres, requiéscat in pace, RIP (descanse en paz, DEP), tanatorio, velatorio o velorio. Antes era normal hacer una fotografía post mortem del cadáver y modernamente se ve usar fórmulas de despedida como que la tierra te sea leve [92.900 gugles], procedente del sit tibi terra levis [77.300 gugles], inscripción funeraria normal en la antigua Roma. Por orden alfabético, detrás de esquela viene esqueleto, palabra que no comparte origen, pero ya me dirán. Preferible quedar con la rima escuela, la Escuela de calor, de Radio Futura (aquí en Spotify). Queden ustedes, además, con la penúltima despedida que hizo en vida Daniel Lebrato:
*
«Si en esquelas
terminan las tarjetas de visita,
qué menos que ser buenos,
rebeldes y algo cínicos.
La noticia decía: El youtuber Jaime Altozano crea una sala de estudio y trabajo online seguida por miles de personas. Me atreví a comentar: «Solo la palabra youtuber ya pone escalofrío. En materia de neologismos es inútil meterse. Lo neologado se siente importante con su neologismo y lo neologante también como cómplice a la altura. Influéncer o yutúber, ¿qué significan? ¿Un oficio perito en qué? Nuestras abuelas estaban enganchadas a las radionovelas y nunca fueron radionóvelers. A la primera gente volcada al teclado de ordenadores (donde escribías como antes en la Olivetti) nos dijeron ‘informáticos’ ¡Si nos salía el pantallazo en MS-DOS y no sabíamos dónde meternos! ¿Puestos en informática?, cuando siempre se ha distinguido entre el pianista y el afinador, entre el electricista y quien enciende la luz. Así que supongo que influencer o youtuber se quedarán entre nosotros. Lástima, habiendo influentes o influyentes, yutómanos o yutómanas o yutucistas, palabras que no defiendo pero al menos, en castellano.»
Mi primer contacto con las nuevas profesiones vino a través de Álvaro Martín, experto en radio web (para y por ordenador) y maestro en el manejo del podcast. Álvaro, hijo, si el iPod [aipod], del pod, es algo que aquí en España ya ni se usa. Qué menos que poscast, con pos de ‘posterior’ y cast de ‘elenco’ o ‘reparto’, como nos tiene acostumbrados el cine, o de hacer un cásting, ‘proceso de selección’, como sería seleccionar, dentro de una emisora a la carta, el audio o el vídeo que queremos recuperar, en diferido, si nos perdimos lo emitido en directo… Pues nada. No hubo manera. podcast vino y podcast se quedó. Y no porque Álvaro no quisiera hacerme caso: él estaba metido en un mundo de nuevas profesiones donde yo no estaba. Mundo, como el del youtuber, donde el neologismo se hace tecnicismo y responde a algo que ya hizo el del oído, médico, antes de llamarse otorrinolaringólogo, y aún, mucho antes, el cura que acababa la misa, entre quiries o paternósteres, con ite, missa est, a lo que había que contestar, mejor que amén, amen.
Una de las lecturas de las actividades económicas que ha puesto de relieve esta crisis es que hay oficios más prioritarios que otros, y esa prioridad se mide por su inserción en los sectores troncales de la economía: primario, de apropiación; secundario, de transformación; y terciario, de servicios. Al terciario corresponden actividades de preparación, formación y mantenimiento del sistema y las personas (educación, sanidad, ingeniería y ciencia) más ocio y tiempo libre donde el abanico de salidas profesionales se ha disparado hasta lo más insólito.
Ese será el caso del Jaime Altozano de la noticia. Y ¿quién es este profesor para discutir con él o dejarlo en paro?
Sé que vivo en una sociedad de tal bienestar que hasta se diagnostica y se receta el síndrome posvacacional, cuando tener vacaciones ya presupone que se tiene trabajo, donde tanta gente, por no tener, no tiene ni trabajo. Compárese con la sabiduría de aquel título Los lunes al sol, donde languidecían nuevos recién parados procedentes de la vieja industria y de los viejos oficios. Hablábamos de Nissan, o sea.
«La trampa está en la vocación.» Así empezaba la tercera entrega de mi trilogía Memorias de un profesor.[1] Estábamos en alarma por el coronavirus. Yo había dejado Zafarrancho Vilima, último grupo de enseñanza de adultos que me había sido asignado. A esas alturas, era improbable que el profesor Lebrato subiera otra vez a la tarima y era más improbable aún que mi entorno inmediato renunciara a su zona de confort. Mi mundo era como una bella durmiente, que para qué despertarla. Malos tiempos para la criticá. Lo más que yo podía hacer era orillar mis diferencias y aconsejar, como en apuntes, las tres o cuatro ideas que yo había sacado en claro de mi experiencia docente y tutorial, y dárselas, en porciones facilitas, a una generación de ya madres y padres en torno a los cuarenta años de edad, que no quería que le crearan problemas.
