Aquel poeta máximo, sabedor de que la poesía no consiste exactamente en medida, rima y acento, buscó, no obstante, y por bajar a la arena de los oídos populares, palabras que acabaran en -emia, -irus, -od, -eve; también -ento, -arma y -uta (por el hijodemadre que estuviera detrás de todo aquello).
Vistos y consultados el buscador de rimas y el diccionario inverso (la máquina de trovar de Jorge Meneses Mairena Machado), aquel poeta, o poetisa o poetisú, abandonó la métrica clásica y se pasó al verso libre.
foto: LeMonge