Etiqueta: feminismo

huelga feminista.

FEMINISMO-ABORTO-4

Bajo el poderoso influjo del Estado del Bienestar, el feminismo murió el día que aceptó el tapadismo de género como si fuese por gusto de las mujeres tapadas (gusto o moda por demás bien discutible).

Hoy el feminismo se acoge a dos fórmulas imbatibles: la igualdad laboral (a igual trabajo, igual salario entre hembras y varones) y contra el acoso y maltrato sexual. Y ¿quién podría negarse? ¡Hasta el PP suma y suscribe!

Pero el feminismo no consiste en sindicalismo ni en seguridad y protección, sino en plantear o replantear el papel de la mujer y lo mujer en las relaciones de pareja, en el paritorio y la familia.


 

apostillas al 8 de marzo.

Mariadolores González Cantos: apostillas a discurso desagradable contra el feminismo residualpublicado por eLTeNDeDeRo con motivo del 8 de marzo.

La emancipación de la mujer significa su realización personal sin dependencia del hombre, como nos decía mi padre cuando exigía un título que facultara para ser independientes, se casaran o no, sus tres hijas. A los tres hijos no les tenía que decir nada. Y eso supone una concepción de la mujer -por parte suya y de los hombres- que aún está por llegar.

Por lo menos se me ocurren estos rasgos: sin sumisión esperada o actuada por el otro; sin proteccionismo activo del otro; sin celos del otro ante éxitos profesionales mayores o supuestamente superiores de la otra…

¿y qué más?

…sin que funcione el patriarcado, la prevalencia del padre, hermano, esposo, compañero de trabajo, compañero de autobús, varones en general -dentro o fuera de su ámbito cercano- que conviven en el barrio, en la ciudad, en el país, en el mundo.

Mariadolores González Cantos, 9 de marzo 2017

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8 de marzo | discurso desagradable contra el feminismo residual.

El feminismo que convivió con la lucha de clases corrió el riesgo ‑o hizo el ridículo‑ de hacer de las mujeres una clase social (Partido Feminista, de Lidia Falcón, 1977). Desde el punto marxista, una mujer trabajadora tenía que abordar una doble emancipación: como feminista y como luchadora por la cuestión social. Un siglo después, no hay clase naturalmente beneficiaria de ninguna revolución que merezca el nombre de revolución social: la lucha de clases está desaparecida. Y el feminismo también está desaparecido desde el momento que asumió el tapadismo de mujeres que alegaban sus motivos culturales e identitarios para taparse con gusto. Sigue, eso sí, un feminismo sindical del tipo a igual trabajo, igual salario entre varones y hembras, y poco más. Y no es de extrañar que un frívolo presentador de TV felicitara el 8 de marzo a las mujeres de su programa como se felicita el día de la madre.

Queda pendiente la asunción de la maternidad como realización personal independiente del varón y del Estado. Queda la abolición de la familia ganancial y como unidad económica tal y como ahora se entiende. Y queda que el Estado empiece a hablar de población y no de fomento a la natalidad.

La pregunta en euros a las mujeres, a cada mujer una a una, es cuánto cuesta ser madre, quién lo paga y quién lo va a pagar cuando el Estado, entendido como sociedad de contribuyentes, no tenga por qué apoyar ni subvencionar una institución estrictamente privada.

No querrán reconocerlo, pero quienes desde el Bienestar abogan por el apoyo a la familia, por el reparto de tareas o por la conciliación de las vidas laboral y familiar están diciendo lo mismo que la santa madre Iglesia. Algún día tendrán que callar.

Hombre o mujer: la vida que tengas, págatela. Y eso incluye a las mujeres que acuden entusiasmadas y sin pasar por caja a recibir los frutos de su maternidad.

eLTeNDeDeRo deja a ustedes con un poema de nuestro Antonio Machado quien escribió Pascua de resurrección para Campos de Castilla en mayo de 1909. El poeta, de 34 años, estaba por casar con Leonor, de 15. Tal vez por eso, escribió así

PASCUA DE RESURRECCIÓN (fragmento)

Buscad vuestros amores, doncellitas,
donde brota la fuente de la piedra.
¿No han de mirar un día, en vuestros brazos,
atónitos, el sol de primavera,
ojos que vienen a la luz cerrados,
y que al partirse de la vida ciegan?
¿No beberán un día en vuestros senos
los que mañana labrarán la tierra?
¡Oh, celebrad este domingo claro,
madrecitas en flor, vuestras entrañas nuevas!

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las causas (el escultor).

¿No se cansan ustedes de la enésima indignación por la enésima víctima del enésimo atentado contra la enésima víctima, provocado por los enésimos motivos que enésimas personas y asociaciones condenan por enésima vez? La lógica las llama las causas. Ir al origen del problema. Aristóteles distingue cuatro causas: material (el bronce de la estatua), formal (la forma de la estatua), eficiente (el escultor) y final (adornar un templo). De las cuatro causas, una responde a la pregunta para qué y, por tanto, es finalidad. Dos responden a cómo y con qué y, por tanto, son circunstancias (necesarias, si se quiere). Solo una causa responde a la pregunta por qué, cuya respuesta remite a un quién, el sujeto humano protagonista de una acción motivada. [Quién pasaría a qué, como sujeto de cosa, pero eso solo incumbe a la gramática: es evidente que las cosas, al no tener conciencia, no pueden tener motivación; a ciegas sí: una lluvia torrencial es causa de una inundación]. Lo indiscutible: las cuatro causas aristotélicas se reducen a una, la que sirvió a Tomás de Aquino y a la escolástica para demostrar que Dios existe: puesto que el mundo existe (premisa), alguien tuvo que hacerlo (conclusión). Y si el cuadriculado pensamiento escolástico se las ingenió para llegar a la causa primera (no de la existencia de Dios, sino de la Iglesia), ¿qué no podrá hacer el pensamiento dialéctico sobre el desquiciado mundo del que no paramos de quejarnos, de invocar enésimas soluciones que solucionan poco o nada?

Una causa se conoce por su efecto. Una causa es primera cuando detrás de ella ya no hay efecto y cuando, sin ella, tampoco.

Las causas nunca van solas. Las causas del bien deseado (las del gracias a) se juntan para parecer buenísimas. Ocurre con libertad y democracia, causas eficientes del mejor de los mundos posibles. Y las causas del mal aborrecido (las del por culpa de) se juntan para generar confianza y opinión favorable.

La causa origen de todas las guerras está en las fuerzas armadas. Sin embargo, nos hacen creer que armas y ejércitos son un bien para nuestra defensa. O para fabricar el Airbus, crear trabajo y combatir el paro.

La causa origen de las guerras de religión es la religión. Sin embargo, nos hacen creer que la religión es cultura o civilización.

El causa origen de la violencia de género es la familia. El machismo se genera ahí.

El escultor, o sea.

