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La fiesta según Sevilla.

Fiestas de Primavera

un ensayo sobre la crueldad o una temporada de confort

Temo al infierno porque es la temporada del confort.
Arthur Rimbaud, Une saison en enfer (1873)

1.
«La prueba está en abril, cruel, que hace florecer a las lilas.» La letra es de Juan Cobos Wilkins, en su prólogo a De quien mata a un gigante (1987), y la idea, de T. S. Eliot en su obertura a La tierra baldía (The Waste Land, 1922), poema titulado El entierro de los muertos (dedicado por Eliot a Ezra Pound, il miglior fabbro): «Abril es el mes más cruel: engendra/ lilas de la tierra muerta, mezcla/ recuerdos y anhelos, despierta/ inertes raíces con lluvias primaverales./ El invierno nos mantuvo cálidos, cubriendo/ la tierra con nieve olvidadiza, nutriendo/ una pequeña vida con tubérculos secos». [lila, flor de la lila y coloquialismo por tonto, fatuo. abril, raíz aphr, aphro, acortamiento de Afrodita, diosa de la belleza y del amor, o de aprire, abrir, por el abrir de las flores, primera juventud como la de quien cuenta sus años por abriles.] Sea como sea, desde el 21 de diciembre, solsticio de invierno, los días han ido durando más, primavera antes de las doce uvas del año viejo y antes del Ya es primavera en El Corte Inglés. Únicamente el calendario cristiano, con su paso atrás (o flashback) de la Pasión, disturba una cronología recta, simple y natural (como dictada por naturaleza).

La antropología de la conservación ha hecho infinidad de cabriolas por demostrar que la pasión y muerte de un particular es alegría. Y ahí están los carteles de Fiestas de Primavera que unen Semana Santa y Feria de Abril (desde 1912, cartel de García Ramos), con toques de Toros en la Maestranza. Por algo, Isidoro Moreno[1], Jiménez Barrientos y Gómez Lara[2] se empeñaron en armonizar un mundo cofrade con una visión más progresista y social. Y la Semana Santa la han resuelto en ¡fiesta de los sentidos!: cómo se ve, cómo se toca, cómo se huele, cómo se oye, cómo se bebe, se come y nos seduce la Semana Santa de Sevilla. El problema es que la misma antropología se registra en otras latitudes y estaciones más frías.

2.
Sevilla se la inventó el capataz que bajó de Itálica o del Aljarafe hasta la Alfalfa, lo más alto y lo menos malo de Híspalis, la infelice en cuanto se desmadraba el río. Este señor dio en señorito. [señorito, nombre epiceno que abarca señorito macho y señorito hembra, nada que ver con señorita.] Precapitalista y reacio a la revolución industrial, la antítesis del señorito no es el obrero sino el criado, la servidumbre. Lo señorito se asienta en la tenencia de la tierra, viene de una injusticia de siglos: el latifundio; saca sus cuartos de olivos y naranjales y de la ganadería y se los gasta en la ciudad, cifra y compendio del ocio como negocio. Lara el editor lo expresó desde la cama: Si un negocio no da para levantarse a las once de la mañana, ni es negocio ni es nada. El criado ama y odia al señorito, todo, menos el término medio; del señorito aprende y a señorito aspira.

–No tenemos una gorda, pero vamos al Rocío.

Igual que se dice del habla andaluza, que ninguno de sus rasgos lingüísticos es exclusivo andaluz, diríamos del señorito, que nada en él es exclusivo. Los santos inocentes están aquí como en Valladolid o en Extremadura; y La escopeta nacional, lo mismo en Madrid que en Valencia. Lo pertinente, o impertinente, de Sevilla es la concentración de rasgos; su mirada de César o de Carmen la cigarrera viendo morir gladiadores; idéntica mirada, la de las santas y venerables cofradías, antiguas de nobles:

–Que carguen en silencio costaleros bajo faldones, que no quiero verlos, que no quiero oírlos ni olerlos.

Y, por eso, el incienso y las flores.

Desde 1972, los hermanos costaleros no corrigen sino culturizan esta mirada frente a otros modos, menos violentos para el cuerpo, de llevar los pasos, por Málaga o Cádiz. Para el señorito costalero, hecho al gimnasio y a la ostentación, los cargadores del puerto, sindicales, no hacían más que quejarse por vicio:

–¡La fe no pesa!

Y en tauromaquias los caballeros de Sevilla, cortos de rienda y de hacienda, reservaron sus jacas árabes y jerezanas para el rejoneo de salón dando la venia a sus gañanes, otra vez gladiadores a pie sobre la arena:

–¡Que corneen a Pepe-Hillo y nosotros, maestrantes, a ver los toros desde la barrera!

Como, desde la barrera, se asoma el señorito a la Feria de Abril, ese baile macho por sevillanas, que reducen a faena de aliño con su bajonazo final a la cintura. Cuando del tablao de Feria se pasa al tablao flamenco, el señorito abdica en el bailaor de turno, que es quien expone su cuerpo serrano, con lo que es el miedo al ridículo en un español de Sevilla. En el flamenco se gasta el señorito la estética de convidar y de ir marcando el compás con los nudillos sobre la mesa. Antes, marcaba también a la gitana (tal vez gitano) que se exhibía para él, que es quien pagaba las copas y quien peritaba la mercancía antes del reservado donde el señorito a la gitana, como a la criada, se la tiraba, ¡vaya si se la tiraba!, equivalente hombría a la que, por el Rocío, denunció Alfonso Grosso en Con flores a María (1981). Vázquez García y Moreno Mengíbar, en Poder y prostitución en Sevilla (1995), han puesto en orden, ya que no en limpio, ese mundo de cafés cantantes por la Alameda y ventas Antequera, donde no han faltado ni el pecado nefando ni la pederastia, con clientela de cortijo, quepis, tricornio y sacristía.

Y es que, de los cinco sentidos, de ninguno se goza el señorito como de la vista y ser visto (luciendo la cartera: Sevilla en sus bares). Y no será porque Viena, Venecia o Praga se contemplen menos. Es que tienen otras clases dirigentes y otras hegemonías.

