Estamos hablando de una conmoción editorial que sucedió en 1984.
En 1935, cuando Lorca empezó a escribir sus sonetos (a sus 37 años, no era un chaval), como poeta tenía ante sí (por delante, a la hora de escribir) todas estas tradiciones que eran otras tantas maneras de escritura:
–el surrealismo y el propio Lorca de Poeta en Nueva York (desde la Oda a Walt Whitman al Pequeño vals vienés), más la poesía de poetas homo de su generación (Rafael de León, Cernuda, Aleixandre)
–San Juan de la Cruz, con sus canciones entre el alma y el esposo, al fondo el Cantar de los Cantares
–las canciones de amigo
–la copla española
–Góngora y el soneto clásico y, con lo clásico,
–los tópicos del amor platónico (homo erótico), del amor pasión y del amor posesión, con el carpe diem y el tempus fugit.
Con esos mimbres, Lorca deja en sus sonetos estas marcas de género. Y ni una más:
–Son guirnalda de amor, cama de herido, [2:9]
–Que unidos, enlazados, el tiempo nos encuentre destrozados. [3:12,14]
–Pero yo te sufrí, rasgué mis venas, tigre y paloma, sobre tu cintura [4:9-10]
–si soy el perro de tu señorío [6:11]
–estás dormido. Yo te oculto llorando, perseguido. + Pero sigue durmiendo, vida mía. [11:2,3,12]
La única secuencia que no deja dudas de “masculino ama a masculino”, lo único que no se podría decir a una mujer, que estaría dormida [11:2], va el poeta y lo titula El amor duerme en el pecho del poeta. Entonces, sí. Con ayuda del título (hay sonetos de 15 versos) el neutro amor, o el epiceno amor, sigue siendo sujeto y objeto protagonista.
Federico García Lorca estaba en la madurez de su oficio muy por encima de sus amantes, de su familia y de España. Y no solo de la España de la República y de Franco. El revuelo estalló en plena democracia: ¡extra!, ¡extra!, ¡Lorca reconoce su homosexualidad! Y ahí destacó el grupo culto mariquita, que por entonces (eran los Novísimos y brillaba Gil de Biedma) extendía la etiqueta de este entiende (queriendo decir: es de los nuestros) a todo lo que se movía en el mundo del famoseo, del arte, de la historia y de la cultura. Y Lorca concitaba todos los conjuros. Pero, en su afán por salir a la luz y normalizar lo normal, el grupo homo olvidó que hay algo mejor que reconocerse. Y es no conocer, que nadie se inmiscuya ni interprete (lo que es o deja de ser).
Lorca fue señor administrando su privacidad (que el antifranquismo entendió como represión) mientras que la homosexualidad de salón ya ven en qué ha acabado: en tacones y uñas pintadas para el día del orgullo gai, misa de gallos y de plumas, y ninguna es de Lorca.
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eLTeNDeDeRo pone a disposición de quien lo pida un estudio sobre
EL LÉXICO de los Sonetos del amor oscuro y, otro, sobre LA MÉTRICA.