Etiqueta: Pedro Salinas

coplas de Juan Tanamera.

guantanamera

Mientras fui profe en activo, me apunté a redes sociales por didáctica. Si mi alumnado, de secundaria de adultos, estaba en redes, yo también estaría, y mis publicaciones podrían ser un comunicado de apuntes (podcast, odiosa palabra) para la recuperación de mis clases por estudiantes que, entre el trabajo y el instituto, muchas veces me faltaban a clase por causa justificada. Desde que dejé el horario lectivo, mis varios tendederos siguieron de utilidad para yo ejercer como emérito en una especie de consultorio de lengua que siempre es más que lengua: Álvaro Martín y Zafarrancho Vilima.

Paralela a mi vena docente (que un profesor nunca pierde del todo) corrían por mis venas libros publicados y nuevos que publicaría, ya no en imprenta: en internet, la gran nube para quien ya no estaba en las nubes del cotarro literario, del publico y presento, del convoco a mis coros y danzas. Mi conclusión era que por mucho ruido que yo hiciera en red, por mis vanidades y exhibicionismos personales, más ruido seguía haciendo la moribunda república del libro de farsa y licencia de la imprenta castiza.

En ese lapso de veinte años no es nada (cuarenta, desde mi primer mural) he ido sumando tropa de varios colores, principalmente gente de la enseñanza, alumnos o profesores, y de la política, de la cultura, la literatura o el libro. También, claro está, antiguos o viejos conocidos que, a través de Facebook, y cuando ya la juventud descuidaba sus muros (otra odiosa palabra), iba topando conmigo o yo con ellos.

Hoy, lo crean o no, lo que me lleva a esta página que escribo es la empedernida batalla contra el tiempo que pasa y que me llevará por delante en un descuido. Soy como Juan Tanamera (guajira, guantanamera), que antes de morirme quiero echar mis versos del alma. O como aquel Quevedo de, pues amarga la verdad, quiero echarla de la boca. Soy (somos) como León Felipe y me sé (sabemos) todos los cuentos. Quizá mi obstinación y lo que puede diferenciarme de otros es que siento la obligación, ahora por Joaquín Sabina, de negarlo todo. Me quedan cuatro días para desdecir lo que he dicho, para desmontar el tinglado del que, Pablo Neruda, confieso que he vivido.

El personaje que yo era se ha ido desprendiendo, Pedro Salinas, de todo lo que encima me echaron desde antes de nacer y más: desde antes de ejercer, desde antes del primer concurso de poesía. Hoy, de aquel afán en que milité un día, no queda casi nada, casi nadie. Mis antiguos amigos de letras, remeros todavía en la nave del libro en librerías, se me han ido perdiendo por uno u otro lado, principalmente uno: la fe en el Estado del Bienestar, triangulada entre la cultura y la izquierda.

Parte de ese triángulo enseñó su patita cuando el referundismo en Cataluña y ahora se empeña, todavía, entre monarquía o república. Nada tengo que ver con eso. Mi obligación es decir a quien quiera oírme que todo es república (república ‘por defecto’). ¿Jefatura de estado? No, gracias. Ninguna. Si hay democracia, que sea parlamentaria y no presidencialista.

arte y artistas, éxito y fama.

Diego Vaya entre Daniel Lebrato y Lidia Muñoz Márquez
Diego Vaya, entre Daniel Lebrato y Lidia Muñoz

[1] Sincronía y diacronía, espacio y tiempo, el artista o escritor, hombre o mujer, se sabe en rivalidad y competición con sus coetáneos (alguien dirá ‘contemporáneos’) y en rivalidad y competición consigo mismo y con el libro de texto, a donde pasará o no. Hablamos de dos ejes. Un eje horizontal, que corresponde al éxito en vida, y un eje vertical, que es la posteridad. Para el arte son tradición y originalidad (Pedro Salinas, Borges) y, para el artista, ir o no de artista por la vida.