3.
Una vez sometidos por la Corona los incómodos tercios moro, judío y protestante, la ciudad barroca fue pura Contrarreforma, más romana que Roma. Y ahí está la aportación de Sevilla (su I+D) a la cultura universal: el dogma de la Inmaculada. En esa mujer virgen y madre el señorito se retrata a sí mismo en su auto de fe en lo inmutable mutable, Don Juan en los altares. No hay una Sevilla frívola frente a otra a la altura de la historia. No hay más Sevilla que la que arde en cirios de nazarenos, habanos de la Maestranza y candelas del Rocío. De Sevilla, se puede decir lo que del dinero y la buena vida: la hay más barata, pero ya no es vida. Hay más Sevilla, pero ya no es.

–Ese tío no es rociero.

Esa otra Sevilla tendrá que preguntar a su intelectualidad y artisteo de copyright qué hacen por ella. La mayoría, cultivarse a sí misma, como hicieron los Caro, Arguijo, Laffón o Romero Murube. Biblia del Oso, Abate Marchena o Blanco White vienen al pelo para sostener la historia de los heterodoxos sevillanos. Esa propensión al mito y algún arquero fino de Sevilla cautivaron a Jaime Gil de Biedma. Pero del mito al misterio hay mucho trecho y, más aún, hasta la ciudad profunda y esquiva. Como en la máscara de Esopo o en la canción del roquero Silvio, no busquen más, que no hay. Sevilla, belleza hueca como la cabeza del señorito.

La cara popular, y no libresca, del mito se resume en Cernuda: el Sur es una tierra que llora mientras canta (aunque Cernuda se refería a un blues) y en Manuel Machado: cantando la pena, la pena se olvida. Para penar y cantar, el pueblo está doblemente motivado. Por solidaridad con los suyos y por contraste con la vida que se pega el señorito en la ciudad de la gracia.

No menos gracia tienen en Cádiz y ya vieron cómo acabaron con la Pepa de 1812, con ¡Vivan las cadenas! ¡Vivan las cadenas! que hoy expresan clases cautivas del Psoez Estado del Bienestar: pedid y se os dará: más servidumbre y más criados. La Andalucía libre por sí y por la humanidad asoma la patita por la novena provincia andaluza, Cataluña, ¡Vivan las cadenas!

4.
Recuerdo a mis amigos Jiménez Barrientos y Gómez Lara, Jorge y Manolo, empeñados en conciliar las esencias de Sevilla en un proyecto vital y (miedo da decirlo) de izquierdas. Cofradías. Rafael de León. Concha Piquer. Acaso aquel esfuerzo fue comparable al que hicieran ilustres del siglo 18 por aunar patria y progreso sin salir afrancesados en la foto. Bajo el poderoso influjo de Umberto Eco, Apocalípticos e integrados (1964); de la Crónica sentimental de España, de Vázquez Montalbán (1971) y de Isidoro Moreno (1982), con su lectura laica y republicana de la Semana Santa, Jorge y Manolo lo intentaron. Que si la fiesta de la pasión y de los cinco sentidos. Que si la copla como transgresión o escape. A la vista del Giraldillo, que sigue veleteando la herejía, solo nos queda lo que al penúltimo heterodoxo de Ramírez Lozano: caminar por la sombra.

La ludopatía de Sevilla empieza en la Cabalgata y dura de tres a seis meses, Cuaresma y Pentecostés. En ese espacio la Sevilla que puede permitírselo sale de una fiesta y se mete en otra, anda de víspera en víspera, de resaca en resaca, encabalgamiento que ejemplifica el Domingo de Resurrección, ya en la Maestranza. Es ciclo que pasa por el Rocío y se hace verano en Matalascañas con dos citas de cierre y vuelta a la Catedral: Corpus y Virgen de los Reyes (15 de agosto). En ese paquete falta el Carnaval, que huyendo de la ciudad de la gracia se fue hasta Cádiz. Un tiempo hubo carnaval en la Alameda de Ocaña (1947‑83), Nazario y del Teatro Real, pero, tras el sida, derivó en Orgullo Gay agradecido. Y hubo además carnaval no declarado la víspera de la Inmaculada (8 de diciembre), pero en esto llegó Palacio (Arzobispal) y mandó parar. Tampoco ha cuajado la feria de otoño o de San Miguel, cuando Sevilla tira al campo o a la sierra, candelas, setas y castañas. Nota. El señorito sevillano despacha todo el ceremonial casi sin quitarse el traje oscuro de capillita que se puso el Miércoles de Ceniza.

En el tardofranquismo, integrarnos en ese calendario parecía compatible con el cambio que esperábamos. La militancia de la Transición (con tanto cristiano por el socialismo) identificó Reconciliación Nacional con reconciliación con las hermandades y, enseguida, con Felipe González, toda España a bailar por sevillanas, y a la Expo en Ave. En Feria abrieron caseta la Pecera y El Garbanzo Negro, luego vendrían las de distrito. El Cerro del Águila sacó dos hermandades, de penitencia y de gloria al Rocío; también al Rocío, el Polígono Sur. Chavales de barrio, canis vestidos de capillita, cruzaron el Tamarguillo buscando el Centro, engominado y pijo. Parecía que por fin se abría el tarro de las esencias tan celosamente guardadas por la Sevilla de negro y del ABC. Que si quieres. La Sevilla de negro iba a mostrarle a la de colorines quién manda en la Carrera Oficial. Primero, porque la democratización empezaba a ser preocupante y, después, porque la Sevilla católica y mariana iba a acudir con renovado ímpetu de segunda Roma al rescate de Occidente, a contra imagen del Islam, según se entra a mano izquierda con feminismo del 8‑M por sus mujeres tapadas. Con ustedes: ¡Cultura y Civilización!

Nuestro intento (yo me incluyo) se rompió por tres ejes. El eje de las clases sociales, el eje de las creencias (al final, Dios distingue a sus fieles, de entre curiosos, laicos, guiris y diletantes) y el eje de la antigüedad, que en Sevilla es más que un grado. Faltando el eje de las ideas, no pudo ser, no pudo ser.

Abril sigue haciendo florecer a las lilas y, sobre todo, a los lilas. Temo a la fiesta según Sevilla porque es la temporada del confort.

Daniel Lebrato, para TeVeo ©

[1] Isidoro Moreno Navarro: La Semana Santa de Sevilla. Conformación, Mixtificación y Significaciones. 1982.

[2] Jorge Jiménez Barrientos y Manuel José Gómez Lara: Semana Santa en Sevilla. 1992.


brillantinas.