–La trampa está en la vocación -les dije-. En hacer creer al estudiante, él o ella, que podrá elegir según su vocación según lo que sabe hacer o lo que más le gusta hacer; no según la demanda real de puestos de trabajo dentro de un mercado de trabajo en una sociedad dada y en un momento dado. La realidad y el deseo. Conciliar el puedo y el quiero [de la voluntad] de mi vocación[2] con el debo y el tengo que [de la razón] de la obligación[3]. No discernir estos dos campos, mezclando además ocio y negocio (batiburrillo promovido por el propio profesorado), ha distorsionado la acción tutorial desde que yo la conozco. Y hay que hablar claro: la economía no engaña a nadie y, en cambio, las criaturas, una a una, tienden a engañarse y la familia a darles gusto. ¿Se puede? Sin el Estado, es difícil.
Igual que universidades y escuelas anuncian sus carreras o especialidades, el Estado tendría que hacer pública la lista de trabajos reconocidos (si hace falta, por la Constitución)[4].
La ley del mercado es que el trabajo, como mercancía, vale lo socialmente invertido en él[5] y que las cosas valen lo que se paga por ellas. Un profesor. Un fontanero. Un Picasso en una subasta disparatada. Un crack del fútbol.
Mi lema sería «Prepárate para el mejor puesto de trabajo a tu alcance y, luego, si puedes, vive de tu vocación.»
Y a la sociedad pediría que se valore el trabajo por el trabajo-esfuerzo realizado (lo que nadie quiere hacer), más que por el nivel de estudios de quien lo realiza. Que trabajos y ocios vayan a un reparto (siquiera mental) rotatorio, igualitario y compartido.
[3] Había mucha gente joven nini: juventud ya madurita que ni quería estudiar ni quería trabajar.
[4] Absurdos como ama de casa o trabajadora sexual desaparecerían del escenario. También artista o poeta serían salidas profesionales puestas en duda. Estas preferencias –en casa se sabe– amenazan todo realismo y todo ejercicio de cordura.
[5] La sociedad no tarda igual en producir un ingeniero que un albañil.
Que me perdonen las señoritas en edad de crecer o de estudiar. El último de la fila o El último de la clase ha sido siempre él, género macho macho, o Machu Picchu, sin coeducación ni inclusión de sexos posible.
Se es el último de la fila o el último de la clase cuando, varón varón, eres el más bajito o el peor clasificado. O cuando, al inicio de curso y al llegar al aula, y antes de que te pasaran lista y te sentaran por orden alfabético (a mí me tocaba siempre un León que ponía espanto al poca cosa Lebrato que yo era), en ese momento, digo, de marcar distancias frente al profesor y a la tarima (a donde solo se acercaba la despreciable y pelota escala de alumnos de salivilla, esa que quería ser primera en tomar apuntes, en levantar el dedo cuando algo sabía o en promocionarse saliendo a la pizarra) sentías el orgullo crack de creerte el último borrón de la enseñanza franquista.
La diferencia entre el último de la fila y el último de la clase es más bien sutil, aunque Google lo tiene claro: 437.000 a 4.390.000, diez veces más gugles a favor de el último de la clase.
El último de la fila podía ser el escaqueador, ese que no quería –por un día que venía a clase– ni que lo vieran o, peor, el señalado por algún defecto físico: ser un watusi o gigante que tapaba las vistas a los demás pupitres.
El último de la clase, en cambio, era un voluntariado anti sistema, una Liga de los Sin Bata (El Perich), una especie de ultrasures que añadían a la bancada del fondo una mística traída de las salas de cine, donde atrás se fumaba y se ligaba mucho más, y era el sitio de los rebeldes sin causa y de los cinema paradiso. Si además seguías la lección y hasta sacabas nota, era como una justicia poética de los últimos serán los primeros del Sermón de la Montaña.
El 23 de julio de 2019, @manolovilima, Manolo Velardo, publicó una foto a dos con Daniel Lebrato de pareja en la pasada Feria de Abril (pasada y última, de momento, pues de la Feria 2020 no tenemos noticia). A pie de foto decía:
–Con mi amigo el profesor Lebrato.
Y yo contesté:
–Con mi amigo Manolo Velardo.
La amistad puede ser un photoshop, si la foto es guapa, y aquel hombre, que en Zafarrancho Vilima hacía el papel de brutamonte frente a zafarranches más sutiles; aquel que casi presumía de, a fuerza de coscorrones, haberse hecho a sí mismo (self made man, antes que selfi); aquel que aprendió los números romanos por el XXIII de la barriada Juan 23; aquel que había sido portero de discoteca antes que fraile, y que no tenía reparo en contarte las veces que había bordeado el lado oscuro; aquel a quien nunca di clases me honraba con su amistad.
Manolo Velardo, ¡presente!, era, sin duda, el último de la fila, el último de la clase.