(foto LeMonge, 2011)
El mar de Atos (1999)
de José Antonio Moreno Jurado
/ a Daniel Lebrato y Pilar Villalobos /
El mar de Atos
Nunca la sombra.
Sólo es el mar quien viste de mendigo,
quien ciñe austeramente sus harapos
y asciende,
cada tarde,
y levanta a su paso la envidia de los vientos
cuando mancha su túnica marina
de jara y polvo,
de mirto y albahaca.
Asciende cada tarde
perfumando las rocas de salitre.
Luego, humedece el lirio y la memoria
que navegan al sur con el crepúsculo.
Y se sienta conmigo junto al umbral de piedra
del viejo monasterio,
bajo la dulce y alta caricia de los árboles,
diciéndome en voz baja:
“No quiero tu limosna,
sino tu cuerpo”.
Sus ojos, algas verdes y azules
mecidas en los dedos de las aguas:
EGEO, JÓNICO, TIRRENO y, MEDITERRÁNEO.
(En la distancia,
una iglesia con frescos de Pansélinos.
Aquí,
la copa detenida de Miguel Paleólogo,
que conserva el dolor
y el ingenuo artificio de Bizancio.)
“No quiero tu limosna,
sino tu cuerpo”,
me repite.
Mientras, la letanía
de los monjes se enreda
por los hilos y orillas de la luz
y se quiebra, de pronto,
como pasión o absenta.
“Sólo podré servirte
las frutas que maduran en las ramas
de mi necesidad.
Mi pobreza es el tiempo.
Tiempo, como cristales,
cuyo reflejo intuyo, aunque no alcanzo,
por el fondo sin nombre de las aguas.
Los años que recubren de vacío
el cuerpo marcesible.
La humana estupidez de percibir lo Eterno
como un río de sombra que nunca se atraviesa.
Que nunca se atraviesa”.
“Sólo tu cuerpo”.
Y, al último destello de la tarde,
deja correr sus dedos por mi vientre
como un brocal de aroma y abandono.
“No quiero tu limosna,
sino tu cuerpo”.
Se ruborizan las estrellas.
Ríe
la primera lechuza de la noche
que otea en la distancia
nuestros gestos.
Pero el mar,
acercándose,
me abraza.
Me abrasa en su ternura. Me rodea.
Después, va deslizando amantemente
sus manos por mi sexo.
En altamar
y en éxtasis.
Mendigo e insaciable.
Y entiendo, al fin, que nunca es el placer
la perfección,
sino la amarga y seca
ternura verdeazul de la nostalgia.
EL MAR DE ATOS, dedicado a Pilar Villalobos y Daniel Lebrato,
es un poema de JOSÉ ANTONIO MORENO JURADO
incluido en su libro ELEGÍAS DEL MONTE ATOS (1999)