Antonio_Machado_por_Leandro_Oroz_(1925)

brillantina [3.710 millones de gugles]: preparación cosmética que se usa para dar brillo al cabello. Fue invento francés presentado en la Expo de París en 1900, brillantine, de brillar (1617), del italiano brillare (siglo 13), emitir luz viva y temblante, voz de creación expresiva emparentada con rielar (“la luna en el mar riela”, Canción del Pirata de Espronceda), de donde brillante (adjetivo y sustantivo) y brillo. La raíz sería berilo, de berilus, piedra preciosa la más brillante, originaria de la India (topónimo Vélur), que en latín medieval pasó a designar los espejos. Brillantina fue una de las traducciones del título de la película Grease (1978) en Chile, Colombia y Ecuador, otras veces Vaselina o simplemente Grease. La brillantina original se fabricaba con aceite de bergamota, fruta entre la menta y el limón. Era de uso mixto, mujeres y hombres; se aplicaba la brillantina al pelo y luego se peinaba o se hacía el moño. En los tiempos de el hombre y el oso, cuanto más feo más hermoso la brillantina fue (con el agua de colonia, la loción tras afeitado y el desodorante) de las primeras coqueterías masculinas, sin duda por su función gomina o fijador que contribuía a disimular la alopecia o diversa forma de calvicie mal vista entonces. No confundir viril varonil con viril con uve de vidrio o vidriera (1611), antes beril (1ª mitad siglo 15), también de berilo: cristal que encierra la custodia para la exposición del Corpus. Góngora: “que habéis para viriles usurpado” (Soneto De pura honestidad templo sagrado, 1582). Brillantina usaron Lorca, Alberti y Luis Cernuda (de frentes despejadas) y Ortega y Gasset, que se tapaba el cráneo de lado a lado; también, los hermanos Machado, a 80 años de la muerte del poeta del “torpe aliño indumentario”, coqueto Antonio Machado. En su recuerdo, sean presumidos y cuiden su imagen. Es un consejo del profesor Daniel Lebrato punto com, con ce de “calvo seré, mas calvo enamorado”.

Ilustración: Antonio Machado, por Leandro Oroz, en 1925. Tenía el poeta 50 años.


 

el andaluz (no a la patria, no a la guerra).

De las respuestas al uso y papel de España en el reciente bombardeo a Siria, ninguna tan servil como la que se ha dado desde Andalucía, patria querida del ¡Vivan las cadenas! por mucho que quieran presumir de la Pepa[1]. Sobre esa basura, esta otra, de cosecha propia:


 

EL ANDALUZ [2]
Cernuda 2

Si matan con Navantia y con el Airbus,
¡qué bien!, joder, ¡qué bien!
¡Creando empleo!
Si matan con lejía los Tres Sietes,
¡qué mal!, chaval, ¡qué mal!
¡Eso está feo! [3]

O sea que si matan ‑como a un cerdo
ibérico se mata en la matanza‑,
que cumplan la ordenanza y los acuerdos
del andaluz, gente de paz:
«Por Rota, los misiles de la Otan;
la muerte en general, por Gibraltar.»

Y a ti, si te preguntan, lo dijiste
de Donald Trump, del Brexit o en un chiste
(haciéndote el pelota y el patriota)
del catalán.


[1] Constitución liberal de 1812, dada en Cádiz.

[2] Luis Cernuda, EL ANDALUZ. Sombra hecha de luz, / que templando repele, / es fuego con nieve / el andaluz. / Enigma al trasluz, / pues va entre gente solo, / es amor con odio / el andaluz. / Oh hermano mío, tú. / Dios, que te crea, / será quién comprenda al andaluz.

[3] Navantia (en Cádiz), Airbus (en Sevilla) y Los Tres Sietes (en Camas, Sevilla) son fábricas o sucursales andaluzas. El pretexto de Trump para bombardear Siria a su antojo fue el supuesto uso de armas químicas por parte del régimen de Bachar el Asad. El ataque ocurrió el viernes 7 de abril de 2017 y tuvo su punto de partida en la base de Rota, Cádiz. Los Tres Sietes (química que fabrica la popular lejía) se compara irónicamente con la alta tecnología de Airbus y de Navantia al servicio de la guerra digamos convencional.

claves de los Sonetos del amor oscuro.

manuscrito-lorca

La invención de la homosexualidad en
LOS SONETOS DEL AMOR OSCURO
de Federico García Lorca.
Análisis y comentario. Conclusiones: Ctrl+F+**

  1. LOS TÍTULOS.

(por orden de aparición en ABC Cultural, 1984)

  1. Soneto de la guirnalda de rosas
  2. Soneto de la dulce queja
  3. Llagas de amor
  4. Soneto de la carta (El poeta pide a su amor que le escriba)
  5. El poeta dice la verdad
  6. El poeta habla por teléfono con el amor
  7. El poeta pregunta a su amor por la Ciudad Encantada de Cuenca
  8. Soneto gongorino en que el poeta manda a su amor una paloma
  9. ¡Ay voz secreta del amor oscuro!
  10. El amor duerme en el pecho del poeta
  11. Noche del amor insomne.

(reconstrucción por orden alfabético, salen 13 títulos)

Ay voz secreta del amor oscuro

El amor duerme en el pecho del poeta

El poeta dice la verdad

El poeta habla por teléfono con el amor

El poeta manda a su amor una paloma

El poeta pide a su amor que le escriba

El poeta pregunta a su amor por la ciudad encantada de Cuenca

Llagas de amor

Noche del amor insomne

Soneto de la carta

Soneto de la dulce queja

Soneto de la guirnalda de rosas

Soneto gongorino

Todos son títulos de función referencial y modalidad enunciativa afirmativa (de titular), menos Ay voz secreta del amor oscuro, de modalidad exhortativa, que repite el primer verso y servirá de título al conjunto. Seis títulos son oracionales (de sujeto, verbo y predicado) con valor narrativo; cuatro de ellos: sujeto el poeta (El poeta dice, El poeta habla, El poeta manda, El poeta pide, El poeta pregunta) y uno: sujeto el amor (El amor duerme); el resto, va en estilo nominal (sin predicado): cuatro empiezan con Soneto, uno con Llagas y otro con Noche. amor (siete apariciones), poeta (cinco) y soneto (tres) son las palabras recurrentes.

