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Fiestas de Primavera.

Sevilla, Andalucía, España, anda metida en fiestas como motor económico, lo que ha abierto una guerra entre el viejo sector terciario y las nuevas formas de hacer (VFTs, VTCs, Airbnb), al fondo, la controversia sobre la súper población entre una vecindad autóctona que se siente amenazada por tanto turismo y unas alcaldías que no paran de inventar o de recrear más y más fiestas. Paralelamente, el pensamiento crítico arremete contra los toros, en nombre del animalismo, o contra las procesiones, en nombre del laicismo. A todo esto añadan –para quien lo siga– el debate en época electoral.

[eLTeNDeDeRo] propone algo sencillo y barato y democrático. Estado y corporaciones autonómicas y municipales dejan de financiar, subvencionar o alentar fiestas que serían privatizadas y devueltas a entidades particulares promotoras y autorizadas.

Seguiría habiendo procesiones pero acogidas al derecho de manifestación (como hacen los sindicatos) y las hermandades se comprometerían a dejar las calles del itinerario tal y como estaban, sin rastro de cera y todo perfectamente limpio; seguridad y fuerzas de orden correrían también por cuenta de las cofradías, que antes de la cruz de guía habrían depositado la cantidad en euros suficiente para el Ayuntamiento cubrir esos servicios de recogida y limpieza subsidiariamente. A usted y a mí la Semana Santa nos costaría cero euros. Algo es algo.

Seguiría habiendo corridas de toros pero no como fiesta nacional sino particular de la sociedad taurina y bajo las mismas condiciones de policía y protección civil que se han dicho para las procesiones. Y así iría todo. La Feria de Abril –montaje y desmontaje, incluida la portada–, correría por cuenta de la sociedad feriante a través del registro de casetas y puestos y atracciones; los partidos de fútbol, bajo responsabilidad de los Sevilla y Betis convocantes.

Conseguiríamos tres felicidades.

Primera. Desactivar polémicas que nos dividen. Menos palabrería entre partidos políticos, clase política a la que le va la marcha procesional y el clarín de los paseíllos.

Segunda. Pasar de un turismo de fechas a un turismo de sitios. Como Roma, Londres, París o Nueva York que, siendo las más turísticas del mundo, reciben turismo todos los días del año.

Tercera. Las instituciones públicas sacarían los dineros desde donde prevarican con nuestros impuestos la Iglesia o las grandes ganaderías, por no salirnos del cartel de Fiestas de Primavera de la ciudad de la gracia.


 

feriantes, turistas y gente culta.

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El disfrute de la cultura empieza por saber las tonterías que se dicen o los abusos que se cometen en nombre de la cultura.

Supongamos los viajes al tercer mundo. Allí nos será fácil ver “la vida como hace años”, dice el turista occidental por Marrakech, la Amazonia, el Cuerno de África o la Polinesia, donde fotografiamos, flash, flash, lo que no querríamos para nosotros ni en pintura.

Supongamos las míticas canciones que, siendo míticas o porque las cantaban generaciones o las abuelitas, te metían cada letra impresentable que no hay más que hablar.

Supongamos las fiestas que acarrea el folclore o se inventa la concejalía de turismo.

Cuiden su viaje y el destino que elijan, cuiden lo que ven o lo que pagan por ver. Cuiden lo que bailan en el gimnasio y lo que cantan en la fiesta, y si lo disfrutan, mejor que mejor, pero no quieran ignorar o hacer pasar por bueno lo que nunca lo fue.

Cuiden también noticias como la pederastia en la Iglesia. Igual que España, capital: Madrid, «Pederastia, capital: Celibato católico» (no pervertidos casos aislados al margen de Roma). Si la Iglesia no estuviese presente en la esfera pública, tampoco la pederastia eclesial sería problema o cuestión de Estado: todo lo más, un asunto propio de una asociación privada que impone esa castidad y que, por esa imposición contraria a las normas que rigen el Registro Nacional de Asociaciones, debería estar prohibida.


–enlace a Daniel Lebrato en 6 pasos

la revolución del ocio y tiempo libre como una de las bellas artes.

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Mierdas iluminadas por Navidad.

Desde la revolución industrial, mitad del siglo 18, hasta antes de ayer, y todavía en alguna vieja guardia que no se entera de nada, la teoría de la emancipación se ha basado en el reparto del trabajo y la riqueza. Así lo expresó el Manifiesto comunista de Marx y Engels, en 1848, que contaba con un objeto y un sujeto y un método; un qué y un quién y un cómo. Qué: el modo de producción capitalista. Quién: el proletariado. Cómo: mediante la conquista del Estado. La revolución traería nacionalizaciones y socializaciones que regirían por el principio “a cada cual según su aportación”, hasta el “a cada cual según sus necesidades”, que regiría la fase superior o comunismo.

Marx ni Engels ni Lenin ni Trotsky, tampoco Bakunin ni el anarcosindicalismo, pudieron prever las resistencias del capitalismo; unas, por las armas, el bloqueo y la confrontación contra todo lo que se movía en colonias y zonas preindustriales (confrontación, desde Rusia en el 17) y, otras, por hegemonías inyectadas al proletariado del primer mundo que actuarían como un virus o como un troyano: ese fue el Estado del Bienestar, que hizo, del proletariado, clase obrera; después, trabajadora y, por último, clase media involucrada en Estados sistemáticamente tenidos por democráticos donde mediante las urnas sería posible no solo la resolución de conflictos (se acabó la lucha de clases) sino la máxima expresión de la libertad del individuo (el comunismo, como totalitarismo; la democracia y el capitalismo, con sus inconvenientes, como lo menos malo que se conoce), de manera que si la explotación del hombre por el hombre y el capitalismo seguían dándose, se daban por mayorías nacidas de las propias clases dominadas, porque de todo se puede hablar en las urnas de los países libres. Se acabó la revolución gracias al voto a partidos socialdemócratas o democristianos y a la dormición de los viejos sindicatos y de las viejas consignas (aunque perduren en el lenguaje de una vergonzosa izquierda).