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hora de la democracia.

electores y elegidos | cándidos y candidatos. Según Público.es, el 62 por ciento de las mujeres en Austria ha votado izquierda y el 38, derecha. Entre los hombres, ha sido al revés, 56 a 44. Visto lo cual, un análisis feminista ha llegado a ver en las mujeres austriacas una vacuna contra el fascismo. La cuestión es: conceptos como izquierda, derecha, feminismo o fascismo son conceptos para creyentes. El feminismo crítico murió el día que abrazó la alianza de civilizaciones, con el tapado islámico que trajo consigo, lo que vino muy bien al cristianismo oficial que ostenta crucifijos, Inmaculadas y belenes vivientes. En Europa la gente no vota opciones políticas (en el sentido civil que tuvo el voto en los siglos 19 y 20) sino opciones laborales. Y ahí, amigas mías, tanto monta el NO a la inmigración que sostiene la derecha (a la que llamaremos fascismo, xenofobia o eurofobia) como el SÍ a la inmigración que sostiene la izquierda (a la que llamaremos solidaridad con los refugiados). Abandonada la vieja lucha de clases, y sin que nada ni nadie cuestione con rigor capital y trabajo, la política queda en un asunto doméstico más o menos como sigue: voto por repartir lo que hay entre los que somos o voto por que la inmigración nos deje los mejores trabajos y mejor retribuidos. Economías como Inglaterra y Alemania necesitan mano de obra inmigrada (el Brexit prueba que el factor Unión Europea no es determinante) y países como España, con su alto índice de paro, mejor harían con dar trabajo a su propia población. Alemania juega con fuego (el Islam es jodido y nunca se integra), Inglaterra juega con el mismo fuego aunque poniendo reválidas y aquí en España, desde el PP a Podemos, ningún partido tiene la valentía de reconocer que inmigración y acogida vienen en muy mal momento mientras ‑a nivel personal‑ quienes dan la tabarra con que hay que acoger y acoger no acogen en su casa a nadie: un sirio, un marroquí, un subsahariano. Háganse caso, señoras y señores y señorías: aprovechen que viene la Navidad y sienten un inmigrante a su mesa y acojan a su cargo y bajo su techo una de esas criaturitas que nos refriegan en sus telediarios solidarios. Y a la verdad (con su mala conciencia) déjenla en paz: Occidente no tiene solución.

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límites de la novela histórica

La novela histórica limita al norte con la actualidad; al sur con un tiempo pasado que fue mejor o peor; y al este y al oeste, con el autor o autora, quien se retrata por mucho que nos lleve de viaje en su doble evasión, de espacio y tiempo.

Leo El cirujano de Al‑Ándalus (2010). En principio, el esplendor de Al‑Ándalus me merece tanto como el de la América de Frank Sinatra o el del llamado milagro sueco: lo que usted diga, jefe. El cirujano de Al‑Ándalus respira bestséler, habilidad que admiro. La escritura bestséler nos sienta en la misma butaca que las películas del Hollywood clásico, que te las zampas y no te enteras; las ves pero también puedes dormirlas. Lo primero que me interesa del género histórico no es su mecánica, sino la intención. ¿Qué persigue un contemporáneo novelando o filmando una parte, y no otra, del pasado? En este caso, un cirujano español, Antonio Cavanillas de Blas (Madrid, 1938, el hombre es mayorcito), se mete en la voz y en la piel de un colega en la Córdoba califal del siglo 10. La respuesta, como todas: el autor cree haber encontrado un tema inexplorado, un filón[1], con que ganar éxito y dinero no a través de la historia, sino de él y de nosotros mismos.

Yo, lector, Abul Qasim Cavanillas de Blas, quiero ligar con Carmen, cristiana que rechaza el harén. El ya dos veces casado se defiende. «Míralo desde otro punto de vista. Los hombres somos, normalmente, más fogosos que las hembras. Vosotras, en asuntos sensuales, sois pasivas lo mismo que las gatas; nosotros somos activos, parecidos a los canes. Sé por experiencia que mis mujeres agradecen a veces la soledad nocturna, poder dormir a pierna suelta sin sentir la calidez en ocasiones pegajosa de un hombre ebrio.» Carmen insiste en su idea de mujer libre que no quiere compartir su hombre, y el cirujano responde. «Raros son los cristianos que no tienen una amante. Ninguna mujer en ninguna parte posee en exclusiva a un hombre.» Mucho antes, el hombre había sido convencido por su madre a serle infiel a su primera esposa por el generoso expediente de agregar la nueva mujer deseada a su harén, mucho mejor que el ir de putas o de amantías como hacían los cristianos. Carmen, la cristiana, acepta el juego y se hace del harén. Ya sabe que ha de ser fiel al varón pero, el varón a ella, ni mijita.

El moralista que soy, el educador, piensa que la poligamia como antídoto contra la infidelidad masculina y la prostitución femenina no se tiene en pie, ni como explicación ni como aplicación, ante lectores de ahora mismo, hombres y mujeres a quienes quieren hacer creer que el burka es cultura y feminista el burkini, que al final es de lo que hablamos, Cavanillas de Blas, cirujano propagandista de la alianza de inculturas e incivilizaciones.

Otro día vemos cómo mi amigo el diputado psoecialista se inventó otra novela histórica para dar paso a Mariano Rajoy y seguir siendo él muy de izquierdas: la culpa no es del Psoe sino de Pablo Iglesias por no haber ingresado a Podemos en el harén de Pedro Sánchez.

–enlace a carta a un diputado

[1] No tan inexplorado como para una tesis, que el autor publicaría si pudiera, argumento que utilizó Umberto Eco para justificar El nombre de la rosa: tenía tanta información de aquella Edad Media que solo inventándose una novela podía echarla fuera.

mujeres

La Historia era una historia de modos de producción (esclavismo, feudalismo, capitalismo) todos ellos patriarcales sobre un matriarcado original al que un día, y con ayuda del marxismo feminismo, regresaríamos como al paraíso, ya sin primacía de ningún modelo sino como superación de los dos.

En el principio fue el matriarcado. La paternidad, o era incógnita en régimen de promiscuidad, o no importaba no habiendo nada que heredar ni que dejar en herencia. La ascensión del varón tuvo que ver con la prevalencia física del músculo[1] para la doma, la forja o la guerra, bases de la nueva economía. La prole, la casa, la granja, la pacífica agricultura seguían en mujeres[2]. Y estaba cantado que el varón al volver de la guerra, con el botín de la guerra y antes de marcharse otra vez a la dichosa guerra, iba a imponer sus pruebas de paternidad: la familia, la primogenitura, el apellido, la herencia: el patriarcado[3]. Sobre ese cuadro, el feminismo histórico[4], de mujeres de los siglos 19 y 20, hizo una proyección a su imagen y semejanza sobre un pasado en el que las mujeres nunca tuvieron el mando: en las Cruzadas, en los descubrimientos, en las rutas de la trata de razas y materias primas. No hay que preguntarse cómo serían Juana de Arco o Isabel la Católica. Nos lo dicen Indira Gandhi, Golda Meir, Margaret Thatcher o Angela Merkel: mujeres varones.

