La ventaja del pensamiento total, rígido y en bloque, es que nos libra de la coherencia a ratos, de razonar conforme y según. Si usted, para el caso, es favorable a la preservación de infancia y adolescencia, frente a la vida adulta, será usted hostil en puntos tan diversos como
el culto a la personalidad de Greta Thunberg (ni a favor ni en contra de la menor);
la exaltación de un niño dios (en un portal de Belén o en las montañas del Tíbet);
la monarquía con infancia hereditaria de jefatura de Estado;
oenegés con cargo de conciencia a menores que sufren en sus países o al emigrar a los nuestros;
la exaltación deportista de pequeñines;
espacios máster junior o junior tálent o programas como los de Juan y Medio;
la grabación y difusión de lo que hace mi niño o mi niña, lo talentudo o lo prematura que es, lo gracioso o artista.
También dejaríamos sin efecto campañas como Contra los niños soldado o Ningún niño sin juguete en un sistema que abusa por igual de gente menuda como de quien merece cobrar su jubilación.
«¡Fuera la infancia y la adolescencia de la vida pública!» no tiene vuelta de hoja ni esconde un pensamiento giratorio. Y así no tendríamos, como con Greta Thunberg, que relativizar un caso con otro caso; una menor con otras minorías de edad.
Anímese y sea coherente.