El gremio de librería no descansa. Y no descansa en ninguno de sus frentes, desde las musarañas donde el genio se manifiesta y se hace inventio, hasta la autoría cuando la inventio se hace elocutio y dispositio y se le ofrece al público que espera. Y hasta las librerías de pequeño negocio o puro autónomos, hasta las grandes empresas donde el circuito se cierra y se hace lector.
Quien vea en esto una vasta operación promovida desde el bando analógico de la vida frente al realismo digital que se nos ha venido encima (analogía que consiste en cuerpo y alma, o en forma y fondo, cuyos orígenes se remontan al principio de la religión y de la filosofía), sin duda alguna, acierta.
Es lo mismo que observamos en otros frentes familiares: la música en discos de vinilo, o, la fotografía, con revelados en papel kodak.
Analogía que se hizo objeto y no se deja vencer.
Sirvan de imágenes las que representa el pintor Aurelio Díaz Trillo Buly (Huelva, 1952) con su exposición de Parábola (parábola: comparación o semejanza de que se deduce una verdad o enseñanza moral). Y sirva un joven autor como Diego Maestre (Valverde del Camino, Huelva, 1971) curricularmente puesto en derecho, con dos libros ya: novela (Sin Dios) y relatos (Cenar tormentas,título tomado de un poema de Juan Cobos Wilkins, el libro circula con un magnífico prólogo de Juan Manuel Borrego).
*Diego Maestre @diego_ramn | https://twitter.com/diego_ramn
Lo digital, como el cielo, puede esperar. Larga vida al libro en cualquiera de sus manifestaciones y exteriores. Larga vida al arte.
—Diego Ramón Maestre Limón, Sin Dios, Círculo Rojo, 2015
—Diego Maestre, Cenar tormentas, Círculo Rojo, 2022