
[1] Sincronía y diacronía, espacio y tiempo, el artista o escritor, hombre o mujer, se sabe en rivalidad y competición con sus coetáneos (alguien dirá ‘contemporáneos’) y en rivalidad y competición consigo mismo y con el libro de texto, a donde pasará o no. Hablamos de dos ejes. Un eje horizontal, que corresponde al éxito en vida, y un eje vertical, que es la posteridad. Para el arte son tradición y originalidad (Pedro Salinas, Borges) y, para el artista, ir o no de artista por la vida.
¿Qué calla el artista Siglo 21? Que igual que no hay reyes por la gracia de Dios, desde que Dios ha muerto, mucho antes de Nietzsche, tampoco hay artistas. Al presente, Dios y artista merecen la misma reverencia o caricatura que señorías o jueces con toga o con peluca. Sin embargo, Dios existe, calla el artista, para que unos vayan a la mina o al andamio y yo, el poeta, a mis musas. El ‘genio’ es una impostura de siglos, que nos ha convencido de que Dante, Miguel Ángel o Velázquez eran artistas, para convencernos, de paso, de poderes políticos constituidos. Caído el Muro de Berlín, pendiente quedan verdaderos muros que no han caído y, el primero, el muro que significa la división social del trabajo, eso que –se active o no por presiones sociales– se llama lucha de clases. El bienestar económico, ecológico, sostenible, compatible o elegetebeí, con todo eso que se tiene por cultura y civilización, no son más que arcaísmo o tentempié de un sistema feudo capitalista superado no superado. Disuelta la conciencia proletaria, la partida se juega, no entre izquierdas y derechas, no entre apocalípticos e integrados: entre quienes viven mal y entre quienes viven bien: suyo es el reino, artistas o literatos con ánimo de lucro y éxito para vivir del cuento que se cuentan y quieren contarnos.
[eLTeNDeDeRo] les ofrece dos interesantes extremos de relaciones arte artista. Uno les propone un viaje a la palabra ‘capotina’: Entrevista capotina, a favor del artista. (Parte de la altura del intelectual consiste en la bajura, la ignorancia ajena.) Y otro extremo, a favor del arte, les invita a un duelo del Oeste hecho poema cincuenta y tantos años después de su inventor protagonista, y en relación a los concursos literarios que se convocan. Quédense con Diego Vaya, prólogo‑epílogo, y verán un éxito –al margen de la antigua imprenta, de la obsoleta librería o del decaído circuito– de quien quizá alcance luces post tenebras en el paseo de la fama. Diego Vaya.
Enlace a Diego Vaya, prólogo‑epílogo en la revista libro [eLSoBReHiLaDo]
[1] fama, como ‘posteridad’ y en el sentido de la ‘vida de la fama’ de Manrique: «Aquí yace el hombre, que vivo sigue el nombre.» Sinónimos de éxito son triunfo, auge, aplauso, celebridad. Y sinónimos de fama, no los concursos de salto a la fama y en busca del éxito, sino continuidad, memoria, constancia, o permanencia; diríamos también historia o libro de texto.
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