Etiqueta: homosexualidad

orgullo y prejuicio.

Pride and Prejudice (1813), de Jane Austen, hoy se reformula al revés, prejuicio y orgullo, pues toda causa justa acaba en orgullo, que es una forma de no ir al origen, a las causas. Orgullo light, orgullo down, orgullo clown. Prejuicios patronales contra la clase trabajadora los Primero de Mayo acabaron en el orgullo sindical el Día del trabajo. Igual hicieron con el Día de la mujer trabajadora, ya Día de la mujer, incluidas rentistas y holgazanas. Las bicicletas, incapaces de enfrentarse a los coches, se acogieron al orgullo bici por aceras y zonas peatonales. En orgullo Obama terminaron los prejuicios contra la raza negra y en orgullo ha terminado la lucha por la libertad sexual ‑cuyos prejuicios eran intimidad y privacidad‑, primero Orgullo gay, luego Orgullo de gays y lesbianas y Orgullo lgtb, con transexuales y bisexuales, hasta el Orgullo lgtbiq, con i de intersexual y q de queer, raro, en inglés. Tanta inicial, abusivamente la abrevian en Día del Orgullo, sin más. Lo chocante es que ese orgullo emerge cuando los varones machos se cuestionan o cuando el feminismo está desaparecido desde que aceptó el velo islámico como cultura, orgullo, y no como supeditación. Mientras los varones no se sienten orgullosos todos de ser varones ni las hembras todas, de ser hembras, viene el mariquita o la mariquita o la persona rarita con qué orgullo tengo, solo por ser quien soy. (Lloran intimidad y privacidad.) Íbamos quitando etiquetas, y este colectivo exterioriza lo peor del primer mundo: la cosificación del cuerpo y la pleitesía a la moda y al dinero. De no hay más paraísos que los perdidos, hemos pasado a no haber causas, más que las perdidas.


claves de los Sonetos del amor oscuro.

manuscrito-lorca

La invención de la homosexualidad en
LOS SONETOS DEL AMOR OSCURO
de Federico García Lorca.
Análisis y comentario. Conclusiones: Ctrl+F+**

  1. LOS TÍTULOS.

(por orden de aparición en ABC Cultural, 1984)

  1. Soneto de la guirnalda de rosas
  2. Soneto de la dulce queja
  3. Llagas de amor
  4. Soneto de la carta (El poeta pide a su amor que le escriba)
  5. El poeta dice la verdad
  6. El poeta habla por teléfono con el amor
  7. El poeta pregunta a su amor por la Ciudad Encantada de Cuenca
  8. Soneto gongorino en que el poeta manda a su amor una paloma
  9. ¡Ay voz secreta del amor oscuro!
  10. El amor duerme en el pecho del poeta
  11. Noche del amor insomne.

(reconstrucción por orden alfabético, salen 13 títulos)

Ay voz secreta del amor oscuro

El amor duerme en el pecho del poeta

El poeta dice la verdad

El poeta habla por teléfono con el amor

El poeta manda a su amor una paloma

El poeta pide a su amor que le escriba

El poeta pregunta a su amor por la ciudad encantada de Cuenca

Llagas de amor

Noche del amor insomne

Soneto de la carta

Soneto de la dulce queja

Soneto de la guirnalda de rosas

Soneto gongorino

Todos son títulos de función referencial y modalidad enunciativa afirmativa (de titular), menos Ay voz secreta del amor oscuro, de modalidad exhortativa, que repite el primer verso y servirá de título al conjunto. Seis títulos son oracionales (de sujeto, verbo y predicado) con valor narrativo; cuatro de ellos: sujeto el poeta (El poeta dice, El poeta habla, El poeta manda, El poeta pide, El poeta pregunta) y uno: sujeto el amor (El amor duerme); el resto, va en estilo nominal (sin predicado): cuatro empiezan con Soneto, uno con Llagas y otro con Noche. amor (siete apariciones), poeta (cinco) y soneto (tres) son las palabras recurrentes.

