feminismos.

El feminismo de equiparación (el que consiste en la igualdad laboral y parental varones hembras, hombres mujeres, dentro de un mundo plano) tuvo su punta en 2008 cuando la disputa entre Hillary Clinton y Barack Obama por la Casa Blanca. Ganó Obama pero, a su manera, ganaron las Hillarys, que ya tenían en la Onu su Alianza de culturas y civilizaciones (2007), con Condoleezza Rice, Secretaria de Estado del carnicero George Bush, siguiendo una propuesta de la misógina y tapa mujeres república islámica de Irán, en 1998, a partir de la cual se proclamó 2001 Año del diálogo entre civilizaciones y 2001-2010 Década de la cultura de paz y no violencia, con el enorme carca Juan Pablo II, desde el Vaticano, al fondo.

Tanta unanimidad (ONUnimidad, se podría decir) vino a silenciar el pacifismo de la paz y el desarme y nos coló, junto a las bélicas misiones de paz, el velo islámico como producto cultural y no machista. En España el Plan de Igualdad y Coeducación, de 2005, no fue más que un paripé.

Hoy lo mujer está de moda, se lo ha tragado el sistema como en su día se tragó el Muro de Berlín (1989), donde, sin darnos cuenta, caímos todos. Hoy varones ejercen de madres y, hembras, de padres, sin cuestionarse ni unos ni otras la materia de que están hechas las conquistas sociales. Este feminismo a la moda y de paseo, compatible con el perro, con la bici por su carril y con el carrito por la alameda, nada tiene que ver con el feminismo que quiso cambiar la familia, el patriarcado, el mundo.

El 15 no me esperen. Como cantaba Mari Trini, al compromiso inoportuno, no asistiré.

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