Portada: Kazimir Malévich, Blanco sobre blanco, 1918. Sigue: Duchamp, Rueda de bicicleta, 1917, y Ramón María del Valle-Inclán. Valle-Inclán distinguía tres miradas o modos de dramaturgia: tragedia, drama y esperpento, miradas por abajo, de frente o por arriba. [1] Entre arte y artista, y siguiendo … Continúa leyendo Vivir del arte o vivir del cuento. Un ensayo de 3 por 3: El arte ¿hay que pagarlo?
¿A quién pertenece el arte, la creación? Porque mientras la obra no artística solo aspira a un valor de uso y un valor de cambio, la obra artística aspira a un valor inmaterial universal. Desde el “ande de mano en mano a quienquier lo pidiere”, del Arcipreste a su auditorio, al Manuel Machado de “las coplas que no son coplas hasta que las canta el pueblo y ya nadie sabe el autor”, todo arte aspira (como azucarillo) a su disolución.
Y desde que concebimos el Patrimonio del Estado con sus museos y bibliotecas nacionales, conjuntos históricos, parques nacionales, bienes inmateriales, etc., y desde que las naciones disputan qué patrimonio o cultura es mayor (si la francesa con la Chanson de Roland o la española con el Cantar de Mío Cid; si España, con Cervantes, o Inglaterra, con Shakespeare), el copyright de obras gigantes en manos de descendientes o editoriales particulares debería preocuparnos. Por hacer una autopista, se expropia y se indemniza y ¿no se va a expropiar el Corominas, el Casares o el María Moliner? ¿Para qué el Estado, entonces?
Otra forma de verlo. El poeta escribe gracias a los oficios que fabricaron su casa, su cuarto de estudio, su lámpara o su ordenador. ¿No será su poema, cuando lo termine (y si es que acertó a escribir algo de mérito, que se publica mucho churrete) también un poco propiedad de esos oficios? ¿Hubiera escrito el poeta sin albañiles, sin fontaneros, sin electricistas? O, más aún: ¿devolvería el autor el dinero ingresado si su cliente lector no queda satisfecho?
Queden ustedes con una interpretación del niño dios Juan Ramón Jiménez, con algo de Bécquer.
CÁLCULO DEL NIÑO DIOS
Yo tengo escondida en mi casa,
por su gusto y el mío, a la Poesía.
Se empieza en mientras haya algún misterio para el hombre, no para la mujer que posa por hermosa o fastuosa de tesoros. No es un misterio a voces el campo, la vendimia y los jornales, el largo ajuar que bordan las muchachas. Se sigue con que siempre habrá poesía –incluso sin poetas dios existe–, su altar será la sociedad de autores. Y acaba uno encerrándose en la casa que fueron levantando por su gusto y el suyo antepasados y albañiles, con muy pocas visitas, las precisas, y viendo, apasionado, cosas raras.
Mañana [eLTeNDeDeRo] les pasa más originales a disposición en lenguaje html (no pdf) en la revista libro [eLSoBReHiLaDo]. Antonio Delgado Cabeza y José Luis Macías Rico aportarán luz en tiempos oscuros.
Valle-Inclán llamó a su sentido del humor ‘esperpento’, palabra en el Diccionario desde 1726, revisada en 2014, de origen incierto: persona, cosa o situación grotescas o estrafalarias. La invención de Valle fue designar su estética en su teatro, pero no solo: hay esperpento en La pipa de kif (poesía, 1919), Tirano Banderas o El ruedo ibérico (novelas de 1926 y 27). Don Ramón mismo tenía algo de esperpéntico.