De los verbos, cuatro son de dicción, contacto o comunicación: dice, habla, pide, pregunta; uno, de acción acción: manda, y, otro, de acción estado: duerme. Todo en nominal o en tercera persona. De los adjetivos, uno es obligado (Cuenca, ciudad encantada), otro especificativo (soneto gongorino) y el resto calificativos poéticos de la melancolía: dulce queja, amor insomne, amor oscuro, voz secreta; adyacentes acordes con núcleos sustantivos también poéticos guirnalda, llagas, noche, pecho, queja, rosas, voz. Solo el adjetivo dulce va antepuesto (epíteto). El sustantivo amor tres veces es su amor (persona) y podría serlo en los demás salvo en la Noche del amor insomne, donde amor es sexo (la aurora nos unió sobre la cama, dirá un verso). De todos los amores, el que más podría representar el Amor concepto (no persona ni sexo: Cupido o el Amor alegórico de Dante o de Juan Ruiz) es ¡Ay voz secreta del amor oscuro!, aunque tampoco inequívocamente, ya que el amor termina identificado con el poeta: que soy amor, que soy naturaleza. Neologismo poético: teléfono; locativo: Cuenca.

**Conclusiones a los títulos

El estilo de los títulos cursa por la antigua epigrafía, o manera de titular, vigente desde la Edad Media hasta los tiempos didácticos, cuando era normal que el autor o su editor anticipara la materia, el asunto de un texto que venía a continuación, didactismo que prevalecía sobre la intriga (hoy se diría que autores y editores hacían ellos mismos el spoiler), de donde viene redactar los títulos en tercera persona. De esta manera, se desvía el lirismo (distanciamiento) y se condiciona la lectura; el caso más claro, como después se verá, el del soneto de El amor duerme en el pecho del poeta, único en que coinciden dos adjetivos masculinos que podrían entenderse: amor de hombre con hombre.

  1. LOS SONETOS

La leyenda tejida en torno a los sonetos consistió y consiste en hacer de los sonetos un reconocimiento de homosexualidad por parte del autor. Sin embargo, no hay nada en los sonetos que, literalmente y en comentario de texto, demuestre declaración autobiográfica o confesión personal.

El 22 de mayo de 2015 escribe en ABC Isabel M. Reverte, experta en Lorca: «En los sonetos aparece por primera vez y de forma explícita su reivindicación de la homosexualidad. [hay que demostrarlo, señora Reverte] »La familia no quería publicarlos porque no podía soportar que alguien dijera que Lorca era homosexual. [hay que demostrarlo, familia Lorca] »El entonces subdirector de colaboraciones culturales de ABC, Santiago Castelo, añade que el calificativo de oscuro era un juego que hablaba del amor prohibido entre estos amigos.» [hay que demostrarlo, señor Castelo]

Que alguien demuestre no el nombre y apellidos del hombre amado de carne y hueso (que eso sería pedir biografía, no ciencia literaria), sino algo más simple: dónde, en qué momento y con qué palabras, emisor masculino varón se dirige a o habla de masculino varón. Lorca hizo como otros poetas homos o héteros: dirigirse al amor, que no tiene sexo o los tiene todos.

Estamos hablando de una conmoción editorial que sucedió en 1984. En 1935, cuando Lorca empezó a escribir sus sonetos (a sus 37 años, no era un chaval), como poeta tenía tras sí (por delante, a la hora de escribir) todas estas tradiciones que eran otras tantas maneras de escritura:

–el surrealismo y el propio Lorca de Poeta en Nueva York (desde la Oda a Walt Whitman al Pequeño vals vienés), más la poesía de poetas homo de su generación (Rafael de León, Cernuda, Aleixandre)

–San Juan de la Cruz, con sus canciones entre el alma y el esposo, al fondo el Cantar de los Cantares

–las canciones de amigo

–la copla española

–Góngora y el soneto clásico y, con lo clásico,

–los tópicos del amor platónico (homo erótico), del amor pasión y del amor posesión, con el carpe diem y el tempus fugit.

