El tradicionalismo en Sevilla da para nunca acabar. Cualquier usuario de la ciudad, ya andando, ya en bici, ya en carro, en transporte público o en vehículo privado, sabe que esta ciudad por su casco antiguo no es paseable ni en pareja ni con comodidad ninguna; según a dónde, ni con acceso. Toda solución que no contemple la relación aceras / portales / garajes / calzadas (cuyo extremo sería la pavimentación o acerización a un solo nivel o ras del viejo callejero) no es más que lo mismo: pensar en la ciudad de los coches y no en la ciudad de las personas. Pues nada. Ocho eminencias (autores, que han tenido responsabilidad en el urbanismo municipal) apuestan, agárrense, por mantener los pavimentos tradicionales, o sea, el adoquín taladrante que parte bicicletas y el culo de quien las lleva o que hace a los coches rodar por las calzadas estrechas con un estruendo que asusta. Del efecto de la cera de las procesiones sobre el alquitranado (con la complicidad del Ayuntamiento, que pagamos todos, cofrades o no cofrades), del refilado del adoquín o de la peatonalización que debería ir a más, nada de nada.
Ellos son Fernando Sancho, ecólogo, Víctor Fernández Salinas, catedrático de Geografía Humana, Manuel Delgado, aparejador, Indalecio de la Lastra, ingeniero de caminos, y los arquitectos Rafael Vioque, Paco Barrionuevo, Javier Queraltó y Javier Ruiz Recco en un artículo conjunto que publicó el Diario de Sevilla (04/05/2019) con el atractivo título Pavimentos, cultura y espacio urbano en Sevilla, de comienzo prometedor: «La ciudad en su triple acepción (urbs, polis y civitas) es hallazgo y causa del ser humano, de lo que somos como personas y en gran medida como sociedad.» Enseguida desfallecen: «A la ya conocida marea negra que trasmuta en vías de alta densidad de tráfico cualquier calle de barrio, se le añade una moda nueva: la del adoquín monocromo de Quintana de la Serena, de corte y dimensiones industriales que sustituye al venerable y duradero adoquín de Gerena, de tonalidades variadas y con predominio de colores claros en la gama de los amarillos y rojizos.» (Para las diferencias, ver el artículo en Pavimentos, cultura y espacio urbano en Sevilla). ¡Con decir que en el artículo persona solo aparece 3 veces; movilidad, 2; acera, 1; peatonal, bici o movilidad reducida, ninguna, está todo dicho!
Razón tenía quien dijo que la peor pamplina es la de un catedrático porque, encima, viene con bibliografía y criterios de autoridad. Lean con tiempo La ciudad y las bicis, elaborado por la BiciCultura y tendrán otra perspectiva y modo de ver las cosas.