“Buscaos bien, hay más” es un final de Pedro Salinas a uno de sus poemas en La voz a ti debida (1933). Buscaos bien, dije a mis jóvenes amigos en la edad de las preguntas. No solo el capitalismo vive de la explotación del hombre por el hombre. No solo el Rey vive de que se crean su monarquía. No solo la Iglesia vive de que existe Dios y, ella, su representante. También la clase política vive de la división entre electores y elegidos. No votéis más que como voto útil a algo a corto plazo. No seáis demócratas de estos que dicen que vivimos en democracia. Y un huevo. También quienes viven del arte, la cultura, la ciencia o la enseñanza viven de hacernos receptores, espectadores o consumidores que pasen por caja o por taquilla, que compren sus patentes o sus conocimientos. Hasta la noble medicina vive, si lo pensáis, de la enfermedad. Salvar esas barreras, esas divisiones, sería un gran avance. La clave está en vencer la sumisión de hombres y mujeres que rinden pleitesía a lo establecido, empezando por la farsa del Estado del Bienestar. Que el obrero deje de pedir trabajo (igual a explotación) y explore otras formas de salir en pantalla y de escribir su pancarta, por ejemplo, el cooperativismo. Que las mujeres no se conformen con igualarse a los varones, sino se planteen a sí mismas como un resultado estético implantado por el machismo histórico, que les puso tacones, cosméticas y escotes, y renuncien a la familia como unidad económica y fuente de ingresos con sus gananciales, subsidios y pensiones. Que el viejo profesorado se abra a las nuevas tecnologías de información y comunicación en el aula, o a que no haya aulas y, si no, se vaya a casa. Que internet, convertida en internet de las ideas, sea la red que difunda verdades como puños, lo que antes fueron iconos de la revolución. Que millones le den a un megusta universal hasta acabar con lo que no nos gusta: el cuento de quienes nos tienen sometidos al cuento de sus cuentos. Que tomemos internet como antes se tomó La Bastilla o el Palacio de Invierno. Solo que sin sangre, sin armas, sin violencia. Dadle a ese botón que cambiará el mundo por otro a la altura de la razón, de la justicia y de la vida. Pensadlo todo a la medida de la humanidad entera, incluso la que no veis porque no sale en los telediarios ni en los libros de texto. Desconfiad de la bondad de los libros solo porque son libros. La humanidad no será libre mientras una sola persona no lo sea. Sed generosos. No deis limosna. No esperéis nada de una oenegé. Desconfiad de líderes y del culto a la personalidad. Buscaos bien, hay más.