Con esos mimbres, Lorca deja en sus sonetos estas marcas de género. Y ni una más:

–Son guirnalda de amor, cama de herido,

–Que unidos, enlazados, el tiempo nos encuentre destrozados.

–Pero yo te sufrí, rasgué mis venas, tigre y paloma, sobre tu cintura

–si soy el perro de tu señorío

–estás dormido. Yo te oculto llorando, perseguido.
Pero sigue durmiendo, vida mía.

La única secuencia que no deja dudas de [masculino ama a masculino], lo único que no se podría decir a una mujer, que estaría dormida, va el poeta y lo titula El amor duerme en el pecho del poeta. Entonces, sí. Con ayuda del título (hay sonetos de 15 versos) el neutro amor, o el epiceno amor, sigue siendo sujeto y objeto protagonista. Lorca estaba en la madurez de su oficio muy por encima de sus amantes, de su familia y de España. Y no solo de la España de la República y de Franco. El revuelo estalló en plena democracia: ¡extra!, ¡extra!, ¡Lorca reconoce su homosexualidad! Y ahí destacó el grupo culto mariquita, que por entonces (eran los Novísimos y brillaba Gil de Biedma) extendía la etiqueta de este entiende (queriendo decir: es de los nuestros) a todo lo que se movía en el mundo del famoseo, del arte, de la historia y de la cultura. Y Lorca concitaba todos los conjuros. Pero, en su afán por salir a la luz y normalizar lo normal, el grupo homo olvidó que hay algo mejor que reconocerse. Y es no conocer, que nadie se inmiscuya ni interprete (lo que es o deja de ser). Lorca fue señor administrando su privacidad (que el antifranquismo entendió como represión) mientras que la homosexualidad de salón ya ven en qué ha acabado: en tacones y uñas pintadas para el día del orgullo gai, misa de gallos y de plumas, y ninguna es de Lorca.

**Conclusiones
Al cierre de esta edición hay un par de ideas, que no son nuevas ni son mías, en las que me parece importante insistir. Por un lado, vindicar el pie de la letra del texto, que esa es la materia de la literatura, y dejar para la biografía, que es ciencia bien distinta, los cotilleíllos y entresijos del personaje, que tienen su público y su interés, claro que sí, pero un buen comentarista ha de imaginar que su texto es anónimo, que los sonetos me los encontré, como hojas sueltas en la parada del autobús o en el banco del parque, y que al leerlos ‑estupefacto y absorto- dije: ¡Joder, vaya par de mariquitas! y, encima y además, ¡Joder, por su estilo tienen que ser de Lorca! ¡Eureka, eureka! ¡Encontré el eslabón perdido!

Otra conclusión es que, para hablar de amor, nada mejor, más potente y más místico, que hablar de amor y al amor; mística, palabra bien escogida. Si para expresar lo divino, San Juan de la Cruz acudió al amor humano, al sexo, así la concreta cama que tengo con una persona adquiere una dimensión divina, universal, con solo llamarla amor.

Por último, mi aportación personal: la astucia de los títulos. En particular, del título El amor duerme en el pecho del poeta porque sin título, yo perseguido y tú dormido dejaría manifiesto que tú y yo, vida mía (receptor explícito), somos varones y ¡peligro! Y viene entonces el título a dar el quite, a despejar dudas, y el lector se dejará llevar. Es derecho de Lorca como San Juan de la Cruz pidió ser leído a lo divino donde estudiantes morbosos veíamos sexo y puro sexo, y el profesor: ¡No, no! Ella es la Iglesia y Él, Dios, que esta es la mística, zoquetes míos.