Dos revoluciones vinieron tras la industrial: la revolución científico técnica y digital (formulada a finales de los años 70) y la revolución de la información que está empujando ahora. La clase obrera no volverá ni será sustituida por olas migratorias ni por minorías en lucha; tampoco por colectivos o por grupos de sexo (ese feminismo que saca pecho). Todos esos movimientos, con oenegés y solidaridades, no moverán los cimientos de este mundo; tampoco, el islamismo como alternativa a la decrepitud de Occidente. La revolución basada en el reparto del trabajo se quedó sin vehículo y sin piloto. Lo que nos queda es el reparto del individualismo y del tiempo libre y del ocio como revolución pendiente. Otro día hablamos de Internet como Palacio de Invierno o Bastilla que habrá que conquistar.

En esa revolución ocupa un primer lugar la conquista del calendario laboral, vinculado al trabajo, y, cómo no, ahora que se aproximan las navidades, las fiestas y celebraciones que nos vienen impuestas en nombre de tradiciones y artes y costumbres populares.


halloween.

DANIEL LEBRATO muerto 2

HALLOWEEN, Segunda Parte de LA MUERTE AL HOYO (vídeo 5:50)

el nombre

halloween. [jalogüín], del anglosajón haliga, santo, y even o eve, víspera, es contracción de all hallows’ eve (de todos los santos víspera), también noche de brujas, noche de víspera de difuntos, noche de muertos, víspera de difuntos, samhain. Existe la samhainophobia, el miedo a halloween.

la fecha

Se celebra en la noche del 31 de octubre, coincidiendo con las vísperas cristianas de todos los santos (1 de noviembre) y fieles difuntos (día 2).

historia

En su origen celta, halloween marca el fin del verano y el comienzo del año nuevo. Antiguos celtas creían que la línea que une a este mundo con el otro se estrechaba con la llegada del samhain, permitiendo a los espíritus (tanto benévolos como malévolos) pasar a través. Los ancestros familiares eran invitados y homenajeados mientras que el uso de trajes y máscaras respondería a la necesidad de ahuyentar a los espíritus malignos. De Irlanda, llevaron esa tradición a América del Norte durante la gran hambruna (1845‑49). El día iba asociado a los colores naranja, negro y morado y a símbolos como la jack-o’-lantern (linterna de gato), o calabaza ahuecada y agujereada para representar rasgos faciales, y el famoso dulce o truco (truco o trato) con fiestas de disfraces, hogueras, casas encantadas, bromas e incitaciones al miedo o al terror.

Recientemente se ha reivindicado otro origen: la mesnie o mesnada: ejército, compaña o procesión de muertos. Guillermo de Auvernia (1190‑1249) cita una procesión de difuntos denominada vulgari gallicano hellequin (en galicano, hellequini) et vulgari hispanico exercitus antiquus (y, en hispánico, ejército o hueste antigua), lo que enlaza con el folklore de la cacería salvaje, la santa compaña, la estantigua o estántiga,​ en gallego y portugués. Halloween sería derivación del nombre dado al capitán de esta procesión de muertos.

cristianización de la fiesta

Roma asimiló la fiesta celta a la fiesta romana de la cosecha, en honor a Pomona, diosa de los árboles frutales. Los papas Gregorio III (731-741) y Gregorio IV (827‑44) cristianizaron la fecha trasladando el Día de Todos los Santos del 13 de mayo al 1 de noviembre. En 1840 Halloween llega a Estados Unidos y Canadá. En 1921 se celebró el primer Desfile de Halloween en Minnesota y luego en otros estados. La internacionalización se produjo gracias al cine y a las series de televisión. En 1978, se estrenó Halloween, de John Carpenter, película de referencia para el cine de terror de serie B.

el truco o trato

El truco o trato (trick-or-treat) era una leyenda según la cual entre los espíritus de los difuntos vaga uno terriblemente malévolo que va de casa en casa pidiendo truco o trato. La leyenda asegura que lo mejor era hacer trato pues, si no, el espíritu usaría sus poderes para hacer truco, que consistiría en maldecir la casa y a sus habitantes, dándoles toda clase de infortunios y maldiciones como enfermar a la familia, matar al ganado o quemar la casa. Como protección surgió la idea de las calabazas horrendas para ahuyentar al fatídico espectro.

literatura

Jack el Tacaño. Existe un viejo relato popular irlandés que habla de Jack, un irlandés tacaño, pendenciero y con fama de borracho. Lucifer el diablo, a quien llegó su fama, acudió a comprobar si era un rival y disfrazado de hombre normal fue al pueblo de Jack y se puso a beber con él durante horas y horas, revelando su identidad tras ver que en efecto Jack era un auténtico malvado. Cuando Lucifer le dijo que venía a llevárselo por sus pecados, Jack le pidió beber juntos una última ronda (de ahí debe venir que en los bares de Sevilla, la gente rehúye echarse la última, a la que llaman siempre la penúltima). Lucifer accedió pero, al ir a pagar, ninguno de los dos tenía dinero, así que Jack retó al diablo a convertirse en una moneda para demostrar sus poderes. Satanás se hizo moneda que Jack introdujo en su bolsillo, donde llevaba un crucifijo de plata. Incapaz de salir de allí, Jack pactó con Lucifer dejarlo libre a condición de que prometiera no volver a molestarlo durante un año.

