MODO AMOR
Como hay el modo avión,
ya que el amor nos deja
por esos aeropuertos
y lo hace cada vez
con más frecuencia y despar‑
pajo y siempre, según
las normas de la Iata,
sin dar interferencias,
sin que peligre el cielo
ni parecer tampoco
el último atentado,
ya podrían las grandes
fábricas de teléfonos
y grandes compañías
de alto y bajo coste
atender la demanda
creciente en las cabinas
y que el amor pudiese
comunicar en ciertos
cambios de estado de ánimo,
darle al amor en tierra
noticia de las nubes
o simplemente recor‑
darle regar las plantas,
cerrar el gas, las llaves,
sin distraer lo mínimo
el pulso a los pilotos
ni el radar ni las torres
ni la taquigrafía
de las cajitas negras,
que hubiera un modo amor.