¿Qué calla el artista Siglo 21? Que igual que no hay reyes por la gracia de Dios, desde que Dios ha muerto, mucho antes de Nietzsche, tampoco hay artistas. Al presente, Dios y artista merecen la misma reverencia o caricatura que señorías o jueces con toga o con peluca. Sin embargo, Dios existe, calla el artista, para que unos vayan a la mina o al andamio y yo, el poeta, a mis musas. El ‘genio’ es una impostura de siglos, que nos ha convencido de que Dante, Miguel Ángel o Velázquez eran artistas, para convencernos, de paso, de poderes políticos constituidos. Caído el Muro de Berlín, pendiente quedan verdaderos muros que no han caído y, el primero, el muro que significa la división social del trabajo, eso que –se active o no por presiones sociales– se llama lucha de clases. El bienestar económico, ecológico, sostenible, compatible o elegetebeí, con todo eso que se tiene por cultura y civilización, no son más que arcaísmo o tentempié de un sistema feudo capitalista superado no superado. Disuelta la conciencia proletaria, la partida se juega, no entre izquierdas y derechas, no entre apocalípticos e integrados: entre quienes viven mal y entre quienes viven bien: suyo es el reino, artistas o literatos con ánimo de lucro y éxito para vivir del cuento que se cuentan y quieren contarnos.

[eLTeNDeDeRo] les ofrece dos interesantes extremos de relaciones arte artista. Uno les propone un viaje a la palabra ‘capotina’: Entrevista capotina, a favor del artista. (Parte de la altura del intelectual consiste en la bajura, la ignorancia ajena.) Y otro extremo, a favor del arte, les invita a un duelo del Oeste hecho poema cincuenta y tantos años después de su inventor protagonista, y en relación a los concursos literarios que se convocan. Quédense con Diego Vaya, prólogo‑epílogo, y verán un éxito –al margen de la antigua imprenta, de la obsoleta librería o del decaído circuito– de quien quizá alcance luces post tenebras en el paseo de la fama. Diego Vaya.

Enlace a Diego Vaya, prólogo‑epílogo en la revista libro [eLSoBReHiLaDo]

[1] fama, como ‘posteridad’ y en el sentido de la ‘vida de la fama’ de Manrique: «Aquí yace el hombre, que vivo sigue el nombre.» Sinónimos de éxito son triunfo, auge, aplauso, celebridad. Y sinónimos de fama, no los concursos de salto a la fama y en busca del éxito, sino continuidad, memoria, constancia, o permanencia; diríamos también historia o libro de texto.

qué pensarán los barcos.

foto LeMonge
foto LeMonge

Qué pensarán los barcos, cargados de humedad, de óxido y de mugre, de soledad de patria, si la tienen, y de contrabando, al vernos en los restaurantes de Bajo de Guía entre manzanillas, cervezas y langostinos, y haciendo fotos a igual o parecida puesta de sol. Cuando el barco pasa. Flas, flas. Cámaras, las hay profesionales y del móvil. Y marineros, por lo menos, tres. Los de yo no digo mi canción sino a quien conmigo va. Los que habrán leído a Salinas. Y los que, si por mí fuera, le quitarían el tapón al barco.

–enlace al Romance del conde Arnaldos

–enlace a El contemplado, de P.Salinas


 

todo más claro (Pedro Salinas y la política)

Desde que el movimiento Podemos se hizo partido y el partido Podemos, asunto de pareja, eLTeNDeDeRo ‑vista la general indigencia del pensamiento político nacional e internacional‑ abandonó la política. Dicho lo cual, conviene a los ánimos preocupados por los siguientes temas sus correspondiente soluciones:

–por Trump y sus murallas: abominar de las murallas propias en Ceuta y Melilla y de Estados Unidos como país amigo o aliado natural de España, sea quien sea su presidente.

–por los refugiados: ir a la causa primera, que son las desigualdades y las guerras, y abominar de las naciones que fabrican armamento y sostienen, con nuestros impuestos y consentimiento, ejércitos que matan. A nivel personal, bien puede ‑nada se lo impide‑ refugiar o adoptar niña o niño que le conmueva con su familia entera, para que la criatura no se desnaturalice ni pierda su identidad.

–por la sentencia del caso Nóos: piense en la monarquía y que no paguen uno (Urdangarín) ni dos (con la Infanta): la monarquía entera váyase de la Constitución al museo de la historia.

–por el independentismo catalanista: recuerde que lo nuevo, la noticia, no es el soberanismo, de profundas raíces históricas y económicas, sino la incapacidad de la reciente democracia española para resolver tan viejo asunto.

