
No faltan en español dichos que nos salvan la vida. Sostenerla y no enmendarla. A lo hecho, pecho. Allá en su siglo ocurrió en Sanlúcar de Barrameda que una antigua calle o callejón de los sastres se rotuló sin querer Calle de los Saters, doble errata porque, a más del baile de una letra por otra, se pasó de 7 a 6, una ese se perdió en el camino. Equivocarse es normal; lo que ya no tanto, insistir en el error, pues alguien tuvo que pensar qué demonios significa Saters y mandar hacer otro azulejo, que un azulejo chiquito es cosa bien barata.
Entre miopías o analfabeterías andaría el juego y quizá el mismo alfarero que coció el azulejo fue él mismo, corto de letras y largo de manzanilla, quien hizo de albañil y lo pegó en su sitio (un hombre solo no tiene cuatro ojos que vean más que dos), o, si sabía leer y le dio tiempo a advertir el desastre, quizá temiera alguna bronca que sería peor o que le hicieran pagar de su flaco bolsillo la realización del azulejo nuevo. O a saber si el Cabildo de Sanlúcar estaba en manos de concejales más iletrados que él, y a todos pareció bien. El caso fue que Saters ponía y Saters se quedó, como si fuese apellido de familia de ingleses venidos a Sanlúcar al olor de los vinos del marco de Jerez. Tanto se quedaría el Saters, que hace poco, cuando a petición de una santa cofradía, a la calle se le cambió el nombre (el callejón está entre la capilla y la casa de hermandad), la nueva rotulación que se puso dice literalmente Calle Virgen de la Estrella (antigua de los Saters).

Esto es, señorías, lo que se dice sostenella y no emendalla. Hasta en el callejero de Google Maps sobrevive aquel Saters.
–enlace a Antonio Barba Jiménez, Curiosidades de Sanlúcar
–enlace a Narciso Climent, Historia de las calles de Sanlúcar de Barrameda