la clase obrera se niega a ser princesa.

La clase obrera ha venido a visitarme como cenicienta de un cuento de Mundo Obrero, un artículo que aplaude la Ley Ríder española como ejemplo a seguir para la Confederación Europea de Sindicatos.

Mundo Obrero es el órgano periódico del PCE, medio con el que yo colaboré un tiempo; bien, como repartidor, o, mejor aún, como redactor corresponsal en misiones donde nunca estuve: la más falsa, la Guerra de Vietnam, «piedra de toque del internacionalismo proletario» (pueden leerlo buscando en Tinta de calamar, 2014, no es aburrido).

Lo del internacionalismo proletario venía —en aquellos años estalinistas o nacionalistas de eurocomunismo, de Santiago Carrillo— por la Segunda Internacional, o Comunista, la del PCE de 1921.

proletario y proletariado fueron mudando: primero, hacia clase obrera, cuando la familia fue menguando de prole, y, después, a clase trabajadora (o trabajadores) para acabar, en casos que se nos ponían de ejemplo del bienestar, en clases medias, más cerca de las medias altas y clases altas, dentro de la lógica de ricos y pobres contra la lucha de clases, de la que nadie quería oír hablar. «Siempre habrá ricos y pobres», decía Piensos Sánders de pensamiento gusano.

El caso es que hoy nos viene el Mundo Obrero con que “La ley española de ríders es el principio del fin del falso autoempleo en toda Europa” declara el secre de la CES, Ludovic Voet. Esta ley sitúa a España como el primer Estado miembro de la UE que obligará a las plataformas dedicadas al reparto a través de mensajeros, a reconocer a éstos como trabajadores asalariados en lugar de autónomos, con lo que conlleva, cotización a Seguridad Social (y, se supone, a sindicatos). (Mundo Obrero, fundado en 1930. Secretaría de Comunicación del PCE.)

Otro día hablamos de cómo, se quiera o no, ser autónomo es superior a ser asalariado por cuenta ajena, aunque todos sepamos que ni la autonomía es completa ni lo por cuenta ajena, tan ajeno ni tan salario. Autónomos y pymes (pequeñas y medianas empresas) son un grado, y se les reconoce como tal (y, eso, en contra de los criterios que se manejan para la alta economía, donde todo el mundo sabe —menos Gobierno y Sindicatos, que de eso se lucran— que lo pequeño y mediano no podrá nunca con la gran empresa o conglomerados de empresa de alto valor acumulado).

De momento, quede para la caverna o para el museo de las ideas:

Asalariados, mejor que autónomos. -Diga lo que diga Saramago del alfarero frente a Porcelanosa y frente al centro comercial. ¿En qué manos estamos? puede que alguien lo dude. ¿En qué cerebros?, no creo.

Todavía Saramago, gestor de novelas, podía con La caverna, entre Platón y distopía, seducirnos; Comisiones Obreras y UGT, junto al Gobierno más de izquierda y progresista, ya no creo, Mari Pili.

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