¡Rin! ¡Rin!
(Bicicleta de Carril)
Juez que ha sido delincuente
¡qué fácilmente perdona!
(Calderón, La vida es sueño)
Lo que caracteriza y distingue a una bici que toca el timbre a las personas (por zonas peatonales o en horas punta de peatones) no son cuestiones de tráfico o prioridad de paso, no es quién lleva razón, sino de ideas concebidas: hay bici de timbre y hay bici sin timbre. ¡Ni por el bien del peatón!, como suele argumentar la bici de timbrazo preventivo.
—Será que las señales acústicas les recuerdan la prevalencia del coche que han sufrido tantos años.
Esa fobia al rinrín se hace patológica en el peatón ciclista del ciclismo de antes, que percibe, en el timbrazo, el nuevo orgullo del ciclismo de carril o acera bici.
—Hay que haber militado en la masa crítica frente a los coches para entender la irritación que nos produce que ese timbre, que no usamos, nos llame al orden y, más aún, cuando vamos andando.
El timbre es de un ciclismo europeo, por Ámsterdam o Berlín, que odiamos cordialmente, tanto más cuanto nos lo han puesto de ejemplo y de modelo. Y porque no hace más que pedir legalidad a normas que no cumplimos: desde el casco, que no nos ponemos, hasta la contramano o el semáforo en rojo, cuando a nadie molestamos y la policía no nos ve.
Frente al automóvil, demuestre la bicicleta su valentía, no frente al paseante que se confía y, ¡vale!, ¡tienes razón!
—Frente al coche no hay timbre, muchacha en bici que me asustó, domingo al sol, yo paseando por la Alameda.