De los verbos, cuatro son de dicción, contacto o comunicación: dice, habla, pide, pregunta; uno, de acción acción: manda, y, otro, de acción estado: duerme. Todo en nominal o en tercera persona. De los adjetivos, uno es obligado (Cuenca, ciudad encantada), otro especificativo (soneto gongorino) y el resto calificativos poéticos de la melancolía: dulce queja, amor insomne, amor oscuro, voz secreta; adyacentes acordes con núcleos sustantivos también poéticos guirnalda, llagas, noche, pecho, queja, rosas, voz. Solo el adjetivo dulce va antepuesto (epíteto). El sustantivo amor tres veces es su amor (persona) y podría serlo en los demás salvo en la Noche del amor insomne, donde amor es sexo (la aurora nos unió sobre la cama, dirá un verso). De todos los amores, el que más podría representar el Amor concepto (no persona ni sexo: Cupido o el Amor alegórico de Dante o de Juan Ruiz) es ¡Ay voz secreta del amor oscuro!, aunque tampoco inequívocamente, ya que el amor termina identificado con el poeta: que soy amor, que soy naturaleza. Neologismo poético: teléfono; locativo: Cuenca.

**Conclusiones a los títulos

El estilo de los títulos cursa por la antigua epigrafía, o manera de titular, vigente desde la Edad Media hasta los tiempos didácticos, cuando era normal que el autor o su editor anticipara la materia, el asunto de un texto que venía a continuación, didactismo que prevalecía sobre la intriga (hoy se diría que autores y editores hacían ellos mismos el spoiler), de donde viene redactar los títulos en tercera persona. De esta manera, se desvía el lirismo (distanciamiento) y se condiciona la lectura; el caso más claro, como después se verá, el del soneto de El amor duerme en el pecho del poeta, único en que coinciden dos adjetivos masculinos que podrían entenderse: amor de hombre con hombre.

  1. LOS SONETOS

La leyenda tejida en torno a los sonetos consistió y consiste en hacer de los sonetos un reconocimiento de homosexualidad por parte del autor. Sin embargo, no hay nada en los sonetos que, literalmente y en comentario de texto, demuestre declaración autobiográfica o confesión personal.

El 22 de mayo de 2015 escribe en ABC Isabel M. Reverte, experta en Lorca: «En los sonetos aparece por primera vez y de forma explícita su reivindicación de la homosexualidad. [hay que demostrarlo, señora Reverte] »La familia no quería publicarlos porque no podía soportar que alguien dijera que Lorca era homosexual. [hay que demostrarlo, familia Lorca] »El entonces subdirector de colaboraciones culturales de ABC, Santiago Castelo, añade que el calificativo de oscuro era un juego que hablaba del amor prohibido entre estos amigos.» [hay que demostrarlo, señor Castelo]

Que alguien demuestre no el nombre y apellidos del hombre amado de carne y hueso (que eso sería pedir biografía, no ciencia literaria), sino algo más simple: dónde, en qué momento y con qué palabras, emisor masculino varón se dirige a o habla de masculino varón. Lorca hizo como otros poetas homos o héteros: dirigirse al amor, que no tiene sexo o los tiene todos.

Estamos hablando de una conmoción editorial que sucedió en 1984. En 1935, cuando Lorca empezó a escribir sus sonetos (a sus 37 años, no era un chaval), como poeta tenía tras sí (por delante, a la hora de escribir) todas estas tradiciones que eran otras tantas maneras de escritura:

–el surrealismo y el propio Lorca de Poeta en Nueva York (desde la Oda a Walt Whitman al Pequeño vals vienés), más la poesía de poetas homo de su generación (Rafael de León, Cernuda, Aleixandre)

–San Juan de la Cruz, con sus canciones entre el alma y el esposo, al fondo el Cantar de los Cantares

–las canciones de amigo

–la copla española

–Góngora y el soneto clásico y, con lo clásico,

–los tópicos del amor platónico (homo erótico), del amor pasión y del amor posesión, con el carpe diem y el tempus fugit.

Con esos mimbres, Lorca deja en sus sonetos estas marcas de género. Y ni una más:

–Son guirnalda de amor, cama de herido,

–Que unidos, enlazados, el tiempo nos encuentre destrozados.

–Pero yo te sufrí, rasgué mis venas, tigre y paloma, sobre tu cintura

–si soy el perro de tu señorío

–estás dormido. Yo te oculto llorando, perseguido.
Pero sigue durmiendo, vida mía.

La única secuencia que no deja dudas de [masculino ama a masculino], lo único que no se podría decir a una mujer, que estaría dormida, va el poeta y lo titula El amor duerme en el pecho del poeta. Entonces, sí. Con ayuda del título (hay sonetos de 15 versos) el neutro amor, o el epiceno amor, sigue siendo sujeto y objeto protagonista. Lorca estaba en la madurez de su oficio muy por encima de sus amantes, de su familia y de España. Y no solo de la España de la República y de Franco. El revuelo estalló en plena democracia: ¡extra!, ¡extra!, ¡Lorca reconoce su homosexualidad! Y ahí destacó el grupo culto mariquita, que por entonces (eran los Novísimos y brillaba Gil de Biedma) extendía la etiqueta de este entiende (queriendo decir: es de los nuestros) a todo lo que se movía en el mundo del famoseo, del arte, de la historia y de la cultura. Y Lorca concitaba todos los conjuros. Pero, en su afán por salir a la luz y normalizar lo normal, el grupo homo olvidó que hay algo mejor que reconocerse. Y es no conocer, que nadie se inmiscuya ni interprete (lo que es o deja de ser). Lorca fue señor administrando su privacidad (que el antifranquismo entendió como represión) mientras que la homosexualidad de salón ya ven en qué ha acabado: en tacones y uñas pintadas para el día del orgullo gai, misa de gallos y de plumas, y ninguna es de Lorca.

**Conclusiones
Al cierre de esta edición hay un par de ideas, que no son nuevas ni son mías, en las que me parece importante insistir. Por un lado, vindicar el pie de la letra del texto, que esa es la materia de la literatura, y dejar para la biografía, que es ciencia bien distinta, los cotilleíllos y entresijos del personaje, que tienen su público y su interés, claro que sí, pero un buen comentarista ha de imaginar que su texto es anónimo, que los sonetos me los encontré, como hojas sueltas en la parada del autobús o en el banco del parque, y que al leerlos ‑estupefacto y absorto- dije: ¡Joder, vaya par de mariquitas! y, encima y además, ¡Joder, por su estilo tienen que ser de Lorca! ¡Eureka, eureka! ¡Encontré el eslabón perdido!