Para la literatura española, hay que leer El monte de las ánimas, leyenda de Gustavo Adolfo Bécquer en 1862.

música y cine

Para banda sonora, esta lista del Huffington Post en Spotify, empezando por Thriller, de Michael Jackson, aquí, en YouTube; y Halloween, de John Carpenter.


–Fuentes: Wikipedia y otras páginas consultadas

HALLOWEEN, Segunda Parte de LA MUERTE AL HOYO (vídeo 5:50)


policía.

Lío nazareno RAFAEL_IGLESIAS

Desde los sucesos que perturbaron la madrugá del año 2000, la Semana Santa de Sevilla (y otras partes) se apunta a más de lo mismo: a que haya mucha, mucha, policía. La palabra policía (del griego organización política, gobierno) designa tanto (1) cuerpo encargado de velar por el mantenimiento del orden público y la seguridad ciudadana, como (2) buen orden que se observa y guarda en las ciudades. O sea, que policías hay tres: la que sale de uno, como educación cívica; la escrita en ordenanzas que se cumplen y la impuesta uniformada: Local, Nacional o Guardia Civil. La diferencia es: cuerpos y fuerzas de seguridad cuestan una pasta y, encima, no aportan al pib absolutamente nada: ni bienes de consumo ni valores de cambio (como sería el caso de la industria de armamento, que sí produce beneficios a través de la exportación).

Entre campañas contra el acoso y maltrato (principalmente a las mujeres) y macabras noticias de sucesos, la tendencia en los últimos telediarios es a reforzar y reforzar seguridad y vigilancia, que habrá que preguntarse quién las paga. Si en lo que pasa en la calle un día cualquiera hay mucho de impredecible, no así en el caso de espectáculos previstos como partidos de fútbol o procesiones de Semana Santa. Y ahí los gastos de policía que los paguen de su bolsillo convocantes y beneficiarios: clubs de fútbol y afición; cofradías y público cofrade. Pero dejen ya de pedir más y más policía (que son también prohibiciones de aquí no se puede estar o por aquí no se puede pasar), que hay mucha Sevilla que pasa de procesiones y hay quien se va al campo o a la playa, donde también hace falta mucha, mucha, policía.

¡Ah!, y a la vuelta, que no nos encontremos la ciudad hecha una mierda llena de cera y peligro para caminantes, motos y bicicletas. Quien manche, que limpie y deje la ciudad como estaba. Bastante hace la ciudad, que cede sus espacios. Y, si no, ya saben: procesiones en carrera oficial por el Estadio de la Cartuja, pasando por caja igual, igual que pasa por caja la afición del Betis o del Sevilla.


 

dafo: cenizas o polvos enamorados.

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Se llama dafo a un organigrama a favor y en contra, ventajas e inconvenientes, de una empresa, institución, proyecto o persona. La gráfica del dafo adopta la forma de una margarita que hubiera que deshojar para adivinar el porvenir. Hoy, más que nunca, mi amiga Dafo está hecha un lío y llena de contradicciones. A favor, tiene la f de fortaleza y la o de oportunidades y, en contra, la d de debilidades y la a de amenazas. Mi amiga Dafo ha sido y es también Foda y Dofa (en inglés, Swot: strengths, weaknesses, opportunities y threats). Sin entrar en más detalles de su nombre, hoy, miércoles 14, Dafo puede elegir entre el Día de los Enamorados o el Miércoles de Ceniza. Si elige el Día de los Enamorados, mi amiga aún pudo escoger entre este 14 de febrero o el día 3 que ya pasó. La clave está en las cigüeñas, a las que se asocia el renacer de la vida y el amor y la natalidad cuando la sangre alteran los días más largos: a Inglaterra tardan más las cigüeñas en regresar. Atiendan, si no, al “por San Blas, las cigüeñas verás”, refrán de experiencia que sitúa entre nosotros todos los 3 de febrero como nuestro auténtico San Valentín. Miércoles de Ceniza, pues, decide Dafo, frente al día de ayer, Martes de Carnaval que encima fue martes y 13 tenido por de mala suerte. La ceniza significa el recuerda, hombre, que te has de morir, que polvo eres. ¿Polvo enamorado? ¡No!, replica airada doña Cuaresma: 40 días de aquí al Domingo de Resurrección sin más polvos que los de Valdés Leal en sus pinturas del Hospital de la Caridad. ¡Veremos!, responde por lo bajini don Carnal el del Libro de Buen Amor (1330‑43). Vencerá doña Primavera y vencerá don Amor pero ¿qué comerá Dafo todos estos días? La Cuaresma de Juan Ruiz admitía pescados en la dieta (ahora llamada mediterránea) pero el pujante vegetarianismo ha extremado sus posturas hasta llegar al ser vegano que excluye cualquier animal de la mesa, de la ropa y de objetos personales: no cuero, no pieles, nada que haya respirado o tenido ojos. La última pregunta se la hace Dafo leyendo a Margarita Yourcenar. Margarita tenía que ser. ¿Acaso, cuando las arrancan, no sufren las lechugas? En lo que queda del siglo 21 la coincidencia entre Enamorados y Ceniza volverá a darse en 2024 y 2029, o sea, piensa Dafo, todavía me puede felicitar lo que él quiera el abuelito y mi novio y yo tendremos los polvos que nos pida el cuerpo. Si es que el idiota y yo seguimos juntos. Les dejamos con Quevedo en Amor constante más allá de la muerte:

Cerrar podrá mis ojos la postrera
sombra que me llevare el blanco día,
y podrá desatar esta alma mía
hora a su afán ansioso lisonjera:
mas no, de esotra parte, en la ribera,
dejará la memoria, en donde ardía:
nadar sabe mi llama la agua fría,
y perder el respeto a ley severa.
Alma a quien todo un dios prisión ha sido,
venas que humor a tanto fuego han dado,
medulas que han gloriosamente ardido,
su cuerpo dejará, no su cuidado;
serán ceniza, mas tendrá sentido;
polvo serán, mas polvo enamorado.
polvo serán, mas polvo enamorado.


