
La mejor opinión sobre el papel del Ejército en esta crisis es la que dijo: acudir al ejército prueba la sobra de militares y la falta de sanitarios (entiéndase: personal de Protección Civil) que hay en España.
La gente olvida que tenemos reconocidas dos objeciones de conciencia: derecho a la objeción religiosa (Constitución, artículo 16) y derecho a la objeción militar (artículo 30.2).
Ligar misión humanitaria y Ejército, aprovechando que el coronavirus pasaba por aquí, es una provocación en regla y un atraco a nuestros derechos reconocidos. Pues nada más fácil, en tiempo de paz, que suspender (siquiera excepcionalmente) categorías y rangos militares y asimilarlos a su orden civil. Al revés, ya hemos visto: en tiempo de guerra, se moviliza a la población civil.
Lo del Psoe y Podemos con el Ejército no es normal. Y tiene razón (constitucional) quien se haya molestado por tanto militarismo explícito y es injusto echar la culpa a tal o cual rufián o a tal o cual región (País Vasco, Cataluña).
Lo de Pablo Iglesias con el Jemad Julio Rodríguez es de diván. Allá él. Lo de Pedro Sánchez empezó el día que el Psoe se dejó colar la supresión del servicio militar obligatorio (Gobierno Aznar, marzo 2001), algo muy celebrado por la presunta izquierda, que nos libró de la mili, sí, pero nos dejó sin objeción militar.
Después de Aznar, el Psoe de José Luis Rodríguez Zapatero (2004/2011), con el Psoe de Andalucía y con UGT y Comisiones (esos Zipi y Zape de la clase obrera) embarcaron a España en una militarización como no se había visto otra desde el invento de las misiones de paz del glorioso ejército español con Felipe González en 1989. Zapatero, Griñán, Susana Díaz hicieron carrera con el pretexto de mantener puestos de trabajo y militarizaron Astilleros, Navantia, Construcciones Aeronáuticas y (el remate de los tomates) apuntaron a España al proyecto Airbus como si no conllevara el Airbus Military que también nos tocaba la objeción de conciencia.
Yo, como español, no estoy obligado a exponer ni a defender mi postura ante asuntos de religión o fuerzas armadas. Pero el Estado, el Gobierno, sí. No se equivoque el voto PSOE o PSC, ni se equivoquen Podemos y els Comuns, como Ada Colau. Aprovecharse de enfermedad y muerte para que las criaturas se muestren agradecidas a las fuerzas armadas, es como aplaudir al cura que a la cabecera del moribundo descarriado viene a ofrecer sus servicios religiosos. Es más que salvación de última hora. Yo diría que es buitreo.
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