planetas y patrias.

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—el cierre como privilegio del lector—

Al final de una película, el público asistente se ha divido en dos: quienes abandonan el cine cuando Dios se lo manda y quienes permanecen en su butaca hasta el apagado final.

Lo llamábamos cierre, el factor cierre, y podía ser por evitar la bulla, por aliviar la vejiga o por prender el cigarro, antes de la moda que impusieron nouvelle vague o nouvelle roman o nouvelle critique por quedarnos atados a la butaca a masticar, se dejaran leer o no, los abominables y cada vez más poblados y numerosos títulos de crédito.

En textos literarios y poéticos se trabaja de igual manera. No hablamos de saltarnos capítulos enteros de inmortales obras impuestas por el canon. Hablamos de cuántos finales tiene o puede tener un poema: eso que al pasar la página nos dice que el poema no había terminado -y nosotros, pobrecitos, sin saberlo.


Jorge Luis Borges escribe en versículo o poema en prosa Los conjurados, episodio que culmina y da título a su último libro de creación:

«En el centro de Europa están conspirando. El hecho data de 1291. Se trata de hombres de diversas estirpes, que profesan diversas religiones y que hablan en diversos idiomas. Han tomado la extraña resolución de ser razonables. Han resuelto olvidar sus diferencias y acentuar sus afinidades. Fueron soldados de la Confederación y después mercenarios, porque eran pobres y tenían el hábito de la guerra y no ignoraban que todas las empresas del hombre son igualmente vanas. Fueron Winkelried, que se clava en el pecho las lanzas enemigas para que sus camaradas avancen. Son un cirujano, un pastor o un procurador, pero también son Paracelso y Amiel y Jung y Paul Klee. En el centro de Europa, en las tierras altas de Europa, crece una torre de razón y de firme fe. Los cantones ahora son veintidós. El de Ginebra, el último, es una de mis patrias. Mañana serán todo el planeta. Acaso lo que digo no es verdadero, ojalá sea profético.»


*Una recreación de Historia de Suiza, hasta Los cantones ahora son veintidós, con despedida en tres tiempos:

El de Ginebra, el último, es una de mis patrias, con intromisión del yo; Mañana serán todo el planeta, anticipo o premonición, y Acaso lo que digo no es verdadero, donde el poema vuelve a Suiza, cuyo conjurarse para entenderse resulta modélico y ojalá sea profético.


El hombre que publicó Acaso lo que digo no es verdadero, ojalá sea profético en eLTeNDeDeRo el pasado 31 de mayo acababa de cumplir 67 años y aunque -según las cuentas de Borges- le dan para vivir veinte años más, el hombre va pensando en la muerte y Suiza y los cantones suizos no son realidad que le emocionen, con lo que Suiza esconde, así que decide salvar a Borges corrigiendo a Borges y dar por terminada la conjura en una de mis patrias. Mañana serán todo el planeta.

Privilegio lector y cierra página.

Gracias, Pilar.

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