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Igual que se sirve cerveza con o sin alcohol, tendrían que preguntarnos la muerte ¿cómo la quiere?, ¿con cadáver o sin cadáver? La muerte sin cadáver despide al muerto en el cuarto de hospital y sale a la calle a seguir la vida. El hospital se hace cargo del cuerpo residuo orgánico. Quien no quiera el cadáver, ¿por qué tiene que cargar con el muerto? y, sobre todo, ¿por qué tiene que acudir a la privada (funeraria, tanatorio, etc.) después de haber cotizado toda su vida a la seguridad social que trae consigo la sanidad pública? [1]
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Enlace a La muerte a cargo de la seguridad social.
[1] Las respuestas a estas preguntas retóricas no anulan que sigamos preguntándonos ¿por qué la Iglesia?, ¿por qué El Ocaso?, ¿por qué ‑según parece‑ nadie, ningún colectivo, dice nada?
Porque la nada, el desenlace de la muerte, nos sigue dando miedo a Casi Todos.
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Hay una forma, Daniel. Donas tu cuerpo a la Facultad de Medicina para que los estudiantes y estudiantas lo destripen y ya está.
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