Un filósofo descifra que las Torres Gemelas
no debieron ser iguales
y que nosotros, con tal de ser diferentes,
nos explotamos a nosotros mismos.
[Byung-Chul entrevistado por Carles Geli.
El País, 07/02/18]
Notas, negritas y cursivas de [eLTeNDeDeRo]
«Las Torres Gemelas, edificios iguales entre sí y que se reflejan mutuamente, un sistema cerrado en sí mismo, imponiendo lo igual y excluyendo lo distinto y que fueron objetivo de un atentado que abrió una brecha en el sistema global de lo igual. O la gente practicando atracones de series, visualizando continuamente solo aquello que le gusta: de nuevo, proliferando lo igual, nunca lo distinto o el otro.» Son dos de las potentes imágenes que utiliza el filósofo Byung-Chul Han (Seúl, 1959), uno de los más reconocidos diseccionadores de los males que aquejan a la sociedad hiperconsumista y neoliberal[1] tras la caída del muro de Berlín. Libros como La sociedad del cansancio, Psicopolítica o La expulsión de lo distinto compendian su tupido discurso intelectual.[2]
1984. «En la orwelliana 1984 esa sociedad era consciente de que estaba siendo dominada. Hoy no tenemos ni esa consciencia de dominación», alertó en el Centro de Cultura Contemporánea de Barcelona, donde el profesor formado y afincado en Alemania disertó sobre la expulsión de la diferencia[3] y dio pie a conocer su particular cosmovisión, construida a partir de su tesis[4] de que los individuos hoy se auto explotan y sienten pavor hacia el otro en el desierto o el infierno de lo igual.[5]
autenticidad. «La gente se vende como auténtica porque todos quieren ser distintos de los demás, lo que fuerza a producirse a uno mismo. Y es imposible serlo hoy auténticamente porque en esa voluntad de ser distinto prosigue lo igual. El sistema solo permite que se den diferencias comercializables.»
autoexplotación. «Se ha pasado del deber de hacer una cosa, a poder hacerla. Se vive con la angustia de no hacer siempre todo lo que se puede y, si no se triunfa, es culpa propia. Ahora uno se explota a sí mismo figurándose que se está realizando. Es la pérfida lógica del neoliberalismo que culmina en el síndrome del trabajador quemado.»
revolución. «Ya no hay contra quien dirigir la revolución, no hay otros de donde provenga la represión.»[6]
alienación. «La alienación de uno mismo se traduce en anorexias o sobreingestas de comida o consumos de ocio.»
big data. «Estamos en pleno dataísmo: el hombre ya no es soberano de sí mismo sino resultado de una operación algorítmica que lo domina sin que lo perciba. Hay que ajustar el sistema: el ebook está hecho para que yo lea, no para que me lea a mí a través de algoritmos.»
carta digital y renta básica. «Necesitamos una carta digital que recupere la dignidad humana y pensar en una renta básica para las profesiones que devorarán (serán devoradas por) las nuevas tecnologías.»[7]
comunicación digital. «Las relaciones se reemplazan por conexiones y solo se enlaza con lo igual. La comunicación es solo vista, hemos perdido todos los sentidos. Estamos en una fase debilitada de la comunicación, como nunca: la comunicación global y de los likes solo consiente a los que son más iguales a uno. Lo digital no duele, no pesa, no huele, no opone resistencia. Pasas un dedo y ya está.»
narcisismo. «El narcisista es ciego a la hora de ver al otro y sin ese otro uno no puede producir por sí mismo el sentimiento de autoestima.»
arte. «El arte ha degenerado en narcisismo, está al servicio del consumo, se pagan injustificadas burradas por él, es ya víctima del sistema.»
otros. «Cuanto más iguales son las personas, más aumenta la producción. El capital necesita que todos seamos iguales, incluso los turistas. El neoliberalismo no funcionaría si las personas fuéramos distintas.»
refugiados. «Con el actual sistema neoliberal no se siente temor, miedo o asco por los refugiados sino que son vistos como carga, con resentimiento o con envidia. La prueba es que luego el mundo occidental va a veranear a sus países.»[8]
tiempo. «Es necesaria una revolución en el uso del tiempo. Necesitamos un tiempo propio que el sistema productivo no nos deja. Requerimos de un tiempo de fiesta, que significa estar parados, sin nada productivo que hacer, pero que no debe confundirse con un tiempo de recuperación para seguir trabajando. El tiempo trabajado es tiempo perdido, no es tiempo para nosotros.»[9]
Nota de [eLTeNDeDeRo]. Estos ‘filósofos’ no han leído a Marx y se les nota el antimarxismo o anticomunismo (de las dos Coreas, Byung-Chul Han fue a nacer en la Corea del Sur y se le nota agradecido). Al final, resultan más ideólogos del capitalismo que el propio capitalismo que dicen criticar.
–enlace a La miseria de la filosofía, de Karl Marx (1847)
[1] hiperconsumista y neoliberal, por decir clases medias primer mundistas. El presunto filósofo y el presunto periodista, confabulados por vendernos una ideología a la medida de un grupo de edad, de espacio y tiempo. Y eso que, se supone, la filosofía había de tener una validez universal. ¡Dígales usted hiperconsumista o neoliberal al patera o a la pobre musulmana tapada por su macho tapador, tal vez lapidada!
[2] Donde tupido, podría decir estúpido sin que pasara nada, broma que se gasta algún lector.
[3] Barcelona, profesor. Encima, a micro abierto y gastos pagados.
[4] ¿particular?, ¿cosmovisión?, ¿tesis? Lo que sería una mera ocurrencia de sobremesa, Han & Geli lo eleva a los altares de lo académico y universal.
[5] el infierno de lo igual: subconsciente miedo al comunismo propio de surcoreano acomodado.
[6] Con ‘filósofos’ así, normal que nadie sepa de donde provenga la represión.
[7] Tomen nota gobiernos de izquierda. El salario mínimo interprofesional (SMI), antes que a trabajadores, a pequeñas y medianas profesiones (pymes y autónomos) que devorarán (serán devoradas por) las nuevas tecnologías.
[8] ¡El turismo al tercer mundo como prueba de amistad con refugiados!
[9] Por una vez, el supuesto filósofo se aproxima a la teoría marxista de la alienación que trae consigo la venta de la fuerza de trabajo y el salario como mercancía. La solución no es recambio, sino más ¡tiempo de fiesta!