Tiramos de Wikipedia. El esperpento hace su aparición en 1920 con Luces de Bohemia. Esperpento. En la madrileña calle de Álvarez Gato (el callejón del Gato) había un espejo cóncavo y otro convexo que deformaban la figura. Max Estrella, a Don Latino, en la escena 12 de Luces de Bohemia: «Los héroes clásicos reflejados en los espejos cóncavos dan el Esperpento. El sentido trágico de la vida española sólo puede darse con una estética sistemáticamente deformada. La deformación deja de serlo cuando está sujeta a una matemática perfecta. Mi estética actual es transformar con matemática de espejo cóncavo las normas clásicas». Más que un estilo o técnica teatral, el esperpento es una poética. Valle-Inclán, a Gregorio Martínez Sierra, ABC, 7 del 12 del 28: Hay tres modos de representar el mundo: desde abajo, de frente o desde arriba[1]. Desde abajo se ve a los personajes como héroes de condición superior. De frente, como si fuesen nosotros mismos (como en el teatro de Shakespeare). Y desde arriba, como seres inferiores, los dioses se convierten en personajes de sainete; sus precedentes serían Quevedo y Goya.
Otra manera trifásica de ver el humor nos la da la pareja reírse con / reírse de. En reírse con, dos se ríen y de la misma cosa. En reírse de, la parte cómica o humorista se ríe de lo que a la parte humorada no le hace ninguna gracia, sea Agamenón (objeto de la sátira) o su porquero (podría ser de mal gusto). Es el desencuentro que estuvo en la base (nunca en la justificación) de la fobia yihadista contra Salman Rushdie (Versos satánicos, 1988) o Charlie Hebdo[2]. La condena al extremismo asesino no libra al humor de una incoherencia previa: métete con los tuyos o ríete de los tuyos: no de lo mío o con lo mío, porque no le veo la gracia o porque mi cultura o mi religión demandan otro código de conducta, otro sentido del humor. Es también, salvando las distancias, el juicio que nos merecen las bromadas andaluzas sobre catalanes o Cataluña. No van sobre, van contra. Noam Chomsky incluye este uso del humor como mecanismo del poder para desviar la atención y distraer conciencias. Juan Carlos Ortega, en claras palabras, da una visión de lo mismo fácil y directa. Queden con ella y con la segunda parte de La Corte del Rey Bobo, donde me aplico al cuento. Se admiten ideas.
[1] En teoría clásica: 1. tragedia y épica, 2. drama y 3. comedia.
[2] Charlie Hebdo. Semanario satírico francés de izquierdas desde 1992. Tomó su nombre de una publicación satírica anterior: Hara-kiri y Hara-kiri hebdo. Su labor fue motivo de juicios, debates por la libertad de expresión, acusaciones de provocaciones a facciones religiosas y atentados; uno de ellos con cócteles Molotov en 2011. El más grave ocurrió el 7 de enero de 2015 en su sede parisina, cuando dos encapuchados asesinaron a doce personas además de herir de gravedad a otras cuatro.
Yo tengo escondida en mi casa,
por su gusto y el mío, a la Poesía.
Se empieza en mientras haya algún misterio para el hombre, no para la mujer que posa por hermosa o fastuosa de tesoros. No es un misterio a voces el campo, la vendimia y los jornales, todo el ajuar que cargan las muchachas. Se sigue con que siempre habrá poesía, incluso sin poetas dios existe: su altar será la sociedad de autores. Y acaba uno encerrándose en la casa que fueron levantando por su gusto y el suyo antepasados y albañiles, con muy pocas visitas, las precisas, y viendo, apasionado, cosas raras.
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Daniel Lebrato, de Historias de la literatura, 2013
[1] Y, en sentido amplio, el saber, la ciencia, la investigación.
[2] Desde el “ande de mano en mano a quienquier lo pidiere”, del Arcipreste a su auditorio, hasta el Manuel Machado de las coplas que no son coplas hasta que las canta el pueblo y “ya nadie sabe el autor”, todo arte aspira ‑como un azucarillo‑ a su disolución.
[3] Con sus museos y bibliotecas nacionales, conjuntos histórico artísticos, parques nacionales, bienes inmateriales, etc. Y desde que las naciones disputan qué patrimonio o cultura es mayor, si la española con Cervantes o la inglesa con Shakespeare, por ejemplo.
Los sonetos del amor oscuro escenifican la prevalencia de la biografía sobre el texto. La leyenda tejida en torno a ellos consistió y consiste en hacer de los sonetos un reconocimiento de homosexualidad por parte del autor, Federico García Lorca. Sin embargo, no hay nada en los sonetos que, literalmente y en comentario de texto, demuestre declaración autobiográfica o confesión personal (lo del escándalo es juicio de valor y el escándalo vende, y el comentario de texto no está para juzgar ni para vender).
