Discapacidades, sobra decirlo, las hay de dos clases: la congénita que en medicina preventiva se ve venir (y es asumida por la madre que acepta traer al mundo una criatura deficiente) y la sobrevenida en vida por causa de accidente.
Sea como sea, la maternidad debiera correr cien por cien a cargo de la madre o la pareja que decide seguir para adelante con un embarazo a sabiendas de que traerá al mundo, más que una persona, un problema de largo recorrido, problema que con las desviaciones fiscales y presupuestarias acabaremos pagando usted y yo, que no tenemos descendencia o somos partidarios del aborto terapéutico y de la maternidad consciente, cuando no de la adopción de menores y del control de natalidad.
Por supuesto, nada que objetar a campeones que ya están en nuestro entorno, salgan o no en la película y en los Goya. El problema es la ideología provida que le hace el juego a la Iglesia y a las ideologías más ultra conservadoras.
Si se nos pide el carné de conducir para manejar un vehículo, ¿cómo no pedir por cada preñez y parto garantías sanitarias y económicas que avalen el permiso de natalidad, crianza, educación y mantenimiento de un nuevo ser?
Desde la perspectiva del Estado, que somos todos, francamente, no lo entiendo.
–enlace a La gala de los Goya