lecturas de gambito de dama.

del cartel de Gambito de dama, al Libro del ajedrez, de Alfonso X el Sabio.

Juego de tablero en representación de un campo de batalla, la palabra ajedrez viene del árabe hispano as satrang, as shitrang, sánscrito shatur anga, ‘cuatro fuerzas’ (en origen, entre cuatro jugadores se jugaba en la India) o ‘cuatro armas’: infantería, caballería, elefantes (alfiles) y torres de asalto o carros de combate. La evolución a la jota (velar sorda) sería: sh > x > j, similar a México > [méjico]. Por 1250, mandó Alfonso X el Sabio hacer un Libro de los juegos, también llamado Libro del axedrez, dados e tablas, el más antiguo que se conserva en Europa.[1] El nombre ajedrez combina con escaque (casilla y remotamente rey), del árabe hispano issáh, clásico sah, del persa (el Sah de Persia), catalán scacs, italiano scacchi, francés échecs, inglés chees. De escaque viene escaquear (dividir) y escaquearse, que es eludir una tarea común dejando que otros carguen con ella. Jugar a los escaques equivale a jugar al ajedrez (3ª acepción del DLE).

damas. Aunque es fácil pensar que damas viene de dama (francés dame, latín dómina), el juego de las damas podría venir del germánico damm, ‘muro de contención, represa’, y haría referencia a la última fila del tablero que han de coronar las piezas.

gambito. Del italiano gambetto, zancadilla, regresivos catalán gamba, francés jambe, del latín ianua [yamba] [jamba], puerta, paso, tránsito, de donde el dios Jano, de los comienzos, y el propio mes de enero.

gambito de dama. Jugada de ajedrez al principio de la partida que consiste en sacrificar el peón dama para lograr una posición favorable. La raíz gam está en inglés gammon, jamón, pata del cerdo, y gam, juego, game, jugar.

Gambito de dama (The queen’s gambit, 2020) es miniserie Netflix, de Scott Frank, con Anya Taylor-Joy y quien hace de ella adolescente y niña. Kentucky, años 60. En plena Guerra Fría, la joven Beth Harmon, una huérfana con una aptitud prodigiosa para el ajedrez, lucha contra la adicción mientras trata de convertirse en la mejor jugadora del mundo.

Yendo al tablero del ajedrez de la vida, que es la guerra, nos preguntábamos por los peones de infantería. ¿Qué hacía un oficinista francés matando a un sastre alemán al otro lado de la trinchera? Solamente Trotski en su exilio mexicano insistía en la Internacional de no se peleen unos peones con otros. En 1940 Stalin lo mandó callar. Y el movimiento pacifista, como actitud política, dejó de ser movimiento y solo tuvo expresión personal como objeción de conciencia.

El verdadero juego de las señoras es el parchís, del hindi pacisi, ‘25’, juego entre cuatro por casillas numeradas, según determina un dado, hasta la casilla central, la 25, que sería el rey que en matrimonio pretende cada una de las cuatro aspirantes. A prueba de igualdad y coeducación, y no apto para daltonismos, mañana hablamos del parchís; Argentina, Chile, Perú, Uruguay y Venezuela: ludo, como ludopatía.


[1] Libro del ajedrez, de Alfonso el Sabio. 98 páginas con miniaturas, único original en el Monasterio de El Escorial, copia de 1334 en la Real Academia de la Historia. También, Repetición de amores y arte de ajedrez (Salamanca, 1497), de Luis Ramírez de Lucena. Hubo un Muhammad al-Bayzar, Moamín, halconero del siglo 9, autor de un libro sobre juegos de mesa, ajedrez, dados y tablas. Dados y tablas nos han llegado en el inglés backgammon (chaquete o tablas reales) y el alquerque (en sentido amplio, juego de tres en raya).

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