Mi generación ha visto pasar de un feminismo civil, militante y vindicativo, a una ascensión de lo femenino. El culto al cuerpo, el movimiento hombres embarazados, la nueva educación, todo es poderío femenino, para entendernos. Pero en ese cambio (climático) ha faltado la superación o negación de los viejos roles. Sirvan de muestra el orgullo gay, básicamente imitación de una imaginería feminoide, y la mujer islámica, tan feminista ella como tapada. Ambos absurdos bailan y se dan la mano en el orgullo burkini hasta vaciar del todo un feminismo cambiado en femineidad o feminidad, que de los dos modos se puede decir; docilidad, también, de quienes han renunciado a cambiar el mundo. Luchar cansa y es más fácil someterse, dar por bueno y proseguir.

Quienes cantan las gracias o virtudes de las mujeres (y los niños, primero, como en el Titánic), que prueben a prescindir del grupo varones y a ver qué les sale, mundo mejor o peor. El elogio a la mujer recuerda al Bécquer de mientras haya una mujer hermosa, manera de decir que la poesía era cosa de hombres. Mismo caso de Compañeras, presunto poema del madrileño Aluche Marwan Abu-Tahoun, Marwan, de su libro Todos los futuros son contigo (2015), ampliamente seguido en versión youtube: yo tuve algo que decir y no dije nada. Hablar de las mujeres es sacarlas del grupo humanidad.

Ahora, cuando la prevalencia física queda para las olimpiadas, cuando la revolución digital científico técnica desposee al macho de toda ventaja muscular, cuando la gestión de recursos y la economía punta son plurisexuales, ahora ‑justo ahora‑ es más aberrante la reducción de la mujer como heroína en casa y más sangrante la dejación del femenino singular y plural cuando más falta nos hacía para combatir el supuesto feminismo que se nos venía encima de mujeres disfrazadas de cultura, con el rearme de la religión que han traído, y como soportes vitales de un suicidismo terrorista que nos matará un día de estos. Mujeres son todas las mujeres, no las que un pavo elige en su cabeza.

[1] músculo > másculo > masclo> macho.

[2] El triángulo mujer casa agricultura lo percibíamos de chicos en la casa del pueblo de los abuelos, donde la abuela ejercía con una seguridad que nuestra madre en la ciudad no tenía.

[3] Decir familia patriarcal es redundancia. No hay más familia que la que impuso el páter familiae.

[4] Feminismos hay cuatro. Feminismo militante, o de tomar partido. Feminismo histórico, o de búsqueda de mujeres pioneras. Feminismo conductual, de lucha por la paridad en modos de vida y tareas domésticas. Y feminismo civil, por la igualdad de derechos políticos y sindicales desde las primeras sufragistas.

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Los de arriba y los de abajo

ANIMATION Carril Caballo

LOS DE ARRIBA Y LOS DE ABAJO
O en qué se parecen negros, tapadas, prostitutas, mariquitas y bicicletas–

Los de arriba y los de abajo, artículo de Paco Huelva, es (antes que Borges, Mariano Azuela y su novela Los de abajo, 1916, y antes que fábula en eLTeNDeDeRo) una categorización poética de Bertolt Brecht (1898‑1956): Para los de arriba hablar de comida es bajo, y se comprende porque ya han comido. Cuando los de arriba hablan de paz, los de abajo debemos prepararnos tiempos de guerra. (Trianarts y Google Sites).

Siendo los de abajo quienes viven perjudicados por un sistema (hombres y mujeres que vivirían mejor si el sistema cambiara) y siendo los de arriba quienes viven bien o magníficamente, los conflictos se han expresado a través de partidos o sindicatos de clase, luchas que se cruzaron con las tensiones y disputas de unos Estados con otros, guerras como las Mundiales con sus rebotes, las Revoluciones Rusa y China, efectos secundarios de conflictos vividos por la tropa ‑la que pasaba hambre y moría en las trincheras‑ como guerras patrióticas nacionales. Después de la Segunda Guerra Mundial y, visto que con la bomba atómica el negocio de la venta de armas se podía venir abajo, fue la época de guerras de inteligencia, estados de ánimo dirigidos por servicios secretos que han demostrado ser bien poco inteligentes: qué mala era Soviética, qué buena la Guerra Fría y qué catarsis la caída del Muro de Berlín. Los adivinos no adivinaron Al Qaeda, Torres Gemelas, Irak, Afganistán.

Las luchas de clase (batallas parciales dentro de un proceso natural que es la lucha de clases, en singular) se movían por un motivo sindical concreto, fueron pulsos, pugnas sectoriales por una reivindicación determinada: menos jornada, mayor salario o defensa del puesto de trabajo, lo que vimos en películas como Full Monty (1997) o Billy Elliot (2000). Ocurrió que a base de algunos logros sectoriales, los de abajo dejaron de sentirse los de abajo (proletariado o clase obrera). Ejemplo son los sindicatos de controladores, pilotos o conductores de trenes, asociaciones de élite cuya fuerza es la insolidaridad y el chantaje para paralizar un país. Succionados los sindicatos por la socialdemocracia (en España, Comisiones Obreras; por parte del Psoe a través de la Ugt), se vaciaron los partidos y se llenaron las oenegés y fue la hora de las causas humanitarias más o menos ‘perdidas’. Y dijo una: yo apostaba por el feminismo, y otro, por la ecología, el animalismo, la homosexualidad, los refugiados o las bicicletas. Parafraseando a Bertolt Brecht, cuando los de abajo piensan cada uno en lo suyo (contra los coches, contra las corridas de toros o contra el cambio climático), los de arriba piensan en todo y se frotan las manos (ITTP).

Viene esto a cuento de la reivindicación del Carril bici, ¡ya!, que no podía traer nada bueno. Porque antes de pensar o reivindicar el carril, había que pensar la ciudad y la ciudad dentro de un sistema (el Estado del Bienestar con sus etcéteras, como la crisis) que no se cuestionaba. Y lo que fue la bici, un vehículo en vías de redefinición (marginado, no, habiendo Tour, mountains bikes y bicicletas para el verano), pasó a orgullo‑bici, orgullo comparable al black power o al orgullo gay: lo negro se retitula afroamericano, lo homosexual se confunde con tacones y uñas pintadas y el feminismo, con tapadas islámicas o sindicación de las putas. Lo que en su siglo se criticó como la degradante y degradada mujer objeto (vista por ojos críticos con el sistema capitalista) se mira hoy por un caleidoscopio de múltiples imágenes de cuerpos objeto, ya sin crítica al capitalismo. Y lo que fue la prevalencia de automovilistas depredadores de la ciudad ha pasado a ser lo mismo pero en usuarios y asociaciones ciclistas que, en nombre de la visibilidad, han hecho de las modestas bicicletas de los de abajo vehículos objeto (su fetichismo: esa gente que no aparca jamás su bici y como mascota la lleva donde quiera que vaya dando el coñazo en todas partes) con los mismos defectos de arrogancia, prepotencia y ánimo de exclusividad que conductores de coches. Lo malo es que carril‑carril se construyó bien poco, y el carril de las pegatinas quedó en aceras bici o itinerarios recomendados. Les pasa por mirar el espejismo de Ámsterdam o Berlín sin pensar lo que de verdad se merecían las personas y necesitaban las ciudades, el mundo. Dios les conserve la vista. Los de arriba se frotan las manos.