/ a Javiero /

culto, cultura y fiestas populares.

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RAP CULTO CONTRA CULTURA por Juan Caracol y Rafa Iglesias


cinco felpudos para entrar en fiestas populares.

uno.

Las fiestas tienen su explicación en el calendario que imponen el trabajo y la cultura. La fiesta no anula la explotación del hombre por el hombre y mantiene separados el altruista concepto del bien común y el personal concepto del bien particular. El verbo del trabajo es deber, deber de deuda y deber de obligación, y su opuesto o antídoto es el verbo poder: diviértase quien pueda.

dos.

La cultura presenta dos caras: racional, una, que es el saber; y emotiva, otra, que es el querer; polos que han sido representados por el árbol de la ciencia (o del conocimiento del bien y del mal) y por el árbol de la vida. Entre el egoísmo y el altruismo, entre el saber y el querer, entre el deber y el poder, la fiesta padece las mismas contradicciones que los días de labor. Y es vano, y falso, el intento de la antropología (de la conservación) que quiere ver en la fiesta valores de excepción o transgresión a una norma cotidiana. Fatalmente, no lo es. Don Carnaval es hijo, bueno y dócil, de doña Cuaresma.

tres.

No os engañen las voces que, aljofaradas y olorosas, oiréis hablar de las fiestas de primavera como exaltación de la vida y los sentidos, cosas así. Que por mayo era, por mayo, canta el romance del prisionero. Ni por mayo ni por abril. El mundo es el que es y en primavera nos limitamos a percibir un efecto cósmico que tiene que ver con la biología y con la economía, no con la cultura, administrada, en este caso, por concejalías y delegaciones ávidas de turismo a cualquier precio ideológico.

cuatro.

Tampoco es de añorar lo que en el pasado fueron fiestas que hoy parecen desvirtuadas (entre otras causas, por la masificación que atrae el turismo): todo ceremonial viene de la barbarie, la rivalidad o la superstición. Tras el caballista de la Feria está el gañán que ensilla el caballo al señorito y tras la guapa pareja que baila la sevillana está la mano que monta y desmonta la caseta.

cinco.

Y no os molestéis contra la Iglesia o las castas que imponen su calendario de días sagrados o festivos. Molestaos con el Estado (que sois vosotros, que somos todos) que lo consiente. Si fuerais el párroco, el capillita o el señorito, ¿no haríais también uso de los privilegios que gozan ellos? Pues eso. Cuando cambie este mundo, cambiará la fiesta.

[eLTeNDeDeRo]

noche de San Juan.

noche de san juan foto la voz de galicia
foto La Voz de Galicia

No admite la Academia sanjuán. Y debería, como admite donjuán. Noche de San Juan, de sanjuán para los amigos, las navidades laicas se celebran ahora. Por sanjuán no hay misa ni cura que la bendiga. Aún no había cristianismo, y Juan de Zacarías se lo inventó. Empezó a bautizar en el río Jordán a quien Dios quiso (que pasara por allí), con lo cual daba entrada a una Iglesia en obras

, porque ni Jesús de Nazaret, a quien Juan llevaba cinco años, fue primero en bautizarse, ni el Padre tenía el Cielo preparado para recibir almas, ni estaba San Pedro de portero. En fin, una chapuza. Será por eso, y porque es un santo de agua y fuego, que a Juan Bautista lo pusieron al cuidado de la fiesta de las hogueras en el mar y a dividir los dos hemisferios. Esta noche, quemad algo de ningún valor pero de mucho valor para vosotros. La quema puede ser simbólica pero hay que hacerla a su hora, las doce, y expresar un deseo. Viene bien por sanjuán una buena compañía ‑puede ser un libro, un vino‑, con el propósito renovado de ser buenos y justos frente a la injusticia que nos rodea, que esa, sí, a ver si arde bien pronto. Inventaos la gloria, como hizo el Bautista. Feliz verano en el Norte, invierno en el Sur, y paz a los hombres y mujeres de buena voluntad. Algún día venceremos.

SAN JUAN

 

Pagano como un dios cristiano o a la inversa.

Ardiendo y apagando incendios que provoca.

 

Tiene las uvas sin uvas que le disputan

los primeros de enero y el hemisferio sur.

 

Se sabe la canción de a quien conmigo,

de misteriosas albas, romances y pilotos

 

y la instantánea pólvora que brilla y que se apaga

como nosotros en la noche más breve.

Agosto

pecar con diez añitos.

