Fuego en la España del señor conde.

A propósito del penúltimo incendio (ese de Sierra Bermeja que dicen “de sexta generación”) se me ocurrió apostar:

Apagar fuegos no es empleo. Es defensa, servicio y ley de vida (mediterránea). En Portugal lo llaman Bombeiros Voluntários. En Portugal sólo el 8% de bomberos es profesional.

Lo cual trajo dos comentarios valiosos.

Un amigo apostilla:

¿Y es justo que a alguien que arriesga su vida por la comunidad no le paguen?

Y el otro amigo:

Por esa razón Portugal suele ser el líder europeo en número de incendios y superficie quemada.


Evidentemente, mi postal no iba con ánimo de voluntad retribuida, sino de voluntad voluntaria (algo que ya se hace para primeros auxilios, protección civil, para la constitución de jurados populares o mesas electorales).

Todo es fijar conciencias y responsabilidades ciudadanas. Estados hay, como ustedes saben, que hasta el servicio militar cubren por levas ciudadanas y puntuales, no por fuerzas armadas profesionales.

Y lo de Portugal me parece un golpe bajo (intelectualmente bajo, quiero decir). Portugal, Grecia, Turquía, España: pueblos que no pueden permitirse alimentar el fuego:

1º) mal reparto y especulación con la propiedad de la tierra,

2º) un vago sueño como país de destino turístico,

3º) con las diferencias sociales que trae consigo el modelo.

El Perich lo clavó: Cuando el bosque se quema, algo suyo se quema señor conde.

Seguimos en la España del señor conde.

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