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FEMINISMO

FEMINISMO-ABORTO-4

FEMINISMO

Para la revolución de las mujeres (no para la moda ni para manuales al uso), hablar de la mujer ha sido hablar del feminismo. Y el feminismo ha muerto. Primero, y desde los años 80, el feminismo murió por haberse dejado neutralizar por el masculinismo feminizado: hombres objeto, hombres embarazados, mariquitas con tacones. Y después, desde 2007, por adoptar el rol de la mujer musulmana. El caso es que hoy no hay feminismo que merezca ese nombre. Seguir hablando de las mujeres, de lo que piensan las mujeres, de lo que harán las mujeres, por ejemplo, en las próximas elecciones, carece de sentido. Entre femimachos y tapahembras las mujeres se han quedado sin teoría. Y sin teoría todo es hablar y no saber de qué estamos hablando.


8 de marzo (llanto por la muerte del feminismo)

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Ejemplo de feminismo asumido. Ninfas de Carnaval. La segunda por la derecha es varón.

Sin feminismo no hay 8 de marzo que valga

El pensamiento utópico se divide en dos miradas: sindical (o sectorial) una y política otra, necesarias las dos. En los tiempos militantes y de partidos tenían razón quienes criticaban al feminismo por su carácter de lucha parcial, como el ecologismo o el animalismo, frente al marxismo, al socialismo, al comunismo o al anarquismo, ismos que nombran el tipo o modelo de sociedad o de utopía para todos los públicos, sean hombres o mujeres, amantes o no de la naturaleza o de los animales. El feminismo hizo cuestión de la igualdad de varones y hembras pero lo hizo sin cuestionar el mundo de valores del varón; mundo que incluía fuerzas armadas (y empezó a haber más mujeres soldados y menos pacificismo), confesiones religiosas (y empezó a haber más mujeres curas u oenegeras pero menos laicismo), o prácticas aberrantes como tapar a las mujeres (y del velo al burka las mujeres asumieron su condición de bien tapadas). Este panorama se complementa (es de la misma raíz y razón) con el empeño de los varones por facilitar la igualdad feminista repitiendo sin más estúpidos roles femeninos no discutidos ni resueltos en su día por las mujeres o dando respuestas necias a problemas que implican debate: hombres objeto, hombres embarazados, homosexuales feminizados, sindicación de la prostitución, etc. Otro día hablamos de cómo la base de todo es la familia, el modelo de vida y de mentalidad que impone la familia. Sin feminismo no hay 8 de marzo que valga.

ablación

Ablación

Hoy es el Día mundial contra la ablación.

Dos reflexiones:

Menos días de Días y más medidas contra los países que consienten o practican la ablación.

Tomen nota quienes defienden las tradiciones. La racionalidad del mundo es tan reciente que no hay ninguna tradición, ninguna, no sea bárbara o sexista.

 

nosotros y el Estado o el Estado y yo.

Antonio_Machado_por_Leandro_Oroz_(1925)

NOSOTROS Y EL ESTADO O EL ESTADO Y YO

¿Tu verdad? No, la Verdad,
y ven conmigo a buscarla.
La tuya, guárdatelá.
(Antonio Machado)

El decálogo sobre La familia, con sus apostillas, es normal que genere comentarios. Como cualquier medio que se precie, eLTeNDeDeRo es plural y abierto de mollera, pero su redactor Daniel Lebrato fatalmente es uno y cerrado, de piñón fijo, como las bicicletas antiguas. Y Daniel Lebrato no cree ni en la Opinión Pública ni en la Libertad Individual. La opinión pública es una construcción manipulada: la gente cree que opina, pero no es sujeto activo, protagonista, de su opinión, la cual, como mucho, daría lugar a opiniones públicas, no a una sola opinión. A la persona en libertad individual (condicional), el Estado (gestor de las libertades colectivas) tendría que decirle: en público, guárdesela. Y no confundir las leyes, la Ley, con el Estado. A la Ley, corresponde fijar reglas de juego, normas de conducta que pongan orden en el caos, y así se regulan el tráfico, el urbanismo, la contaminación, el censo o el sistema electoral. Al Estado Ley, se le ve venir: su principio es la autoridad y todo el mundo sabe a qué atenerse: si aparco el coche donde está prohibido, corro el riesgo de que me multen. El padre Estado, en cambio, el pobrecito, genera expresiones piadosas o confusas: con cargo al Estado, beca del Estado, subvencionado por el Estado. Desde la caída del Bienestar (2007), quien siga confiando en el Estado proveedor, una de dos: o ignora que el Estado hay que pagarlo, o es de tal ingenuidad que da por hecha la fiscalidad cien por cien progresiva, o sea que el Estado que beca o subvenciona se lo está quitando a las clases ricas, como el bandido honrado, para dárselo a los pobres. Para salir del actual atasco del post Bienestar (de ideas por un lado y dineros por otro) no hay más que una salida (definitiva) y una solución (provisional). La salida es la revolución, y, por fin, habrá café para todos. Pero si no, y mientras tanto, la mejor solución es que cada quien se pague sus copas: dado que no podemos acabar con las desigualdades, que cada quien se pague su desigualdad: la madre, la maternidad (sola o en compañía); el capillita, sus procesiones; el militarista, el Airbus Military; el del yate, el yate pero además Puerto Yatús y la autopista para llegar. Sería elevar el liberalismo del laissez faire a expediente transitorio hasta que se acabe con la explotación del hombre por el hombre. Los de abajo consentirán con su explotación, de acuerdo, pero habremos ganado dos puntos muy importantes: primero, lo sabemos (somos conscientes del tinglado que tienen montado los de arriba) y, segundo, las adherencias ideológicas, religiosas, políticas o costumbristas irían fuera de nuestras vidas y fuera del Estado: no habiendo guerra, no habría ejército y quien quiera soldados y aviones de guerra, que los pague de su bolsillo; no, como ahora, con cargo a un presupuesto nacional donde algún eurito mío va sin mi aprobación con destino a desfiles, familias numerosas o corridas de toros. En cuanto a feminismo o tapadismo, el Estado no debería entrar ahí. En el Estado de todos y de ninguno, de ideología cero cero (radicalmente laico), medias lunas y cruces, tapadas y monjas, estarían absolutamente prohibidas en público. ¿Que el tapado islámico es, como efectivamente hay quien opina, un feminismo asumido? Eso que llevan ganado hombres y mujeres creyentes del feminismo y del feminismo islámico para el día, ojalá no tan lejano, en que desaparezcan del Estado y de la faz de la Tierra todas las demostraciones públicas de fe o ideología.