Todo lo cual se resume en ¡bájese de la democracia!, no sea usted demócrata y lo verá todo más claro. Todo más claro es un precioso libro de poesías de Pedro Salinas que nada tiene que ver con esto, pero por eso mismo, para quitarse usted también de la política:

Pedro Salinas
EL POEMA
(1951)

Y ahora, aquí está frente a mí.
Tantas luchas que ha costado,
tantos afanes en vela,
tantos bordes de fracaso
junto a este esplendor sereno
ya son nada, se olvidaron.
Él queda, y en él, el mundo,
la rosa, la piedra, el pájaro,
aquéllos , los del principio,
de este final asombrados.
¡Tan claros que se veían,
y aún se podía aclararlos!
Están mejor; una luz
que el sol no sabe, unos rayos
los iluminan, sin noche,
para siempre revelados.
Las claridades de ahora
lucen más que las de mayo.
Si allí estaban, ahora aquí;
a más transparencia alzados.
¡Qué naturales parecen,
qué sencillo el gran milagro!
En esta luz del poema,
todo,
desde el más nocturno beso
al cenital esplendor,
todo está mucho más claro.

*


tatú

Tatú

TATUAJE

Criticar nos hace viejos, pero, sin crítica, qué sería del mundo sin nosotros, profesores, pensadores, cultos en nuestras dos versiones, señora y caballero. Decía Salinas, don Pedro: la luz, lo malo que tiene es que no viene de ti. El tatuaje, lo malo que tiene es que no viene de quien se tatúa. Tampoco el velo de la mujer islámica ni la corbata del comercial con pretensión. Lo que llamamos moda son víctimas a pie de tienda. O de tatú.

DAR LAS DOCE

# 0-1 minuto
Las 12. Cuando alguien suelta una tontería se dice que han dado las doce.

FRASES Y HOMBRES


FRASES

Hablando de un incendio terrible que está por apagar, un político o responsable de bomberos ha declarado a la prensa que, para apagarlo, van a echar toda la carne en el asador. Mentar el asador en casa del incendio es mentar la soga en casa del ahorcado, tener buena mano en casa del manco o meter la pata en casa del cojo. La estulticia se refuerza añadiéndole como yo digo a lo que en realidad ha dicho otro y no yo. Como yo digo, el hombre es un lobo para el hombre, larga el sabidillo que quiere enmarcar un acto de crueldad individual en la supuesta crueldad general. Igual que ahora mismo alguien que dura en el tiempo está cargando el lenguaje de estupideces, no, lo siguiente, y las suelta desde el minuto cero de abrir la boca, también antiguos y venerados filósofos o literatos dijeron las suyas. Jóvenes que queréis bien hablar, cuidado con las pamplinas y frases envenenadas que la educación y la cultura os han echado encima desde antes de nacer. Tal como está el idioma, hablar bien adquiere libertad y de rebeldía. Sed libres. Rebelaos.


HOMBRES

No digáis que, agotados sus proverbios,
el hombre es un lobo para el hombre,
homo homini lupus,
díganlo Plauto en su Asinaria (o Libro de los asnos)
o Thomas Hobbes.
No sería justo con los hombres justos
ni con las lobas de toda condición.
Más cierta es
‑tanto a los hombres como a las mujeres‑
la explotación del hombre por el hombre,
perfecto endecasílabo de autor desconocido.

 


 

 

Tres Bécquer y una estampa

becquer_gustavo_adolfo

Tres Bécquer y una estampa

Una estampa de Bécquer me visita cuando quiero pasar desapercibido en sitios que no son míos, este espacio Santa Clara, para el caso, o las hogueras gitanitas de las Tres Mil. Se extrañaba a sí mismo Bécquer en La venta de los gatos (1862) y nos deja constancia con estas palabras: «Yo estaba allí como fuera de mi centro natural: comenzando por mi traje y acabando por la asombrada expresión de mi rostro, todo en mi persona disonaba en aquel cuadro. Pareciome que las gentes volvían la cara a mirarme con el desagrado que se mira a un importuno.» Esta extrañeza, por cierto, tuvo que ser la misma que la del folclorista Demófilo metiéndose en ambientes que no eran suyos, tabernas y cafés cantantes, para anotar en su libreta su Colección de cantes flamencos (1881).

Sin contar el Bécquer extravagante y sin contar el Bécquer de mi querida Vanessa del Rocío, que suspendí una vez por escribir en un examen Beker, con ka y sin tilde, y me miraba la pobre sorprendida, hay en mi vida tres Bécquer: el de mi infancia (entre las calles de San Lorenzo donde he vuelto a vivir ahora), el del instituto y el de la poesía.