Y un reparo ‑leve‑ entre tanta hermosura (si el alma pudiera decir lo bonitos que son los sonetos). En el Soneto gongorino usa Lorca un do por donde; do que leímos en la rima 4 de Gustavo Adolfo Bécquer: Mientras la humanidad, siempre avanzando, no sepa a camina. En el Soneto gongorino, verso 4, escribe Lorca: llama lenta de amor do estoy parando. Una prueba de que las cárceles no son solo de amor, también de métrica para quien se impone el endecasílabo. Ese do es ajeno al estilo de Lorca[1] (ya era solo de uso literario en tiempos de Bécquer). Lo cual se dice a mayor gloria del resto del léxico empleado, donde no leerán ustedes ni un tal por como ni un *Lejana cual oscura corza herida ni un *Dulce cual sollozo en la nevada, algo que otros hicieron, y ahí está Cernuda. La virtud de la gran poesía hay quien cree que está en la retórica, en la acumulación de artificios; y no: desde Manrique hasta hoy, pasando por estos sonetos del amor oscuro, la virtud de la gran poesía es que se lea y se disfrute con naturalidad.

APÉNDICES para el comentario de textos.

EL LÉXICO de los Sonetos del amor oscuro

LA MÉTRICA de los Sonetos del amor oscuro.

Daniel Lebrato, eLTeNDeDeRo, 11/01/2017

[1] Escrutadas sus Poesías Completas, solo hemos visto do en los Seis Poemas Galegos; gallego do, español de él, naturalmente.

la invención de la homosexualidad en los Sonetos del amor oscuro.

Lorca

Estamos hablando de una conmoción editorial que sucedió en 1984.

En 1935, cuando Lorca empezó a escribir sus sonetos (a sus 37 años, no era un chaval), como poeta tenía ante sí (por delante, a la hora de escribir) todas estas tradiciones que eran otras tantas maneras de escritura:

–el surrealismo y el propio Lorca de Poeta en Nueva York (desde la Oda a Walt Whitman al Pequeño vals vienés), más la poesía de poetas homo de su generación (Rafael de León, Cernuda, Aleixandre)

–San Juan de la Cruz, con sus canciones entre el alma y el esposo, al fondo el Cantar de los Cantares

–las canciones de amigo

–la copla española

–Góngora y el soneto clásico y, con lo clásico,

–los tópicos del amor platónico (homo erótico), del amor pasión y del amor posesión, con el carpe diem y el tempus fugit.

Con esos mimbres, Lorca deja en sus sonetos estas marcas de género. Y ni una más:

–Son guirnalda de amor, cama de herido, [2:9]

–Que unidos, enlazados, el tiempo nos encuentre destrozados. [3:12,14]

–Pero yo te sufrí, rasgué mis venas, tigre y paloma, sobre tu cintura [4:9-10]

–si soy el perro de tu señorío [6:11]

–estás dormido. Yo te oculto llorando, perseguido. + Pero sigue durmiendo, vida mía. [11:2,3,12]

La única secuencia que no deja dudas de “masculino ama a masculino”, lo único que no se podría decir a una mujer, que estaría dormida [11:2], va el poeta y lo titula El amor duerme en el pecho del poeta. Entonces, sí. Con ayuda del título (hay sonetos de 15 versos) el neutro amor, o el epiceno amor, sigue siendo sujeto y objeto protagonista.

Federico García Lorca estaba en la madurez de su oficio muy por encima de sus amantes, de su familia y de España. Y no solo de la España de la República y de Franco. El revuelo estalló en plena democracia: ¡extra!, ¡extra!, ¡Lorca reconoce su homosexualidad! Y ahí destacó el grupo culto mariquita, que por entonces (eran los Novísimos y brillaba Gil de Biedma) extendía la etiqueta de este entiende (queriendo decir: es de los nuestros) a todo lo que se movía en el mundo del famoseo, del arte, de la historia y de la cultura. Y Lorca concitaba todos los conjuros. Pero, en su afán por salir a la luz y normalizar lo normal, el grupo homo olvidó que hay algo mejor que reconocerse. Y es no conocer, que nadie se inmiscuya ni interprete (lo que es o deja de ser).

