Oriol contra Oriol
En noches de prisión y rumoreo
entre a favor y en contra de su indulto,
el hombre habrá leído, tras la prensa
(que trajo hoy como siempre algún reporte
del hombre de su vida, el muy honorable
president, burla burlando con Europa
contra el mismo Supremo que a él lo unta
al precio de pedir perdón), a Shlomo Sand,
La invención del pueblo judío,
publicado por Akal en 2011:
«Una nación es un grupo
de personas unidas por un error
compartido sobre su ascendencia
y un desagrado compartido hacia sus vecinos
(firma la cita Karl Deutsch, 1969).
No creo que hubiera podido escribir
sobre nacionalismo sin ayuda
de un poco de alcohol y de canciones populares
(esta es de Ernest Gellner, 1996).
Ninguna nación posee una base
étnica por naturaleza, sino que
poblaciones incluidas, repartidas o dominadas
quedan representadas en el pasado o hacia el futuro
como si formaran una comunidad natural
(Étienne Balibar, History and Ideology, 1990).
La democracia trajo consigo la idea de nación
como una mariposa en un capullo
(esta es Liah Greenfeld, Cambridge, Harvard 92,
desde Vladivostok, 1954).
Y termina en Sand: Antes de la modernidad
no había individuos cuya tarea fuera
expresar o representar la opinión del pueblo.
Con la excepción de cronistas o historiadores
de la monarquía, los únicos intelectuales
preocupados por una identidad
entre el amplio estrato de la población
fueron los miembros del clero.»
Y el hombre que fuera clérigo cierra el libro.
También, los ojos. Pero de qué le sirve.