Daniel Lebrato, 23 01 2016, en respuesta a LaChicaConfetti, anamdimo@gmail.com,
a quien va dedicado, con cariño, admiración y respeto, este artículo.

CRÍTICA DEL DESAMOR

Halloween, por LíderViral

CRÍTICA DEL DESAMOR

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Por mucho que hablen del 016 contra el maltrato, por mucho que insistan en que la clave es denunciar, en el 90 por cien de los casos la violencia machista se sale con la suya a la primera, no tenían las víctimas nada que denunciar. Esto lo saben todos pero todos insisten en la denuncia y (dentro de la tonta escala de pomposas declaraciones a ver quién se rasga más las vestiduras ante el maltrato) ayer oímos a partidos que proponen asignaturas en los planes de estudio o un gran pacto para que la violencia machista pase a asunto de Estado. Cuando el Estado es el primero que incuba y propaga los fundamentos del maltrato, que es la familia con la previa a la familia, el noviazgo, el casamiento y situaciones que las bodas traen consigo: la dependencia consentida entre personas en pareja, el concepto de unidad familiar, la política de pensiones, las sentencias de juzgados de familia, todo ello bajo el ejemplo de la Casa Real y de la Iglesia y con la ayuda de mi vecino el islamista bueno, que, siendo bueno y estando totalmente integrado en mi vecindad, es todo un maltratador de su mujer la tapada. Entre nosotros, para acabar con la violencia en tiempo de desamor, habría que acabar con la familia. Critiquemos los comienzos, los convenios y tratados que se hacen en tiempo de amor para que cuando llegue el desamor no resulte una ruina. Bastante es que el amor se nos vaya, que nos deje o dejemos a la persona amada para, encima, las presiones y los trámites que afrontan individuos obligados a modificar los fundamentos laborales y domésticos de su vida. Cambiar hábitos de pareja y cambiar bases de la familia no será fácil, pero ahí tendría que intervenir la inteligencia del Estado y de la política, que en esto falta por completo. Hay que ir a un desamor cero cero, sin que desamar a alguien o desenamorarse implique una tragedia de nóminas, pensiones, hijos o propiedades ayer compartidos y hoy en litigio. Lo ideal sería que, llegado el desamor, la convivencia del dos en uno se divida en partes previstas de antemano, hechas las partes y los tratos cuando habían de hacerse: en tiempo de amor. Una cosa es que no puedo vivir sin ti y, otra, que, literalmente, no pueda vivir sin ti. Antes, te mato (y me mato, añaden algunos). Léalo en Fuentes y aljibes de la violencia contra las mujeres.

ElWoman en Blogia, en Wikispaces y en WordPress, 26 11 2015


niña con hijab

EN TANTO QUE DE NIÑA Y CON MELENA

–decámetro en carpe diem, Garcilaso, Góngora–

/ a una niña de familia islámica /

En tanto que de niña y con melena
se muestra la color en vuestro gesto
y que vuestro mirar de frente, honesto,
os deja devolver miradas buenas,

coged de vuestras madres la costumbre
del velo, antes de que el tiempo ahuyente
ver y gozar de vuestra hermosa cumbre.

Marchitará la vida la agraciada,
la rubia y la morena juntamente,
en negro, en monja, en burka, en bulto, en nada.

FUENTES Y ALJIBES DE LA VIOLENCIA CONTRA LAS MUJERES

Ana Pastor

FUENTES Y ALJIBES DE LA VIOLENCIA CONTRA LAS MUJERES

La violencia contra la mujer tiene componentes que no se quieren ver.

  1. Violencia contra la mujer, y sistemática, es tapar a las mujeres por obediencia religiosa. Lo hacen los cristianos con las monjas y es la gran actualidad insuflada con título de religión, cultura o civilización al islamismo mismo mismamente.
  2. Violencia contra la mujer conduce a varones al suicidio, algo de lo que, entre tanta jornada, nadie quiere hablar. ¿Por qué se matan los hombres que matan a sus mujeres? La respuesta no puede ser más fácil: porque es peor la vida que les espera al día siguiente.
  3. ¿Qué vida es esa? Por donde empieza todo: el grupo macho que impone su hegemonía ante el que el maltratador deja de verse en consonancia. El mundo del andamio y del piropo. El mundo del bar y del qué pasa, hombre, ¿por qué no te tomas la última?, sí que te controla la parienta. El mundo que regala a la niña la muñeca y al varón el balón y la escopeta.
  4. Violencia contra la mujer es el mundo de pensiones, las sentencias de juzgados de familia sean cuales sean sus premisas. Premisa no debería haber más que una: en la pareja, nadie debería vivir de nadie y, en todo caso, el Estado tendría que iniciar campañas informativas contra los riesgos de la sumisión y de la dependencia aceptada en tiempos de amor (tú en el trabajo y yo en casa) que con el desamor es fuente de problemas. Habría que acabar con las pensiones de viudedad.
  5. Los hijos deberían ser siempre de titularidad femenina, para lo cual habría que cambiar todo el derecho de familia, que consagra la desigualdad. Nadie debería vivir de nadie sin contrato, como ocurre entre parejas y en familia con la llamada ama de casa (y dueña de nada).
  6. El Estado no tiene que intervenir en la familia, como contrato privado y particular que es. El Estado intervendrá, si acaso, en pirámide de población, demografía laboral y política de migración y adopción, cálculos que se realizan sobre personas reales no sobre presumibles que están por nacer (en confluencia con doctrinas religiosas de pro vida).
  7. Lo que sí hará el Estado es exigir (o garantizar) las mínimas condiciones personales, laborales económicas y culturales que garanticen y autoricen el acceso de una mujer (o de todas las mujeres por igual) a una maternidad consciente independientemente y al margen de la economía del varón con el que forma pareja. Las excepciones a esta pauta serán tantas que estarán todas permitidas siempre que se vaya educando a la juventud en lo que es y en lo que debería ser.
  8. Dicho lo cual, nada impedirá que a un varón violento se le vaya la pirula y la emprenda a golpes con su mujer, pero por lo menos estaremos tocando las fuentes de la violencia que hasta ahora no se quieren tocar: la educación por roles diferenciados (particularmente escandalosa en el reparto de juguetes y regalos), las religiones y el derecho de familia. Cualquier institución, conducta o protocolo con prevalencia artificial masculina debería ser objeto de denuncia ante el observatorio de igualdad y coeducación: monarquía, Iglesia, islamismo, etcétera, etcétera.

