antídotos contra la guerra.

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«La vida misma es nuestro ejército durmiente, la que nos urge a pagar los recibos del banco y a reclamar unas gafas al seguro.» (Artículo a propósito de las llamadas al patriotismo contra la proclamación del Psoe de Sánchez con UP.)

De antiguo viene echar la culpa de males del mundo a defectos o pecados individuales, tipo el odio, la envidia o la avaricia. Por partes. El odio, como abstracto moral que es, nos obligaría a concienciar o a educar (en el amor, la tolerancia o la benevolencia) a más de 8 millones de personas, cada una con sus circunstancias.

En cambio, industria armamentística (como auténtico calentamiento climático que es) hay una en el mundo (mientras no haya desarme, mi Defensa explica tu Defensa) y, ejércitos regulares, 194, uno por Estado.

El único antídoto contra la guerra es el desarme mundial (algo que ya conferenció el siglo 20) y, para España, la salida de España de la Otan, la denuncia del Tratado con EEUU (1953); España, país neutral, con renuncia a la guerra como método para resolver conflictos entre naciones (algo que ya hizo la Segunda República) y la reconversión del Ejército Español en cuerpo de policía, bomberos, emergencias y protección civil (algo que no se atrevió a hacer la Segunda República y, por eso, el Golpe de Estado o Levantamiento de Franco y sus generales).

Decir que de las asonadas militares del pasado nos salvan la Otan y la Unión Europea y que la vida misma es nuestro ejército durmiente; mezclar odios con recibos y bancos, y gafas con seguros es, cuando menos, de un escapismo alarmante.

Enlace a Juan José Téllez en Antídotos contra la guerra civil


 

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