Basta fijarse en las fechas que toman las Ferias de Abril emigradas a Barcelona o a Valencia, de 10 días, con dos domingos que son dos fines de semana; más este año, que el lunes 1 es festivo (y el 2 para Madrid). La Feria “de sábado a sábado” parece un absurdo: ese segundo fin de semana (29 y 30) ni chicha ni limoná, ni feriado ni laboral ni festivo, con calle del infierno y con toros, ¡pero sin casetas!, malo para ocio y turismo. Como si los fuegos artificiales tuvieran que ser por fuerza de clausura. Y como si el segundo domingo no se pudiera pasar en paz y buena compañía con las casetas abiertas, plan dominguero. Estamos hablando de una fiesta que un día será parque temático que cobrará la entrada y abrirá los días del año que quiera abrir. Nada de eso le cabe en la cabeza al ABC. Como tampoco al sevillí: –¿Diez días de Feria? ¡Si yo con cuatro tengo bastante!
Y una penúltima cuestión ante los millones de euros y horas de trabajo que se van para el montaje de una ciudad efímera, empezando por la portada que no puede ser la misma como fue la Pasarela (de 1896 a 1921), ¿no ha de haber una voz que marque ese caudal para fines sociales? La Sevilla del ABC no tiene cabeza pero la sociedad de feriantes no tiene corazón.