Lorca fue señor administrando su privacidad (que el antifranquismo entendió como represión) mientras que la homosexualidad de salón ya ven en qué ha acabado: en tacones y uñas pintadas para el día del orgullo gai, misa de gallos y de plumas, y ninguna es de Lorca.

*

eLTeNDeDeRo pone a disposición de quien lo pida un estudio sobre
EL LÉXICO de los Sonetos del amor oscuro y, otro, sobre LA MÉTRICA.


CAÍN, ABEL Y LA MUJER

Caín-y-AbelCAÍN, ABEL Y LA MUJER

Carta al director:

Conforme voy creciendo, más femenino me siento. Conforme voy creciendo, más me alineo con el Universo que intuyo -no sé por qué- también tiene sensibilidad femenina. Conforme voy creciendo más me alejo de los hombres que han conducido hasta aquí a la Humanidad. Conforme voy creciendo, más reniego de mi condición de hombre que está destruyendo el Planeta. ¶ Dicen cada vez más antropólogos que cuando los hombres primitivos campaban por el mundo cazando y recolectando lo que la naturaleza producía, la figura del padre ni siquiera existía. Durante decenas de miles de años, las tribus nómadas eran un matriarcado que funcionaba bastante bien. Las mujeres se apareaban con varios hombres, los hombres con varias mujeres y no había problemas. ¶ La revolución agrícola (nota 2) lo cambió todo. Con la agricultura aparecieron los cultivos, los animales domésticos el sedentarismo y la propiedad privada. A partir de entonces los hombres tuvieron tierras, casas, ovejas, dioses y mujer. Había llegado el patriarcado: guerras y más guerras por la propiedad privada en nombre de Dios, con la mujer ninguneada. ¶ Esta breve historia reciente de la Humanidad la han escrito los vencedores y absolutamente todo lo que cuentan sus libros es falso, una ilusión ficticia, una versión parcial e interesadísima de los hechos con la que el fatalismo dominante nos quiere hacer creer que la evolución no podía haber sido de otra manera. Y, sí. ¶ El hombre blanco no descubrió América, exterminó a los indígenas indios. El hombre blanco, no colonizó Asia, se apropió de sus riquezas. El hombre blanco no evangelizó África, esclavizó a los nativos negros. Tenemos que entender las invasiones, las conquistas y las consiguientes guerras como una eliminación masiva de las personas más inteligentes, más resistentes, mejor preparadas, más sensibles. Léanse Cruzadas, Primera y Segunda Guerra Mundial, Guerra Civil Española. ¶ Tenemos que recuperar la sensibilidad femenina, tenemos que poner fin a la agresividad, tenemos que decir basta a la forma de pensamiento machista imperante, tenemos que volver al matriarcado. Mientras no se demuestre lo contrario, lo masculino es violento, egoísta y competitivo y lo femenino creativo, solidario y amoroso. Claro que hay muchos Gandhi, Guevara, Lutero Kings, Saramago y Mandelas (nota 1), pero no son más que las excepciones que confirman la regla. Y seguro que también tenían sensibilidad femenina.


Editorial:

  1. No sé cuándo el personal se va a caer del gandhismo ramplón y se va a enterar del agente inglés que fue Mahatma Gandhi y, si no, ahí está la India que él dejó, un país hecho polvo. La resistencia pacífica que se nos puso como modelo no era más que una forma de acallar los gritos en las manifestaciones obreras. ¿Y Sudáfrica? ¿Qué Sudáfrica dejó Mandela? ¿Y Luther King? ¿Vamos a seguir poniendo de modelo a predicadores de la palabra de Dios? Cada cual tiene su idolatría. Yo, desde luego, basta que un héroe reciba la medalla de Occide para borrarlo de mi lista, como borré a Obama cuando le dieron el premio nóbel de la paz, qué risa. Del Che, han hecho camisetas y lo han metido en nómina para joder a Fidel Castro (el Che, la libertad; Castro, la dictadura). En Saramago, coincidimos.
  2. Contra lo que podría creerse, el primogénito Caín, el malo, era agricultor y Abel, el bueno, era pastor, conductor de ganado. La predilección de Dios por Abel va contra el orden de los sistemas económicos pues la agricultura es superior a la ganadería por cuanto la incluye y la hace sedentaria. La agricultura añadió a una propiedad semoviente una propiedad fija, un territorio, una casa de mando sobre una extensión de tierra donde los animales son domésticos o de granja. La vida en esa casa, cuyo centro es el fuego, el hogar, tuvo que ser mucho más propicia a las mujeres que la vida anterior errante en tiendas de campaña siempre detrás del ganadero o cazador, el patriarca. Si dejamos el Génesis y venimos a lo de ayer, a cómo vivían nuestros abuelos y nuestras abuelas en los pueblos rurales o en el campo, estaremos de acuerdo en que para los nietos y nietas que íbamos desde la ciudad las abuelas tenían un poderío y unas habilidades que eran al fin una utilidad económica que nuestras madres en la ciudad, arrinconadas en sus labores o como amas de casa, habían perdido al casarse. Y por eso las abuelas vivían cien años, porque no paraban de sembrar, de recolectar, de envasar, de hacer la matanza, de embuchar, de ordeñar, de tejer, de mantener y de encalar la casa. No. El campo por sí mismo ni trajo la propiedad privada ni agravó la supeditación de la mujer. Basta ver cómo trataba el nómada patriarca Abraham a sus mujeres, Sara, antes Saray, y Agar, su jovencísima esclava.
  3. Ni campo ni ciudad, ni nómadas ni sedentarios, el papel de la mujer supeditada es inherente a un modelo ideológico de familia de él trabajando y ella en casa. Por algo, donde la mujer ejerce su independencia, bien porque trabaje fuera de casa o bien porque sea económicamente superior al marido, nuestra percepción en ella de lo femenino y lo feminista cambia radicalmente. Lo único que no se puede igualar entre machos y hembras es la sexualidad reproductora. Pero es tan sutil el mecanismo de la maternidad que lo mismo da para que prevalezca él como para que prevalezca ella. Dos ejemplos: la feminización del varón urbano progreburgués, que cambia pañales, lleva el carrito, se pide la baja por maternidad, y el ejemplo que están dando las mujeres tapadas islamistas. En los dos casos, aquí y en el islam, se renuncia a mirar de frente un problema y el problema se asume en forma de orgullo: orgullo carrito del hombre artificialmente feminizado y orgullo burka de la mujer que asume su suplicio. A estos dos ejemplos aun se puede añadir la desconcertada población homosexual, particularmente los hombres mariquitas, que asumen papeles que debieran haber sido denunciados o superados: las bodas, las carreras de tacones por el orgullo gay, las formas del lenguaje. Esta sociedad es experta en no resolver ni avanzar sino en tragarse los marrones y asumirlos bajo el callado lema sarna con gusto no pica. Yo, la verdad, obsesionado como estoy por el gran tema de nuestro tiempo, que es el tapadismo (no hay grupo esclavizado en la historia de la humanidad que haya asumido de semejante manera su propia esclavitud, tapadismo que está en la base del yihadismo que está pasando), creo que las mujeres allí y aquí, feminizando artificialmente a sus varones (en vez de plantar cara a la autonomía de la maternidad, a la independencia de las mujeres y al fin de la familia patriarcal) están haciendo un triste papel. Les pasa, nos pasa, por haber renunciado a la lucha feminista, por haber cambiado el feminismo por la femineidad.

Ni tontos ni marxistas, 22 11 2015