ElWoman en Blogia, en Wikispaces y en WordPress, 25 11 2015

CAÍN, ABEL Y LA MUJER

Caín-y-AbelCAÍN, ABEL Y LA MUJER

Carta al director:

Conforme voy creciendo, más femenino me siento. Conforme voy creciendo, más me alineo con el Universo que intuyo -no sé por qué- también tiene sensibilidad femenina. Conforme voy creciendo más me alejo de los hombres que han conducido hasta aquí a la Humanidad. Conforme voy creciendo, más reniego de mi condición de hombre que está destruyendo el Planeta. ¶ Dicen cada vez más antropólogos que cuando los hombres primitivos campaban por el mundo cazando y recolectando lo que la naturaleza producía, la figura del padre ni siquiera existía. Durante decenas de miles de años, las tribus nómadas eran un matriarcado que funcionaba bastante bien. Las mujeres se apareaban con varios hombres, los hombres con varias mujeres y no había problemas. ¶ La revolución agrícola (nota 2) lo cambió todo. Con la agricultura aparecieron los cultivos, los animales domésticos el sedentarismo y la propiedad privada. A partir de entonces los hombres tuvieron tierras, casas, ovejas, dioses y mujer. Había llegado el patriarcado: guerras y más guerras por la propiedad privada en nombre de Dios, con la mujer ninguneada. ¶ Esta breve historia reciente de la Humanidad la han escrito los vencedores y absolutamente todo lo que cuentan sus libros es falso, una ilusión ficticia, una versión parcial e interesadísima de los hechos con la que el fatalismo dominante nos quiere hacer creer que la evolución no podía haber sido de otra manera. Y, sí. ¶ El hombre blanco no descubrió América, exterminó a los indígenas indios. El hombre blanco, no colonizó Asia, se apropió de sus riquezas. El hombre blanco no evangelizó África, esclavizó a los nativos negros. Tenemos que entender las invasiones, las conquistas y las consiguientes guerras como una eliminación masiva de las personas más inteligentes, más resistentes, mejor preparadas, más sensibles. Léanse Cruzadas, Primera y Segunda Guerra Mundial, Guerra Civil Española. ¶ Tenemos que recuperar la sensibilidad femenina, tenemos que poner fin a la agresividad, tenemos que decir basta a la forma de pensamiento machista imperante, tenemos que volver al matriarcado. Mientras no se demuestre lo contrario, lo masculino es violento, egoísta y competitivo y lo femenino creativo, solidario y amoroso. Claro que hay muchos Gandhi, Guevara, Lutero Kings, Saramago y Mandelas (nota 1), pero no son más que las excepciones que confirman la regla. Y seguro que también tenían sensibilidad femenina.


Editorial:

  1. No sé cuándo el personal se va a caer del gandhismo ramplón y se va a enterar del agente inglés que fue Mahatma Gandhi y, si no, ahí está la India que él dejó, un país hecho polvo. La resistencia pacífica que se nos puso como modelo no era más que una forma de acallar los gritos en las manifestaciones obreras. ¿Y Sudáfrica? ¿Qué Sudáfrica dejó Mandela? ¿Y Luther King? ¿Vamos a seguir poniendo de modelo a predicadores de la palabra de Dios? Cada cual tiene su idolatría. Yo, desde luego, basta que un héroe reciba la medalla de Occide para borrarlo de mi lista, como borré a Obama cuando le dieron el premio nóbel de la paz, qué risa. Del Che, han hecho camisetas y lo han metido en nómina para joder a Fidel Castro (el Che, la libertad; Castro, la dictadura). En Saramago, coincidimos.
  2. Contra lo que podría creerse, el primogénito Caín, el malo, era agricultor y Abel, el bueno, era pastor, conductor de ganado. La predilección de Dios por Abel va contra el orden de los sistemas económicos pues la agricultura es superior a la ganadería por cuanto la incluye y la hace sedentaria. La agricultura añadió a una propiedad semoviente una propiedad fija, un territorio, una casa de mando sobre una extensión de tierra donde los animales son domésticos o de granja. La vida en esa casa, cuyo centro es el fuego, el hogar, tuvo que ser mucho más propicia a las mujeres que la vida anterior errante en tiendas de campaña siempre detrás del ganadero o cazador, el patriarca. Si dejamos el Génesis y venimos a lo de ayer, a cómo vivían nuestros abuelos y nuestras abuelas en los pueblos rurales o en el campo, estaremos de acuerdo en que para los nietos y nietas que íbamos desde la ciudad las abuelas tenían un poderío y unas habilidades que eran al fin una utilidad económica que nuestras madres en la ciudad, arrinconadas en sus labores o como amas de casa, habían perdido al casarse. Y por eso las abuelas vivían cien años, porque no paraban de sembrar, de recolectar, de envasar, de hacer la matanza, de embuchar, de ordeñar, de tejer, de mantener y de encalar la casa. No. El campo por sí mismo ni trajo la propiedad privada ni agravó la supeditación de la mujer. Basta ver cómo trataba el nómada patriarca Abraham a sus mujeres, Sara, antes Saray, y Agar, su jovencísima esclava.
  3. Ni campo ni ciudad, ni nómadas ni sedentarios, el papel de la mujer supeditada es inherente a un modelo ideológico de familia de él trabajando y ella en casa. Por algo, donde la mujer ejerce su independencia, bien porque trabaje fuera de casa o bien porque sea económicamente superior al marido, nuestra percepción en ella de lo femenino y lo feminista cambia radicalmente. Lo único que no se puede igualar entre machos y hembras es la sexualidad reproductora. Pero es tan sutil el mecanismo de la maternidad que lo mismo da para que prevalezca él como para que prevalezca ella. Dos ejemplos: la feminización del varón urbano progreburgués, que cambia pañales, lleva el carrito, se pide la baja por maternidad, y el ejemplo que están dando las mujeres tapadas islamistas. En los dos casos, aquí y en el islam, se renuncia a mirar de frente un problema y el problema se asume en forma de orgullo: orgullo carrito del hombre artificialmente feminizado y orgullo burka de la mujer que asume su suplicio. A estos dos ejemplos aun se puede añadir la desconcertada población homosexual, particularmente los hombres mariquitas, que asumen papeles que debieran haber sido denunciados o superados: las bodas, las carreras de tacones por el orgullo gay, las formas del lenguaje. Esta sociedad es experta en no resolver ni avanzar sino en tragarse los marrones y asumirlos bajo el callado lema sarna con gusto no pica. Yo, la verdad, obsesionado como estoy por el gran tema de nuestro tiempo, que es el tapadismo (no hay grupo esclavizado en la historia de la humanidad que haya asumido de semejante manera su propia esclavitud, tapadismo que está en la base del yihadismo que está pasando), creo que las mujeres allí y aquí, feminizando artificialmente a sus varones (en vez de plantar cara a la autonomía de la maternidad, a la independencia de las mujeres y al fin de la familia patriarcal) están haciendo un triste papel. Les pasa, nos pasa, por haber renunciado a la lucha feminista, por haber cambiado el feminismo por la femineidad.