Otra conclusión es que, para hablar de amor, nada mejor, más potente y más místico, que hablar de amor y al amor; mística, palabra bien escogida. Si para expresar lo divino, San Juan de la Cruz acudió al amor humano, al sexo, así la concreta cama que tengo con una persona adquiere una dimensión divina, universal, con solo llamarla amor.

Por último, mi aportación personal: la astucia de los títulos. En particular, del título El amor duerme en el pecho del poeta porque sin título, yo perseguido y tú dormido dejaría manifiesto que tú y yo, vida mía (receptor explícito), somos varones y ¡peligro! Y viene entonces el título a dar el quite, a despejar dudas, y el lector se dejará llevar. Es derecho de Lorca como San Juan de la Cruz pidió ser leído a lo divino donde estudiantes morbosos veíamos sexo y puro sexo, y el profesor: ¡No, no! Ella es la Iglesia y Él, Dios, que esta es la mística, zoquetes míos.

Y un reparo ‑leve‑ entre tanta hermosura (si el alma pudiera decir lo bonitos que son los sonetos). En el Soneto gongorino usa Lorca un do por donde; do que leímos en la rima 4 de Gustavo Adolfo Bécquer: Mientras la humanidad, siempre avanzando, no sepa a camina. En el Soneto gongorino, verso 4, escribe Lorca: llama lenta de amor do estoy parando. Una prueba de que las cárceles no son solo de amor, también de métrica para quien se impone el endecasílabo. Ese do es ajeno al estilo de Lorca[1] (ya era solo de uso literario en tiempos de Bécquer). Lo cual se dice a mayor gloria del resto del léxico empleado, donde no leerán ustedes ni un tal por como ni un *Lejana cual oscura corza herida ni un *Dulce cual sollozo en la nevada, algo que otros hicieron, y ahí está Cernuda. La virtud de la gran poesía hay quien cree que está en la retórica, en la acumulación de artificios; y no: desde Manrique hasta hoy, pasando por estos sonetos del amor oscuro, la virtud de la gran poesía es que se lea y se disfrute con naturalidad.

APÉNDICES para el comentario de textos.

EL LÉXICO de los Sonetos del amor oscuro

LA MÉTRICA de los Sonetos del amor oscuro.

Daniel Lebrato, eLTeNDeDeRo, 11/01/2017

[1] Escrutadas sus Poesías Completas, solo hemos visto do en los Seis Poemas Galegos; gallego do, español de él, naturalmente.

la invención de la homosexualidad en los Sonetos del amor oscuro.

Lorca

Estamos hablando de una conmoción editorial que sucedió en 1984.

En 1935, cuando Lorca empezó a escribir sus sonetos (a sus 37 años, no era un chaval), como poeta tenía ante sí (por delante, a la hora de escribir) todas estas tradiciones que eran otras tantas maneras de escritura:

–el surrealismo y el propio Lorca de Poeta en Nueva York (desde la Oda a Walt Whitman al Pequeño vals vienés), más la poesía de poetas homo de su generación (Rafael de León, Cernuda, Aleixandre)

–San Juan de la Cruz, con sus canciones entre el alma y el esposo, al fondo el Cantar de los Cantares

–las canciones de amigo

–la copla española

–Góngora y el soneto clásico y, con lo clásico,

–los tópicos del amor platónico (homo erótico), del amor pasión y del amor posesión, con el carpe diem y el tempus fugit.

Con esos mimbres, Lorca deja en sus sonetos estas marcas de género. Y ni una más:

–Son guirnalda de amor, cama de herido, [2:9]

–Que unidos, enlazados, el tiempo nos encuentre destrozados. [3:12,14]

–Pero yo te sufrí, rasgué mis venas, tigre y paloma, sobre tu cintura [4:9-10]

–si soy el perro de tu señorío [6:11]

–estás dormido. Yo te oculto llorando, perseguido. + Pero sigue durmiendo, vida mía. [11:2,3,12]

La única secuencia que no deja dudas de “masculino ama a masculino”, lo único que no se podría decir a una mujer, que estaría dormida [11:2], va el poeta y lo titula El amor duerme en el pecho del poeta. Entonces, sí. Con ayuda del título (hay sonetos de 15 versos) el neutro amor, o el epiceno amor, sigue siendo sujeto y objeto protagonista.

Federico García Lorca estaba en la madurez de su oficio muy por encima de sus amantes, de su familia y de España. Y no solo de la España de la República y de Franco. El revuelo estalló en plena democracia: ¡extra!, ¡extra!, ¡Lorca reconoce su homosexualidad! Y ahí destacó el grupo culto mariquita, que por entonces (eran los Novísimos y brillaba Gil de Biedma) extendía la etiqueta de este entiende (queriendo decir: es de los nuestros) a todo lo que se movía en el mundo del famoseo, del arte, de la historia y de la cultura. Y Lorca concitaba todos los conjuros. Pero, en su afán por salir a la luz y normalizar lo normal, el grupo homo olvidó que hay algo mejor que reconocerse. Y es no conocer, que nadie se inmiscuya ni interprete (lo que es o deja de ser).

Lorca fue señor administrando su privacidad (que el antifranquismo entendió como represión) mientras que la homosexualidad de salón ya ven en qué ha acabado: en tacones y uñas pintadas para el día del orgullo gai, misa de gallos y de plumas, y ninguna es de Lorca.

*

eLTeNDeDeRo pone a disposición de quien lo pida un estudio sobre
EL LÉXICO de los Sonetos del amor oscuro y, otro, sobre LA MÉTRICA.


la invención de la homosexualidad en los Sonetos del amor oscuro de Federico García Lorca.

Lorca

 

Los sonetos del amor oscuro escenifican la prevalencia de la biografía sobre el texto. La leyenda tejida en torno a ellos consistió y consiste en hacer de los sonetos un reconocimiento de homosexualidad por parte del autor, Federico García Lorca. Sin embargo, no hay nada en los sonetos que, literalmente y en comentario de texto, demuestre declaración autobiográfica o confesión personal (lo del escándalo es juicio de valor y el escándalo vende, y el comentario de texto no está para juzgar ni para vender).

El 22 de mayo de 2015 escribe en ABC Isabel M. Reverte, experta en Lorca:

«En los sonetos aparece por primera vez y de forma explícita su reivindicación de la homosexualidad.

[hay que demostrarlo, señora Reverte]

»La familia no quería publicarlos porque “no podía soportar que alguien dijera que Lorca era homosexual”.