Como sería imposible que padremadre y sociedad se pongan de acuerdo sobre lo que está bien y lo que está mal, hablen los límites y limitaciones de la minoría de edad, según la cual el niño o la niña no puede votar, ni trabajar, ni ser persona jurídica ni ingresar en sociedades que no sean específicamente infantiles, y no lo son ni el ejército ni la religión. Pasa que el Estado, casado con la milicia y con la Iglesia, mira para otro lado y la familia actúa entonces por imitación, algo particularmente escandaloso en cuanto llega el día del desfile o en cuanto llega mayo y, con mayo, las comuniones, padres y madres que promovéis o consentís la entrada del pecado en la conciencia de vuestros hijos. ¿Qué piensan del pecado en tutorías, pedagogía, psicología, ciencias sociales o en recursos humanos? Ya dijo aquel que, mientras se prohíbe taxativamente o está mal visto todo lo que pueda cambiar el mundo, se permite y se promueve todo aquello que deje el mundo tal y como está. En eso, y no otra cosa, consiste el ser conservador. Y el ser liberal, en el dejar hacer, que, si es peligroso en materia de economía, no digamos en ética y moral tocante a nuestras vidas y a quienes, indefensos, dependen de nuestro «liberalismo» entre comillas. Padres y madres: asumid vuestra responsabilidad.

–enlace a stop comuniones.


 

la religión y yo.

A falta del Corpus, la primavera se ha despachado de religiosas demostraciones. Algo conocedor del paño ‑desde Semana Santa, al Rocío que acaba de terminar‑, veo en mí un antes y un después que evito no confundir con el cansancio o el escepticismo que trae la edad. Daniel Lebrato ha sido visto en la Aldea con su amigo Luis Fernando queriendo tocar la virgen un lunes del Rocío (gafas y camisa rota, fue el resultado). Daniel Lebrato ha introducido a sus hijos en Semana Santa, les ha enseñado a cangrejear delante de los pasos. Era para mí la religión tan natural (cultural ambiental, quiero decir) como tener salud: conocer para elegir, era mi teoría como padre. Y hasta un par de zapatos de Daniel Lebrato hicieron estación de penitencia el miércoles santo que uno de los míos no tenía calzado negro adecuado. Eran los 90 y las hermandades no pedían acta de bautismo para recibirte como hermano y darte la papeleta de sitio. Total, que ese camino lo tengo andado como la Raya Real y las etapas del Camino, con Rafael Gálvez y amistades que íbamos de picnic a las paradas de Gines, de Camas o de Triana, desde Sevilla, al Aljarafe, al Quema o a Palacio.

Ahora, cuando abrenuncio a todo eso, no es por agotamiento y falto de novedades. No es un río Quema propio y generacional: es un Quema que ha pasado la historia. El río que la lleva se llama tres culturas y se llama yihadismo, despropósitos culpables de la invasión del tapado en nuestras vidas y del yihadismo en nuestras muertes, responsabilidad de la que mis viejas amistades cristiano católicas se desentienden y evaden. Lo diré a lo bruto para que me lluevan las opiniones en contra: a Ignacio Echeverría, fiel creyente, lo ha asesinado en Londres su propia ideología, que desde los años 70 anda coqueteando con los servicios de inteligencia en la resiembra de una religión integrista y retrógrada cuyos episodios (desde los ayatolas hasta el Daesh, pasando por las Guerras del Golfo y el apoyo a Israel y a Arabia Saudita) son bien conocidos y con la complicidad de la Iglesia. Y ya no puedo un domingo de ramos llevar a mi nieta a ver la Borriquita con los ojos que la veía antes ni me puede dar más que náusea el salto de la cansina Reja que Canal Sur nos mete hasta en la sopa en el asilo. Último viaje a Religión cero cero.


 

el público de los toros.

salida de los toros.jpgSevilla, domingo 7 de mayo 2017, 20:45 horas. Terminó la corrida. La afición deja La Maestranza. Tendido sol, a la calle Adriano. Las fotos están hechas a la altura de la Bodega San José. Son los culpables de la fiesta. Unos porque entienden de toros pero no entienden que los tiempos no están para matar toros. Otros porque van ‑más que a ver‑ a que los vean. Casi todos se alegrarán el día de la prohibición. Qué dinero nos ahorramos, vida mía, y qué pesadas las tardes viendo seis veces lo mismo. Cuando fuimos a Roma no había sangre en el Coliseo y nos pareció tan hermoso.

reportaje pinchando aquí: fotos.


Gracias y desgracias del toro de lidia.

SEIS TOROS, 6.
Tauromaquia en espirales a la manera de Luis Martín‑Santos


1º. Matar toros es ‑mucho más que animalista‑ conservacionista. Y de una especie que, sin la Fiesta Nacional (pongámosle las mayúsculas cuanto antes), estaría en peligro de extinción. El toro bravo es un ser para la muerte. Podemos decir ‑sin temor a equivocarnos‑ que ha leído a Heidegger.


2º. La especie toro bravo o toro de lidia incluye su hábitat, finca donde se cría y grey humana que lo cuida hasta llevarlo con mimo a su destino: desde el ganadero o empresario terrateniente y latifundista, hasta el veterinario, el mayoral, el picador, el mulillero, el mozo de cuadra, peones o gañanes de los de Los santos inocentes, o la criada de ahora mismo los recibe don Eduardo. Todo esto, en la España piel de toro y toro de Osborne, mejor sitio del mundo que eligen los toros de lidia para realizarse como mito, lo que determina el paisaje económico y social de la baja Andalucía y de vastas comarcas de la Ruta de la Plata, esa luna enamorada de los toros y de los caballos de raza que se las verán con ellos en el señorito arte del rejoneo.