Ni tontos ni marxistas, 22 11 2015

La mujer brava (España y el tapadismo islámico)

Refugiados (AI)

LA MUJER BRAVA

España y el tapadismo islámico

  1. Motivo. Revueltas del Norte de África: ¿islamismo radical o fundamentalismo islámico?
  2. Crítica de los conceptos de religión, cultura y civilización.
  3. Crítica de la llamada cultura occidental. Contraste con otras no culturas.
  4. Del burka al velo o al pañuelo: el tapadismo como sistema (y negación de la moda).
  5. Choque de no culturas: un cristianismo gastado contra un islam en erupción.
  6. Turistas, camellos y pirámides. La mirada del primer mundo.
  7. Antecedentes, años 60. Islam rico, islam pobre. Petrodólares e inmigración.
  8. Años 70. Al-Fatah y Frente Polisario. Orígenes del tapadismo militante.
  9. Años 80. Irán: república islámica (1979). Consolidación del tapadismo pobre y militante.
  10. Años 90. Fin de la URSS (1989), Guerra del Golfo (1990-91) y ascensión de Hamás (1987-2006).
  11. 11.Años 2000. Del 11-S al 11-M (2001-2004). Manipulación y reflejos anti terroristas.
  12. Segunda Guerra del Golfo (2003). Del tapadismo militante al tapadismo radical.
  13. La Iglesia-Estado (Juan Pablo II, Ratzinger) y el laicismo postergado.
  14. PSOE y PP. Visión y efectos del bipartidismo. La envenenada política ‘a la contra’.
  15. Política exterior. Marruecos. Ceuta y Melilla. La descolonización pendiente.
  16. Marruecos, un vecino de tapadismo leve. La tentación del exotismo.
  17. La política de alianzas. Israel y Palestina. Crítica de la creación de un estado palestino.
  18. Moros a un lado y otro del Estrecho. El machismo en España.
  19. Un feminismo fuerte en lo político, débil en lo social. El caso Aído, ministra de Igualdad.
  20. Las socialistas españolas. Actitudes que minimizan el tapadismo y perjudican la igualdad.
  21. Los tópicos al gusto: “vivimos en democracia”, “si a ellas les gusta”, etc.
  22. Tapadismo pobre y tutorías, coeducación y ciudadanía.
  23. La vía privada (en educación, sanidad, etc.), como vía de escape para el tapadismo rico.
  24. El orgullo islam fuera del islam. La negación de la negación. Una prenda que nadie pide.
  25. Contradicciones con el comercio justo y con el concepto de malos tratos sexistas.
  26. Los hechos consumados y la moraleja del cuento 35 de El conde Lucanor.
  27. A vueltas con el Norte de África. ¿Islamismo radical o fundamentalismo islámico?
  28. Crítica de la democracia y crítica de las costumbres a un lado y otro de la democracia.
  29. El síndrome de Estocolmo. El tapadismo asumido como negación machista de la libertad.
  30. Donde la mayoría (democrática) ya es islamista, ¿para qué hace falta el terrorismo?

Ejemplos: Irán, Turquía, Palestina, países del Norte de África.

Casos personales: Aminatu Haidar, Ana Pastor en su entrevista con Ahmadineyad, Felipe de Borbón con kipá en Jerusalén, pasos atrás, frivolidad y revistas de moda.

LA MUJER BRAVA (España y el tapadismo islámico)

NOTAS DE LECTURA

I.

Todo empezó en el Norte de África: Túnez, Egipto, Argelia, Libia; con Yemen y Siria, todos países árabes de órbita islámica. Fue ver que allí las manifestaciones paraban ¡para rezar!, y que hembras y varones ‑agua y aceite‑ se manifestaban ¡por separado! Y aquí fueron los comentarios y editoriales en telediarios y tertulias: las revueltas eran claramente democráticas (quien dice democracia dice libertad) y no estaban movidas por el extremismo islámico (y quien dice extremismo dice Al-Queda o dice terrorismo).

La pregunta fue: ¿qué analistas tenemos aquí, que hasta el penúltimo lúcido (para mí: Javier Cercas) va y se suma al coro de los grillos que cantan a la luna? ¿Qué libertad o democracia simbolizan allí esas mujeres tapadas que hacen la uve de victoria ante la cámara? ¿Vencen sobre sus maridos y varones? ¿Ahora resulta que hay victoria sin emancipación y sin igualdad de las mujeres?

II.

¿Qué valores inmortales debemos a lo que llaman cultura o civilización, aparte de algunos logros de tipo humanitario (una sensibilidad frente al dolor)? Alguien dirá: la democracia. Pues salvemos la democracia y lo que se pueda salvar, pero ningún rito antiguo merece la pena, más allá de la curiosidad del turista o del libro de texto. Ablación, celibato, dogma, baños de purificación, reencarnaciones, cuaresmas y resurrecciones ¿son bienes objetivos propicios a la convivencia universal? Hay que decir que no. Ante las pirámides de Egipto, hay que ver lo que realmente se ve: esclavitud en nombre del único dios verdadero. La cultura ‑vista del revés que Freud la vio en El malestar de la cultura (1930)‑ delenda est, debe ser destruida o, al menos, no es para que nosotros la cultivemos.

Frente al latín de delenda est cultura, el pensamiento dominante nos propuso otro latín: noli me tángere, nada nos afecta. Dando por bueno el tapadismo de bajo grado (tipo velo o pañuelo), Zapatero y su gente se han ahorrado batallas que no han querido librar por miedo a la derecha más intransigente: Iglesia, Monarquía, descolonización de Ceuta y Melilla. Ni tontos ni marxistas, quien pierde es el feminismo y la izquierda a la izquierda del PSOE.

La Iglesia, por su parte, ha dejado con gusto de ser la religión única y verdadera, para asegurarse a cambio la generosa cuota que el Estado español le reserva en hacienda, en los medios, en la enseñanza y en la vida pública en general. Una Iglesia que estaba en vías de secularización, se rearma y se queda. Ni tontos ni marxistas, quien pierde es el laicismo.

III.

