Tengo la buena o mala costumbre de hacer revista de prensa y de señalar titulares solo por orden de llegada (a mi dispositivo, ya no piso un quiosco) o de llamarme la atención. Como saben, la prensa se divide en dos: la que existe únicamente en formato digital y la que transcribe la que sigue saliendo en papel. Una y otra vuelven a dividirse entre la de escuela de periodismo [titulares y encabezamiento (o head) redactados por uves periodísticas: quien, qué, cuándo, dónde y cómo, por qué o para qué] o la que con ánimo de publicidad insertada, busca directamente el sensacionalismo. A mi entender, estando la prensa, como todo, en tránsito entre lo analógico y lo digital, el sensacionalismo tiene las patas muy cortas, aunque puede triunfar donde se impone el pamplineo y la frivolidad en su carrera por lo viral.
Para el lector, lectora, enganchado al periodismo veraz, prevalecerá la noticia redactada y titulada conforme a las uves periodísticas bajo la perspicacia de que la objetividad no existe –ni siquiera en la prensa que se reclama independiente– y lo objetivo solo se consigue (como en el ventilador de aspas de colores que al girar dan el color blanco) valorando y contrastando fuentes y juzgando informaciones y opiniones según el medio que las emite y pone en circulación. Esto es viejo. Una misma noticia nunca fue igual en el ABC que en el diario Informaciones o en Cambio‑16 o en El País.
[eLTeNDeDeRo] les deja una serie de titulares de enero, cada uno con su aquel, que puede ser su comentario de texto:
–Una mujer denuncia una agresión sexual en Tudela.
–La historia no terminó con la caída del Muro de Berlín, comenzó de nuevo.
–Un 75 por ciento de los catalanes evitan hablar de política con amigos y familiares.
–La -e como género neutro es un acto político, no lingüístico.
Como siempre, se admiten ideas.