El 22 de mayo de 2015 escribe en ABCIsabel M. Reverte, experta en Lorca:
«En los sonetos aparece por primera vez y de forma explícita su reivindicación de la homosexualidad.
[hay que demostrarlo, señora Reverte]
»La familia no quería publicarlos porque “no podía soportar que alguien dijera que Lorca era homosexual”.
[hay que demostrarlo, familia Lorca]
»El entonces subdirector de colaboraciones culturales de ABC, Santiago Castelo, añade que el calificativo de oscuro era un juego que hablaba del amor prohibido entre estos amigos.»
[hay que demostrarlo, señor Castelo]
Comentarios así, a puñaítos.
Frente a tamaña unanimidad, eLTeNDeDeRo agradecería que alguien demuestre: aquí, en esta palabra o en este verso, aquí o aquí (señalando con el dedito), aquí radica la declaración de homosexualidad o la prueba del hombre de carne y hueso.
En realidad, Lorca actuó como otros poetas homos de su generación como Aleixandre o Cernuda (por no hablar de los sonetos de Shakespeare o de los versos libres de Walt Whitman): dirigirse al amor, receptor masculino que igual esconde el amado de las canciones de San Juan de la Cruz (¿hubiera estado bien visto un varón receptor de sus canciones?), que una lesbiana que un mariquita o que un amor heterosexual. Analizaremos uno a uno los masculinos de los 11 sonetos. Mañana en eLTeNDeDeRo. Se admiten ideas. [enlace a Historia oculta de los sonetos.]
No son fetos ni abortos. Están aquí. Han nacido. nonato, ta. Del latín non natus. Nacido por cesárea. cesárea. Por la tradición de que Julio César había nacido de esa manera. El nacido por cesárea más famoso de la literatura parece que está en Macbeth (1606) de William Shakespeare (1564‑1616). Acto 4, escena 1: un inquieto Macbeth, verdadero rey de Escocia entre 1040 y 57, consulta a tres brujas por su futuro. Tres conjuros. El primero: cuídate de Macduff. El segundo: ningún nacido de mujer podrá vencerte. Y el tercero: seguirás invicto hasta que se mueva el gran bosque de Birnam. Finalmente, un ejército inglés camuflado con ramas del bosque y mandado por Macduff, barón de Fife, avanza contra Macbeth. Antes de morir, Macbeth sabe que su matador había venido al mundo por cesárea. Shakespeare o su público no podían saber que la adivinanza de los “no nacidos de mujer” iba a ser canonizada y popularizada por un papa, Alejandro VII, años después, en 1657, en la figura de Ramón Nonato.
Inconfundible en los retablos por el candado que perfora sus labios, San Ramón Nonato es santo de partos, matronas, gestaciones y personas acusadas en falso. Ramón Notato fue Ramón Sarroy (1204-1240), noble español predicador y mercedario que murió en su castillo de Cardona en vísperas de ir a Roma, donde el papa Gregorio IX acababa de nombrarlo cardenal y consejero. Siendo feto cumplido de nueve meses, Ramón Sarroy pasó un día entero esperando que lo pariera su madre, que estaba muerta, y fue traído gracias a las artes cisorias y cesáreas de un cazador que notó que algo se movía en el hermoso vientre de su señora cuando la iban a enterrar. El hombre sacó su daga y rescató al niño, por eso bautizado non natus. Cesárea póstuma o post mortem, o sea. Lo del candado en la boca viene porque estando el fraile mercedario Sarroy cautivo, sus carceleros musulmanes callaron sus prédicas perforando sus labios con un hierro candente. Si los santos tuvieran día de su santo, sería hoy, 31 de agosto. Feliz quien pueda celebrarlo y no le duela el final de agosto.
Sobre los penúltimos apuntes de retórica, contra las figuras y contra el hipérbaton, escribe mi amigo: Mira que te gustan las cuestiones bizantinas y atacar (supongo que por lucimiento de tu indudable ingenio) lo que otro día defenderías. Alegar que nadie utiliza el hipérbaton en el lenguaje coloquial es como acusar a la ópera de que nadie habla cantando.
