Recuerde el acta dormida,
avive el seso y despierte
contemplando
cómo se acercan las urnas,
cómo se engaña a la gente
con escaños.
Cuán presto se va el votar,
cómo después de votado
da dolor,
cómo a nuestro parecer
cualquier Congreso o Senado
fue mejor.
Los discursos y las listas,
que nos dejan los mejores,
¿quién lo duda?
Candidatos, candidatas,
y en la tele portavoces
de tertulia.
Mas si vemos el programa
del partido, cómo es ido
y acabado,
si juzgamos sabiamente,
nos jodemos bien jodidos
cuatro años.
Las mejoras y promesas
que quisiera el pueblo llano
son la caña:
democracia y bienestar.
Con nosotros, los demócratas,
¡toda España!
No hablo de la patronal,
Casa Real y una Iglesia
de otro siglo.
Hablo de la Transición
que nos dejó sin la fuerza
que tuvimos.
Los Pactos de la Moncloa,
las fotitos con Borbón
en la Zarzuela,
¿fueron sino dejación
de principios y de normas
de la izquierda?
Señorías que, adquiridas,
igualaron las pancartas
“por el cambio”
con los carcas y los fachas,
se llamaran Popular o
Ciudadanos.
Pablo Iglesias fue a Podemos
lo que Santiago Carrillo
fue al Pce.
Podemos a Izquierda Unida,
lo que Felipe González:
yo, aquí el rey.
Nos pasa cuando creemos
que hay una izquierda y votamos
lo de unidos
por los derechos humanos,
eso que al gran capital
da lo mismo.
Cualquier día es el camino
para el giro hacia otra España
más social.
Más cumple ese socialismo
que creerse en democracia y
nada más.