LA CABAÑA
versión de la escondida senda por donde han ido
los pocos sabios que en el mundo han sido,
de Fray Luis de León.
Los dos salíamos al campo. Nos hablábamos de usted.
Era otoño por la tarde y el sitio a donde íbamos,
más lejos de la cabaña a pocas millas
(la película era inglesa) de la mansión principal.
Yo era el tímido sirviente de toda confianza
–tu preceptor de música o el secretario de tu padre–
y, tú, la hija única destinada a casar
con el rico y odioso señor.
Andábamos no cogidos del brazo.
Yo, a mi chistera y mi bastón de caña.
Tú, en tu mundo de pamela y organdí.
Y todos, todos menos nosotros,
vieron venir la tormenta que el camino
de vuelta volvería impracticable:
–Tendremos que pasar sin más remedio
la noche en la cabaña, señorita.
/ a quienes, con suerte y maña,
la vida confinó a su medida /