yo hablo andaluz.

#yohabloandaluz

A estas altura de la película, la campaña #yohabloandaluz carece de sentido. ¿Os imagináis campañas #ispeakenglish, _scottish, _wells, _irish, _american, o #jeparlefrançais? ¿No os parecería nacionalismo lingüístico o, en todo caso, redundancia o arrogancia innecesaria, eso que se dice bajo el latinismo “excusatio non petita, acusatio manifiesta”? [1]

Otra cosa sería que, por falta de hablantes, mi andaluz estuviera en peligro y la campaña viniera a protegerla como se protegen espacios naturales o especies protegidas. [2]

Y otra tercera posibilidad, la que parece más cierta: el encaje de mi andaluz en el mapa de lenguas del Estado. Apuesto que por ahí van los tiros. Tiros no: tiritos: de un Pérez-Reverte (¿a qué hacerle caso?) a una María Jesús Montero (¿a qué votarla?).

Porque la mala conciencia del andaluz hablado no existe. [3] Dejó de existir desde que andaluces con relevancia en la escena nacional (Clavero Arévalo, Soledad Becerril, Felipe González, Alfonso Guerra, Ave Sevilla Madrid, Expo 92) pusieron el andaluz hablado en los atriles de la política, telediarios, tertulias, espectáculos; y, de ahí, a las aulas. Bilingüismo o diglosia: en una situación hablo castellano español estándar y, en otra, el andaluz que me sale del alma.

Esa normalización empezó con el ministro Clavero allá por 1976 y se pudo dar por culminada en 1992, cuando el andaluz hablado no solo no estuvo mal visto (mal oído, habría que decir) sino con prestigio o soberbia frente al castellano ¿fino? y ¿bien hablado? de Valladolid.


Quien, por edad y juventud, el año 76 o 92 le pille un poco lejos, piense en adelantamientos (o sorpasos) lingüísticos que sí han vivido:

En el dominio hispánico, el sobreaprecio del voseo del vos, traído a España por voseantes de alcance (Les Luthiers, Jorge Drexler, Héctor Alterio o Ricardo Darín) que no tardaron en verse imitados por peninsulares endeblillos culturalmente pero subidos al carro de la fama, pura imitación que, como toda, es ridícula y afectada.

En el ámbito de lenguas universales, todavía estamos (y lo que nos queda) en pleitesía con el inglés, sobre todo en ramas de comunicación o de servicios de no mucho fuste. Donde ya estábamos hechos a ir de camping, por acampada, o al parking, por aparcamiento, vinieron bullying, clearing, coaching, consulting, contouring, copyediting, coworking y la madre que las parió:

crowdfunding, ecomarketing, editing, factoring, fracking, leasing, mailing, merchandising, mobbing, planning, rafting, roaming, streaking, training, vending, windsurfing o zapping. Se acabó la España de la fiambrera: ¡todo el mundo al táper!

El mismo *podcast (de cast, ‘emitir’ + iPod: aparato que cuesta reconocer como de uso de masas) se ha quedado entre nosotros habiendo audio o vídeo o en diferido, frente a en directo; o, como mal menor, optar por post, postcast, con un cast ya familiar en el sentido de ‘reparto’ como en the cast de los créditos finales de las películas.


¿Qué se demuestra? Que hay gente que sigue haciendo de su lengua o su habla un factor de distinción o un rasgo de prestigio y eso conduce al desprestigio del otro o de su otra lengua. Déjenlo ya. Hablen sin reparo ni rubor la lengua que aprendieron, la lengua que les corre por las venas y que por la teta les fue de madres y abuelas, pero tampoco presuman de idioma. De mérito sería hablar andaluz un nacido en el Polo Norte, pero ¿en Andalucía?

En #yohabloandaluz mi diagnóstico es (frente a Jesús Jurado, flamante politólogo [4]) que Andalucía, otra vez, ni come ni deja comer. Donde hay regiones de bilingüismo en lucha a base de enfrentamientos con el centralismo lingüístico del franquismo y de la democracia de Madrid…, donde aún luchan #jo parlo català # Euskaraz hitz egiten dut, # yo falo galego…, ahora resulta que ¡yo hablo andaluz!

El andalucismo se demuestra militando y el andalucismo militante no se ve por ninguna parte. Dígalo, si no, el desaparecido Partido Andalucista (1976-2015). Ahí os quiero ver, yohablantes andaluces: dando impulso a vuestra identidad y apoyando identidades propias y ajenas, por sí y por la humanidad.

Otro día vemos ventajas e inconvenientes del andaluz como lengua hablada y escrita. Terminamos con Bécquer, rima 60:

Mi vida es un erial:
flor que toco se deshoja;
que en mi camino fatal
alguien va sembrando el mal
para que yo lo recoja.

Se aceptan versiones poniendo:

lengua donde mi vida

se descojona donde se deshoja

y andaluz tan fatal.

[1] Para el #yohabloandaluz, podría entenderse del revés: Quien se afirma y toma fuerza como andaluz parlante es porque su conciencia hablante necesita afirmarse o parecer fuerte cuando no lo es.

[2] Según InfoIdiomas, podrían apuntarse ustedes a las siguientes campañas (si no es demasiado tarde): #yohablo taushiro o pinche (al Norte de Perú), #yohablo kaixana (Brasil, río Japurá), #yohablo tanema (Islas Salomón), #yohablo lemerig (Isla Lava, Océano Pacífico) #yohablo chemehuevi (EEUU), #yohablo njerep (Nigeria), liki (Indonesia), el ongota, el dumi o el chamicuro.

[3] [eLTeNDeDeRo] 24/04

[4] ¿No hablábamos de oficios hinchados, artificiales? ¿No da que reír una tarjeta de presentación que diga Fulano de Tal, politólogo? ¡Lo que no inventen! Veremos cuánto politólogo sale con vida del coronavirus.

2 comentarios en “yo hablo andaluz.

  1. Me quedo con la primera frase: «la campaña carece de sentido». Pero, en tal caso ¿a qué viene tanta tinta para encontrarle muy diversos «sentidos», casi cada uno el suyo?

    Me gusta

  2. Profe, ¿erial con hache? Me pierdo, yo he llegado a justificar con un pormenorizado análisis que cabe escribir Ostia tanto con hache, Hostia, como sin ella Ostia.
    (Tiene que ver con Roberto Alcázar y Pedrín, con el molusco y obviamente con la piedra ostionera, tan gaditana ella)

    Le gusta a 1 persona

Deja una respuesta

Introduce tus datos o haz clic en un icono para iniciar sesión:

Logo de WordPress.com

Estás comentando usando tu cuenta de WordPress.com. Salir /  Cambiar )

Foto de Facebook

Estás comentando usando tu cuenta de Facebook. Salir /  Cambiar )

Conectando a %s