Cuando, procedente de la Escuela Francesa, yo llegué al bachiller al instituto San Isidoro, un azulejo de ilustres alumnos o profesores ponía su nombre, Bécquer, allí estaba. Mi nombre no creo que lo pongan nunca. Gustavo Adolfo Domínguez Bastida estudió a distancia y por apuntes de su amigo Narciso Campillo. Y yo estudié, si es que estudiábamos, en la agitada y vivaracha promoción del bachillerato del 68‑69, entre el Mayo Francés y el Proceso de Burgos, malos tiempos para la lírica y para nuestra profesora de literatura empeñada en hacer de nosotros ‑el instituto era masculino; las niñas, al Velázquez‑ caballeros sensibles y románticos.

Cuarenta años después volví al San Isidoro y comprendí dos cosas: lo que mi joven profesora debió de sufrir por explicarnos Bécquer y que tampoco esa vez, como profesor, subirían mi nombre al azulejo. Consejo a mis colegas. Si queréis que algo que os gusta entre en el aula y en las cabezas, da igual Bécquer que el Quijote, hacedlo sin que se noten ni la obligación de hacerlo ni vuestro entusiasmo en ello. Impartir Bécquer en Sevilla es fácil. Haced que lean las leyendas Maese Pérez y La venta de los gatos, la tercera sería La promesa, y llevad la clase de excursión por los lugares que se mencionan. Cumplida la prosa, llevaos el grupo a la glorieta de Bécquer en el parque de María Luisa y que allí se lean, en alto y en bajo, algunas rimas de Bécquer y su contrario, Pedro Salinas, por ejemplo. La profesora habrá triunfado.

Mi tercer Bécquer es literario. Tradición y originalidad. Bécquer era uno de los gigantes de mi tradición que yo tendría que matar el día que me diera por publicar poesía, libro que por algo salió De quien mata a un gigante (1987). Gracias a mi larga preparación para el duelo, el mundo se libró de mí como poeta precoz o joven poeta. Práctica, la de leer antes de escribir, que recomienda Borges a sus aprendices. La educación consiste en lo contrario del antes de entrar, dejar salir. En literatura, antes de salir (poemas, poemillas o poemomas) dejar entrar lecciones, lecturas, teorías; Bécquer, si hiciera falta.


TODO MÁS CLARO

TODO MÁS CLARO

nociones de economía política

Una ética anti no deja de ser una ética a favor. Y de la ética anticapitalista se hace fuerte la lógica del capital. Un liberto es un esclavo a quien se ha dado su libertad, o sea, a la puta calle, queda usted despedido. ¿Bien preciado, la libertad? Por miedo al despido, quienes más sostienen el capitalismo son currantes que lo sufren y padecen o intelectuales de disparos al aire de las ideas. Desde la pancarta sindical que exige puestos de trabajo como si el trabajo quien lo da no lo diera para la explotación, hasta quien predica ponerle límites al beneficio o la riqueza, cuáles, sin legislación. Sálganse de la lógica del capital, y lo verán todo más claro.

 

Todo más claro (1949) es un libro de poemas de Pedro Salinas (1891‑1951).
Este es El poema:

Y ahora, aquí está frente a mí.
Tantas luchas que ha costado,
tantos afanes en vela,
tantos bordes de fracaso
junto a este esplendor sereno
ya son nada, se olvidaron.
Él queda, y en él, el mundo,
la rosa, la piedra, el pájaro,
aquéllos, los del principio,
de este final asombrados.
¡Tan claros que se veían,
y aún se podía aclararlos!
Están mejor; una luz
que el sol no sabe, unos rayos
los iluminan, sin noche,
para siempre revelados.
Las claridades de ahora
lucen más que las de mayo.
Si allí estaban, ahora aquí;
a más transparencia alzados.
¡Qué naturales parecen,
qué sencillo el gran milagro!
En esta luz del poema,
todo,
desde el más nocturno beso
al cenital esplendor,
todo está mucho más claro.


 

La voz a ti debida (la glosa como homenaje y continuación)

LA GLOSA COMO HOMENAJE Y CONTINUACIÓN
glosa (4)

Otro sentido de glosa nos dan la retórica y la música, para las cuales glosa es una composición a cuyo final o al de cada una de sus estrofas se hacen entrar rimando y formando sentido uno o más versos anticipadamente propuestos, o sea, una variación sobre un tema sin sujetarse rigurosamente a él. La glosa así entendida se llama también paráfrasis y puede hacerse a favor o en contra del texto glosado. En sentido amplio, podemos decir que La voz a ti debida (1933) de Pedro Salinas (1891‑1951) es una glosa homenaje y a su manera continuación de la Égloga III de Garcilaso de la Vega (1501‑36), que le sirve de inspiración o motivo.

