las tres edades del hombre.
INFANCIA. La escuela.
En el colegio público subvencionado Marqués de Santa Cruz, del poblado naval de la Base de Rota, un montón de escolares agita sus banderitas rojigualdas al son del himno nacional. (Vídeo tuit de María del Carmen Cózar Navarro, @del_cozar, a día de hoy ya borrado)
ADOLESCENCIA. Los juegos.
Oeste y Sudoeste de España (al sudoeste están Rota, Portugal, Marruecos) registran una actividad aérea inusitada. Una crisis entre países ficticios desemboca en enfrentamientos abiertos. El Ala Once entra en acción en las filas del bando defensor (por supuesto, España). Durante una semana se verá abocada a responder a la agresión por medio de acciones ofensivas. (Publicado en Hispanoaviación.es)
MADUREZ. La cultura.
«El conocimiento de los clásicos ilumina mucho nuestra perspectiva del presente.» (Irene Vallejo, la de El infinito en un junco)
En las tres edades, la violencia y la guerra como asumidos colectivos. Al margen de izquierdas y derechas y al margen de siglas, todo es política. Los clásicos han ido a pasearse al Callejón del Gato y ahí se ve lo que han sido los clásicos. No tengo que ir a la Biblioteca de Alejandría ni al siglo quinto griego para saber cómo actuaba, con su papel fijador, el blablablá del libro; sagrado, sí, para la continuidad de la especie en sus dos pilares: la palabra de Dios (dios puede ser hoy un profesor o un filósofo) y la propiedad notariada.
SENECTUD.
Nuestro presente ilumina el pasado, y no al revés. El mundo de hoy nos dice cómo fue el mundo antiguo. La cultura no hace más que prolongar la maquinaria en forma de educación (desde la familia y la escuela), diversión (desde los juegos con fuego) o cultura de quien lee a Irene Vallejo y piensa: qué bien escribe y cuánto se aprende en su libro.
CONSOLACIÓN (LA DE UTRERA). Morirse uno.