Una vez que no se tomaron medidas a su debido tiempo, es casi imposible que se tomen ahora. «Si al comienço non muestras qui eres, nunca podrás después cuando quisieres», dicen los versos de moraleja del cuento 35, el de la mujer brava, de El conde Lucanor. Entre que la política consiste en mantenerla y no enmendarla, y que realmente habría muchas cosas difíciles de explicar a estas alturas, tenemos hombres que tapan a sus mujeres para rato. Y, lo que es peor: mujeres bravas. Allí haciendo la uve de la victoria; aquí saliendo a la calle y viniendo a la escuela con su tapadillo puesto. Bravas, ¿pero contra quién?

daniellebrato@gmail.com, abril de 2011

 

Mujeres periodistas con velo

MUJERES PERIODISTAS CON VELO

La película Incendies –que recomiendo– sucede en Líbano cerca de 1975, Guerra Civil entre facciones cristianas y musulmanas. La joven cristiana protagonista lleva el pelo al aire, sin velo ni pañuelo, y la blusa desabotonada lo justo como para que siempre se le vea su cadenita con su crucifijo: está claro que se quiere identificar. En un momento dado, cuando se ve obligada a coger un autobús en zona musulmana, la muchacha abotona su blusa, tapa la cruz que lleva al pecho y el pañuelo que lleva sobre el cuello se lo pone sobre la cabeza, a lo islámico. Parecida cosa hizo Ana Pastor (tve) el otro día para entrevistar a Ahmadineyad, presidente de Irán. Ya otras veces habíamos visto a españolas corresponsales en esos países salir en nuestros telediarios con la cabeza cubierta. Eso sí, para dar el pego, con mucha seda, con gran estilo casi occidental.

Las preguntas salen solas. La primera, si fue una medida diplomática por no herir las costumbres o la sensibilidad del país anfitrión. Pero la diplomacia es recíproca y todas las mujeres que a España vienen tapadas tendrían aquí que destaparse.

Otra respuesta puede ser que la periodista se ha tapado por ser el presidente quien es, es decir por respeto a la persona presidente. Esto nos lleva a cómo en España la gente inclina la cabeza, humilla la mirada y hace genuflexión ante la reina; cómo al coronel en la entrevista quien lleva la entrevista le llama mi coronel (como si fuera nuestro o, lo que es peor, como si nosotros fuéramos suyos); y cómo en las iglesias piden al turista y a la turista que entren con decoro y hasta hemos visto a mujeres con velo para entrar en el templo como Dios manda. Les pasa por entrar.

Al revés, sabemos que en los viejos regímenes socialistas al coronel o al general se les llama camarada coronel o camarada general, y no pasa nada, el mando no se quiebra por eso, la autoridad no se pierde. Compañero presidente fue Salvador Allende, y compañero Fidel. ¿No dicen que Castro es un dictador y Cuba y todo lo que huela a soviético es una dictadura? Pues se ve que en materia de tratamiento lo dictador no quita lo valiente.

Propongo que en España se democratice el protocolo de tal manera que ningún español ni española se humille ante nadie. Propongo que el libro de estilo de los medios públicos prohíba los posesivos de primera persona cuando se hace periodismo en nombre de cadenas públicas y de parte del estado civil y laico. El obispo será obispo en la entrevista, no monseñor.

Menos mal que entre las pamplinas lingüísticas que nos ha dejado el lenguaje soberbio, nadie sabe qué hacer con el grupo su majestad. En puridad, el rey tendría que decir, en primera persona, mi majestad y en todas las personas las concordancias tendrían que hacerse en femenino: su majestad está cansada. Busquen en internet “eusebio valladares lebrato” y verán que hubo un lingüista que quiso poner orden en tanta majadería. Naturalmente, se volvió loco.

Por último, si a altezas y a majestades, a monseñores y a Ahmadineyades no les gustan los tratos, con no hacerles la entrevista tenemos bastante. Nosotros podemos vivir sin sus señorías, sus señorías sin nosotros, la vanidad les pierde, es evidente que no.

De otra manera, ni tontos ni marxistas, todo huele a miedo, a peloteo o a servilismo, a elegir. Pero no digan que en democracia todos somos iguales. Por aquí que te vi. Incendios.

http://www.tinta-china.net/dlebrato.htm, 17 del 3 de 2011

MUJERES PERIODISTAS CON VELO

El mundo árabe. 5 errores.

Mujeres libres con burka

MUNDO ÁRABE. 5 errores.

  1. Error de interpretación o de “la parte por el todo”. Tomando lo nuestro (la democracia) por lo de ellos y, sobre todo, por lo de ellas (las mujeres), lo que el mundo árabe pide (y las tapadas también piden) es ni más menos que independencia, libertad y democracia.
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  2. Error de enfoque del islamismo. Es verdad que el fundamentalismo islámico no está detrás de la revuelta: el fundamentalismo está antes, durante y estará después, porque desde hace años fundamentalismo es lo único que hay donde hay islam. Esas mujeres tapadas, esas manifestaciones que se interrumpen para la oración. Las pocas hembras que van sin velo entre los varones son la cuota que allí (como aquí, pero al revés) paga la religión dominante por aparentar culturas y civilizaciones: son las cristianas toleradas, no vayamos a engañarnos.
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  3. Error de teoría y práctica. Que sin teoría revolucionaria no hay acción revolucionaria, lo dijo Lenin. Puede que esa gente que grita ante la cámara en nuestros telediarios sepa por qué grita. Lo que no sabemos ni sabe esa gente es para qué o para quién grita. A quien únicamente invocan es a Dios.
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  4. Error de etiquetado. Revolución es ponerse arriba en la historia quienes estaban debajo (la clase trabajadora) o más abajo (la burguesía). Llámense revolución francesa, rusa, china o cubana. Revolución no es derrocamiento ni cambio de jefatura o de gobierno. El mundo árabe, de momento, no ha dado más que insurrección, revuelta, desobediencia, manifestación o huelga general política, pero ni una sola revolución.
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  5. Error de perspectiva. Sin mujeres libres no hay sociedades libres. Ilusas e ilusos de las culturas y las civilizaciones, pierdan toda demagogia. Nosotros, la esperanza ya la tenemos perdida. La perdimos el mismo día que en nuestro colegio o nuestro instituto nos dijeron: a esa niña que viene con su velo tapada hay que darle la bienvenida y decirle que pase.
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  6. Ni tontos ni marxistas, los hombres que tapan a las mujeres dicen: –Frentes de Liberación, Polisarios o lo que usted quiera progresista o revolucionario, paisa, nosotros se lo damos pero envuelto en burka o similar.
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  7. Llamado a ser el futuro, el feminismo derrotado puede no ser tan grave como su contrario: la asunción del tapadismo por las propias mujeres tapadas.
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  8. Desde ese síndrome de Estocolmo, que cristaliza en el orgullo burka, nuestra única posibilidad está en el laicismo, en volver al punto de partida: fuera la religión y las religiones de la vida pública. Algún día, Zapatero, Condoleezza Rice y firmantes de la Alianza de Civilizaciones pasarán por el tribunal que se merecen. El de la Haya o el de la Historia.
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  9. Y quien le parezca que exagero, que mire y vea en qué se ha convertido el mundo árabe con tanto diálogo y tanta alianza: ellos que gritan, ellas que se tapan y unos y otras arrodillándose al gran dios.
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