3º. A ese paisaje agrario con toda su geografía humana se añaden ciudades y grandes y medianos pueblos (los pequeños soltarán vaquillas), con sus concejalías de cultura o fiestas mayores, que tienen dispuestas sus ferias con sus plazas de toros, sus taquillas, su venta anticipada por internet, sus guiris y forasteros, sus verdaderos aficionados o entendidos, sus bares y restaurantes, sus hoteles y comercios del entorno, más  vendedores ambulantes ‑reventa de entradas incluida‑ con algún Cortadillo de bolsos y carteras ajenas. Más policía, pues. Todos esperan el cartel de no hay billetes, máxima condecoración en días de corrida. Al conjunto, lo llamaremos cultura y civilización y casi, casi, religión: algo en lo que ‑para ser buen español‑ hay que creer y, si no, ahí está Cataluña, cuya anti españolidad se demuestra andando con la abolición.


4º. Existe además una promoción de muchachos (y unas pocas atrevidas) que, sobrados de facultades y medios familiares, no obstante eso, eligen no las cómodas carreras de medicina, derecho, ingeniería o ni siquiera el balompié; eligen la arriesgada carrera superior de tauromaquia: perito en capotes y banderillas, maestro o diestro matador de toros con la muleta: torero (o toreador, en otras latitudes) de los de a ver dónde está ese bicho, a ver si tiene cuernos (huevos) como dice, que me lo despacho aquí mismo de una estocada. Opcionales: la folclórica tras el abanico en el tendido sombra y recibir ante los toriles a porta gayola.


5º. Va a terminar la corrida y la crónica es siempre igual y la misma. Leemos en ABC: Torerito de Tal (de azabache y oro) muy bien que estuvo (quien dice bien, dice valiente, decidido, animoso, arrojado, entregado,  templado, con voluntad, con ganas, con mando) pero no le acompañó el toro en su faena. Vaya por Dios. Y aquí aparecen calificativos de manso, afeitado, semi toro, saco con cuernos, con percha, con manillar, cabestro, buey, vaca o becerrita; nunca notas por exceso de bravura o de trapío.


6º. Total. Por culpa de las ganaderías y de los toros, que ‑habíamos quedado‑ son los primeros interesados en la fiesta, falla ‑curiosamente‑ la fiesta de los toros. Vuelva a leer el toro número uno y procure no perder el hilo (de Ariadna) o la razón.


Sobrero. Estas espirales martinsantosas (o martinsantinas) excluyen ‑pero incluyen‑ la posibilidad cierta de que el torero muera o sufra algún desgraciado percance en el ruedo, culpa sin duda de la mansedumbre del que ya era manso o de una sobreactuación o insuficiente preparación para el mito. Lo que es seguro es que alguien lo ve en la plaza y al día siguiente en otra plaza ‑de abastos‑ habrá carne de toro de lidia. Especialmente apreciado, el plato de rabo o cola de toro. Exquisito según mercado y máster chef.


Feria de Abril, de diez días.

El argumento que dice más días de Feria no, que no los soportarían ni el cuerpo ni la cartera, tiene este otro: ¿quién le manda a usted ir, señor o señora mía? ¡Ni que ir a la Feria fuese una obligación! En realidad lo es: feria de vanidades empezando por tener caseta y desde el pescaíto hasta los fuegos artificiales.[1]

Vamos a imaginar que la Feria, como parque temático, adopta las fechas de una feria permanente (abierta, supongamos, de abril a octubre). La Feria estaría ahí como estuvo la Expo o como están otros parques temáticos y quien puede ir va y quien no puede o no quiere ir no va, ¿cuál sería el problema?

Entre un extremo y otro está la virtud: el modelo de fiestas de diez días, los que van de un viernes por la noche al segundo domingo por la tarde noche, modelo que siguen el Carnaval de Cádiz o las Cruces de Lebrija: dos fines de semana (seis días) muy potentes, festivos de por sí para una mayoría en situación de trabajar, y cuatro días laborables menos potentes, de lunes a jueves, cuando la fiesta se mantiene a otro ritmo. No, que ahora, al echar el cierre en sábado por la noche, queda un fin de semana engollipado y absurdo. Mañana, media ciudad jodida desmontando en domingo (se supone se pagan las horas extra) y media ciudad jodida a ver dónde nos reunimos o dónde comemos hoy, la familia, cuando en la caseta hay de todo y estábamos tan a gusto. No tiene sentido.

El alumbrao sería un viernes a las 24 horas. El pescaíto, esa noche o la noche siguiente, del sábado. Y los fuegos, tal como este año, el segundo sábado a las 24. El desmontaje de la parte pública y notoria (municipal, vaya) se haría el lunes siguiente al domingo de cierre, día laboral donde los haya. Patronal y sindicatos no tendrían nada que objetar.

[1] Desde 1847, primer año de Feria, a 1864, diecisiete años estuvo la Feria sin fuegos artificiales. Y las primeras fechas de la entonces feria agrícola y ganadera fueron los días lunes, martes y miércoles de Semana Santa, que entonces empezaba en Jueves Santo (de lunes a miércoles no procesionaban cofradías).

Fiestas de Primavera

Comunico a ustedes que Rafa Iglesias y Daniel Lebrato (TeVeo y eLTeNDeDeRo) andamos proponiendo a opinión pública y Ayuntamiento de Sevilla ‑tenemos solicitada audiencia con el alcalde Juan Espadas‑ la reducción de la Semana Santa (SSS) al multitudinario espacio, íntimo y seguro, del Estadio de la Cartuja, libre al fin la ciudad de las dudas sobre quién es quién, qué hace ése ahí, quién grita o pega una carrerita y libre ‑el espectáculo‑ de ¿quién lo organiza?, ¿quién lo disfruta? y ¿quién lo paga? (También, por supuesto, de quién rompe la compostura y merece la expulsión.)