[hay que demostrarlo, familia Lorca]

»El entonces subdirector de colaboraciones culturales de ABC, Santiago Castelo, añade que el calificativo de oscuro era un juego que hablaba del amor prohibido entre estos amigos.»

[hay que demostrarlo, señor Castelo]

Comentarios así, a puñaítos.

Frente a tamaña unanimidad, eLTeNDeDeRo agradecería que alguien demuestre: aquí, en esta palabra o en este verso, aquí o aquí (señalando con el dedito), aquí radica la declaración de homosexualidad o la prueba del hombre de carne y hueso.

En realidad, Lorca actuó como otros poetas homos de su generación como Aleixandre o Cernuda (por no hablar de los sonetos de Shakespeare o de los versos libres de Walt Whitman): dirigirse al amor, receptor masculino que igual esconde el amado de las canciones de San Juan de la Cruz (¿hubiera estado bien visto un varón receptor de sus canciones?), que una lesbiana que un mariquita o que un amor heterosexual. Analizaremos uno a uno los masculinos de los 11 sonetos. Mañana en eLTeNDeDeRo. Se admiten ideas. [enlace a Historia oculta de los sonetos.]

plagio o devoción

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DONDE HABITE EL OLVIDO

Se llama paráfrasis, intertexto, puede ser glosa o cita. Se trata de tomar un texto (A) y sobre él y a partir de él construir otro (B), tenga la relación que tenga con el primero: recreación, variación, parodia. En la poesía española del siglo 20 dos poetas cogieron texto ajeno y lo usaron de título para libros o poemas propios. Uno fue Luis Cernuda: Donde habite el olvido, poema y libro (1931), lo sacó de Bécquer. Otro fue Pedro Salinas, que tomó el título La voz a ti debida (1933) de Garcilaso[1]. Donde habite el olvido todavía tendría descendencia en Joaquín Sabina en una canción de sus 500 días y 19 noches (1999). Todo está en el artículo Donde habite el olvido: de Bécquer a Sabina pasando por Cernuda, firmado por CaArte en la web Acabando con la Cultura, que eLTeNDeDeRo recomienda.

Leído lo cual, si les sobra tiempo o no les importa perderlo, vean lo que opina sobre el plagio Hernán Darío Carro, autoproclamado poeta. TRANSCRIPCIÓN de los comentarios.

Comentario 1. Anónimo, 30 de abril de 2011, 0:35: Sabina para inspirarse ha bebido de los clásicos, y también de unas cuantas botellas de whisky, y sin soda, qué voy a hacerle yo.

Comentario 2. Rita, 21 de marzo de 2014, 13:32: Cada uno bebe de lo que quiere. Sabina es un gran poeta.

Comentario 3. Hernán Darío Carro, 17 de marzo de 2016, 4:31: Sabina es un ladrón de versos, toda su obra es un plagio y como buen ladrón glorifica a los ladrones. No quiero malgastar mi tiempo aquí escribiendo sobre un poeta tan pobre y tan vanamente glorificado. 4:37: Yo soy poeta y yo escribo sin robar nada a nadie y si cien años después de mi muerte alguien roba mis versos y después dice que es en mi homenaje sin duda que volveré del otro mundo a tirarle de las orejas. He aquí uno de mis mejores versos, publicado en Argentina y en España:

SOMOS
caricias que en la piel se bordan
cuando junto a las sombras
tus deseos me nombran
y nos conocemos con premura
durante la penumbra que siembra la luna que nos alumbra
hasta el amanecer
Navego en las entrañas de tu ser
para volver a nacer
entre tus piernas, mujer.

Hernán Darío Carro

Comentario 4. Respuesta de Anónimo, 30 de mayo de 2016, 13:17: La asunción de yo soy poeta habla mucho (y mal) del que lo dice. La poesía (y, en general, la literatura, el arte) se ha construido siempre sobre las bases de otros. Nadie saca lo suyo de la nada. ¿También tirarías de las orejas al gran Cernuda por coger el verso de Bécquer?

Comentario 5. Hernán Darío Carro, 6 de junio de 2016, 15:10: Yo soy poeta y en verdad me hubiese gustado ser el poema (Gil de Biedma). Para ser un verdadero poeta es necesario adentrarse en el yo y encontrar la propia voz, la esencia del ser. Aquellos que siguen ligados al nosotros, jamás van a ser poetas, solamente escriben y hacen cultura vulgar para las masas. El gran Cernuda es intocable, porque sus poemas así lo demuestran, su pluma es única y original. En verdad [lo que encuentre] en mi poema me tiene sin cuidado. Hace mucho tiempo que no dependo del juicio de los hombres y eso sucede desde que soy inmortal.

[1] Salinas cita la fuente de Garcilaso y Cernuda no, de Bécquer. En Sevilla en los años 30 el mundillo literario sabía que donde habite el olvido era de una rima de Bécquer.

No a las figuras retóricas

Quevedo

Francisco de Quevedo y Villegas, atribuido a Juan van der Hamen, antes a Diego Velázquez.

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NO A LAS FIGURAS RETÓRICAS

enmiendas a un soneto de Francisco de Quevedo (1580‑1645)
A Roma sepultada en sus ruinas
(El Parnaso español, 1648)

A ROMA SEPULTADA EN SUS RUINAS

Buscas en Roma a Roma, ¡oh peregrino!,
y en Roma misma a Roma no la hallas:
cadáver son las que ostentó murallas
y tumba de sí propio el Aventino.

Yace donde reinaba el Palatino
y, limadas del tiempo, las medallas
más se muestran destrozo a las batallas
de las edades, que blasón latino.

Sólo el Tíber quedó, cuya corriente,
si ciudad la regó, ya sepultura
la llora con funesto son doliente.

¡Oh Roma!, en tu grandeza, en tu hermosura
huyó lo que era firme, y solamente
lo fugitivo permanece y dura.

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No hay más remedio que corregir a los clásicos. Estamos obligados en nombre de la estética, de la claridad y el buen gusto.

Hablamos del verso tercero: cadáver son las que ostentó murallas.

La idea es: las murallas que ostentó Roma son (un) cadáver, equivalente a esta otra: Roma, que ostentó murallas, es [un] cadáver.

las sin antecedente (femenino plural) no encuentra su consecuente hasta murallas, que llega muy tarde y por satisfacer la rima en ‑allas.

cadáver son choca con la concordancia intuitiva: cadáver es.