Aquella voluntad honesta y pura,
ilustre y hermosísima María,
que’n mí de celebrar tu hermosura,
tu ingenio y tu valor estar solía,
a despecho y pesar de la ventura
que por otro camino me desvía,
está y estará tanto en mí clavada
cuanto del cuerpo el alma acompañada.

Y aun no se me figura que me toca
aqueste oficio solamente en vida,
mas con la lengua muerta y fria en la boca
pienso mover la voz a ti debida.


 

¡Y UN JAMÓN!

Trigueros San Antonio Abad

¡Y UN JAMÓN!
¿En qué se parecen la Cabalgata de Reyes Magos de Sevilla,
la Generación del 27
y el San Antonio Abad de Trigueros?

En diciembre de 1927, cuando la reunión que dio nombre a la Generación del 27, las sesiones no se pudieron celebrar en la sede del Ateneo en calle Sierpes porque estaba tomada por los preparativos de la inminente Cabalgata de Reyes Magos, que el Ateneo y Sociedad de Excursiones de Sevilla (fundado en 1887) organizaba desde 1918. Aquel año 1927 era fecha del tercer centenario de la muerte de Góngora y, con ese motivo, los días 16 y 17 de diciembre se congregaría en Sevilla la vanguardia poética española, así que las reuniones tuvieron que trasladarse hasta la Sociedad Económica de Amigos del País, en calle Rioja. En la foto, inmortalizada por Serrano (otros hubiéramos creído por Pepín Bello, el fotógrafo del 27), aparecen por primera vez reunidos Rafael Alberti, Federico García Lorca, Jorge Guillén, José Bergamín, Dámaso Alonso y Gerardo Diego, con Juan Chabás y Mauricio Bacarisse. No salen, pero asisten, Pepín Bello, Luis Cernuda, Pedro Salinas y el torero Sánchez Mejías, que fue al final el que pagaba las copas, más un largo etcétera del cotarro poético local que pueden ver en la página que el Ateneo dedica a la reunión. Hoy, día 5 de enero, es buena ocasión para establecer la paradoja entre dos extremos: la vanguardia ateneísta, que alentó el homenaje a Góngora, comparada con la rancia Cabalgata de Reyes, que esta noche dejará la ciudad perdida de caramelos y algún que otro ojo con desprendimiento de retina. Alberto Máximo Pérez Calero, actual presidente, deja colgada en la página del Ateneo la siguiente perla o discurso diocesano [Dios es sano]: La Cabalgata, de marcado carácter social, forma parte de la intrahistoria de una ciudad de fuertes convicciones religiosas, a las que gusta exteriorizar mediante manifestaciones artísticas populares. El sentido unívoco del mensaje evangélico con la Cabalgata le confiere a ésta su inalterabilidad, lo que se traduce en una inmutable iconología, pese a la natural evolución. Leído lo cual, Freddie Bartholomew, embutido en su macferlán pero sin la lupa de Sherlock Holmes, comprende lo que leyó en Tinta de calamar sobre la dichosa Cabalgata: es tan marcadamente sexista y clasista, que se entiende que desde las carrozas no hagan más que tirar y tirar caramelos: es la mejor forma de humillar al público y que el público, mientras se agacha a coger caramelos, no vea lo horrorosa que es. Los kilos de caramelos recogidos darán para la reventa o para matar el gusanillo las noches de fogata que vendrán a la intemperie. Y si preguntas a los pobres qué han visto de la Cabalgata te dirán que el suelo y los zapatos de la gente. A todo esto, el Ayuntamiento, ahora socialista, poniéndole dineros, policías y servicios de limpieza para desencostrar las calles del melote pegajoso y machacado. Por algo, en otras Cabalgatas los caramelos no los tiran: se dan en mano. Tome nota también el noble pueblo de Trigueros (Huelva), que sigue presumiendo de tirar comida desde los balcones de las casas bien, a los pobres que abajo esperan que les caiga algo de provecho. De donde vendrá el dicho de la España del hambre: ¡Y un jamón!