Luego vendrá la Feria de Sevilla sin casetas particulares, abiertas al público como se hace en otras ferias, con caballos y charrés de uso rotatorio, compartido y para todos, integrados en el transporte urbano (Tussam) y una plaza de la Maestranza ya sin sangre.

Lean, si les parece, el breve a qué juegan los cristianos. Tres minutos de lucidez. Se admiten ideas y opiniones.


Rafa Iglesias 25años_SIN_curro

la lengua de las fiestas populares.

El titular dice: Incidentes en la madrugada de la Semana Santa de Sevilla (pueden leerlo aquí). La cuestión en todas partes es la misma: orden desorden que traen las fiestas, quién paga y quién se beneficia y el papel de instituciones estatales o municipales ante las entidades promotoras, en este caso, la Iglesia. Desde el Estado y Ayuntamientos, el póker que se maneja es patrimonio artístico, cultura popular, costumbre que hay que seguir y tradición que no se puede cambiar. Con esos mimbres justifican el apoyo o la subvención a eventos que podrían ser privados o privatizados. Vayamos, profesores, por partes populares [cultura y popular en el DLE].

Lola Flores o Rocío Jurado fueron [sentidas como] patrimonio de España. Ninguna recibió ayuda del Estado. Lola Flores tuvo problemas con Hacienda. [patrimonio en el DLE]

Costumbre en España es la siesta o los viernes por la noche juntarse matrimonios para cenar, fuera o en casa, y jóvenes, en botellón. Nada de eso está subvencionado. [costumbre en el DLE]

Tradición es embuchar la matanza, hacer conservas, celebrar las bodas, vendimiar y fermentar la uva y brindar con vino. Y cada uno se paga sus copas. [tradición en el DLE]

Y en cuanto al arte, ni el de la Semana Santa de Sevilla es tanto como se dice ni debería escapar a leyes de conservación del patrimonio ¿del Estado? Estamos hablando de imágenes y enseres que, cuando quieren, son de las hermandades (para sacar en procesión: ¿se imaginan el Guernica a la intemperie?) y, cuando les interesa, son del Estado: llegada la hora de la carísima restauración del crucificado aquel. [arte y artesanía en el DLE]

Pasión y lágrimas se dan ante un concierto de David Bisbal o Enrique Iglesias. Sus fans hacen largas colas para conseguir la entrada. Lloran con su ídolo, alta emoción e histeria. [afición, devoción y pasión en el DLE]

De la fiesta, mejor no habar. Vergüenza debería dar a la Iglesia hacer fiesta del dolor y muerte de su líder. Es aberración que el propio cristianismo, de base y protestante, discute. En todo caso, el Estado (tanto si quiere ser aconfesional o laico como si quiere equidistar de las tres culturas, de las tres religiones) ¿qué pinta ahí? [fiesta en el DLE]

Pueden contar su caso o el caso que conozcan a eLTeNDeDeRo. Haremos un mapamundi de las intromisiones de la Iglesia en nuestras vidas y en nuestra lengua con la complicidad de los poderes públicos y con nuestro dinero como contribuyentes.

–enlace a Semana Santa, el espectáculo de la civilización.


la luna, la semana y la cultura.

Cuando yo era más joven, muchos cerebros universitarios nos iluminaron con luces laicas o antropológicas fenómenos religiosos. Navidad o El Rocío y el culto a Mitra, San Juan y el equinoccio, el Carmen y el agua o Semana Santa y la luna de primavera; todo muy con los ciclos babilónicos, prerromanos o celtas. No os dejéis seducir por semejante bibliografía.

Poneos en el mismo monte Calvario, donde a uno lo van a crucificar. Su delito no es pequeño: dice que es el Mesías, quién se habrá creído. El pueblo es salvajuno. El espectáculo ha de verlo sin armar tumulto y respetando el orden y la autoridad. Un reo amarrado a la cruz podía tardar en morir hasta tres días con sus noches, por eso le añadían torturas como clavos, fractura de piernas, hundimiento de costillas, barbaridades así. La plebe aplaude o vocifera, alguien llora y no quiere verlo, la gente peleando por el mejor sitio, se llevarían el bocadillo o la sillita, cogerían piedras para tirárselas al condenado y hay quien querrá aprovechar la bulla ‑cuchillo entre las ropas- para un ajuste de cuentas con su vecino. Ahora sois Poncio Pilatos, gobernador, están locos estos judíos, pensaríais, a esta gente, lo que le falta es la impunidad de las sombras. El calendario judío (como todos los calendarios) es lunar. ¿Qué día fijaríais la fecha de ejecución? Con luna llena, claro, que le será más fácil a la muchedumbre seguir los detalles -hoy procesionales- de la crucifixión: a fin de cuentas, el castigo quiere ser didáctico: que aprendan en cabeza ajena. Y para la guarnición romana, con luz, más fácil.

Conclusiones. Todavía es más barata la luz natural que la artificial. Todavía siguen países con la pena de muerte (Estados Unidos, uno de ellos). Todavía se permiten espectáculos de sangre (ejecuciones, corridas de toros). Todavía la cultura apuntala la superstición y todavía sirve para que yo, el culto, esté por encima de ti, que no sabes nada. Y también la madrugá se maneja mejor con cuanta más claridad. De hecho, el afán de claridad fue tanto que por algo la autoridad llegó a prohibir los encapuchamientos, que se prestaban a todo tipo de abusos. No es casualidad que una hermandad de nobles como el Silencio fuera la primera ‑y en su día la única‑ en desfilar sus hermanos bajo antifaz: el anonimato a cara tapada permitiría al duque o al marqués mandar a la procesión, en su lugar, a un criado suyo (origen de la expresión: papeleta de sitio) y que el criado se joda penitenciándose en sus carnes como si fuera el marqués. Oh maravilla. Cuánta devoción. Y la última: todavía sigue la Iglesia mandando en nuestras vidas a través del calendario. ¿No dijeron tres culturas? ¿Para cuándo tres calendarios a elegir y que cada persona según su creencia elija el suyo? Y, a los descreídos, que nos dejen en paz las cuatro culturas: la cuarta, y la peor, la del sabio o el concejal que nos vienen con que lo natural y lo cosmológico y lo antropológicamente ancestral es que la fiesta de primavera sea así porque siempre ha sido y será. Menuda luna. Si no hay llena, la inflan.