–las murallas serían cadáveres, no cadáver.

Total: tres reparos y ninguno grave, pues la retórica de su época (anástrofe, hipérbaton) autoriza a Quevedo a no decir cadáver es la que ostentó murallas, o, mejor aún, es [un/hoy] cadáver que ostentó murallas.

Otro punto endeble del soneto resulta la secuencia batallas de las edades (versos 7 y 8), determinada por la rima, otra vez, y por el número de sílabas, que quedaría en 9, y no 11, si hubiera escrito batallas de la edad (carrera de la edad leemos en su soneto Miré los muros de la patria mía).

En fin, niñas y niños que escribís poesía, no exageréis la carga de figuras retóricas. Por algo, a las figuras se las llama licencias, licencias que son permisos para matar la buena literatura y el fluido natural del idioma.

No existe el idioma poético, ese que permitió a Bécquer usar por dónde y a él y a su escuela (Luis Cernuda) tal y cual por como (tal un dios : como un dios). No existe el idioma poético más que como negación del idioma buenamente común, dignamente vulgar y sanamente ordinario. Prevenid, jóvenes, el cáncer de estilo.

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Daniel Lebrato, efecto secundario del Viaje a Italia, 19/06/2016

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¡Y UN JAMÓN!

Trigueros San Antonio Abad

¡Y UN JAMÓN!
¿En qué se parecen la Cabalgata de Reyes Magos de Sevilla,
la Generación del 27
y el San Antonio Abad de Trigueros?

En diciembre de 1927, cuando la reunión que dio nombre a la Generación del 27, las sesiones no se pudieron celebrar en la sede del Ateneo en calle Sierpes porque estaba tomada por los preparativos de la inminente Cabalgata de Reyes Magos, que el Ateneo y Sociedad de Excursiones de Sevilla (fundado en 1887) organizaba desde 1918. Aquel año 1927 era fecha del tercer centenario de la muerte de Góngora y, con ese motivo, los días 16 y 17 de diciembre se congregaría en Sevilla la vanguardia poética española, así que las reuniones tuvieron que trasladarse hasta la Sociedad Económica de Amigos del País, en calle Rioja. En la foto, inmortalizada por Serrano (otros hubiéramos creído por Pepín Bello, el fotógrafo del 27), aparecen por primera vez reunidos Rafael Alberti, Federico García Lorca, Jorge Guillén, José Bergamín, Dámaso Alonso y Gerardo Diego, con Juan Chabás y Mauricio Bacarisse. No salen, pero asisten, Pepín Bello, Luis Cernuda, Pedro Salinas y el torero Sánchez Mejías, que fue al final el que pagaba las copas, más un largo etcétera del cotarro poético local que pueden ver en la página que el Ateneo dedica a la reunión. Hoy, día 5 de enero, es buena ocasión para establecer la paradoja entre dos extremos: la vanguardia ateneísta, que alentó el homenaje a Góngora, comparada con la rancia Cabalgata de Reyes, que esta noche dejará la ciudad perdida de caramelos y algún que otro ojo con desprendimiento de retina. Alberto Máximo Pérez Calero, actual presidente, deja colgada en la página del Ateneo la siguiente perla o discurso diocesano [Dios es sano]: La Cabalgata, de marcado carácter social, forma parte de la intrahistoria de una ciudad de fuertes convicciones religiosas, a las que gusta exteriorizar mediante manifestaciones artísticas populares. El sentido unívoco del mensaje evangélico con la Cabalgata le confiere a ésta su inalterabilidad, lo que se traduce en una inmutable iconología, pese a la natural evolución. Leído lo cual, Freddie Bartholomew, embutido en su macferlán pero sin la lupa de Sherlock Holmes, comprende lo que leyó en Tinta de calamar sobre la dichosa Cabalgata: es tan marcadamente sexista y clasista, que se entiende que desde las carrozas no hagan más que tirar y tirar caramelos: es la mejor forma de humillar al público y que el público, mientras se agacha a coger caramelos, no vea lo horrorosa que es. Los kilos de caramelos recogidos darán para la reventa o para matar el gusanillo las noches de fogata que vendrán a la intemperie. Y si preguntas a los pobres qué han visto de la Cabalgata te dirán que el suelo y los zapatos de la gente. A todo esto, el Ayuntamiento, ahora socialista, poniéndole dineros, policías y servicios de limpieza para desencostrar las calles del melote pegajoso y machacado. Por algo, en otras Cabalgatas los caramelos no los tiran: se dan en mano. Tome nota también el noble pueblo de Trigueros (Huelva), que sigue presumiendo de tirar comida desde los balcones de las casas bien, a los pobres que abajo esperan que les caiga algo de provecho. De donde vendrá el dicho de la España del hambre: ¡Y un jamón!

José Antonio Moreno Jurado

JAMJ

JOSÉ ANTONIO MORENO JURADO

SEXTINA LIBELADA EN ELSOBREHILADO

 


PALABRAS PARA FEDRO,

de José Antonio Moreno Jurado,

editado por La Isla de Siltolá
y presentado en la Casa del Libro de Sevilla
el jueves 15 de enero de 2015
por Alberto Guallart y Daniel Lebrato,
con Pilar Villalobos y Jose Marrodán.

PLAZA DE LA ENCARNACIÓN

          Cada uno es Cernuda como Dios le ayuda
Daniel Lebrato

Esto que van Padilla y José Antonio
calle Laraña arriba (eso fue el curso
79 y esto es un soneto):
–Ese que ves ahí también escribe.
–Y aquel, y aquel, y el otro, el de la moto:
la ciudad de la gracia o la desgracia
de estos a dedo y ego condenados.
–Si por mi casa pasan con sus gracias,
se las publico, y punto, y de eso vivo.
–Tú, sí, José Manuel, a mí me matan.
–Ven por aquí, que vamos a la plaza
por papeles de estraza y un pirulo
de versos fritos calentitos. –Vamos.
–Y gracias y desgracias: ¡las del culo!
Y luego, en estrambote,
caló el Moreno, requirió el Jurado,
miró al mercado y dijo al hombre: –Póngame
cuarto y mitad de Fedro libelado.



