Carta a los Reyes Magos.

Desde el siglo de Pericles hasta el último Parlamento, toda acción política es demagógica o populista pues se basa en un contrato social entre quien manda y obedece, separación de poderes que a la llegada de la república pasó a electores y elegidos: clase política forzada al pan y circo para ofrecer, prometer, conseguir, mejorar o contentar al censo. Esa democracia de papel (cada cuatro o siete años) fue aborrecida como burguesa por la Internacional de Trabajadores (desde 1864) y por la democracia social y de base que fueron los soviets. Y nunca fue identidad de la izquierda marxista. [El desguace del Pce (el Psoe llevaba décadas en la chatarrería) se dio en etapas que tienen día y hora. 1956: Pce. Pacto por la Libertad «por la reconciliación nacional, por una solución democrática y pacífica del problema español». (Comprensible, en tiempos de Franco.) 1977: Santiago Carrillo, Eurocomunismo y Estado. 1986: Disolución del Pce en Izquierda Unida. 2016: Disolución de Izquierda Unida en Podemos.]

El Pacto de los botellines Garzón Iglesias (2016) supuso dar pleitesía, más que a unas siglas, a una generación de formación universitaria que, por haberse criado con indudable bienestar, tenía su infancia y juventud asociadas al Estado del Bienestar. Señas de aquella idolatría de la vieja guardia comunista hacia sus menores fueron, cuando la crisis de 2008, la rápida adscripción a movimientos bohemio-pijos o izquierdo-burgueses como mileuristas, yayoflautas, llantos por la fuga de cerebros y el etiquetado Estado del Bienestar para el Estado español, como Denominación de Origen, si fuera un vino. Tan poderoso ha sido el ánimo de emulación al Bienestar que venía del Norte (Suecia, Noruega, Islandia, Finlandia, etc.) que incluso partidos muy de derechas, de esos que dicen por lo bajini al pueblo ¡que se jodan!, en alto y en sus programas también se declaran partidarios del Estado del Bienestar, gasto público que encaja mal con las privatizaciones que adoran y con la bajada de impuestos.

Lo cual, que una y otra banda de ladrones de votos han dado en dos Españas: la España que pide y la que no quiere dar. Visto así, se comprende que IU Podemos pase de puntillas por el Juicio al Procés con lo que significaría movilizar como en tiempos de Franco, por la libertad (sin mirar de quién), y se centre en pedir y pedir, igual de exigentes que tiernas criaturas que tenemos en casa. Eso sí, donde peor nota saca esta generación es en matemáticas y en economía. Sin molestar a los ricos, a las rentas más altas, los pobres van a seguir siendo pobres. De aquí al 28‑A, la campaña electoral va a resultar una carrera por ver quién la tiene más larga. La carta a los Reyes Magos. Quien crea en ellos, que los vote. Yo ya no tengo edad.

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