El caso Superliga.

El fútbol, ¿es de los aficionados? ¿Es pueblo la afición?
—¿Es fiesta el deporte?—

El caso Superliga nos ha recordado que ese oligopolio de clubs potentes ya existe desde hace años en baloncesto y otros deportes. La reacción del aficionado, de pronto airado contra la prepotencia de los clubs poderosos, no es más que una ingenua justicia poética a favor de David, contra Goliat, aunque el aficionado sabe que en materia de juego limpio (limpio de capitalismos) está todo perdido.

¿Semejanzas con la antropología de la fiesta?

Puede ser que también en la fiesta se participa con renuncios parciales: renuncia a la modernidad en la fiesta religiosa; renuncia a la justicia en la fiesta señorita o benéfica; renuncia a la cordura, a la prudencia, a la salud, a la autoestima, al comedimiento.


Cuando éramos chicos ciertos deportes distinguían entre profesional y amateur, y de ahí viene el adjetivo abierto (a unos y a otros) que califica ciertos torneos: open de Australia, de Barcelona, de Montecarlo.

Las olimpiadas eran la gesta del deporte amateur. El olimpismo presumía de ser una especie de corte internacional como garante diplomática de ecuanimidad, arbitraje y convivencia entre naciones o culturas enfrentadas. Aquel juego limpio fue enseñando sus trapos sucios: ver olimpismo en Wikipedia: aficionado o profesional, pulcro como el ajedrez o sórdido como la lucha libre, el deporte le gustará si le gusta vencer, si le mueve ser primero, si le va el juego en equipo, los colores nacionales, el patriotismo o la milicia junto al gregarismo que oscila entre el ejercicio para uso interno o como hinchada o afición desde el ¡Manque pierda! al ¡Árbitro, cabrón!, y otras lindezas.

Cuando la gente se escandaliza por lo que gana Lionel Messi o Cristiano Ronaldo, la respuesta sería tan simple como esta: el capitalismo no se equivoca y la respuesta es usted, aficionado que paga su entrada, su abono televisivo o su propaganda.

Quien en el gol de Messi vea casi un milagro y en el club de sus amores, algo más que un club, siente una pasión fetiche comparable a su hermandad nazarena, a su virgen del Rocío, o a su Curro Romero. Y está respondiendo por sí mismo a la encuesta: el fútbol es de los aficionados o de la afición que genera, y el deporte es una fiesta. Que, sobre esa energía acumulada, alguien especule y haga negocio hasta las trancas -es decir: niegue la esencia proclamada del deporte, que es ocio de mente sana en cuerpo sano- no puede mucho extrañarnos.

Deja una respuesta

Introduce tus datos o haz clic en un icono para iniciar sesión:

Logo de WordPress.com

Estás comentando usando tu cuenta de WordPress.com. Salir /  Cambiar )

Foto de Facebook

Estás comentando usando tu cuenta de Facebook. Salir /  Cambiar )

Conectando a %s