Leído lo cual, ópera ‑guste o no guste‑ no hay más que una, burguesa o de tres centavos, pero poesía (o que pase por poesía) hay dos: la que utiliza o reivindica un lenguaje poético y la que no, y simplemente toma de poesía el ritmo o compás o la apariencia tipográfica a la vista (pues entre el verso libre y el poema en prosa, nadie que lo escuche y no lo vea, percibirá la diferencia). Un tiempo se dijo que lo específico de la poesía era la metáfora, aunque la metáfora está en el lenguaje común. Metáfora, subjetividad, sensibilidad, ruptura y originalidad son pautas para todos los géneros literarios, no solo para la poesía ni para la lírica. Me vino a la cabeza caído se le ha un clavel hoy a la aurora del seno, qué contento que está el heno porque ha caído sobre él, de Luis de Góngora al nacimiento de Jesús. Ese verso me chirrió tanto que, hace años, me burlé de él:
[Mariquita]
El agujero negro
lo presagiaba: nada es
creación ni dios, belleza.
«Caído se le ha…» puso
el peor de los Góngoras,
como ese huevo o caca
que acaso es cara abajo
un burdo calambur:
muy mari quita y pone,
lunar, a sus lunares.
Alimañasse publicó a finales de 1999, pero quien sabe leer o interpretar solo tiene que ir a De quien mata a un gigante, libro empezado en mayo del 85. Daniel Lebrato lleva toda su vida riéndose de las figuras y de los figuras, sus cursos de bachillerato como testigos. Esta vez, recalé en Quevedo tras de su soneto ¿Buscas a Roma en Roma?, a propósito de un reciente viaje a Italia. Al caer en la cuenta del obtuso verso tres ‑que no recordaba‑, puse mi máquina de divagar a funcionar. Que escribo a diario lo sufren los míos, que publico en mi TeNDeDeRo lo que interesa y lo que no, y que me guía ‑como a todos‑ la vanidad de ser leído para lucimiento de mi posible ingenio; todo está en el programa de quien escribe y publica, todos a la manera de Lázaro, en su prólogo: confesando yo no ser más santo que mis vecinos, no me pesará que hayan parte y se huelguen los que algún gusto hallaren, lo que incluye a jóvenes profesoras y profesores de lengua y literatura que se encuentran indefensos ante el abominable libro de texto y que corren el riesgo de contagiar el mal, la pamplina o la falsía al raro público que les escucha en clase. En cuanto a las sandeces que alguna vez yo defendería, más motivo para arrepentirme a tiempo y desdecirme y aconsejarles a los míos que hagan lo que bien digo y no lo que mal hice, máxima de Sempronio a su señor Calixto. Como afirma mi amigo, nadie utiliza el hipérbaton en lenguaje coloquial (sí, la inversión o anástrofe y la sintaxis expresiva), así que el hipérbaton es seña ‑como pocas‑ de un lenguaje poético que yo fustigo y pongo en duda y al que acuso de las peores atrocidades. ¿Hay algo en mi postura de bizantino? ¿Hay otro tema en crítica literaria más interesante? No lo creo. Desde estudiante padecí profesores que enfocaban el comentario de texto como quien busca errores o diferencias en un dibujo de pasatiempo: A ver, niños -y nos llevaban a pescar‑, ¿qué figuras hay en este texto? Contra esa manía, alzo mi voz; otros, la suya, no menos bizantinos, supongo. Siempre he combatido las rancias figuras retóricas lo mismo que la acrítica aceptación de los clásicos, Shakespeare, Cervantes, Góngora o Quevedo. Para terminar, digamos que el hipérbaton que obedece a justificación métrica todavía tiene un pase. Bécquer no podía escribir En el ángulo oscuro del salón porque el decasílabo se le salía de madre. Pero cadáver son las que ostentó murallas, en vez de es un cadáver que ostentó murallas son ganas de joder o de parecer propietario de un idioma profesional, minoritario y exclusivo, algo que va muy bien con la jactancia de quien se tiene a sí mismo por poeta. El Góngora que escribe caído se le ha un clavel en vez de se le ha caído un clavel pretende decirnos: ¿Ven ustedes lo poeta que soy? Prefiero el Góngora que se hartaba de caracoles. Otra poesía es posible. No al cáncer de estilo.