 

FEDRO COMO EL ALBATROS

          Ses ailes de géant l’empêchent de marcher
Charles Baudelaire

Bajaban de la acrópolis turistas
de dos en dos, en grupo, gente sola.
Traían con el sol en los talones
sus cámaras cargadas de cultura
y democracia. Esto que ven será
‑dijo la guía‑ espejo del futuro:
aquí estudió Protágoras con Sócrates,
aquí fue el Siglo Quinto; aquí, el Banquete
–hoy, musgo y lagartija y una sombra
que desenfoca fotos y elegías:
la explotación del hombre por el hombre.
Y Fedro, el descreído,
duda, como el albatros, de sus alas:
si es él ‑no un dios‑ el que hasta el mundo baja.


 

SEXTINA LIBELADA
de José Antonio Moreno Jurado

Mira, Fabio, la rima e las ideas
atendamos de un viejo et subtil monje
que, mensurando la alma del poeta
a fuer de cierta alquimia, de su boca
sacó et su alambique esta receta.
Fuese del año mil. Fuese en Sevilla.

Parió, pues, la cibdad, venal Sevilla,
babamonstruos del diablo en su receta.
Son cornudos corsarios que en la boca,
por parecer que tienen de poeta,
vomitan la maldad que face al monje
mudar por los conventos las ideas.

Poetastros et locas sen ideas
que más parecen sapos. Cierto monje
les cuece los laureles de poeta
et van ansí diciendo por su boca
versillos de almidón et la receta
la venden por las calles de Sevilla.

Truhanes parlanchines en Sevilla
con aguachirle escrito en la receta.
Parnaso sevillano que de boca
prostituye la luz et de poeta
sólo viste la saya de algún monje,
mas non virtud, empero, nin ideas.

Non es de puridad, pues las ideas
aprendieron dormidas, como el monje
que se durmió leyendo a algún poeta
de la latinidad. Después la boca
–¡cuán fácil ser pastiche o ser poeta!–
llaman fibras e esencias de Sevilla.

Mas todos a la postre, ay Sevilla,
tal el falso doctor, te dan receta
de cómo, sin amarvos, et por boca
et non por corazón, serás poeta.
Ansí alcanzan la mala fe del monje
et la poca visión en las ideas.

Saca, Fabio, del monje la receta:
adula con tu boca et tus ideas
si quieres, en Sevilla, ser poeta.


El fantasma de la glorieta

Félix Morales

FÉLIX, EL FANTASMA DE LA GLORIETA

Lo mejor de eLTeNDeDeRo son sus lectores. Apostilla Félix Morales: ¿Por qué te empeñas, Daniel, en pontificar y en meterte con los demás? Cada uno pone en Facebook lo que le sale de la pirula. Y si te molesta, lo bloqueas y al carajo. Tú mismo no dejas de poner links a tu blog. Que el epatar ya no se lleva, Daniel. Que no se lleva. Y si quieres establecer lo que es literatura, haz una tesis y nos tienes al tanto. Ja. Abrazo.

Leído lo cual, no me consta haberme metido con nadie y menos aún con alguien de mi mismo tamaño o más chico. En crítica literaria vale la regla de las peleas de pandilla: nunca te metas con alguien más pequeño que tú. Soy profesor, tengo ese defecto, y para extinguirme como clase (como horizonte utópico: también el médico se extinguirá cuando se extinga la enfermedad), debo dar todo lo que sé, ahora, que puedo, y es mi obligación no callarme nada. Cuando se trata de obras o autores clásicos, la lucha va contra el canon literario que dicta quién es quién en el libro de texto. Bachiller era, y me preguntaba por qué El conde Lucanor se ponderaba tanto y tan por encima del Libro de buen amor, obra menor a la que se reservaba el adjetivo de miscelánea, cuando la verdad es que la prosa de don Juan Manuel deja mucho que desear mientras que Juan Ruiz sigue un plan de una astucia literaria increíble. El Conde parece la pesadez del románico y el Buen amor vuela por el gótico. Otro caso fue Quevedo, cuyo Poderoso caballero, sin duda porque lo había cantado Paco Ibáñez, nos pintaron como un manifiesto anticapitalista, cuando en realidad era, justo lo contrario: una defensa del mundo de valores feudales y reaccionarios en un tiempo en que la burguesía y el dinero ponían en peligro la sociedad estamental y abrían paso a la nueva y entonces progresista sociedad de clases. ¿Y qué decir de las vías místicas sistemáticamente enseñadas en el instituto como pautas sin las cuales no tenía sentido la poesía de San Juan de la Cruz? ¿Qué digo de la sobrevaloración del arte mayor sobre el menor? Está mal citarse a uno mismo, pero Félix Morales, siempre retón, lo que yo le agradezco, me lleva a recomendar a ustedes que echen una ojeada a Historias de la literatura (2013), libro donde saldo mis cuentas con el canon literario y, la vanidad me perdone, donde se dicen cosas que pocos se atreven a decir.

En cuanto a los contemporáneos, con la farsa literaria, sí que me he metido. Con Carlos Germán Belli, un consagrado que no entiendo el lugar que se le ha dado; con Bolaños, el narrador, endeble poeta; con Goytisolo, con Cernuda, con Andrés Trapiello. (Escritores 3.0)

Se dice que hay buena y mala literatura. Pero eso es no decir nada. Más fiable y operativa resulta la teoría marxista del arte y la literatura: es literatura lo que circula como tal. No soporto a Zoé Valdés, pero si sus señorías la crítica, las editoriales y lectores pagan por sus productos, tengo que reconocer que Zoé Valdés es o está en la literatura. Y, al revés, el inédito maravilloso que un autor nuevo guarda en su cajón o en su ordenador, ¿quién dirá que es literatura?

Los autores vivos se dividen en dos: profesionales (hombres y mujeres que viven de publicar cada equis años y de cobrar sus derechos) y el resto, a los que sería injusto llamar aficionados. El daño que hace la profesión literaria, el oficio de escritor, es tremendo. Autores que debieron callarse, porque la creatividad se agota, no se callan nunca. El último libro de Caballero Bonald no aporta nada, es mero afán recaudatorio. García Márquez llegó a publicar un libro de brindis (los alzo‑mi‑copa‑por que él había dado en la vida). Y, encima, lo tituló Yo no he venido a hacer un discurso. No ni na. Pueden verlo en Literatura, valor y precio. Del entorno onubense de Félix, no faltan casos de hinchazón literaria, pero eso lo dejo para el próximo reto suyo. Por último, recomiendo a ustedes El fantasma de la glorieta, la página de Félix Morales. Ahí verán cómo el delicioso fantasma es él.

fantasma ilustracion portada cuarta fase