El coyote y el correcaminos

EL COYOTE Y EL CORRECAMINOS

Estampa 1
Recordarán el Coyote y el Correcaminos. El coyote, ciego por cazar un correcaminos que lo chulea, ¡mic, mic!, no ve que la carrera lo lleva de cabeza al precipicio. Y en dos tiempos: al ralentí cae en la cuenta de que se va a estrellar, y a velocidad de vértigo se estrella. Una variante, más sutil con la ley de gravedad, pinta al muy animal al filo de un acantilado de perfil cóncavo, y es el relieve el que se viene abajo y deja al coyote, otra vez, con el dibujillo al aire. Igual pasa con las ideologías, posturas, creencias y apariencias de las de antes de crisis: que caigan es cuestión de tiempo.

Estampa 2
Oigo por mi ventana los cohetes ecos del Rocío. Cuando a los reyes antiguos se les moría algún infante o su santa esposa, decretaban un luto oficial con suspensión o cierre de las diversiones públicas, los toros y los teatros, hasta que al rey le salía de la corona. Hoy, que la crisis es el fin de una época, hay que agitar las conciencias para el decoro o el luto. No es edificante que mientras a una España la desahucian, a otra España le pongan Plan Romero, Canal Sur y prensa rosa. La aldea del Rocío tiene un escrache.

Estampa 3
Lo que vale para las fiestas vale para la cultura. Quienes acarician la guitarra o el piano, quienes optan al lienzo o al poema, pueden entender que esas no son actividades productivas y que una cosa es cultivar las bellas artes, que yo también cultivo, y otra vivir o querer vivir de ellas. Si al pintor le salen las cuentas de su bolsillo, mejor, pero no espere, en estos días infames, becas para sus santos óleos.

Estampa 4
El etcétera es largo. El grupo de fuerzas de la cultura, intelectuales y artistas, tiene que autofinanciarse sin ayuda de papá el Estado, quien, a su vez, tendrá que dar ejemplo. Se critican, por caras, las Autonomías y nadie habla de lo que gastan el caza o el submarino de guerra o esa banda de música en actos oficiales donde no falta un cura con cargo al presupuesto. En el centro de mi ciudad es fácil ver a tres o cuatro policías locales, de cháchara entre sí, a la misma hora en que se les echa en falta en otros barrios.

Estampa 5
Veo muchachas o parejas muy jóvenes, de poca cabeza y corta bolsa, empujando el carrito de haber sido madres. Tal como está el patio, ¿qué futuro le espera a la criatura? La privatización de la natalidad es un hecho, y más, si la aspirante a madre tuviese que depositar una fianza aproximada a lo que cuesta un nivel de vida.

1
¿Qué pensar, entonces? Lo contrario de lo que nos están contando. Nos hablan de riqueza y de trabajo, cuando la cuestión palpitante sigue siendo el reparto de la riqueza y qué se entiende por trabajo. Si repartir la riqueza levanta ampollas anti comunistas, plantéese la clase trabajadora cómo repartir ese bien escaso que se llama trabajo. Habría que reducir la jornada laboral por persona y día y año, y fijar la jubilación, no por edad, sino por años cotizados. Trabajar todos para trabajar menos, y vivir con menos para vivir mejor.

2
Aunque alguna patronal quisiera volver a las novelas de Dickens, hace un siglo que el proletariado cambió la hoz y el martillo por máquinas que multiplican la fecundidad de la tierra. Sobre esa base, imagínense un salario social y una ley de trabajo que fije los plazos para acabar con el dudoso oficio de pedir por limosna o caridad, ludopatía o prostitución, y que cuestione herencia, renta y nobleza.

3
Prioridad absoluta al cooperativismo autónomo y obrero, que sería, y no la cola del desempleo, la alternativa a profesionales en apuros. Mediante subastas y marcas blancas, el Estado ofrecería lo esencial y más barato a la demanda de energía, ropa, alimentación, vivienda, comunicación, educación, sanidad, dependencia, ocio y vacaciones. En esta lista no está el desfile: ni el desfile de modas ni el de tropas.

4
No habría Jefatura del Estado ni actividad política remunerada. Justicia y notaría serían gratuitas. Fin a la farsa de la droga y la anti droga y hacia la abolición de la pena de cárcel. Un cuerpo único de protección subsumiría bomberos, policía, ejército, guardia civil y guardería jurada. Y pasaría factura por sus servicios. Que pague el club de fútbol la seguridad del estadio; la romería, el Plan Romero; y las cofradías, sacar el santo a la calle y dejar la calle como estaba.

5
Si la cosa va mal, siempre es bueno echarle la culpa a alguien, supongamos a un correcaminos: que si los políticos, la corrupción, la banca, la burbuja, las preferentes, Bárcenas, Urdangarín, Merkel. Cuando la democracia se quema, algo suyo se quema, señor conde. Hemos hecho el coyote. Que nos sea leve.

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