Daniel Lebrato, efecto secundario del Viaje a Italia, 24/06/2016
A Shakespeare lo sostienen tres grandes grupos de opinión: el grupo homosexual, la lengua inglesa y la veneración por la tragedia clásica, esos argumentos mandados por un destino ciego cuyo mejor representante es Edipo, a quien, por mucha catarsis y por mucho psicoanálisis, un juzgado moderno declararía inocente. De esa inocencia, resulta el teatro de Shakespeare, donde la crueldad del destino se queda para nosotros en casualidad, no en causalidad: entradas y salidas de personajes, lances infortunados frutos de una mala cabeza, cruces de circunstancias que abren o cierran nudos de acción y desenlaces. Al lado de Shakespeare ‑sus sonetos, aparte‑, arriesga más y resulta más humano don Quijote conforme se va haciendo dueño de sus circunstancias. Qué más quisieran Hamlet o Macbeth. O Romeo y Julieta, al lado de Calisto y Melibea.
MANERAS DE TITULAR
–A propósito de la noticia las Reinas Magas de Madrid–
En el mundo de la representación, del teatro, una cosa es el papel, el personaje, y, otra, el actor o actriz que lo representa. Nadie está proponiendo Melchora, Gaspara y Baltasar, sino que sus personajes los representen mujeres, lo cual no es nuevo: lo han hecho madres solas en casa donde no había varón, para ilusionar a sus pequeños. El error de Madrid, por mucha alcaldesa progresista, está en qué pintan instituciones civiles, laicas, entrando en lo que debería ser de organización y de financiación particular. La Cabalgata, como la tierra: para quien la trabaja.
El travestismo ‘hombres como mujeres’ se dio en el teatro de Shakespeare, donde actores varones daban vida a Julieta, a Desdémona, a lady Macbeth. Y el travestismo ‘mujeres como hombres’ se recoge en novelas o historias de aventuras, bizantinas, italianas o ejemplares, no como invento de Cervantes: es que las mujeres en la vida real como mejor y más tranquilas se movían era haciéndose pasar por varones: pelo corto, pecho disimulado, barba lampiña. Una mujer así, vestida a lo garzón, podía recorrer tierras y ventas de España sin más peligros que los que acechaban a cualquiera en aquellos tiempos oscuros. El disfraz sirvió además a las primeras mujeres nazarenas y a las pioneras universitarias. Al día de hoy, en Arabia, en Beirut, el invento de las mujeres de clase alta que quieren darse a sí mismas los lujos y los caprichos que se permiten las mujeres de su clase en Occidente, es vestirse de varón: así pueden conducir la moto o fumar en los bares sin verse recriminadas por las temibles guardias islámicas.
Católicos integristas a lo Esperanza Aguirre, que se rasgan las venas del escándalo por nada: la gran revolución vendrá el día que metamos a la Trinidad por el aro de igualdad y coeducación. De las tres personas, si la paloma es palomo, eso a quién le importa: su papel seguirá siendo el del Espíritu Santo. Y si una niña se pone en la cuna, en vez de un niño Jesús, eso no afecta al belén: Jesús de Nazaret fue varón y sería estúpido (o literario) discutirlo. Lo que se os hará cuesta arriba es que Dios, en tanto idea abstracta, mujer no es, pero tampoco, varón. Así que esas colgaduras de rojo raso que nos refriegan “Dios Ha Nacido”, con niño Jesús de fondo, y todo con mucha mayúscula inicial, están bordando una solemne majadería.
Lo cual no ocurriría si las religiones, todas, pasaran por el aro del Registro de Asociaciones, y no por el de Entidades Religiosas, que tiene truco y esa sí que es una puerta giratoria. Religión que no cumpla requisitos constitucionales de igualdad y coeducación, o modifican sus estatutos o, como el funcionario a Mariano José de Larra: ¡Vuelva usted mañana! Con los papeles en regla, o sea.