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chapuzados o chapuza (2)

Decir que el cuento (de cómputo y de contar) que hicieron los evangelistas sobre el tercer día (resucitó) fue una chapuza es también una chapuza, figurada.[1] Que cuatro cronistas no estuvieran muy finos en lo de inclusive o exclusive, es asunto menor y de índole estrictamente privada, allá su iglesia. Lo malo es que el Estado nacional católico encomienda el calendario de días rojos y negros que manda en nuestras vidas a esa Iglesia. Eso es lo malo.

–enlace a El calendario blanco, en eLTeNDeDeRo.

[1] chapuza, chapú o chapuz tiene dos usos, uno como sustantivo en economía sumergida y, otro, como adjetivo calificativo próximo a chapucero,‑a. Google Vox dice de chapuza: Trabajo hecho sin técnica ni cuidado o con un acabado deficiente. ¡menuda chapuza de película!, tu examen está lleno de tachones: es una chapuza. Trabajo de poca importancia que una persona hace ocasionalmente fuera de sus horas de trabajo. los fines de semana hace algunas chapuzas como complemento a su trabajo en la fábrica. sinónimos: chapuz, chapucería. Y en el DEL, donde la palabra está desde 1914, leemos: del francés antiguo chapuis, ‘tajo para trabajar sobre él’, en marinería, cada una de las piezas que se agregan a las principales que forman un palo, para completar su redondez. Obra o trabajo, generalmente de mantenimiento, de poca importancia. Trabajo hecho mal y sin esmero. México, estafa (acción de estafar).

––para traducciones de chapuza al francés actual ver Linguee pinchando aquí.

–enlace a Elena Varela Merino, que documenta chapuza perfectamente.

Sevilla.

Una encuesta de Irísaz Sociedad Civil nos pregunta a gente de Sevilla por la percepción que tenemos sobre nuestra ciudad. Este encuestado, para empezar, desconfía de sociedades civiles en la medida que admiten la existencia de la sociedad militar, la sociedad religiosa o la sociedad política. Quejarnos de la política o de los políticos sería un tópico. Quejarnos de la gente común sería otro tópico. Dicho lo cual,

Sevilla es el espejo donde se mira la actual política patrocinada por el llamado Estado del Bienestar: sociedad fuertemente clientelada a mayor voto para el Psoe a través de la oferta de empleo y subvenciones de la Junta de Andalucía. Susana Díaz, Macarena y Gran Poder, Betis y Sevilla y el ¡arsa y ole! cara al turismo y las fiestas, son el espejismo de una ciudad que caerá del sueño en cuanto un musulmán radical estalle su artefacto entre nosotros. Eso, por lo que toca a la proyección exterior de la ciudad. En cuanto a sus entresijos internos, ¿qué decir de la mendicidad, de la desigualdad y del feísmo de quien enseña su muñón en calle Sierpes a cambio de una moneda?, ¿qué decir del qué hay de comer de quien hurga en los contenedores de basura?

De ejemplo del cainismo sevillita entre clases medias, sirve el Plan Sevilla Bici que no esconde el rechazo que la Sevilla del automóvil siente por la Sevilla de la bicicleta, y hablamos de dos gestiones en manos izquierdamente próximas: una mano el Psoe, desde tráfico y urbanismo, y otra mano Izquierda Unida (el tiempo que formó coalición en el gobierno municipal), desde participación ciudadana. Al día de hoy, Sevilla en bici por el casco antiguo: salvo si circula por la alfombra roja o verde de los itinerarios bicis de Izquierda Unida, más acera‑bicis que carriles (que, diez años después, muestran su deterioro como obra pública y a ver de dónde salen los dineros), los feroces adoquinados en bruto que el Psoe no ha refilado (en nombre, se supone, de conservar los empedrados históricos) parten el culo y taladran el cuerpo de ciclistas por la calzada. (Sonríe el conductor en su 4×4 y el ciclista se queja y toca el timbre por zonas, por su presencia en bicicleta, escasamente peatonales.) Total: una pareja cogida del brazo no puede pasear por Sevilla (un carrito minusválido, tampoco) sin descomponer la pareja (¡se ven tantas parejas en tándem o fila india!), sin saltar obstáculos (Sevilla: la ciudad de los bolardos), sin subir y bajar ridículas aceras (que marcan el carril‑coche) y sin que le piten unos y otros. Y eso que Sevilla era la ciudad de las personas. Mientras no acabemos con el señoritismo, cuya capital mundial es Sevilla.

Próximamente, el carril‑cofradías por la Carrera Oficial, el carril-paseíllo por la Maestranza y el carril-paseo de caballos por la Feria de Abril. ¡Qué arte!

Daniel Lebrato, eLTeNDeDeRo, 21/02/2017

# enlace a Triana en primavera (photwalk, sábado 25 de marzo, con Juan Duque)